Reflexión desde las Lecturas del Domingo XXII, Ciclo A

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    PIENSAS COMO LOS HOMBRES

Cuando Jesús presenta el plan del Padre sobre su propia vida –muchos padecimientos y muerte en cruz –, Pedro se rebela y se pone a increpar a Jesús; se escandaliza de la manera como Dios actúa, y se pone a decir que eso no puede ser. ¿Acaso no es también esta nuestra postura muchas veces cuando la cruz se presenta en nuestra vida?

Pero fijémonos en la respuesta de Jesús a Pedro: « ¡Apártate de mí vista, Satanás!». La expresión es tremendamente dura, pues Jesús le llama a Pedro «Satanás». Y ¿por qué? Porque piensa como los hombres y no como Dios. Pues bien, también nosotros tenemos que aprender a ver la cruz –nuestras cruces de cada día: dolores, enfermedades, problemas, dificultades...– como Dios, es decir, con los ojos de la fe. De esa manera no nos rebelaremos contra Dios ni contra sus planes.

Vista la cruz con ojos de fe no es terrible. Primero, porque cruz tiene todo hombre, lo quiera o no, sea cristiano o no. Pero el cristiano la ve de manera distinta, la lleva con paz y serenidad. El cristiano no se «resigna» ante la cruz; al contrario, la toma con decisión, la abraza y la lleva con alegría. El que se ha dejado seducir por el Señor y en su corazón lleva sembrado el amor de Dios no ve la cruz como una maldición. La cruz nos hace ganar la vida, no sólo la futura, sino también la presente, en la medida en que la llevamos con fe y amor.

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes en nosotros lo que es bueno y lo conserves constantemente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

2.    PRIMERA LECTURA Jer 20,7-9

La Palabra de Dios ha seducido a Jeremías y lo ha enviado a anunciar “violencia y devastación”. Dios lo ha “seducido con su fuego devorador”. Esto representa para él una constante lucha con su misión y con la fuerza irresistible de una palabra que atormenta, pero que a la vez da vida.

Lectura del libro de Jeremías.

¡Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir! ¡Me has forzado y has prevalecido! Soy motivo de risa todo,  el día, todos se burlan de mí. Cada vez que hablo, es para gritar, para clamar: “Violencia, devastación!”. Porque la palabra del Señor es para mí oprobio y afrenta todo el día. Entonces dije: “No lo voy a mencionar, ni hablaré más en su nombre”. Pero había en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado en mis huesos: me esforzaba por contenerlo, pero no podía.

Palabra de Dios.

2.1         ¡TÚ ME HAS SEDUCIDO, SEÑOR, Y YO ME DEJÉ SEDUCIR!

La misión de Jeremías es tan dura e ingrata, que su alma ya no puede soportarla por más tiempo, y por eso de nuevo desahoga su alma, quejándose a Dios por haberle puesto tan pesada carga, que él no ha buscado. En toda su misión no ha cosechado sino escarnios y afrentas. En su desesperación acusa el profeta al Señor de haberle engañado; ¡Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir!”.  Cuando era joven inexperto, le cargó con una misión que ahora no aceptaría. Se ha aprovechado, pues, de su inexperiencia. La frase es fuerte y radical, al estilo oriental. Lejos de buscar el matiz, que nosotros expresaríamos diciendo: “Me persuadiste,” se expresa con frases radicales para resaltar más el contraste de la idea. Lo que quiere el profeta destacar es lo ingrato de su misión de intérprete de los designios disciplinarios del Señor sobre su pueblo. Voluntariamente no se hubiera ofrecido para ello, y sólo por la imposición divina lo aceptó: “¡Me has forzado y has prevalecido!”

