Caminando con Jesús

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

(Pesebre de mi casa)

 

CELEBRAR LA NAVIDAD

 

 “Del Verbo divino

la Virgen preñada

viene de camino:

¡Si le dais posada!”

(San Juan de la Cruz)

Querido Hermanos y amigos:

En estos días ya tan cercanos a nuestra fiesta más bella, la Natividad de Nuestro Salvador, no nos dejemos encandilar por luces que ciegan el sentido de lo que debemos celebrar, pero si dejemos que nuestros corazones se alumbren por la estrella que anuncia la llegada del amor.

“Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa sino en el portal de Belén adonde nació”  (Teresa de Jesús, Camino de Perfección 2,9)

1.    UN EDICTO DE CÉSAR AUGUSTO ORDENANDO QUE SE EMPADRONASE TODO EL MUNDO.  (Lc 2,1)

Recordemos como sucedido el más hermoso de los acontecimientos, la Natividad del Redentor, a través del Evangelio de Lucas.

En los tiempos en que César Augusto era emperador romano y al mismo tiempo que Cirenio era gobernador de Siria y con el fin de saber cuánta era la población de sus dominios desde Roma se ordenó un censo. (Cfr. Lc 2,1). Lo dispuesto por las autoridades de esa fecha fue que todos los habitantes tenían que inscribirse en sus ciudades de origen, es decir mandaba a que cada cual fuese al pueblo donde había nacido para ser empadronado. (Cfr. Lc 2,3).

Así fue como todos acudieron a su ciudad para inscribirse, teniendo que trasladarse en algunos casos a otros lugares alejados. José, esposo de María, era de la casa de David que era de Belén en Judea, sin embargo él vivía en Galilea, para ser más preciso en la Ciudad de Nazaret, entonces ellos tuvieron que viajar a su pueblo originario para inscribirse en el censo. (Cfr. Lc 2,4)

Al recopilar información de esa época, sabemos que Nazaret era un pueblo emplazado en un escarpado monte, quizás caracterizado por sus casitas blancas, construidas con piedra y enlucidas de cal. Por aquella época tenía unos 120 habitantes, y aproximadamente 30 casas. No era una ciudad importante, si un humilde pueblo ignorado por muchos hombres, pero no por Dios, ya que en el comienza la historia del Hijo de Dios, Jesús de Nazaret.

Para llegar a Belén desde Nazaret, hay que pasar por las tierras de Samaria y luego pasar por Jerusalén, la distancia que ellos recorrieron era aproximada a los 130 kilómetros, por caminos agrestes, y deben haber tardado unos 10 días, María estaba en cinta, y ya nos podemos imaginar lo agotador de un viaje de este tipo para una mujer con nueve meses de embarazo.

Entonces María estaba muy próxima a dar a Luz cuando llegaron a Belén, nuestro Dios Padre quiso que allí se cumplieran para María los días del alumbramiento. Mucha gente había llegado a Belén y no había sitio para alojamiento, entonces alguien de buen corazón les presto un lugar en el que comían algunos animales domésticos, para que allí se protegieran, es decir se alojaron en un establo, el que recordamos hoy como un pesebre.

2.    NACIO LA CIUDAD DE DAVID, QUE SE LLAMA BELÉN  (Lc 2, 4)

Y en ese lugar, quiso Dios, que María diera a Luz a su hijo primogénito. El Salvador de los hombres no nació en ningún palacio, ni en una cuna especial, por esa razón luego de nacer y cubrir al niño con pañales, se le acostó en un humilde pesebre. (Cfr. Lc 2,12)

Como ese era un sitio para los animales, había muchos pastores por aquel lugar, estos velaban y guardaban vigilias en las noches por sus rebaños. Mientras así sucedía, un ángel del Señor se presentó ante ellos, por cual fueron sorprendidos y maravillados, porque la gloria del Señor los rodeó de resplandor. Como es natural en estos casos, en un instante ellos tuvieron un cierto temor, pues aún no sabían que hermosura había tenido suceso por ese lugar. (Cfr. Lc 2,8-9)

Pero el ángel les tranquilizo, y dulcemente les dijo: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: (Lc 2,10). Ellos, sin dejar a un lado la sorpresa, escucharon atentamente al ángel, quien les dijo luego; “os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor”. (Lc 2,11).

Unos a otros se miraban los pastores, preguntándose a sí mismo, el significado de esta grandiosa noticia. Así es, como el ángel les dijo; “esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.  (Lc 2,12)

Aún no salían de su asombro, cuando de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.”  (Lc 2,14)

Entonces aconteció que, cuando los ángeles se fueron de allí al cielo, los pastores tomaron la decisión de ir a ver cuál era la maravilla que se les había hecho saber. Así es como se acercaron hasta aquel lugar donde había sucedido tan hermosa natividad, y ver con sus ojos lo que el Señor les había dado a conocer.

Los pastores se apresuraron, y nada los detuvo hasta llegar a un establo, tradicional lugar cubierto en el que se encierra y se guarda el ganado. Tímidamente, pero decididos, se asomaron y hallaron a María y a José, y al niño recién nacido acostado en el pesebre.

José, hombre de buen corazón, les dio la bienvenida, y los hizo pasar, María, como siempre con su dulce mirada, les sonrió para que se sintieran en confianza, así, ellos se acercaron. Ellos a su vez, le dieron a conocer lo que les había sido dicho acerca de este nacimiento por el ángel. (Cfr. Lc 2,17)

Todos pusieron mucha atención al relato de los pastores, así es como al oír tan bellas expresiones se maravillaron. Además los pastores comentaron con gran detalle todo los que les había sucedido. Sin embargo, María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su Corazón. (Cfr. Lc 2,19)

Así es como los pastores, se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y por todo cuanto habían visto, tal como a ellos se les había dicho.

3.    COMO CELEBRAR LA NAVIDAD

Así es como aconteció la natividad de nuestro Salvador, en un pesebre, en un establo. No sabemos que animales habían en aquel momento, pero en nuestra imagen del pesebre, representamos la escena con una vaca, un burrito, un camello, un par de ovejas, es decir, animales mansos y serviciales, también incorporamos a los pastores y a tres de los reyes magos, todos ellos observando a la Virgen María y a su Esposo José, que tiernamente adoran al niños Jesús.

Lo que nos queda claro, es que no nació el Hijo de Dios bajo un pino o un abeto, por ese motivo este noble arbolito no representa nuestro atractivo por los belenes o pesebres, tampoco nos enternecen sus adornos, a mi parecer, por muy luminoso que este el árbol de navidad, no nos permite conmovernos en la humildad en la cual nació Jesús, por esa razón, aunque en nuestras costumbres ya incorporamos el arbolito de navidad, evitemos que las ramas de estos árboles navideños no nos dejen ver las maravillas de nuestro Salvador.

Es así como estamos invitados a tener en nuestros hogares un pesebre que nos recuerde el nacimiento del Hijo de Dios, a orar con alegría junto a él y que seamos como los pastores, sencillos y humildes, acudiendo al pesebre a adorar a Jesús, e impidiendo que las adornos de los pinos navideños no nos dejen ver la hermosa escena que nos recuerda el nacimiento de nuestro Salvador.

También estamos invitados a celebrar la fiesta del Nacimiento del Redentor con mucho gozo y alegría, sin olvidar la sobriedad con la cual el nació, sin un consumismo excesivo, especialmente cuando hay muchos hermanos que sobreviven con lo imprescindible o con menos de los que gastamos por esta fechas. No estoy tratando de decir que nos abstengamos de consumir y no nos preocupemos de comprar regalos, ya que estos gestos están dotados de amor por los demás, sin embargo es bueno que nos moderemos en hacerlo.

Junto con lo anterior, procuremos que nuestra cena navideña sea más solidaria con los que no pueden hacerlo y si podemos obsequiar al que no tiene que comer, a Jesús, le diste de comer. Y así, no dejaremos de celebrar por ello el nacimiento de nuestro Salvador, sin embargo realizaremos un gesto dotado de hermosura de compartir las alegrías y las penas de los que no pueden cenar y hacer llegar no lo que nos sobre, si no lo que podamos compartir a los que nada o poco tienen.

Y no dejemos de lado, esta costumbre tan arraigada, sobre todo en nuestra región de América Latina, de asistir a nuestra popular Misa del Gallo o Misa de Gallo, que se celebra en la medianoche (o poco antes) de Navidad, de esta forma recibiremos conforme a nuestra fe la Navidad como la conmemoración del nacimiento de Jesús.

4.    REGALAR MUCHO AMOR, VERDADERO Y POR SIEMPRE.

Es un hecho que la Navidad nos enternece el corazón, del mismo modo lo hace la publicidad utilizando con frecuencia esta especial afinidad a lo sensible que todos tenemos en estas en navidades con los anuncios, la tarjetas navideñas, los villancicos. En esta fiesta, por todas partes se difunde el entusiasmo y nos agrada contagiarnos de ello. En efecto, nos volvemos más sensibles, más cariñosos, mas tiernos, nos decimos cosas hermosas y nos deseamos los mejor, todo esto está bien, pero lo triste es que pasadas las fiestas estas manifestaciones vuelven a lo ordinario de la vida.

Entonces no olvidemos que un buen regalo de navidad es regalar amor de verdad y duradero, y ese regalo no es material. San Juan de la Cruz dice; "Pon amor donde no hay amor, y sacarás amor." Y también nos recuerda; “En el ocaso de nuestra vida seremos juzgados en el amor”. Este obsequio, amor, será el mejor que recibirá nuestro Señor, que vino al mundo solo para hacer el bien.

Que la paz del Señor, les colme de alegría y les haga regalar mucho amor, verdadero y por siempre.

Feliz Navidad y que el portal de Belén viva en nuestros corazones.

El Señor nos Bendiga

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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