Reflexión desde las Lecturas del Domingo II de Adviento Ciclo B

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    CONVERSIÓN Y AUSTERIDAD.

El segundo domingo –también en consonancia con los otros ciclos – se centra en la figura de Juan el Bautista (Mc 1,1-8). Marcos subraya fuertemente su carácter de mensajero y precursor: es como una estrella fugaz que desaparece rápidamente, pues está en función de otro –como subraya el inicio de la perícopa: «Evangelio de Jesucristo»–. Su estilo recuerda al gran profeta Elías, que según la tradición judía debía preceder inmediatamente al Mesías (cfr. Mc 9,11-13). En el contexto del adviento, este texto orienta enérgicamente hacia Cristo, hacia el Mesías que viene como el «más fuerte» y como el que «bautiza con Espíritu Santo». La respuesta multitudinaria con que es acogida la llamada de Juan a la conversión es signo de cómo también nosotros hemos de ponernos decididamente en camino para acoger a Cristo con humildad y sin condiciones.

Juan Bautista nos es presentado como modelo de nuestro Adviento. Hoy sigue haciendo lo que hizo para preparar la primera venida de Cristo. Ante todo, nos pide conversión. No podemos recibir a Cristo si no estamos dispuestos a que su venida cambie muchas cosas en nuestra vida. Es la única manera de recibir a Cristo. Si esta Navidad pasa por mí sin pena ni gloria, si no se nota una transformación en mi vida, es que habré rechazado a Cristo. Pero para ponerme en disposición de cambiar he de darme cuenta de que necesito a Cristo. En este nuevo Adviento, ¿siento necesidad de Cristo?

Juan Bautista se nos presenta como modelo de nuestro Adviento por su austeridad –vestido con piel de camello, alimentado de saltamontes...– Pues bien, para recibir a Cristo es necesaria una buena dosis de austeridad (Rom 13, 13-14). Mientras uno esté ahogado por el consumismo no puede experimentar la dicha de acoger a Cristo y su salvación. Es imposible ser cristiano sin ser austero. La abundancia y el lujo asfixian y matan toda vida cristiana.

Cristo viene para bautizar con Espíritu Santo. Esto quiere decir que el esperar a Cristo nos lleva a esperar al Espíritu Santo que él viene a comunicarnos, pues “da el Espíritu sin medida” (Jn 3,34). Con el Adviento hemos inaugurado un camino que sólo culmina en Pentecostés. ¿Tengo ya desde ahora hambre y sed del Espíritu Santo?

2.    PRIMERA LECTURA

Escuchemos el anuncio gozoso del profeta: el Señor ha perdonado a su pueblo. “Una voz grita en el desierto preparen un camino al Señor”. El llamado de Isaías a su pueblo a trazar en la llanura un sendero para Dios, es tomado en el Nuevo testamento y aplicado a la misión de Juan el Bautista. Sin embargo, la alegría mayor es saber que Dios mismo es quien prepara el encuentro con su pueblo, animándolo en la esperanza en vista al tiempo que viene.

Is 40, 1-5. 9-11

Lectura del libro de Isaías.

¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está pagada, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados. Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras los terrenos escarpados, en planicies! Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor. Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: “Aquí está tu Dios!” Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.

Palabra de Dios

2.1         ¡CONSUELEN, CONSUELEN A MI PUEBLO, DICE SU DIOS!

Estas primeras palabras: ¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!, han hecho que se llame a estos capítulos “libro de consolación” para Israel, pues la idea de consuelo domina y penetra estas maravillosas profecías de restauración. La repetición enfática de ¡Consuelen, consuelen! indica la certeza de la liberación en la mente del profeta, que intenta levantar los ánimos de los temerosos, apesadumbrados por la sucesión de tantas calamidades.

¿A quién se dirige el profeta?. Algunos comentarios suponen que el autor habla a los profetas, representantes de los intereses espirituales del pueblo ante Dios, y los grupos de selectos que vivían en torno a personajes proféticos. Deben hablar a mi pueblo, Israel, con el que Dios vuelve a reanudar sus relaciones íntimas y a considerarle como pueblo suyo.