2.2         HABÍA EN MI CORAZÓN COMO UN FUEGO ABRASADOR, ENCERRADO EN MIS HUESOS

Por otra parte, sus vaticinios, al retrasarse su cumplimiento, son considerados por sus contemporáneos como resultados de su imaginación, y con ello se convierte en objeto de burla e irrisión;  “Soy motivo de risa todo,  el día, todos se burlan de mí”. Su misión ha sido siempre ingrata, ya que no le toca anunciar cosas agradables, sino ruina y devastación para su pueblo;  “Cada vez que hablo, es para gritar, para clamar: “Violencia, devastación!. Con ello tiene que presentarse ante sus conciudadanos como traidor y enemigo de los intereses de su pueblo: “Porque la palabra del Señor es para mí oprobio y afrenta todo el día”. Es tan dura e ingrata su misión, que en algunos momentos, desfallecido, quiso substraerse a su cumplimiento; “Entonces dije: “No lo voy a mencionar, ni hablaré más en su nombre”,  sin embargo, la imposición divina le ha vencido, pues el callar el mensaje divino le era un tormento mayor, ya que sentía en sus entrañas como un fuego abrasador, que penetraba hasta sus huesos y se le hacía insoportable. En otras ocasiones dice que estaba lleno de la cólera divina. Estos desahogos de Jeremías muestran cómo las profecías verdaderas no son fruto de reflexiones personales de los profetas, pues hablan contra lo que ellos quisieran decir si se dejaran llevar de sus sentimientos humanos. Sienten que son instrumentos de algo superior a lo que no pueden substraerse. “Pero había en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado en mis huesos: me esforzaba por contenerlo, pero no podía”.

3.    SALMO Sal 62, 2-6. 8-9

R. Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.

Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.

Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. R.

Así te bendecirá mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. R.

Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene. R.

3.1         NOSTALGIA DE LA COMPAÑÍA DE DIOS

El salmista, perseguido y alejado del centro teocrático de la nación, siente nostalgia de la compañía de Dios, que moraba en el templo de Jerusalén. El recuerdo del santuario punzaba el alma del levita exilado, que no podía participar de las solemnidades litúrgicas. Las expresiones efusivas se repiten y reflejan la profundidad de un alma religiosa que encuentra su única felicidad en la comunicación afectiva con el Señor dentro de su casa, el templo de Jerusalén. Sus enemigos, que le forzaron a un destierro doloroso, recibirán su castigo de manos del propio Señor, que vela por la vida e intereses de sus fieles.

El estilo es sentimental, sin mayor orden lógico, ya que fluye de la efusión afectiva del corazón más que de las consideraciones de la mente: el poeta ansia vivir “a la sombra de las alas de su Dios, seguro de que con su protección le dará el triunfo de su causa.

Las expresiones de la primera parte, que se dirigen directamente a Dios, “Señor, Tú eres mi Dios”, llevan el sello insinuante de un alma delicada; en cambio, cuando habla de sus enemigos aparecen las formulaciones enérgicas, conforme a la mentalidad viejo-testamentaria, que sabe menos del perdón que del espíritu de revancha.

3.2         ANSIAS DE VIVIR EN COMUNICACIÓN CON DIOS

Dios es el centro del alma del salmista, Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, que busca desde la aurora (Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti); la presencia del que constituye las delicias de su alma y aun de su cuerpo, que languidece fuera de la órbita sagrada del templo en que mora el Señor. Se siente como árbol plantado en tierra reseca y sin agua, que está ansioso del riego del agua. “Por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua”.  

La presencia de Dios vivifica el alma, y el salmista se considera alejado del santuario de Dios, donde en otro tiempo contemplaba la fuerza esplendorosa de su Dios, manifestada en las solemnidades litúrgicas, que reflejaban su gloria: Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Su vida no tiene sentido sino a la sombra de la piedad del Omnipotente; por ello, en su exilio forzado promete alabarle, alzando las manos en señal de acatamiento y acción de gracias.  Toda su vida será una bendición continuada del que le dispensa su auxilio y alegría íntima.

