Reflexión desde las Lecturas del Domingo XVI, Ciclo A

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    ¿SOY CIZAÑA?

¡En la Iglesia hay cizaña! En el campo de Cristo también brota el mal. Sin embargo, eso no es para rasgarnos las vestiduras. El amo del sembrado lo sabe, pero quiere dejarlo. No hemos de escandalizarnos por los males que vemos en la Iglesia. Eso no es obra de Cristo, sino del Maligno y de los que pertenecen al Maligno aunque parezcan pertenecer a Cristo. Si Cristo lo permite es para que ante el mal reaccionemos con el bien con mucho mayor entusiasmo. Lo que tendremos que preguntarnos y examinar es si no estaremos siendo nosotros cizaña dentro de la Iglesia en lugar de semilla buena que da fruto.

Porque la semilla buena tiene fuerza para crecer y desarrollarse ilimitadamente como el grano de mostaza o la masa que fermenta. ¿Creemos de verdad en la fuerza de la Palabra de Dios y en la eficacia de la gracia de Cristo? Entonces, ¿por qué nuestras comunidades no tienen esta vitalidad que indica la parábola?, ¿por qué no crecen continuamente?, ¿acaso Cristo no es el mismo ayer, hoy y siempre? Entonces, ¿qué es lo que esteriliza la palabra de Cristo?

La parábola de la cizaña nos sitúa también ante el juicio. Es absurdo engañarnos a nosotros mismos y pretender engañar a los demás, porque a Dios no se le engaña. Al final todo se pondrá en claro y la cizaña será arrancada y echada al fuego. ¡Cuántas cosas serían muy distintas en nuestra vida si viviésemos y actuásemos como si hubiéramos de ser juzgados esta misma noche!

2.    PRIMERA LECTURA Sab 12,13. 16-19

El creyente sabe dónde radica la fuerza de Dios. Es la fuerza que trae la justicia y que se pone del lado del débil para socorrerlo. Es la fuerza con la cual Dios ejerce su señorío para dar vida a todas sus criaturas. Es la fuerza con la que se realiza su voluntad misericordiosa y salvífica de instaurar, en medio de nosotros, su Reino.

Lectura del libro de la Sabiduría.

Fuera de ti, Señor, no hay otro dios que cuide de todos, a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos. Porque tu fuerza es el principio de tu justicia, y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos. Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree en la plenitud de tu poder, y confundes la temeridad de aquellos que la conocen. Pero, como eres dueño absoluto de tu fuerza, juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia, porque con sólo quererlo puedes ejercer tu poder. Al obrar así, Tú enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo de los hombres y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza, porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento.

Palabra de Dios.

2.1  UN MERCIDO CATIGO, PERO MODERADO POR LA MISERICORDIA.

Afirma el autor del libro Sabiduría que Dios ama las cosas, porque en todas ellas está su “espíritu incorruptible,” creador y conservador, que infundió el hálito vital que conserva la vida de sus criaturas. Y ello es otro motivo por el que Dios castiga suavemente a los pecadores y no los destruye y aniquila, para que, reflexionando con la gracia interna de Dios sobre su pecado, se arrepientan y crean en ti con una fe acompañada de la enmienda de la vida. Esta fue la conducta seguida por Dios con los egipcios; y el mismo procedimiento siguió el Señor con los cananeos — pueblo idólatra y cruel en su culto —, que ocupaban la tierra prometida a los hebreos. Dios lo castiga, también por medio de Israel, con mano dura, pero misericordiosa, y esto no por debilidad, sino para darles tiempo a que se arrepientan de sus abominaciones.