Se trata de un mensaje de perdón al pueblo. Por ello debe hablar al corazón de Jerusalén: Hablen al corazón de Jerusalén” hablarle amorosamente confortarle. Jerusalén aquí representa a Israel en general, como metrópoli santa elegida por Dios. La gran nueva comunicada a ella es que ha terminado su servidumbre; “y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido”,   que quedó como sinónimo de trabajo duro. La alusión es a la época de servidumbre en Egipto, donde el pueblo estuvo condenado a trabajos forzados. Jerusalén ha recibido del Señor un “doble castigo por todos sus pecados”.

2.2         ENTONCES SE REVELARÁ LA GLORIA DEL SEÑOR

La mente del profeta se proyecta sobre el retorno glorioso idealizado de su pueblo, precedido de la gloria del Señor y delante va un heraldo del cortejo glorioso del Señor: “Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras los terrenos escarpados, en planicies! Entonces se revelará la gloria del Señor”. Es el Precursor, encargado de preparar lo necesario para que la visita resulte grandiosa, en conformidad con el Rey que se aproxima. Ante todo es necesario preparar una calzada amplia, digna de Él, para que pase el cortejo real sin obstáculo ni tropiezo. Por eso se invita a la naturaleza a que contribuya a la manifestación gloriosa del Señor. Todos los declives montañosos y los valles deben transformarse para construir una gran avenida llana por la que pase el cortejo de la gloria de Señor y serán testigos de esta gran epifanía gloriosa del Dios de Israel, y ese gran camino real será trazado en el desierto, en la estepa. La imagen está construida sobre el relato del Éxodo en el que Israel aparece atravesando el desierto del Sinaí camino de la tierra de promisión. Aunque el sentido inmediato aluda al retorno del exilio, no obstante, los Padres comúnmente han visto aquí una invitación a las almas a prepararse moralmente, con el ejercicio de las virtudes, para recibir a Dios con el cortejo de sus gracias sobrenaturales. Los evangelistas aplican el pasaje a San Juan Bautista, como precursor de Jesús el Mesías, al preparar las conciencias de los judíos para recibirle debidamente, con espíritu de penitencia y de humildad (cf. Mt 3:2; Lc 3:4-6).

2.3         LA GLORIA DEL SEÑOR VA A MOSTRARSE A TODOS.

“Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor”.  La gloria del Señor va a mostrarse a todos. El profeta concibe la manifestación de Dios al modo de la nube que aparecía durante la peregrinación de los israelitas en el desierto. La gloria de Dios, su manifestación gloriosa, con sus hazañas y milagros en favor de su pueblo.

El profeta invita a unos supuestos mensajeros de buenas nuevas a que anuncien la proximidad de la llegada del Señor, que retorna a su pueblo después de haberse separado de él por sus pecados. Aquí puede referirse a un grupo ideal de anunciadores o profetas fieles al Señor, quizá los mismos a quienes poco antes se les encargaba que consolaran al pueblo. Son portadores de alegrías para Sión-Jerusalén y las ciudades de Judá, la familia israelita en general: “Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén”. Y el objeto de su anuncio es el retorno victorioso del Señor; “di a las ciudades de Judá: “Aquí está tu Dios”, que viene con fortaleza, y su brazo dominara: “Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio”  (brazo aquí es sinónimo de poder dominador), y trae, como los conquistadores, su salario, su paga, el botín de los enemigos, llevado, al estilo oriental, delante de él como trofeo: “le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede”. El Señor ha vencido a los enemigos de Israel y ahora vuelve con los trofeos de la victoria a su pueblo. Por otra parte, ese salario del Señor es también la salvación y liberación del pueblo escogido una vez vencidos los enemigos.

Y, en contraste con esta actitud de vencedor bélico, el Señor será para su pueblo redimido un pastor que la apaciente, prodigando los cuidados máximos a los componentes más débiles y necesitados de la comunidad israelita. “Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz”.

3.    SALMO SaI 84, 9-14

Haciéndose eco de esta buena noticia, el salmo describe los frutos de la salvación. Participamos de esta oración, aclamando:

R: “Muéstranos, Señor tu misericordia”

Voy a proclamar lo que dice el Señor. El Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.