3.3         PROPÓSITOS DE ALABANZA CONTINUA

Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. La mente del poeta se traslada al momento en que podrá entonar himnos de alabanza en el templo, donde su alma se saciará plenamente como los que asisten a los convites sagrados se sacian de un manjar delicioso. “Así te bendecirá mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso”

El pensamiento de la presencia de su Dios le persigue también durante la noche, pues medita en sus misericordias, y tiene la experiencia de su protección; y el pensamiento de sentirse seguro, como el pajarito bajo la sombra de las alas del Señor, le hace exultar. “Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas”.

De nuevo una confesión de adhesión incondicional a Dios, pues sabe que en los momentos críticos le sostiene su diestra “Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene”.  El Señor ha sido su apoyo en todo momento, y no le ha de faltar.

Nuestra alma está sedienta de Dios, de felicidad, de vida, pero, como el salmista, estamos ciertos de que en el reino de Dios nos saciaremos con alegría eterna, no obstante, si por un momento hemos de vivir aún en la dificultad y la noche, a la sombra de las alas del Señor esperamos tranquilos. Confía en El, ¡OH pueblo! en todo tiempo. Derramad ante El vuestros corazones, porque Dios es nuestro asilo (Salmo 61,9)

4.    SEGUNDA LECTURA Rom 12, 1-2

San Pablo anuncia que el verdadero culto es nuestra vida sintonizada y sincronizada con la voluntad de Dios. Por tanto, el cristiano debe ser toda una ofrenda agradable y permanente a Dios. Realidad que queda explícita en la ofrenda de la propia vida a través de la liturgia.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.

Hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Palabra de Dios.

4.1         OFRECERSE USTEDES MISMOS COMO UNA VÍCTIMA VIVA, SANTA Y AGRADABLE A DIOS

Comienza aquí la parte moral o exhortatoria de la carta, con una serie de consejos y avisos para los cristianos de Roma en su vida diaria. Conviene hacer resaltar que para San Pablo, lo mismo que para Santiago (cf. Sant 2:14-17), la fe de que tanto ha venido hablando no es una fe muerta, sino una fe que está exigiendo las obras de las virtudes cristianas. También es de notar la expresión “por la misericordia de Dios”  como dando a entender que las exhortaciones que van a seguir son como una respuesta a la misericordia divina, que se ha manifestado en el Evangelio.

Esta primera perícopa es todo un programa de vida espiritual. El Apóstol trata de inculcarnos que nuestro culto a Dios no ha de consistir en ofrecerle sacrificios de animales, como en la Ley mosaica y también entre los paganos, sino en “ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios” viviendo, no conforme a los criterios del mundo, sino renovados interiormente, a fin de discernir la voluntad de Dios sobre nosotros, es a saber, “lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto. Hace, pues, una como interpretación litúrgica de nuestros deberes de cristianos.

Sería una interpretación demasiado restringida considerar ese ofrecer a Dios nuestros cuerpos simplemente como una exhortación a la pureza, igual que en 1 Cor 6:13; se trata de algo mucho más general, Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.”, con esa exigencia de renovación de la mente, que viene a equivaler a un despojarse del hombre viejo y revestirse del nuevo, vivificados por la vida misma de Cristo y de su Espíritu. Con eso nos convertimos en hostia viva, santa y agradable, términos escogidos al trasluz de los sacrificios mosaicos (cf. Lev 22:19-24; Mal 1:8), cuyas condiciones deben cumplirse de modo mucho más perfecto en este nuevo culto cristiano, consistente en una vida de acciones buenas y santas.

5.    EVANGELIO Mt 16, 21-27

Pedro se resiste ante el anuncio de la pasión y muerte que hace Jesús hace de sí mismo. A su vez el Maestro no se contenta con mostrar la necesidad de sus propios sufrimientos, sino que prepara a sus discípulos a aceptar, desde la misma perspectiva, una vida de pruebas, manifestando hasta qué punto las apuestas por la fe, son aquí decisivas.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir  mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”. Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro:

“Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras”.