Los cananeos, pobladores de la tierra santa, se habían hecho más aborrecibles a los ojos del Señor que los egipcios. Se daban a la adivinación, a la magia y a otras abominaciones reprobadas por Dios en el Deuteronomio, ritos impíos, vergonzosos, en honor de Baal, Astarté, y crueles hasta llegar a ofrecer en holocausto, al dios Moloc, a sus hijos en las grandes calamidades y en las fiestas del dios. Las excavaciones han demostrado que los cananeos sacrificaban niños incluso con ocasión de la “primera piedra” de un templo, de una muralla, de una casa. Dios prohibió a los israelitas imitar esta conducta bajo pena de muerte; no obstante la cual, cayeron a veces en tan repugnante práctica idolátrica.

Dios determinó acabar a los cananeos por medio de los israelitas como ministros de su justicia. Pero también el castigo de los cananeos estuvo moderado por la misericordia.

Al ejecutar el exterminio poco a poco, el Señor, que pudo aniquilarlos en un momento por las armas o por medio de fieras, sin temor a nadie, pues es soberano absoluto de todos, pretendía darles tiempo para que se arrepintiesen de sus abominables maldades y creyeran en el Dios verdadero, Señor de Israel. Y esto, no obstante la gran dificultad y poca esperanza que ofrecían los cananeos, a quien las costumbres paganas bárbaras y salvajes habían endurecido tanto en la maldad y el crimen, que le resultaría sumamente difícil el arrepentimiento y cambio de vida.

2.2  INDULGENTE CON TODOS

Con la respuesta a las cuatro preguntas que formula en el v.12 de este texto; “Pues ¿quién te dirá: Por qué haces esto, o quién se opondrá a tu juicio, o quién te llamará a juicio por la pérdida de naciones que tú hiciste, o quién vendrá a abogar contra ti por hombres impíos?”,  da las razones profundas de la conducta divina en su castigo y misericordia para con los cananeos, y en primer lugar nadie puede pedir cuentas a Dios, pues no hay superior por encima de Él que cuide de las cosas, ni rey o tirano alguno, es así como el sabio expone; “Fuera de ti, Señor, no hay otro dios que cuide de todos, a quien tengas que probar que tus juicios no son injustos”. Todos son criaturas suyas, pues Él ha hecho al pequeño y al grande y es El quien cuida de todos. Siendo uno de los atributos divinos la justicia, Dios jamás condena a quien no lo merece; hacerlo sería indigno de su poder, que es absoluto, y no precisa, para salir airoso, cometer injusticias, las cuales, por lo demás, arguyen debilidad y pecado. “Porque tu fuerza es el principio de tu justicia, y tu dominio sobre todas las cosas te hace indulgente con todos”.

Existe entre los atributos divinos una especie de compenetración recíproca, que resulta de la naturaleza misma de Dios, que es acto puro, en virtud de la cual no puede un atributo hacer lo que contradice al otro. El poder de Dios, como raíz de todo derecho, es, por lo mismo, principio y fundamento de la justicia; procede, por lo demás, de su divinidad, que es perfectísima y santísima, sumamente conforme con la ley eterna y la recta razón, por lo cual será principio y fundamento de la más auténtica justicia. Y también de la misericordia, como Señor supremo, puede perdonar a todos, pues a nadie tiene que rendir cuentas de sus actos, y la justicia no excluye la misericordia. “juzgas con serenidad y nos gobiernas con gran indulgencia, porque con sólo quererlo puedes ejercer tu poder”.

Sólo en dos clases de personas hace el Señor ostensión de su poder y castiga con dureza: a aquellos que no creen en su poder, como el faraón y los egipcios, y a quienes, conociendo al Señor, no le temen, como los judíos apóstatas y los paganos a que alude San Pablo en Rom 1:20-32. Para con los demás, aunque es el Señor de la fuerza y la puede aplicar en el momento que le plazca, obra con benignidad y con paciencia, difiriendo el castigo en espera de su conversión. “Al obrar así, Tú enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo de los hombres y colmaste a tus hijos de una feliz esperanza, porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento”.

3.    SALMO

Sal 85, 5-6. 9-10. 15-16

R. TÚ, SEÑOR, ERES BUENO E INDULGENTE.

Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan: ¡atiende, Señor, a mi plegaria, escucha la voz de mi súplica! R.

Todas las naciones que has creado vendrán a postrarse delante de ti, y glorificarán tu Nombre, Señor, porque Tú eres grande, Dios mío, y eres el único que hace maravillas. R.

Tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarte, rico en amor y fidelidad, vuelve hacia mí tu rostro y ten piedad de mí. R.

3.1  BUENO E INDULGENTE, RICO EN MISERICORDIA

Este poema, es una súplica de quien confía sus necesidades al Señor. Sus desahogos llevan el sello de la sencillez y de la humildad profunda. Sus frases están compuestas por recuerdos de otros salmos, con ruegos confiados al Señor, acciones de gracias y  testimonios de confianza donde se manifiesta una fe intacta y pura, que se abandona al Señor, que es un Dios compasivo y bondadoso, y rico en misericordia con los que le imploran.

El orante se dirige a Dios confiado en su amor, con frases que conocemos por otras composiciones, pero que expresan bien el estado de adhesión y de confiada súplica del devoto del Señor:Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan”.  El suplicante se siente con derecho a procurarse la protección del que es el centro de su vida espiritual. Su misma vida de piedad es una causa suficiente para atraer su atención. Nos sucede a veces, que estamos angustiados por las contradicciones y nos sentimos profundamente abatido, y pedimos a Dios que nos levante el ánimo, en especial porque tenemos confianza de que es comprensivo y está más pronto a perdonar que a castigar; por eso no dudamos en que vamos a ser escuchado diciendo: ¡atiende, Señor, a mi plegaria, escucha la voz de mi súplica!

El salmista entona un himno de alabanza a Dios y declara manifiestamente su admiración por el Señor. Llevado de su entusiasmo por la grandeza de su Dios, invita a todas las gentes a reconocer su soberanía, ya que todos son obra suya: “Todas las naciones que has creado vendrán a postrarse delante de ti”, Por otra parte, su trascendencia es absoluta, y sólo Dios merece los honores de la divinidad. y glorificarán tu Nombre, Señor, porque Tú eres grande, Dios mío, y eres el único que hace maravillas”.

3.2  COMPASIVO Y BONDADOSO

Para comprender mejor esta oración, incluyo los versos faltantes del salmo 85,  11, 12 y 13, donde el salmista reza: “Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre. Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo”. Supuesta esta grandeza única de Dios, el hombre de oración le pide a Dios que le muestre sus caminos — su voluntad — para no separarse en nada de Él, de forma que su corazón permanezca centrado en torno a Él y le siga con toda fidelidad. En su experiencia personal el que ora, ha sentido la mano del Altísimo, y por eso promete una alabanza constante al que ha liberado a su alma — su vida — de las oscuridades del abismo profundo; por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo”. Es hermosa esta petición de poder conocer la voluntad de Dios, así como esta invocación para obtener el don de un “corazón entero”, como el de un niño, que sin doblez ni cálculos se abandona plenamente al Padre para avanzar por el camino de la vida.

El hombre piadoso sabe que tiene a su lado al Señor,  pues es siempre compasivo y está dispuesto a perdonar sus faltas: Tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarte, rico en amor y fidelidad” Por ello, con toda confianza suplica a Dios. Por ello puede estar seguro de su fidelidad. Y confiado en su magnanimidad, le pide un signo en que muestre su bondad en su favor: “vuelve hacia mí tu rostro y ten piedad de mí”.

En este Salmo se eleva un himno, en el que se mezclan sentimientos de gratitud con una profesión de fe en las obras de salvación que Dios realiza delante de los pueblos, por eso brota en los labios del fiel la alabanza a Dios misericordioso, que no permite que caiga en la desesperación y en la muerte, en el mal y en el pecado.

Y así aclamamos con confianza: Tú, Señor, eres bueno e indulgente.

4.    SEGUNDA LECTURA Rom 8, 26-27

El Espíritu Santo habita en nuestro corazón y nos mueve a orar en una comunicación sincera y fluida con Dios. No hace falta que nuestra oración tenga muchas o lindas palabras. El Espíritu puede expresar aun aquello que nuestras palabras no llegan a decir.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.

Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede con gemidos inefables. Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.

Palabra de Dios.

4.1   EL ESPÍRITU INTERCEDE CON GEMIDOS INEFABLES

San Pablo nos presenta un motivo de confianza. “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido”. Ahora ya no son sólo los “gemidos” del mundo creado del que hablaba en el versículo 22 y nuestros propios “gemidos” del versículo 23 de Romanos 8, que es mismo Espíritu, que está viniendo en ayuda de nuestra flaqueza  aboga por nosotros con gemidos inefables.  La inteligencia del pasaje está centrada en el sentido que se dé a los términos de nuestra debilidad y “gemidos del Espíritu.” Evidentemente esa “debilidad” flaqueza o deficiencia de parte nuestra está relacionada con la “glorificación” futura por la que suspiramos (v. 19-25), como expresamente lo da a entender el Apóstol, al añadir: “porque no sabemos orar como es debido. Es decir, sabemos, sí, que Dios quiere nuestra “glorificación”; pero hasta llegar a ella ha de pasar tiempo, y en ese camino hasta la meta no siempre sabemos qué hayamos de pedir  en cada circunstancia y cómo debemos de hacerlo. Α suplir esa deficiencia viene en nuestra ayuda el Espíritu, abogando por nosotros con “gemidos inefables,” que son siempre “según Dios,” es decir, conformes a los designios que Dios tiene en favor de los santos. Estos “gemidos,” pues, no pueden dejar de ser atendidos. El Apóstol los llama “inefables,” bien porque se trata de algo interior, sin palabras, bien porque no pueden ser expresados adecuadamente en lenguaje humano, resultando incomprensibles a los hombres, pero no a Dios que “escudriña los corazones” con su ciencia infinita. “La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazón.”  (1 Samuel 16.7)

El hecho de que San Pablo mencione aquí este atributo divino es señal de que no se trata propiamente de gemidos del “Espíritu,” cosa incompatible con su condición divina, sino de “gemidos” que el Espíritu pone en nuestros corazones. La diferencia, pues, con los “gemidos” de que se habla en el versículo 23, también bajo el influjo del Espíritu, no parece ser grande; quizá se trate simplemente, igual, de mayor o menor intensidad en esa como posesión del alma por parte del Espíritu.

5.    EVANGELIO Mt 13, 24-43

La cizaña está en medio del trigo con el peligro latente de envenenar, enfermar y matar. Jesús es optimista y sabe que, aunque crece junto al trigo, la cizaña terminará en el fuego. Jesús nos enseña a confiar plenamente en Dios que, como padre y madre, no dará veneno a sus hijos sino buen pan. A pesar de tanta cizaña que vemos alrededor, queremos confiar, como Jesús, en que Dios está haciendo el Reino.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús propuso a la gente esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: ‘Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?’. Él les respondió: ‘Esto lo ha hecho algún enemigo’. Los peones replicaron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’. ‘No’, les dijo el dueño, ‘porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero”. También les propuso otra parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas”. Después les dijo esta otra parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa”. Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: “Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo”. Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña en el campo”. Él les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos ya los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!”

Palabra del Señor.

5.1   LA PALABRA DE JESÚS, ES SEMILLA DE BONDAD Y AMOR

Jesús propuso a la gente esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo. ¿Quién es el que vino a sembrar la buena semilla?, ¿qué nos representa la semilla?, ¿Qué representa el campo? La palabra de Jesús, es semilla de bondad y amor, que sembrada en el corazón de un hombre bueno, halla el campo ideal de tierra fértil donde puede crecer y prosperar. Jesús es quien nos siembra su palabra y nosotros la atesoramos en su lugar preferido, el corazón, acogiéndola con fe y amor. Esta palabra transforma nuestra vida y se convierte en nuestra principal guía de vida.

Pero Jesús nos relata que; mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Si nos preguntamos porque algunas veces nacen de nosotros hermosos sentimientos de amor, y algunas veces sin darnos cuentas nos surgen sentimientos de odios, es porque los dos están habitando en nuestro corazón. En efecto, en el mismo lugar que siembra Dios, también siembra el Maligno en nosotros.

5.3  LA BUENA SEMILLA ES LA PALABRA

Que gran diferencia, en la luz de Jesús, hemos recibido la buena semilla y en la oscuridad de la noche el maligno vino a sembrar la mala a fin de crear confusión. Como podemos observar, lo bueno siempre vine con la Luz y lo malo llega oculto en las tinieblas. Pero el producto de las semillas es infinitamente distinto, pues la semilla de amor produce frutos de amor y la semilla del mal produce maldad.

La buena semilla es La Palabra, está convertida en presencia de Jesús dentro de nosotros, es fuerte, activa, eficaz, con una gran capacidad de fortalecernos, santificarnos y protegernos de la siembra del maligno. Porque la Palabra del Señor, si es aceptada y atesorada en nuestro corazón, si es incondicionalmente admitida, llevada con fe y esperanza, produce el amor que combate la maldad y no se deja asfixiar por la cizaña.

5.3 "SEÑOR, ¿NO HABÍAS SEMBRADO BUENA SEMILLA EN TU CAMPO?

Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”.  Hay cizaña, porque los sembradores de esta nociva hierba están ahí al acecho para sembrarla, mezclarla entre la buena y confundirla. Dice el Señor: Esto lo ha hecho algún enemigo. Los enemigos de los valores y las enseñanzas de Cristo, son los opuestos del Reino Aquellos que impugnan la palabra del Señor, son los sembradores de la cizaña, aquellos que comparten sus ideales de irreverencia, son las cizañas que tratan de obstaculizar el crecimiento de la buena semilla. Pero lo más triste, son aquellos que se sienten felices de ser cizaña, y perversamente por el camino de la depravación, el vicio, el desenfreno, en nombre de un errático libertinaje, buscan a incautos e ingenuos para llevarlos a caminos destinados a la perdición.

5.4  AL ARRANCAR LA CIZAÑA, CORREN EL PELIGRO DE ARRANCAR TAMBIÉN EL TRIGO.

Los peones replicaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" "No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.  Somos conscientes que en nuestro mundo convivimos buenos y malos. Dios permite esto para que los que van por mal camino tengan la oportunidad de arrepentirse aprendiendo de las bondades de las vidas ejemplares y de esta manera caminar por la senda del bien. Dios es paciente, “lento en el castigo y rico en misericordia”, pero el arrepentimiento y la reconciliación deben hacerse a tiempo. Esto quiere decirnos Jesús cuando en la parábola se dice que: Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero".

Sepamos distinguir que es lo verdadero y que es lo falso, esta diferencia se aprecia cuando se atesora la sabiduría de la palabra de Dios, transformada en fuente viviente de sapiencia, que estimula a ver con los ojos de Jesús desde el corazón, así se puede apreciar que verdadero es el buen trigo, falsa es la cizaña. Pongamos en nosotros un cedazo en lo que nos dicen, porque cizañeros intentaran convencernos de ideas de sectas religiosas confusas, conceptos u pensamientos que intentan justificarse con mensajes y frases sacadas de su verdadero contexto. Para ser más preciso me refiero a esas doctrinas revestidas de una apariencia seudo evangélica y que en el fondo no lo son. Es así, como tenemos que saber distinguir la mentira de la verdad, el verdadero evangelio es enseñanza de amor y produce el mismo fruto, y el falso siempre se presenta con conceptos que buscan producir la desunión, la confusión, la duda y el fruto es el odio. El corazón del hombre es un campo abierto, allí busca sembrar el Señor, simientes de bondad y de amor, pero del mismo modo el maligno quiere sembrar semillas de pasiones desordenadas. La oración y la contemplación, nos ayudara a estar vigilantes para que la cizaña no germine y nos ahogue.

5.5  EL REINO DE LOS CIELOS SE PARECE A UN GRANO DE MOSTAZA

Jesús propuso a la gente esta parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas”

Jesús emplea este término que era usual en los judíos para comparar las cosas pequeñas, y lo hace así, para decir que el Reino de Dios comenzó modestamente y luego se expandió con gran vigor, igual que la semilla de mostaza o la levadura.

En las cosas sencillas y humildes siempre Dios pone la esperanza en sus hijos, y emplea medios sencillos para llegar hasta él, así fue también como eligió a una humilde y sencilla mujer para encarnar a su Hijo, y en un humilde pesebre fue a nacer, así también se nos hace presente Cristo en la Eucaristía, en pedacito de pan y en un poco de vino, signos de gran sencillez.

Sin embargo a los hombres nos gustan las cosas grandiosas, con exigentes preparativos, especialmente cuando no conocen bien a Dios. Sin embargo Dios no está interesado en que emprendamos grandes obras para demostrarle nuestro amor, pero nos acoge con cariño con tan solo serle fiel en todo momento.

Una buena enseñanza es nuestra Iglesia, que nació modestamente, con hombres de condición humilde, que habían sido pescadores, y hoy está por todo el mundo, y pueblos de diferentes costumbres, idiomas y razas la acogen y la engrandecen.

5.6  “LA LEVADURA FERMENTO TODO”

Luego Jesús nos enseña a través de un parábola hogareña, “la levadura fermento todo”, para que nosotros podamos ser como ella, corrompiendo lo que nos hace cómodo, lo que no nos hace crecer, y para que comprobemos la eficacia de los Evangelios, del mismo modo como la levadura fermenta la masa, el mensaje del Evangelio nos fermenta a nosotros, del mismo modo como la levadura penetra en la masa, lo hace el Evangelio en los hombres.

Del mismo modo como se transforma la semilla, también la Palabra del Señor es levadura para transformarnos, así nos quiere decir Jesús como es el Reino de Dios, con fuerza y vigor para extenderse y fermentar y transformar el mundo.

Innegablemente, la predicación de los Evangelios, Palabra de Dios, es la levadura capaz de transformar los hombres y todos de alguna forma estamos llamados a ser levadura, en nuestro lugar de trabajo, estudio, ambiente social o familiar, pero no esa levadura que corrompa, sino aquella que ayude a levantar la masa y fermente con el Evangelio.

5.7  EXPLÍCANOS LA PARÁBOLA DE LA CIZAÑA SEMBRADA EN EL CAMPO

Jesús se fue a su casa, allí se le acercan los discípulos y le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo.”  Jesús le explica solamente a sus amigos más íntimos, como una instrucción especial, ya que estos se la piden expresamente. ¿No habían entendido con claridad lo que les manifestaba Jesús?, nos ocurre a veces que no entendemos las cosas de Dios.

En efecto, sucede que muchas veces no nos damos cuenta que Dios nos manifiesta algo, esto es porque no dejamos hacer en nosotros y porque no le prestamos la debida atención y además no nos acercamos lo suficiente a Él.

Hemos lamentado muchas veces que si nos hubiéramos acercado al Señor, hubiéramos penetrado en su Espíritu, entonces nos hemos privado de muchos bienes por la falta de espiritualidad, los hemos perdido por ser superficiales. El mayor trato e íntimo con el Señor, nos hará comprender de mejor forma lo que Él quiere decirnos, busquémosle en la oración y hagamos de esta algo constante. El acercamiento al Dios, el amor a Él, permitirá que nos haga confidentes de sus cosas.

5.8  "EL QUE SIEMBRA LA BUENA SEMILLA ES EL HIJO DEL HOMBRE”

Jesús nos aclara al responder que; "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre”, que todo lo bueno viene de Dios, todo lo bueno de nosotros viene de Él, es así, es El quien siembra en nuestros corazones, y cuando necesitemos algo bueno es a Él a quien debemos pedir, pero estemos atentos, porque en nuestro campo, en nuestro corazón, del mismo modo como se siembra el trigo, que es el bien, se siembra la cizaña que es el mal, unas esparcidas con una mano amorosa y las otras con astucia para buscar lograr su oscuros propósitos.

Un aspecto interesante, es que en el Antiguo Testamento, en el Libro de Daniel se lee: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás. (Daniel 7,13). Por otra parte, Jesús utiliza esta expresión “Hijo del Hombre”, ante los sumos sacerdotes del Sanedrín: “Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo. (Mateo 26, 64)

5.9  LA BUENA SEMILLA SON LOS QUE PERTENECEN AL REINO”

Luego Jesús prosigue; “el campo es el mundo”, precisamente porque sus enseñanzas no son exclusivas de algunos pocos, es para todos, es universal. Además esta expresión no puede recibir aquí el sentido restringido de Israel, sino que significa todo el mundo. Toda la alegorización se desenvuelve teniendo en cuenta el fin del mundo y el juicio de Dios sobre los seres humanos. Aquí se expresa la universalidad del reino.

También no dice que; “la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno”. Como explicación aparte, en arameo, no se conoce Maligno como sinónimo de Diablo. En arameo, el nombre de Diablo es “Satanás.” Los “hijos del Maligno” o del “Mal” lo son por cualidad suya.

Jesús nos hace saber que algunos somos partidario del Reino, y otros seguidores de Maligno. Nosotros estamos llamados a ser la buena semilla, entonces trabajemos por la construcción de un mundo nuevo y por apartarnos y oponernos a los que buscan el mal.

Es importante comprender como nos explica Jesús, especialmente cuando nos enseña que quien siembra la cizaña es Satanás, enemigo de Dios y de los hombres, enemigo del bien, de la verdad, del amor, de la bondad y de la misericordia, por tanto del Reino.

5.10  EL TIEMPO DE LA COSECHA ES EL FIN DEL MUNDO, Y LOS SEGADORES SON LOS ÁNGELES”

La cosecha es el término del siglo presente. En este juicio final los ángeles aparecen como ministros de la justicia divina. Esto es de la máxima importancia doctrinal. Cristo mismo enviará a sus ángeles para su obra de justicia. Se presenta a Cristo como dueño de los ángeles, siendo esto atributo de Dios, Cristo se equipara a Yahvé, que mandará a sus ángeles a que guarden los caminos del justo. (Sal 91:11; Heb 1:7).

Frente a la autosuficiencia de los grupos religiosos que pueden considerarse en línea directa con Dios, Jesús invita a sus discípulos a estar atentos y preparados, pues al final de los tiempos será el juez supremo quien hará la separación entre los verdaderos y falsos ciudadanos del reino. En todo caso, esta parábola, es un buen consejo para tener paciencia a causa de la coexistencia de la cizaña con el trigo, tomados estos términos en sentido de malos y buenos, coexistencia de fieles y pecadores.

Pero en el trasfondo se percibe en la necesidad de la exhortación a la paciencia hasta que llegue esta hora judicial de Cristo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. El “llanto” es metáfora que expresa dolor; “rechinar de dientes,” furor de la desesperación. ¿Porque?, porque los que son arrojados, perderán a Dios para siempre.

Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Es decir, los justos, en contraposición, brillarán. La luz aparece en la Escritura como símbolo de gloria y felicidad ¿Por qué?, porque tendrán a Dios para siempre.

Cristo Jesús viva en sus corazones

    Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Domingo Semana XVI del Ciclo A

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas:

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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