El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.

El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.

3.1         ORACIÓN POR LA SALVACIÓN DEL PUEBLO, VERSOS 1 AL 14

Este salmo se divide en tres partes, que responden a tres momentos psicológicos del salmista, pasado, presente y futuro. El pasado está en los versos 2 al 4, con reconocimiento de la liberación pasada (Cautiverio en Babilonia), “¡oh Señor! Has hecho volver a los cautivos de Jacob”.  El presente, se refleja en los versos 5 al 8, con la súplica de plena restauración: “Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación”. Y finalmente, los versos 9 al 14, que proclama un futuro esperanzador lleno de felicidad, para la plena rehabilitación de los tiempos mesiánicos: “Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos”.  Sin embargo, la restauración que siguió al exilio fue sólo el preludio de otra futura que colmará las ansias de paz y de felicidad de los afligidos israelitas.

Sucedió que la repatriación de los exilados de Babilonia no fue tan gloriosa como habían anunciado los profetas. No obstante, a pesar de que las adversidades de la cautividad eran ya sólo un recuerdo, la reconstrucción de la vida nacional y religiosa en la tierra del Señor fue ardua y lenta, debido a la escasez de medios y a la hostilidad de las poblaciones vecinas. Y es así, como el salmista parece reflejar esta situación de desánimo de los repatriados, y, del mismo modo como los profetas Ageo y Zacarías, trata de infundir ánimos, pidiendo a Dios que complete la obra de liberación, olvidando el pasado pecaminoso de Israel y ofreciendo un futuro más esperanzador.Vuélvete a nosotros, Dios de nuestra salvación, y haz cesar tu resentimiento contra nosotros” (84,5).

3.2         EL GLORIOSO FUTURO MESIÁNICO, VERSO DEL 9 AL 14

En estilo profético, el salmista anuncia que Dios va a dar una palabra de esperanza en contestación a su ansiada súplica. “Voy a proclamar lo que dice el Señor”. Después de tantos sinsabores, Dios les va a hablar de paz: “el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos”. Pero sólo participarán de esta promesa los que se vuelvan a El de corazón. La hora de la ira y del resentimiento ha pasado para traer la salvación a los que le temen. Su salvación está muy cerca de sus fieles”,  La gloria del Señor — su manifestación esplendente en el templo — se va a manifestar en la tierra: “y la Gloria habitará en nuestra tierra”.

Hasta ahora el Señor mantenía una actitud de reserva y mutismo respecto de su pueblo; pero ahora va a colmarlo de favores. Como consecuencia de su intervención divina se van a encontrar (la formulación está en perfecto profético) la piedad y la fidelidad: la fidelidad de los hombres va a corresponder a la piedad del Señor; y como consecuencia de su justicia salvadora se implantará la paz y la reconciliación definitiva. “El Amor y la Verdad se encontrarán”, Llega la hora en que la fidelidad brotará en la sociedad como un fruto espontáneo de la tierra, correspondiendo a la justicia “la Justicia y la Paz se abrazarán”, y a la salvación de Dios, que está en los cielos “la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo”. El Papa Juan Pablo II en su catequesis, hermosamente escribe de este verso; “la justicia y la paz se besan al encontrarse. La verdad brota como en una primavera renovada, y la justicia, que para la Biblia es también salvación y santidad, mira desde el cielo para iniciar su camino en medio de la humanidad”.

Pero no sólo en el orden moral se dará una transformación total, sino que también en el material la tierra se mostrará fértil, dando sus frutos en correspondencia a la benevolencia del Señor, que otorga el bien y la bendición.

Todas las virtudes, antes expulsadas de la tierra a causa del pecado, ahora vuelven a la historia y, al encontrarse, trazan el mapa de un mundo de paz. La misericordia, la verdad, la justicia y la paz se transforman por todas partes. También Isaías canta: “Destilad, cielos, como rocío de lo alto; derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación, y germine juntamente la justicia. Yo, el Señor, lo he creado” (Is 45,8).

