Reflexión desde las Lecturas del Domingo XIV, Ciclo A

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


 

1.    CRISTO, NUESTRO DESCANSO

Ante la humildad de Cristo, el cristiano aprende también a ser humilde. El Hijo de Dios no ha venido con triunfalismos, sino sumamente humilde y modesto, montado en un asno. A Jesús le gusta la humildad. Es el estilo de Dios. Y el cristiano no tiene otro camino. Dios no se da a conocer a los que se creen sabios y entendidos, a los arrogantes y autosuficientes, a los que creen saberlo todo, sino al que humildemente se pone ante Dios reconociendo su pequeñez y su ceguera.

Al que es humilde de veras, Dios le concede entrar en su intimidad. Al que es humilde de veras, Dios le concede entrar en su intimidad y conocer los misterios de su vida trinitaria, la relación entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo. Esto no es sólo para algunos pocos privilegiados, sino para todo bautizado, para todo el que es “sencillo” y se deja conducir por Dios. Pues precisamente “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (Jn 17,3). Y conocer no es sólo saber con la cabeza, sino tratar con Dios con familiaridad. ¿Mi vida como cristiano va dirigida a crecer en este trato familiar con el Dios que vive en mí o me quedo en unas simples formas de comportamiento?

Cristo se nos presenta como nuestro descanso. Frente a los cansancios y agobios que nos procuramos a nosotros mismos y frente a las cargas inútiles e insoportables que ponemos en nuestros hombros, Cristo es el verdadero descanso y su ley un alivio. El pecado cansa y agobia. El trato y la familiaridad con Cristo descansan. ¿Me decido a fiarme de Cristo y de su palabra?

2.    PRIMERA LECTURA Zac 9, 9-10

El profeta proclama un tiempo de alegría y fiesta para el pueblo. Dios ha cumplido sus promesas, se acerca el tiempo en que cambiará las armas por la paz.

Lectura de la profecía de Zacarías.

Así habla el Señor: ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén!  Mira que tu Rey viene hacia ti; Él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de una asna. Él suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.

Palabra de Dios.

2.1   “ES HUMILDE Y ESTÁ MONTADO SOBRE UN ASNO”

En un momento de desbordado optimismo, el profeta contempla la gloria del futuro reino bajo la protección de un misterioso Líder: ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén!  Como en otros casos, la expresión “hija de Sión!” e “ hija de Jerusalén” elige, por denominación, a los habitantes de la Ciudad Santa, morada del Señor. Aquí el profeta se dirige directamente a ella, invitándola a alegrarse sin medida, porque se han colmado todas sus esperanzas. A la vista está su Rey, justo y salvador; pero no viene jactancioso, como los grandes conquistadores guerreros, sino que, “es humilde y está montado sobre un asno”, en un supremo gesto de paz y mansedumbre.

Su entrada triunfal en la Ciudad Santa señala el término de las guerras: “Él suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén”. Los profetas habían aconsejado la confianza en el Señor como medio de librarse de las guerras, y no aprobaban la política de acumular medios de guerra como las demás naciones. Ahora Zacarías anuncia la era mesiánica, en la que desaparecerá todo instrumento bélico: “el arco de guerra será suprimido y proclamará la paz a las naciones”. Es el eco de la profecía de Is 9:5: “Han sido echados al fuego y devorados por las llamas los zapatos jactanciosos del guerrero y el manto manchado en sangre.” El Mesías establecerá su reinado en la paz total que promulgará a las gentes o naciones paganas.  “Su dominio se extenderá de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra”.

2.2  SU PODER SE EXTIENDE “HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA”.

El fragmento es claramente mesiánico, y en él se nos presenta al Rey-Mesías de un modo insólito en el Antiguo Testamento, ya que, en lugar de manifestarse arrogante y dominador como un conquistador oriental, entra en su ciudad con el continente manso y modesto. Sólo en los vaticinios sobre el Siervo de Yahvé encontramos algo semejante. Es un nuevo rasgo profético que concreta mejor el carácter del Mesías. Las revelaciones mesiánicas del Antiguo Testamento se van completando y aun corrigiendo sucesivamente, conforme al mayor o menor grado de luz profética recibida.

La tradición judía estaba desconcertada ante este vaticinio de Zac 9:9-10, pues los judíos, en su mentalidad materialista, no podían comprender a un Mesías venciendo y triunfando pacíficamente con su modestia y humildad; por eso, al entrar Jesús en Jerusalén en un asno, no supieron relacionar su misterioso acto con dicha profecía.

Los evangelistas son unánimes en ver en el acto de Jesús el cumplimiento literal del vaticinio de Zacarías. La tradición cristiana es unánime en el mismo sentido. Por otra parte, el universalismo del reino inaugurado por el Rey pacífico está en consonancia con las mejores profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. Sólo en Jesucristo se cumplió esta profecía literalmente, pues con su humildad, modestia y mansedumbre puso los fundamentos de un reino basado en la paz y el amor. La Iglesia es la continuación de su obra, y su poder se extiende “hasta los confines de la tierra”.

3.    SALMO Sal 144, 1-2. 8-11.13-14

Este salmo es un bello himno a los atributos divinos, manifestados en las obras maravillosas del Señor en favor de los hombres.

R. Bendeciré tu Nombre eternamente.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. R.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.

El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. R.

3.1  TE ALABARÉ, DIOS MÍO, A TI, EL ÚNICO REY”

Este salmo, que comienza Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey”, se le da el título de Alabanza al Dios que es Rey y la Majestad y bondad de Dios. El salmista alaba al Señor, que está dotado de hermosura y es admirable por su grandeza, misericordia, omnipotencia, verdad, providencia y justicia. Es un canto a los atributos divinos manifestados en las obras maravillosas del Señor en favor de los hombres.

Es alabanza a Dios por su grandeza y por su misericordia: El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia”. El Señor, en todas sus obras, aparece lleno de su bondad y cariño. Todo nos habla de su amor. “Dios es amor”, (1 Jn 4, 5). Dios es fiel a sus promesas: “Pero por el amor que les tiene, y para cumplir el juramento que hizo a tus padres” (Deut 7, 6-11).  Es amor eterno de Dios: Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de Él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. (1 Jn 4, 7 ss).

3.2  ALABARÉ TU NOMBRE SIN CESAR”

Las grandezas del Señor. Una gozosa alabanza al Señor que es ensalzado como soberano amoroso y tierno, preocupado por todas sus criaturas. Y así es como el  salmista expresa su deseo de decir sus alabanzas a su Dios, que es Rey de todo lo creado. “Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey”. Nadie es digno de alabanza más que él. “alabaré tu Nombre sin cesar”

En sus ansias de perpetuar estas alabanzas, apela a las generaciones para que ellas se encarguen, a través de los siglos, de anunciar las grandezas del Señor:   bendeciré tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré”.  Sus atributos como Rey se resumen en el esplendor, la majestad y la gloria 

Además, en sus relaciones con los hombres se ha mostrado siempre indulgente y misericordioso: “El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia”. El Señor no solo  es lento al enojo, además es condescendiente y compasivo con el pecador. “el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. Es necesario reflexionar estas hermosas palabras, que nos muestran a un Dios “lento para enojarse y de gran misericordia”, porque nos muestran a un Dios siempre dispuesto a perdonar y ayudar. También es necesario poner atención en el cariño de Dios que “es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas”  Se trata de palabras que conviene meditar, palabras de consuelo, con las que el Señor nos da una certeza para nuestra vida.

3.3  QUE TODAS TUS OBRAS TE DEN GRACIAS, SEÑOR

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. Todas las obras de Dios pregonan su bondad, de ahí el deseo de alabar en todo momento a Dios. El Señor les entrega justicia y fidelidad para con los suyos, particularmente con los necesitados. “El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones”. Particularmente, con los hombres piadosos se muestra generoso y complaciente, respondiendo a sus invocaciones en los momentos de necesidad. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. En cambio, a los impíos les envía el castigo merecido por vivir al margen de la ley divina.

El salmo siempre muestra la misma idea: el deseo de alabar en todo momento a Dios, Señor de toda la humanidad. Nadie, pues, está exento de la obligación de proclamar las alabanzas del Dios providente. Por eso lo alabamos y Bendeciremos su Nombre eternamente.

4.    SEGUNDA LECTURA Rom 8,9. 11-13

La vida en el Espíritu se presenta no como un simple acto de abandono, sino como una actitud y una tarea. San Pablo exhorta por tanto a los cristianos de Roma a vivir de acuerdo al Espíritu que habita en cada uno.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.

Hermanos: Ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Y si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes. Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal. Si ustedes viven según la carne, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.

Palabra de Dios.

4.1  “ESPÍRITU DE CRISTO”

Sentencia el apóstol  Ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu”, adviértase que no se trata de la carne como tal, en cuanto criatura de Dios, que nada creó malo, sino de la “carne” en cuanto dominada por el pecado a raíz de la transgresión de Adán. Esta carne, así entendida, manifestará siempre tendencias hostiles a Dios, pues Dios y pecado son irreconciliables. Ello no significa, sin embargo, que la carne sea inaccesible a las influencias del Espíritu y que el hombre “carnal” no pueda pasar a “espiritual,” así como también viceversa. Las mismas advertencias y amonestaciones del Apóstol, en este y otros pasajes, están indicando que puede darse ese movimiento.

Expuesta así los contrastes entre “carne” y “espíritu,” San Pablo va a profundizar más en esto último, dirigiéndose directamente a los Romanos: “Ustedes no están animados por la carne”. Y primeramente establece clara relación entre “estar en el espíritu” y la presencia o inhabitación del Espíritu Santo, de modo que aquello primero venga a ser como un efecto de esto segundo. Nótese cómo el Apóstol habla indistintamente de “Espíritu de Dios” y “Espíritu de Cristo”, con lo que claramente da a entender que el Espíritu, tercera persona de la Santísima Trinidad, procede no sólo del Padre, sino también del Hijo, conforme ha sido definido por la Iglesia. Y aún hay más. Da por supuesto el Apóstol que por el hecho de habitar en nosotros el “Espíritu de Dios” o “Espíritu de Cristo”, habita también el mismo Cristo

“Y si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes”. Cristo habita en nosotros a través de su Espíritu, que es a quien pertenece, por apropiación, el oficio de santificador, haciendo partícipes a los hombres de la vida misma divina o vida de la gracia. Esa presencia del Espíritu de Cristo y de Cristo mismo en nosotros hace que, aunque “el cuerpo esté muerto por el pecado, el espíritu sea vida a causa de la justicia”. (v.10). Alude el Apóstol, aunque hay que reconocer que sus expresiones no son del todo claras, a la muerte a la que permanece sujeto nuestro cuerpo a causa del pecado original; “Y si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes” y a la vitalidad que da a nuestro espíritu la vida de la gracia en orden a  poder practicar la justicia. Y aún hay otro efecto de la presencia del Espíritu de Cristo en nosotros, y es que gracias a la acción del Espíritu presente en nosotros, nuestros mismos cuerpos mortales serán “vivificados” a su tiempo, lo mismo que lo fue el de Cristo “el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes”.

4.2  “SI HACEN MORIR LAS OBRAS DE LA CARNE POR MEDIO DEL ESPÍRITU, ENTONCES VIVIRÁN.”

San Pablo no se detiene a explicar el porqué de esta vinculación entre la resurrección de Cristo y la nuestra; pero, a poco que se lea entre líneas, fácilmente se vislumbra que para San Pablo esa doctrina descansa siempre sobre la misma base: la unión místico-sacramental de todos los cristianos con Cristo, Cabeza viviente de la Iglesia viviente. O dicho de otra manera: Gracias al Espíritu de Cristo, presente en nosotros, somos como comprendidos en la vida misma de Cristo, y debemos llegar hasta donde ha llegado El, a condición de que no rompamos ese contacto, volviéndonos hacia los dominios de la carne.

Continúa San Pablo presentando a sus lectores de Roma las profundas realidades de la vida cristiana y la certeza de que esas realidades llegarán a su plenitud. “Hermanos, nosotros no somos deudores de la carne, para vivir de una manera carnal”. Y, como conclusión de lo expuesto, les alienta a vivir según el espíritu y no según la carne, pues a ésta ningún beneficio le debemos, de modo que nos veamos como obligados a obedecer a sus exigencias. “Si ustedes viven según la carne, morirán”.   Por el contrario, si obedecemos esas exigencias, “si hacen morir las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán.”

5.    EVANGELIO Mt 11,25-30

En tiempos de Jesús se llamaba “yugo” a los preceptos de la Ley, los que eran muy difíciles de practicar, especialmente para el común de la gente. Jesús viene a liberar de esas pesadas cargas y, desde ahora, el único “yugo”, la única ley, es ir hacia él y estar con él en el amor.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

Palabra del Señor.

5.1  TE ALABO, PADRE, SEÑOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA

Jesús dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños”.

Cuando menciona a los sabios, está refiriéndose a los fariseos y a los escribas que eran los intérpretes de la ley, cuando habla de los prudentes, son aquellos que eran instruidos por los escribas. Así sabio se llama al que enseña y prudente al que aprende. El Señor llama pequeños o párvulos a sus discípulos, porque los eligió, no de entre los doctores de la ley, sino de entre la gente del pueblo y los pescadores; los cuales se llaman párvulos, pequeños o niños, porque no son hombre que tiene en su intención el hacer daño a sus semejantes.

5.2  LOS PEQUEÑOS Y SENCILLOS, A LOS HUMILDES

Los más excelsos misterios son revelados a los pequeños y sencillos, a los humildes, es decir a esos que se tienen por pequeños, pero que en el fondo son los únicos grandes a los ojos del Padre. Sin embargo lo más secreto del amor del Padre no está a la vista de los soberbios, en especial aquellos que tienen por grandes a los poderosos.

Es así como los fariseos y a los escribas, soberbios y autosuficientes, no fueron capaces de comprender la mesianidad de Jesucristo, sin embargo, sencillos pescadores, hombres pobres, humildes, exentos de presunción, pero limpios y sanos de corazón tuvieron el privilegio de ser los amigos íntimos de Cristo.

5.3  "DIOS SE RESISTE A LOS SOBERBIOS, A LOS HUMILDES LES DA LA GRACIA" (Stgo 4,6)

Dios no cambia sus modos de obrar; sigue ocultándose a los soberbios y sigue revelándose a los humildes”. Ciertamente, si Dios valoriza enormemente la humildad, es porque es algo bueno, y no significa ser humilde no tener auto estima, o no tener ideas de superación, o no amarse a sí mismo. Al contrario, la humildad da mucha fuerza, en especial porque ella abre las puertas que Dios nos tiene para vivir en el Reino. “Soy paciente (manso) y humilde de corazón”, nos ha dicho el Señor.

La humildad tiene una gran importancia en nuestra relación con Dios y con todos los hombres, el cristiano está llamado a ser un eterno buscador de esta virtud y vivir con ella todos los días de su vida temporal.

Y como todo este edificio va fundamentado en humildad, cuanto más nos vamos acercando a Dios mayor ha de ser esta virtud y si no, todo se viene abajo (Santa Teresa de Jesús Vida 12, 5).

5.4  TODO ME HA SIDO DADO POR MI PADRE

Dice el Señor: “Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.”

Solamente el Padre puede entender y manifestar la profundidad del misterio de Jesús, y él ha querido abrir este secreto a los humildes (1 Cor 1,26). Jesús es el único que puede conocer al padre y solo el padre puede conocerlo a Él. Jesús se coloca en una comunión con el Padre totalmente única.

El Hijo vino para dar a conocer al Padre, para esto él nos pide sencillez, humildad en el corazón, estar vacíos y despojados de nosotros mismos. Él ha querido abrir este secreto a los humildes.

5.5  GRACIA AMADO JESUCRISTO, POR LO QUE NOS HAS REVELADO 

Bendito sea por siempre Señor, porque nos elegisteis a pesar de nuestra miseria espiritual, para darnos a conocer al Padre, entonces esta dignidad que nos disteis, nos debe hacer permanecer en humildad, a fin de continuar siendo dignos de ti Señor Jesús y nos sigas mostrando al Padre. Que esto sea un gran estímulo, para que el conocimiento del Padre sea en nuestras vida cada vez más intenso, por eso todo los días de nuestras vidas queremos darte las gracias, por toda tu gran bondad.

Te damos gracia amado Jesucristo, por lo que nos has revelado, por darnos a conocer a un Padre amoroso; amado Jesús nos has dicho y nos ha mostrado como es de bueno nuestro Padre, como es de misericordioso con sus hijos, como nos ama y se preocupa por nosotros, como los santifica por su espíritu, como los eleva por su gracia.

5.6 TODOS LOS PUEBLOS VENDRÁN, A POSTRARSE EN TU PRESENCIA

Entonces nosotros somos los grandes afortunados porque hemos recibido esa revelación. Ahora nos corresponde a nosotros responder a todo los que el Señor nos ha dado y nos da, es así como si queremos penetrar en el amor divino de Cristo, debemos dejarnos llevar por el amor, por la acción del Espíritu Santo, por eso, no pretendamos tanto hacer nosotros, como dejarnos llevar por el Espíritu.

Todos los pueblos vendrán, a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: "Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios". (Salmo 85 (6))

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre. (Salmo 85 (6))

5.7 VENGAN A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁN AFLIGIDOS Y AGOBIADOS

“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré.” Con estas palabras, que resuenan de un modo dulce y tierno en nosotros, Jesús hace una invitación a todos los que trabajan con cansancio y están con una carga que los agobia, pero no se está refiriendo a la labor física, sino que a esa presiones a las que estamos sometidos por alguna condición especial de la vida cotidiana, aunque tomar el yugo, es una expresión conocida y que aparece en el Antiguo Testamento, y significa que el hombre está sometido a ellos como el esclavo a su trabajo (cf. Jer c.28; Is 58:6; etc.).

Los fariseos de aquellos tiempos, con sus prácticas doctrinarias llenas de preceptos asfixiantes, hacían una vida insoportable. Esta forma de ser era una intolerable servidumbre, con tratados y prescripciones minuciosas. Así era como, se encontraban imposibilitados de dejar su casa, tomar alimento, hacer una labor cualquiera sin exponerse a un sinnúmero de contravenciones. Vivian llenos de temor de caer en infracciones, que se les paralizaba el espíritu. Entonces su religión degeneraba en un formalismo miserable. De este modo, estaban fatigados y agobiados de toda esa absurda e inaguantable reglamentación. Entonces Jesús, bondadoso, magnánimos, compasivo por naturaleza, les dice que vengan a Él, y El, con su doctrina de amor, les aliviará, concretamente descansarán, con un descanso restaurador.

5.8  YO LOS ALIVIARÉ

Jesús llama al corazón, cuando hace el llamado con el “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, Él nos muestra que conoce bien el corazón de los hombres, es así como estas son unas palabras muy alentadoras, muy gratificante. Jesús sabe que es allí donde se vive la fatiga, la aflicción, el dolor y la desesperanza.

Con el vengan a mí, Jesús nos invita de esa manera a todos los oprimidos, a los que tienen pesar, a los que sufren de la miseria, ¿Dónde más puede el hombre encontrar palabras tan esperanzadoras como estas? ¿Dónde podríamos encontrar más alivio y consuelo?

5.9   CARGUEN SOBRE USTEDES MI YUGO Y APRENDAN DE MI

“Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio”. Frente a este fastidio, Jesús les invita a tomar su yugo, una expresión usual entre los judíos como sinónimo de la Ley, pero en este caso, el yugo de Jesús es su doctrina, por eso les dice aprendan de mí, de sus enseñanzas, de su escuela, que se dejen instruir por EL, que es y se proclama Maestro. Como tal, les ofrece paciencia y humildad de corazón, afecto, conducta suave y amorosa, mansedumbre, oposición a la ira y la soberbia.

Jesús les ofrece a los tomen su yugo, el descanso para sus almas, porque no sólo su yugo es suave y su carga liviana, sino que da vida abundante (Jn 10:10), y, con ella, la gracia, la vida se restaura, se expansiona, se hace sobrenaturalmente gozosa.

5.10  SER CRISTIANO ES QUERER VIVIR COMO CRISTO

Ser cristiano es querer vivir como Cristo, tener sus mismos sentimientos, ¿existe un plan de vida mejor?, respondamos amorosamente que no, entonces dispongámonos a vivir como es Jesús, tener sus mismos sentimientos, mirar a los hombres con sus ojos, aprender de su corazón a vivir del amor del Padre y a entregar ese amor a nuestros hermanos en gestos pequeños y humildes.

Es este un hermoso texto del Evangelio, son hermosas palabras para la meditación y para acogerlas plenamente en nuestras vidas, el Vengan a mí, es buscar una frecuente intimidad con Jesús, es querer sanar nuestras heridas, es pedir perdón, es querer la reconciliación, es estar preparados para recibir la gracia.

5.11   VAYAMOS A JESÚS, CON INTENSOS MOMENTOS DE ORACIÓN

Vengan a mí, una gran invitación para disfrutar la compañía de Jesús, para encontrar paz, para aliviar nuestros dolores y penas, son palabras suaves, pero con gran calor de comprensión y afecto.

Vayamos a Jesús, con intensos momentos de oración, digámosle nuestros proyectos y necesidades, presentémosle nuestros anhelos y contémosle nuestras angustias.

Jesús busca y quiere hacernos partícipes de su misma vida: “Aprendan de mí”. Es una oportunidad para experimentar el gozo de la Trinidad, el gozo de saberse el Hijo amado del Padre, el gozo del Espíritu Santo que consuela y anima y fortalece. “Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.

“Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí”, dulce oportunidad para poner el hombro bajo la cruz, tomar la propia cruz, cargar con los sufrimientos que nos agobian y nos afligen, la misma Cruz que cargó el Señor, entonces estaremos sostenidos por su Espíritu y que llevaremos su misma vida. El sentido de la cruz, es el fin del mal, allí el Señor venció la muerte, y no regaló una vida nueva.

Cristo Jesús viva en sus corazones

     Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Domingo Semana XIV del Ciclo A

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas:

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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