MISA DIARA

Caminando con Jesus  

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant  

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DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO


 PRIMERA LECTURA
II Samuel 12: 7 - 10, 13

 Entonces Natán dijo a David: «Tú eres ese hombre. Así dice Yahveh Dios de Israel: Yo te he ungido rey de Israel y te he librado de las manos de Saúl.

Te he dado la casa de tu señor y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y si es poco, te añadiré todavía otras cosas.

¿Por qué has menospreciado a Yahveh haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya y matándole por la espada de los ammonitas?

Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para mujer tuya.

David dijo a Natán: «He pecado contra Yahveh.» Respondió Natán a David: «También Yahveh perdona tu pecado; no morirás.
 

 

Salmo Responsorial
Salmo 32: 1 - 2, 5, 7, 11

De David. Poema. ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto su pecado!

Dichoso el hombre a quien Yahveh no le cuenta el delito, y en cuyo espíritu no hay fraude.

Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado.

Tú eres un cobijo para mí, de la angustia me guardas, estás en torno a mí para salvarme.
¡Alegraos en Yahveh, oh justos, exultad, gritad de gozo, todos los de recto corazón!
 

 

SEGUNDA LECTURA
Gálatas 2: 16, 19 - 21

Conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado.

En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado:

y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.

No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano.