Reflexión desde las Lecturas del Domingo del Bautismo del Señor

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


     DOMINGO, BAUTISMO DEL SEÑOR

1.    Ceder a Cristo Mt 3,13-17

“Juan trataba de impedírselo”. Con toda su buena voluntad, Juan intenta evitar que el Hijo de Dios pase a los ojos de los hombres como un pecador. Él tenía su lógica, pero según unos criterios que no coincidían con los de Dios. Si hubiera logrado impedírselo, nos habríamos quedado sin esta grandiosa revelación que el evangelio de hoy nos ofrece, no se habrían abierto los cielos y en definitiva habría impedido a Jesús manifestarse como Hijo del Padre y Ungido por el Espíritu Santo.

Del mismo modo, también nosotros ¡cuántas veces entorpecemos los planes de Dios porque no se ajustan a nuestras ideas! Olvidamos que los pensamientos de Dios no coinciden con los nuestros y que sus planes superan infinitamente los nuestros (Is 55, 8-9). Deberíamos al menos tener la humildad de Juan para ceder a los deseos de Cristo aunque no los entendamos, pues ellos le llevan a manifestar su gloria, mientras los nuestros la oscurecen. Deberíamos hacer caso a la palabra de Dios: «Confía en el Señor con toda el alma y no te fíes de tu propia inteligencia» (Prov 3,5).

“Conviene que cumplamos todo lo que Dios quiere”. Son las primeras palabras de Jesús que el evangelio de san Mateo nos refiere. Ellas constituyen una consigna, un programa de vida para el Hijo de Dios. Toda su vida va a estar marcada por esta decisión de «cumplir», de llevar hasta el final lo que es justo a los ojos de Dios, lo que es voluntad del Padre. Así comienza su vida pública junto al Jordán y así terminará en Getsemaní.

También para nosotros, nuestra realidad de hijos de Dios debe manifestarse en esta adhesión incondicional a la voluntad de Dios. No como una carga que uno arrastra pesadamente, con resignación, sino como la expresión infinitamente amorosa de lo que Dios quiera para nuestro bien, que se abraza con gozo y se vive con entrega y fidelidad.

2.    PRIMERA LECTURA ls 42, 1-4. 6-7

Dios se complace en su servidor, quien instaurará el derecho y traerá la salvación para los oprimidos: ciegos, prisioneros, aquellos que sufren la injusticia. Antes de iniciar su misión pública, con la cual cumplirá este anhelo de liberación que Dios tiene para todo el pueblo, Jesús será reconocido en el bautismo como este servidor.

Lectura del libro de Isaías.

Así habla el Señor: Este es mi servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley. Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.

Palabra de Dios.

2.1 Elección del Siervo de Yahvé, el servidor del Señor

El oráculo empieza de modo abrupto y sin preparación alguna. Habla Dios a los jueces y gentiles, a los que hace la presentación de su Siervo directamente: Así habla el Señor: Este es mi servidor, a quien yo sostengo. Indudablemente, este Siervo de Yahvé es distinto de Israel, porque aparece como intermediario entre Dios e Israel; Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo. Y Dios es su sostén, porque es su elegido, en quien se complace; palabras que se repetirán sobre el Tabor y en el bautismo de Jesús 2. Es objeto de las complacencias divinas, en tal forma que participa del mismo espíritu o energía dinámica divina, necesaria para cumplir una misión extraordinaria. Los profetas estaban poseídos del espíritu de Dios, en cuanto que realizaban misiones excepcionales movidos por el mismo Dios. Son las gracias carismáticas que Dios otorga en momentos determinados a algunas almas para la realización de misiones concretas. En Is 11:2 se dice que sobre el retoño de Jesé descansará el espíritu del Señor, con su múltiple manifestación de dones y cualidades excepcionales necesarias para gobernar a su pueblo. La misión confiada al Siervo de Yahvé ahora es llevar el derecho a las naciones, Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones, el conjunto de normas jurídicas para la regulación de la vida social religiosa de Israel, y que han de ser participadas por las naciones gentiles.

Y todo ello con un nuevo espíritu profundamente religioso. En una concepción teocrática de la sociedad, la palabra derecho tiene un sentido eminentemente religioso, porque la religión es el fundamento del derecho público y privado 3. La misión del Siervo no será política, sino religiosa, y se ordena a las naciones gentiles, o a la humanidad en general. Israel era un testimonio indirecto ante las naciones del conocimiento de Dios (43:10; 55:5), en cuanto que era una luz orientadora en medio de las tinieblas paganas; pero no salía a iluminar a las otras naciones. Por otra parte, el Siervo cumplirá su misión de un modo muy característico, pues lo hará sólo por los medios de la persuasión, sin prepotencias, propias de los conquistadores orientales: El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles Los falsos profetas hacían manifestaciones estruendosas, buscando el proselitismo para excitar la atención de los oyentes. El porte del Siervo será modesto y callado; su dulzura y ejemplo será la mejor predicación (cf. Mt 12:175). Los nabis, o falsos profetas, buscaban las diatribas y las discusiones en las plazas; pero éste, al contrario, obrará calladamente, con un método persuasivo espiritual e interior (cf. Lc 9:55). Su actividad misionera será tan persuasiva y suave, que No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente., no obrará violentamente, destruyendo los gérmenes de bondad y de espiritualidad que encuentre. Los gentiles son la caña y la mecha que se extingue, por su debilidad espiritual. La labor del Siervo será la del médico, que cura y detiene las heridas y flaquezas humanas (cf. Mt 9:13). No condenará, pues, a los paganos, sino que los reanimará y levantará de nuevo, desarrollando sus rudimentos de religión y de moral. Y cumplirá su misión sin desmayar Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar hasta que su predicación del derecho se extienda a la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley . La labor del Siervo será dura y difícil, pero él no se fatigará ni desistirá en su cometido.

2.2 Misión del Siervo de Yahvé

El Siervo es enviado por Dios mismo, Yo, el Señor, te llamé en la justicia Creador de cielos y tierra, con todo lo que en ellos hay. De ahí se deduce la base para la universalidad de su misión (v.5). El mismo Dios que creó todas las cosas llamó a su Siervo en justicia te sostuve de la mano, te formé (v.6), porque su misión responde a unas promesas hechas por Dios a los antepasados de Israel, y por eso su aparición es un acto de justicia. Además, justicia muchas veces, en el Antiguo Testamento, significa salvación; en este caso, la elección del Siervo obedece sólo al plan de salvación de Dios sobre Israel y las naciones.

Además, el Siervo será mediador de una nueva alianza y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones (v.6) entre Dios e Israel, el pueblo de Yahvé por antonomasia, en contraposición a las gentes del estilo siguiente, que reciben de ese Siervo una luz religiosa y moral. Así, pues, la misión del Siervo es doble: reconciliar a Israel con Dios con una nueva alianza e iluminar al mundo pagano. Jesús es saludado por Simeón como “luz de las gentes” (Lc 2:32), y El mismo se llama “luz del mundo” (Jn 8:12)4. La misión del Siervo es moral y religiosa, y se dirige a los que están encerrados en oscuras mazmorras; por eso su labor debe orientarse espiritualmente a abrir los ojos de éstos y sacarlos a pleno día. “para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas”.

El que está en pecado está ciego y como en una prisión. El evangelista ve en las curaciones milagrosas de Jesús el cumplimiento de estas palabras (Mt 11:2-6), pero es por asociación de ideas con la misma ceguera espiritual.

3.    SALMO

El salmista entona un himno a la majestad y poder de Dios, que se manifiesta en el desencadenamiento de una impresionante tempestad en medio de truenos y relámpagos. Las expresiones son bellísimas y extremadamente vigorosas e invita a los ángeles a dar gloria a Dios

La descripción es maravillosa y está lograda con gran simplicidad de medios. Para impresionar más, el poeta no aparece en escena, y con voz anónima invita a los ángeles a entonar un himno de alabanza al Señor.

Este salmo comienza con un “gloria in excelsis” y termina con un “pax in térra

Sal 28, 1-4.9-10

R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.

¡Aclamen al Señor, hijos de Dios! ¡Aclamen la gloria del nombre del Señor adórenlo al manifestarse su santidad! El Señor bendice a su pueblo con la paz. R.

¡La voz del Señor sobre las aguas! El Señor está sobre las aguas torrenciales. ¡La voz del Señor es potente, la voz del Señor es majestuosa! R.

El Dios de la gloria hace oír su trueno. En su templo, todos dicen: “Gloria”. El Señor tiene su trono sobre las aguas celestiales; el Señor se sienta en su trono de Rey eterno. R.

3.1 “Gloria in excelsis Deo”, Gloria a Dios y paz a su pueblo.

Los israelitas, fieles a su tradición, tenían una visión esencialmente religiosa de la naturaleza en sus diversas manifestaciones; en todo veían la mano justiciera o misericordiosa del Dios supremo, que habitaba en los “cielos de los cielos” rodeado de su coro de seres angélicos, pero que intervenía misteriosamente en todo el orbe creado. Aquí el salmista, antes de cantar un himno de alabanza a la manifestación majestuosa del Señor, ¡Aclamen al Señor, hijos de Dios! ¡Aclamen la gloria del nombre del Señor adórenlo al manifestarse su santidad! El Señor bendice a su pueblo con la paz. El salmista invita a los “hijos de Dios”, o ángeles, que le hacen su escolta de honor en el cielo, a darle gloria y poder, es decir, reconocer su omnipotencia gloriosa en el sagrado recinto de los cielos.

En la visión inaugural del profeta Isaías, los serafines, que hacen la escolta de honor del Santo por excelencia, proclaman que “la tierra está llena de su gloria”. La esencia de la divinidad está sintetizada en su nombre, El Señor (“el que es”), con toda la indeterminación y misterio que implica.

El Dios majestuoso que se asienta en los cielos rodeado de su escolta angélica hace su aparición solemne sobre la tierra cuando desencadena una tempestad. ¡La voz del Señor sobre las aguas! El Señor está sobre las aguas torrenciales”, que retumba en los cielos sobre las nubes densas o aguas de abajo, de que se habla en el relato de la creación. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es majestuosa”

Conforme a esta mentalidad bíblica, el salmista presenta aquí al Señor planeando sobre las aguas o nubes cargadas de agua, tronando majestuosamente, con lo que se manifiesta como Dios de la gloria. No hay cosa más impresionante y sobrecogedora que el trueno; para los antiguos, que tenían una idea majestuosa y terrible del Dios lejano e intransigente del Sinaí, el trueno era el mejor reflejo de la voz de Dios. Las escenas del Sinaí en las que aparece el Señor hablando a Moisés en medio de truenos y relámpagos, quedaron estereotipadas en la literatura bíblica y sirven constantemente para describir las nuevas teofanías de Dios en la historia.

En su templo, todos dicen: “Gloria”. El salmista vuelve a su punto de partida: El Señor, aunque se manifestó ruidosamente con su voz en la tempestad, sigue inalterable en su templo celestial; allí los hijos de Dios, o seres angélicos, continúan el himno que proclama la gloria de su Dios 20. “Y el Señor se sienta en su trono de Rey eterno”, esto es el Señor se sienta majestuoso por encima de las aguas diluviales, o aguas superiores que están sobre el firmamento, y que Dios suelta de vez en cuando en lluvias torrenciales, como en el caso del diluvio universal. Sobre ellas el Señor se instala como Rey eterno y Juez supremo, que de tiempo en tiempo envía las aguas diluviales para mostrar su poder judicial y soberano sobre todo.

4.    SEGUNDA LECTURA Hech 10, 34-38

Los creyentes reconocen en Jesús al servidor ungido por Dios para traer la liberación. El realizó la liberación prometida en Isaías. Y Dios lo reconoció no sólo como servidor, sino como Ho, en la resurrección.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Pedro, tomando la palabra, dijo: “Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia, es agradable a Él. Él envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. Él pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con Él”.

Palabra de Dios.

4.1 pasó haciendo el bien

Es éste el primer discurso de Pedro ante un auditorio no judío. La autoridad de Pedro, así como la importancia de la escena, harían que esas frases quedasen bien grabadas en la memoria de los oyentes, y así llegasen a Lucas, quien las habría insertado en su relato sin atreverse a modificarlas en lo más mínimo. Podemos distinguir en este discurso de Pedro: una especie de introducción, en que presenta la idea fundamental de aquel momento y una exposición o una síntesis de la vida de Jesús.

La afirmación fundamental es clara: absoluta igualdad de todos los seres humanos ante Dios, trátese de esta o de aquella nación, de judíos o de gentiles; “Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia, es agradable a Él” . Incluso podemos ver insinuada la superioridad que, no obstante esa igualdad, compete en cierto sentido a los judíos, que tienen el privilegio de que a ellos haya sido destinado en primer lugar el mensaje evangélico. Cuando Pedro dice: “Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas”, está claro, dado el contexto que se está refiriendo a que ya Jesucristo, en varias ocasiones y de varias maneras, había dicho que todas las naciones estaban llamadas a formar parte de su reino, es más, Pedro mismo en sus anteriores discursos daba por supuesta esta misma verdad, al afirmar que la bendición mesiánica estaba destinada no sólo a los judíos, sino también “a los que están lejos” (cfr. Hechos 2:38) o, como dice en otra ocasión, a los judíos “en primer lugar” (cf. Hechos 3:26), con lo que daba a entender que también estaba destinado a otros, es decir, a los gentiles. Pero todo eso en nada se oponía a que, bajo el influjo de su formación judaica, siguiese estableciendo aún clara separación entre judíos y gentiles. En efecto, tengamos en cuenta que ya en el Antiguo Testamento había profecías de índole universalista, anunciando que judíos y gentiles formarían un solo pueblo bajo la dirección del Mesías (cfr. Isaías 2:2-4; 49:1-6;).

Los judíos, como es obvio, conocían perfectamente esas profecías, pero las interpretaban siempre en el sentido de que los gentiles habían de sujetarse a la circuncisión y observar la Ley mosaica. “Él envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos”. Ellos eran el pueblo único, superior a todos los otros, a quienes podían, sí, recibir en su seno, pero sólo en la medida en que consintiesen renunciar a su nacionalidad para hacerse judíos religiosa y nacionalmente. Y esta mentalidad seguía aun después de su conversión a Cristo.

Presentada, como introducción de su discurso, esta verdad fundamental, Pedro ofrece a continuación a sus oyentes un breve resumen de la vida pública de Jesucristo, insistiendo particularmente en el hecho de sus milagros y de su muerte y resurrección; “Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder.

En los versículos siguientes les dice, además, que ellos, los apóstoles, “testigos de su resurrección elegidos de antemano por Dios”, han recibido el encargo de predicar al pueblo y de testificar que ese Jesús de Nazaret ha sido constituido por Dios “juez de vivos y muertos” (Hechos 10, 42) que pasará luego al Símbolo de los Apóstoles.

Un aspecto muy relevante, es el comentario de Pedro que hace en esta síntesis, es señalar que Cristo; “pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con Él”. Ciertamente, el ideal de Dios para todos sus hijos, es que al igual que Cristo, vayamos por el mundo haciendo el bien, algo que no cuesta nada hacerlo. En efecto, hacer el bien, amar a los hombres, la naturaleza y todo lo creado, nos hace tener a Dios por amigo y gozar de su amistad.

5.    EVANGELIO Mt 3, 13-17

Jesús dice que con su bautismo “se cumplirá toda justicia” En el vocabulario del evangelio de Mateo, la palabra justicia corresponde al cumplimiento de la voluntad de Dios. Por tanto, es voluntad de Dios que Jesús realice este rito de inmersión en agua que practicaba Juan Bautista para llamar a la conversión. Y también es voluntad de Dios que Jesús realice la misión anunciada en Isaías: instaurar el derecho y traer la liberación.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: “Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!”. Pero Jesús le respondió:

“Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo”. Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento, se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia El. Y se oyó una voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”.

Palabra del Señor.

5.1 JESÚS PRESENTÓ A JUAN PARA SER BAUTIZADO POR ÉL”.

Este relato evangélico nos describe el bautismo de Jesús en el Jordán por obra de Juan Bautista. Sabemos que la llamada vida oculta de Jesús, se desarrolló normalmente en Galilea, y seguramente la mayor parte en Nazaret. Después que Jesús fue anunciado en la predicación de su precursor, El quiso manifestarse a los hombres ya que por tanto tiempo había vivido en forma reservada. Deducimos esto del mismo Evangelio, porque dice: "Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él”.

El sitio en que tuvo lugar el bautismo de Jesús, es señalado desde el siglo IV, por el “Peregrino de Burdeos” y lo sitúa en la ribera occidental del Jordán, lo mismo que en el siglo VI lo señala la Carta de Madaba. Corresponde al lugar que hoy se señala, cerca de Jericó, no lejos del convento ortodoxo de San Juan Bautista, allí fácilmente se siente una sensación térmica sobre los 40º C de temperatura.

5.2 BAUTISMO DE CONVERSIÓN PARA PERDÓN DE LOS PECADOS

Es bautismo, como rito de penitencia para el perdón de los pecados causó polémica entre los primeros cristianos, ellos pensaban que Jesús no tenía necesidad de semejante bautismo. Por otra parte este hecho preocupaba que pareciera que Juan Bautista fuese superior a Jesús. Sin embargo, el plan de Dios preveía también esto, y Jesús, Hijo obediente, se somete dócilmente a la voluntad del Padre, haciéndose solidario con los hombres y cargando con sus pecados

El bautismo de Jesús por Juan, es un hecho que tiene un gran misterio, los evangelistas Marcos, Mateo y Lucas se refieren a este hecho, pero con diferentes matices, no obstante dicen lo mismo, confesar y obtener perdón por los pecados. “Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados”.  (Marcos 1,5), Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.  (Mateo 3,5), Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, (Lucas 3,3)

5.3 ¿CÓMO ES POSIBLE ENTONCES QUE JESÚS SE ACERQUE A ESTE “BAUTISMO”?

Una pregunta interesante es: ¿Cómo es posible que Jesús se acerque a este “bautismo” que, aunque de suyo no perdonaba los pecados, y es lo que sugiere el mismo texto, al decir que el Bautista sólo bautizaba con “agua” pero Jesús bautizaba “en Espíritu Santo y fuego” (Mt 3:11) estaba encuadrado en un ambiente de arrepentimiento de pecados?

San Ignacio de Antioquía decía que lo hacía para “purificar el agua bautismal.” Si pudo subir a la cruz, por los hombres pecadores, haciéndose “maldición por nosotros” (Gal 3:13), algo parecido podía hacer al comenzar su vida pública de Redentor, con valor “vicario,” autorizando el bautismo de Juan, y conectando con su predicación “preparatoria,” precisamente para que el pueblo recibiese al Mesías.

5.4 PORQUE JESÚS QUISO BAUTIZARSE?

¿Por qué Jesús quiso bautizarse?, este es otro de los misterios de este relato. Los padres de la iglesia, nos resuelven este misterio de la siguiente forma:

Pseudo-Crisóstomo comenta: "Para que fuese bautizado por él". No para que él mismo recibiese el perdón de sus pecados por medio del bautismo, sino para dejar santificadas las aguas a los que se bautizasen después”.

San Agustín: “El Salvador quiso bautizarse no para adquirir limpieza para sí, sino para dejarnos una fuente de limpieza. Desde el momento en que bajó Cristo a las aguas, el agua limpia los pecados de todos. Dicen a demás que quiso bautizarse, porque quiso hacer lo que nos manda hacer, para que como buen maestro no sólo nos enseñase con su doctrina, sino también con su ejemplo. Por esta razón quiso ser bautizado por San Juan: para que sepan sus siervos con cuánta alegría deben correr al bautismo del Señor, al ver como El no ha desdeñado recibir el bautismo del siervo.”

5.5 “SOY YO EL QUE TIENE NECESIDAD DE SER BAUTIZADO POR TI, ¡Y ERES TÚ EL QUE VIENE A MI ENCUENTRO!”.

San Juan Crisóstomo comenta: “Porque el bautismo de Juan era de arrepentimiento, y llevaba consigo la confesión de las culpas, pero para que no hubiese alguien que creyese que Cristo había venido a bautizarse por esta causa, el Bautista dijo al que venía: “Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!”. Como si dijese: Está bien que tú me bautices, esta razón es idónea (para que yo también sea justo, y me haga digno del cielo). Pero ¿qué razón hay para que yo te bautice? Todo lo bueno baja del cielo a la tierra y no sube de la tierra al cielo.”

5.6 “AHORA DÉJAME HACER ESTO, PORQUE CONVIENE QUE ASÍ CUMPLAMOS TODO LO QUE ES JUSTO”

San Hilario, señala; “Por último, el Señor no pudo ser bautizado por Juan como Dios, pero enseña que debe bautizarse como hombre. De donde se sigue que respondiéndole Jesús, le dice: “Ahora déjame hacer esto” y San Jerónimo hermosamente responde: "Déjame ahora", para manifestar que Cristo debía ser bautizado por San Juan en el agua, y San Juan ser bautizado por Cristo en espíritu. O de otro modo: "Déjame ahora", para que quien ha tomado la forma de siervo, manifieste su humildad. Sé consciente de que tú habrás de ser bautizado con mi bautismo en el día del juicio. O, "déjame ahora", dice el Señor, porque tengo otro bautismo con el cual habré de ser bautizado. Tú me bautizas en agua para que yo te bautice por mí en tu sangre.”

5.7 SE ABRIERON LOS CIELOS, Y VIO AL ESPÍRITU DE DIOS DESCENDER COMO UNA PALOMA

Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. “En ese momento, se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él.”

El Señor nos ha concedido el lavado del bautismo con la inmersión de su cuerpo, y en ello nos ha demostrado que puede abrirnos las puertas del cielo cuando recibimos el bautismo, y concedernos el Espíritu Santo.

El “se abrieron los cielos” es un elemento escenográfico para dar lugar, plásticamente, al paso de la “paloma” y a la “voz” del Padre. Al abrirse los cielos, en el contexto penitencial del Bautista, indica que Dios baja para iniciar el tiempo salvador prometido.

Como una paloma. Esta forma dé “como” aparece en los tres Evangelios sinópticos e incluso en Jn (1:32). La paloma aparece en la literatura bíblica y extra-bíblica simbolizando diversas cosas. Pero sugerido por el pasaje de Génesis en el que el Espíritu de Dios se “cernía” sobre las aguas, la paloma vino a ser símbolo del Espíritu Santo.

5.8 Y SE OYÓ UNA VOZ DEL CIELO

La voz del Padre que baja del cielo para proclamar a Jesús, en Mt se dirige al “pueblo,” en cambio, en san Marco y en san Lucas se dirige a él (Jesús), mientras que en Juan esta voz no aparece ni se dirige a nadie; solamente se da el descenso de la “paloma” como “contraseña” a Juan de que Jesús es el Mesías.

La voz del Padre. Esta proclama a Jesús “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. La frase la traen los tres sinópticos. Se dice que ese Hijo es “el Amado” por excelencia. “El Amado no indica que Jesús sea el primero entre los iguales, sino que indica una ternura especial; en el Antiguo Testamento, se dice que no hay gran diferencia entre “amado” y “único”. Es muy probable que aquí “el Amado” pueda ser equivalente del “Único,” o mejor, del “Unigénito,” puesto que habla el Padre. En el Nuevo Testamento, ese término se reserva al Mesías.

5.9 “ESTE ES MI HIJO MUY QUERIDO, EN QUIEN TENGO PUESTA TODA MI PREDILECCIÓN”.

“Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”, Es el gozo del Padre en su Hijo encarnado, en su Mesías.

El misterio de la Santísima Trinidad se demuestra en el bautismo. Jesucristo (el Hijo), es bautizado, el Espíritu Santo baja en forma de paloma y se oye la voz del Padre, dando testimonio del Hijo. Aunque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean una misma naturaleza. El Padre, quien dijo, “Este es mi Hijo muy querido”, el Hijo, sobre quien se oye la voz del Padre; y el Espíritu Santo, quien aparece en forma de paloma sobre el Hijo bautizado.

Dice San Agustín: “Esta obra es la de toda la Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, existen en una misma esencia, sin diferencias de tiempo ni de lugares. En estas palabras se distinguen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y no puede decirse que se presenten en una misma esencia. En cuanto a lo que se dice visiblemente en las sagradas letras, aparecieron separadamente en cuanto a los espacios que cada persona ocupaba. Desde luego se sabe que la Santísima Trinidad se conoce en sí misma inseparable, pero se puede mostrar separadamente por medio de aspectos materiales. Que sea sólo la voz propia del Padre, se demuestra por las palabras que dijo: Este es mi Hijo.”

El Padre, pues, ama al Hijo, como un buen padre, por eso dice; “en quien tengo puesta toda mi predilección” Este es mi Hijo, para que se indicase especialmente a aquellos que oían, que Aquél mismo era el Hijo de Dios.

5.10   JESUS SE REVELA "SIERVO" MANSO Y HUMILDE

En el gesto de recibir el bautismo, Jesús se revela "Siervo" manso y humilde, que se entrega en adhesión total a la condición de debilidad humana, sin reservas ni privilegios de clase (cf. Is 42,1-3). La teofanía del bautismo, además, evidencia algunos rasgos característicos de la misión de Jesús: la participación celeste en el mundo humano, la bajada del Espíritu sobre Jesús en forma de “paloma” y la proclamación del Padre, que se complace en el Hijo y lo inviste como Mesías.

La imagen de la paloma, símbolo de Israel, se convierte también en símbolo de la generación del nuevo pueblo de Dios, al que Jesús da comienzo y que constituye el fruto maduro de la venida del Espíritu a los hombres. Con Jesús se inicia la época de la purificación, del verdadero conocimiento de Dios por el Espíritu Santo, de la definitiva unión entre Dios y el hombre.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Domingo del Bautismo del Señor


Fuentes Bibliográficas:

www.caminando-con-jesus.org

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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