El salmista se sitúa en las perspectivas de los vaticinios proféticos mesiánicos. Con una vigorosa personificación presenta al Señor habitando en medio de su pueblo, llevando como acompañantes a la justicia y a la paz, son su guardia de honor: “La Justicia irá delante de Él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos”. Con esta perspectiva esperanzadora cierra el salmista su composición, llena de emotivos sentimientos y de resonancias mesiánicas. “El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos”.

El Papa Juan Pablo, comenta en su Catequesis de este salmo, que ya en el siglo II con san Ireneo de Lyón, las palabras del salmista se leían como anuncio de la “generación de Cristo en el seno de la Virgen” (Adversus haereses III, 5,1). En efecto, la venida de Cristo es la fuente de la misericordia, el brotar de la verdad, el florecimiento de la justicia, el esplendor de la paz.

Por eso, la tradición cristiana lee el Salmo, sobre todo en su parte final, en clave navideña. San Agustín lo interpreta así en uno de sus discursos para la Navidad:

“La Verdad brotará de la tierra”: Cristo, el cual dijo: "Yo soy la verdad" (Jn 14,6), nació de una Virgen. “la Justicia mirará desde el cielo”: quien cree en el que nació no se justifica por sí mismo, sino que es justificado por Dios. "La verdad ha brotado de la tierra": porque "el Verbo se hizo carne" (Jn 1,14). "Y la justicia ha mirado desde el cielo": porque "toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto" (St 1,17). "La verdad ha brotado de la tierra", es decir, ha tomado un cuerpo de María. "Y la justicia ha mirado desde el cielo": porque "nadie puede recibir nada si no se le ha dado del cielo" (Jn 3,27), (San Agustín)

4.    SEGUNDA LECTURA

San Pedro nos exhorta a tener una conducta santa y piadosa para esperar la venida del Señor. El autor de esta carta refuta los argumentos de quienes niegan la inminente venida del Señor, apelando a la fuerza de la Palabra de Dios. Pero, la espera del cumplimiento de las promesas de Dios no debe llevar a la pasividad sino vivir y trabajar para que el mundo camine por sendas de paz y reconciliación.

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pedro. 2Ped 3, 8-14

Queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. Sin embargo, el Día del Señor llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida. Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes, esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego. Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.

Palabra de Dios.

4.1         DELANTE DEL SEÑOR, UN DÍA ES COMO MIL AÑOS Y MIL AÑOS COMO UN DÍA

El autor la emprende ahora directamente contra los falsos profetas, que se burlaban de la parusía, y refuta sus errores. El autor sagrado responde a la pregunta sarcástica de los falsos doctores: ¿Dónde está la promesa de su venida? (v.4). Pero para Dios no hay tiempo, y dice san Pedro inspirado en el salmo 90:4 que reza: “Mil años son a tus ojos como el día de ayer, que ya pasó; como una vigilia de la noche”: “Queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día”, pues todo está presente en su mente, y, por consiguiente, las distinciones temporales que nosotros establecemos no tienen sentido en los planes divinos. La dilación es una prueba de la paciencia de Dios, como dice San Agustín, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos tengan tiempo para arrepentirse; “El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.”

4.2         “EL DÍA DEL SEÑOR LLEGARÁ COMO UN LADRÓN”

El Señor es paciente, pero debemos prevenirnos contra la presunción y no diferir demasiado el arrepentimiento, porque vendrá el día del Señor como un ladrón: “el Día del Señor llegará como un ladrón.” Es una imagen bíblica muy expresiva para describir el día de la venida del Señor. Había sido empleada por Jesús (Lucas 12:333 y Lucas 12:39). Dice el apóstol que: “y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida.”  En aquel día, el universo desaparecerá y serán consumidos los cielos, los astros), la tierra con todo lo que en ella hay. La escatología judía admitía la caída de los astros como uno de los elementos característicos del día del Señor. El fuego celeste abrasará, penetrará todas las cosas para purificarlas y ponerlas al descubierto. En la escatología de los primeros siglos tanto judía como cristiana, el fuego tenía una parte preponderante en la conflagración final. San Pablo mismo, en 1 Cor 3:10-15, afirma que en aquel día las obras de cada uno serán probadas por el fuego y quedarán de manifiesto. La idea de la parusía y de la caducidad del mundo ha ejercido siempre un grande influjo sobre la espiritualidad tanto judía como cristiana.

4.3         HAY QUE ESTAR PREPARADOS LLEVANDO UNA VIDA SANTA

El autor sagrado resume lo que acaba de decir y saca una conclusión práctica. Puesto que el mundo presente está destinado a desaparecer y el día del Señor vendrá de repente como un ladrón, hay que estar preparados llevando una vida santa.  Nosotros sabemos que hay múltiples manifestaciones de la santidad y de la piedad que han de resplandecer en toda la conducta de los cristianos. Viviendo santamente, los cristianos podrán esperar con confianza el día del Señor. El Señor espera pacientemente y difiere su retorno para dejar tiempo a los culpables al arrepentimiento.

Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.  Si los cristianos esperan este mundo nuevo, deben comportarse de tal manera que sean hallados por el Señor en una disposición moral y espiritual tal que les permita entrar en él: “Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.”

La espera de la parusía era un poderoso motivo de santificación. Además, los fieles han de ver en el retardo de la parusía una prueba de la voluntad salvífica universal de Dios, que espera para que todos se enmienden y practiquen la virtud.

5.    EVANGELIO

Juan Bautista, el mensajero de Dios, pide conversión para que sean perdonándoos los pecados.  Marcos recuerda la profecía que anuncia los tiempos mesiánicos, y si bien la cita se atribuye a Isa/as “Una voz grita en el desierto preparen el camino del Señor en este relato el “camino” tiene un sentido de éxodo-liberación y el “desierto”  de conciencia y preparación.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos. Mc 1, 1-8

Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

Palabra del Señor.

5.1  LAS PALABRAS DE DIOS, QUE NOS MUESTRAS UN DIOS AMOROSO.

El relato evangélico, como las lecturas del segundo domingo de Adviento, nos invitan a “preparar el camino” para el que el Señor pueda llegar a nuestro corazón, a nuestras familias, los ambientes sociales donde nos movemos. Y la preparación tiene un nombre: ¡Convertirse! ¿Y de qué se trata esto?, purificar el corazón, arrepentirse de los pecados y mejorar nuestra vida con la gracia de Dios.

Leemos el anuncio gozoso del profeta Isaías: “el Señor ha perdonado a su pueblo. (Is 40, 1-5. 9-11)”, y luego las Palabras de Dios, que nos muestras un Dios amoroso, con mensajes llenos de humanidad y ternura, colmados de emoción y de compasión total: “¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está pagada, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados”. Y entonces se levanta un grito poderoso llamando a todos los hombres a preparar los caminos del Señor que debe venir, y es así como el profeta nos dice: “¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras los terrenos escarpados, en planicies!”

Este es el llamado de Isaías a su pueblo a trazar en la llanura un sendero para Dios. Se puede comprender que el fin contiguo de esta profecía era el regreso de Israel del destierro, que se había de cumplir bajo la guía de Dios, presentado y esperado como salvador de su pueblo y para el cual había que preparar el camino a través del desierto. Sin embargo, como fin último la profecía nos quiere llevar a la venida del Mesías, que quien va a liberar a Israel y por sobre todo, a la humanidad entera de la esclavitud del pecado.

5.2  “YA LLEGA EL SEÑOR CON PODER Y SU BRAZO”

Pero la alegría mayor es saber que Dios mismo es quien prepara el encuentro con su pueblo, animándolo en la esperanza en vista al tiempo que viene. “Ya llega el Señor con poder y su brazo”

Él será el pastor. “Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.” Se refleja en la lectura, la hermosa figura de Jesús buen pastor que amará a sus ovejas hasta dar la vida por ellas.

Y haciéndose eco de esta buena noticia, el salmo 84 nos describe los frutos de la salvación y participamos de esta compasiva noticia, diciendo con gozo “Muéstranos, Señor tu misericordia”, y “voy a proclamar lo que dice el Señor. El Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra”

5.3   TENER UNA CONDUCTA SANTA Y PIADOSA

San Pedro nos exhorta a tener una conducta santa y piadosa para esperar la venida del Señor. (2Ped 3, 8-14). La espera de la parusía hacía impacientes a los primeros cristianos, mientras otros, viendo su tardanza, se burlaban de ella y se daban a una vida fácil y desenvuelta. Por lo cual San Pedro recuerda a todos que Dios no mide el tiempo como los hombres: “Queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día.”

Pero, la espera del cumplimiento de las promesas de Dios no debe llevar a la pasividad sino vivir y trabajar para que el mundo camine por sendas de paz y reconciliación. Y si la última venida de Cristo se retrasa, no es porque Dios no haga realizable a su promesa, a Dios hay que tenerle paciencia, y El pacientemente nos da esta prórroga, es así como san Pedro nos lo dice: “El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan”

La misericordia divina es la que prolonga los tiempos, y cada uno debe aprovecharse de ello para la propia conversión y la cooperación a la de los demás. En vez de dejarse absorber por los acontecimientos terrenos, el creyente debe vivirlas con el corazón enderezado y por ello estar preparados, porque como nos dice el apóstol: “el Día del Señor llegará como un ladrón”. Por eso procuraremos no desoír y estar atento al mensaje de Pedro cuando nos dice: “queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.” Es decir, para aquel día y antes del fin de nuestra vida personal, con la certeza y la confianza absoluta que la vida terrena cederá el lugar a la vida eterna, para encontrarse personalmente con Cristo Salvador a cuantos creen en él.

5.4  “MIRA, YO ENVÍO A MI MENSAJERO DELANTE DE TI PARA PREPARARTE EL CAMINO.

Para Marcos la Buena Noticia de Jesús, que es Cristo el Mesías, Hijo de Dios, (versículo 1), no comienza repentinamente con la venida de Jesús, sino con un tiempo de preparación. En este tiempo de preparación, “Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino”, se acentúan por lo menos tres elementos, el primero de los cuales es la Sagrada Escritura, ya que la Buena Noticia de Jesús les dará una realización concreta y el evangelio solo se podrá comprender auténticamente meditando incesantemente las páginas de las que Dios ya había hablado. Las palabras que relata Marcos citando a Isaías, aluden a un camino que hay que preparar: el camino de Dios hacia su pueblo y el camino del pueblo hacia Dios.

El segundo elemento, es el envío de un profeta, el Bautista, capaz de indicar a la humanidad el camino del desierto, el lugar donde Dios ofrece la posibilidad de una auténtica conversión: “así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”. Según Marcos, el Bautista no insiste tanto en la predicación moral como, sobre todo, en la necesidad de esperar a quien  que debe venir de parte de Dios.

El tercer elemento es el mismo pueblo que, por la predicación de Juan, camina penitente hacia el desierto, como el pueblo del éxodo: “Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él”. Por consiguiente, está naciendo un pueblo nuevo, aunque se requiere una condición: que el hombre se ponga en camino, salga y se dirija al Bautista para acoger su mensaje de conversión. Y caminando juntos hacia el lugar donde resuena la Palabra de Dios es como el pueblo podrá reconstruirse.

5.5    PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR, ALLANEN SUS SENDEROS

Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Todos los hombres verán la salvación de Dios. Aleluya. (Lc 3,4.6)

Y el grito de Isaías es repetido y transmitido en el Evangelio de Marcos, a través de Juan Bautista, “el mensajero de Dios, pide conversión para que sean perdonados los pecados”. El hombre pecador es mirado por Dios con misericordia infinita, por eso le llama a la conversión. Y si nos hemos convertido, demos frutos, obras, de conversión.

Él es la voz de quien grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. En este relato el “camino” tiene un sentido de éxodo-liberación y el “desierto”  de conciencia y preparación.

Así presenta el evangelista Marcos al precursor que bautiza, donde “Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados”. Juan Bautista, invita a los hombres a preparar el camino del Señor, pero sólo después de haberla preparado él en sí mismo retirándose al desierto y viviendo separado de todo lo que no era Dios.

Recordemos también que Juan Bautista (Mateo 3,1) se presentó en el desierto predicando: “Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos”. Es decir, era un llamado a cambiar de vida, porque ya estaba muy cerca Jesús, y hoy es para nosotros la misma necesidad, transformar nuestras vidas, volvernos a Dios, porque Él se ha vuelto  a los hombres. Y nos pide también hoy “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”, ¿Cómo? Podríamos decir de muchas formas, y una de ellas es que nos pongamos de acuerdo entre nosotros, acojamos con paciencia y alegría, a nuestros hermanos, del mismo modo como Cristo nos ha acogido.

5.6   ALLÍ EN EL DESIERTO, ES EL LUGAR DONDE CON MÁS FACILIDAD NOS ENCONTRAMOS CON DIOS

“Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre.” De este modo, el vivió alejado del murmullo y de los ruidos que no dejan preparase a los hombres para tener un ambiente favorable para oír la llamada de Dios, para escuchar la llamada a la penitencia. Porque quien predica, debe hacerlo más con la vida, es decir con su testimonio personal más que con las palabras. Y para oír a quien nos interesa, debemos hacerlo en un clima de silencio, para oír a Dios, debemos callarnos y hacer oración.

Talvez por eso Juan fue a desierto y muchos van hoy al desierto, ¿y para que?, porque no cabe la menor duda que allí es el lugar donde con más facilidad nos encontramos con Dios, allí donde se escucha el silencio, y en el silencio se escucha mejor a Dios. Y en este tiempo es propicio vivir un pequeño desierto, donde no haya voces perturbadoras, para que podamos oír con la voz que nos habla dentro, oír lo que hay en nuestra conciencia que, rectamente formada, es la voz de Dios. Esta voz interior, no dirá de mejor forma lo que debemos cambiar, para estar mejor preparados para nuestra conversión.

5.7    HUMILDAD DEL BAUTISTA ANTE LO QUE ERA CRISTO

La figura del Bautista causó una fortísima conmoción en Israel. Hasta Joséfo, historiador Judío, se hace eco de ella, diciendo que Antipas “temió la grande autoridad de aquel hombre.” Hubo un momento en que las gentes pensaron, ante aquella figura ascética y profética que anunciaba la llegada inminente del Reino, si él mismo no sería el Mesías. El mismo Sanedrín de Jerusalén le envió una representación para que dijese si era él el Mesías (Jn 1:19-28).

Y éste es el momento, tanto en los evangelios sinópticos como en Juan, en que el Bautista declara que él sólo es un “esclavo,” pues él no es digno de ejercer con El oficio de los esclavos: “descalzarle.” El evangelio de Lucas, que es quien mejor da la razón de la confesión de humildad del Bautista ante lo que era Cristo, (Lc 3, 15), y en este relato se reitera al modo del evangelista Marcos, el que nos expresa que Juan Bautista predicaba, diciendo: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

5.8    EL BAUTISMO DE JESÚS, UN GRAN MISTERIO

Es bautismo, como rito de penitencia para el perdón de los pecados causó polémica entre los primeros cristianos, ellos pensaban que Jesús no tenía necesidad de semejante bautismo. Por otra parte este hecho preocupaba que pareciera que Juan Bautista fuese superior a Jesús. Sin embargo, el plan de Dios preveía también esto, y Jesús, Hijo obediente, se somete dócilmente a la voluntad del Padre, haciéndose solidario con los hombres y cargando con sus pecados

El bautismo de Jesús por Juan, es un hecho que tiene un gran misterio, los evangelistas Marcos, Mateo y Lucas se refieren a este hecho, pero con diferentes matices, no obstante dicen lo mismo, confesar y obtener perdón por los pecados. “Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados”.  (Mc 1,5), Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.  (Mt 3,5), Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, (Lc 3,3)

5.9    ORACION

Señor, Dios todopoderoso, que nos mandas abrir camino a Cristo, el Señor, no permitas que desfallezcamos en nuestra debilidad los que esperamos la llegada saludable del que viene a sanarnos de todos nuestros males.

Señor, que tu pueblo permanezca en vela aguardando la venida de tu Hijo, para que siguiendo sus enseñanzas salgamos a su encuentro, cuando él llegue, con la lámpara encendida. (DE MISAL ROMANO)

El Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Domingo II de Adviento Ciclo B

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas:

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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