Palabra del Señor.

5.1         COMENZÓ JESÚS A ANUNCIAR A SUS DISCÍPULOS QUE TENÍA QUE IR A JERUSALÉN PARA PADECER ALLÍ

Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho por parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; Este entonces, no significa en Mateo una proximidad inmediata, solo que a partir de esa época es cuando Jesús comienza a anunciarles su muerte. Era un momento ya oportuno. Había que corregirles a sus discípulos el concepto erróneo del medio ambiente. Jesús no era el Mesías político nacionalista que los judíos y ellos esperaban (Hech 1:6).

Jesús era el Mesías profético del dolor: el “Siervo de Yahvé” de Isaías. Por eso les anuncia: Que éste es el plan de Dios, para esto ha de ir a Jerusalén: “No puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén” (Lc 13:33), y que allí será condenado por “los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas” (Mateos), además allí “sufrirá mucho” y será “entregado a la muerte.” Pero “al tercer día resucitará.

5.2         NO LO PERMITA DIOS, SEÑOR; ESO NO TE PUEDE SUCEDER A TI

Entonces Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: “No lo permita Dios, Señor; eso no te puede suceder a ti”. Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!”

La respuesta de Jesús a Pedro es que no sea para El un Satanás, el gran enemigo del reino. Por eso, la proposición de Pedro, nacida de ignorancia y de afecto, era para el Señor un obstáculo de seguirla, para no cumplir el mesianismo de dolor, que era el plan del Padre. No es de extrañar en Pedro una dificultad para aceptar aquellas profecías de Jesús. Pedro conocía y confesaba la mesianidad de Jesús, pero algo deformada por los prejuicios rabínicos que el antes había oído sobre un Mesías triunfador y nacionalista, entonces no le era fácil aceptar la imagen de un Mesías doliente, humillado y crucificado por los jefes de la nación. Así es como Jesús le hace ver que habla al modo humano y, que elude el dolor.

5.3         JESÚS DEBÍA PADECER Y MORIR, ESE ERA EL PLAN DE DIOS

Jesús debía padecer y morir, ese era el Plan de Dios, pero ese sufrimiento había de ser la causa de nuestra salvación.

Como a Pedro, el no entendía las cosas de Dios, y muchas veces a nosotros nos sucede lo mismo, del mismo modo, como le sucedió a él, por no situarnos en el Plan del Padre, se nos hace difícil entender sus obras. Tenemos necesidad de despojarnos de los criterios del hombre y adoptar solo y únicamente el de Jesucristo, algo que se nos hace difícil, pero es una tarea que debemos emprender.

5.4         LA DOCTRINA DEL REINO, NOS EXIGE NEGARSE A UN MUNDO DE EXIGENCIAS PERSONALES Y CÓMODAS

Expuesto el anuncio de la pasión y muerte, ahora les advierte a los discípulos que han de imitarle. Luego que Jesús había predicho a sus discípulos lo conveniente que era el que El sufriese las calumnias de los judíos, que fuese muerto y que resucitase al tercer día, no hace ver a todos de qué forma podemos participar de su gloria.

La primera enseñanza es que el hombre renuncie a sí mismo, y esto, “El que quiera venir conmigo”. Y, además, que tome su cruz y me siga. Lucas dice en su relato, “cargue con su cruz cada día y se venga conmigo” (Lc 9; 23-26); La doctrina del Reino, nos exige negarse a un mundo de exigencias personales y cómodas. Es una vida moral nueva, que lleva consigo un sacrificio frente a las cosas mundanas, pero que al final tiene su ganancia eterna. El discípulo de Jesús ha de estar dispuesto a toda persecución y muerte. El Reino le puede exigir esto. Pero al que ante el Reino tomase una actitud de vergüenza por seguirlo, le aguarda el Hijo del hombre, presentado como Juez del mundo, en su parusía, con la condena de avergonzarse de él.

5.5         A LOS QUE QUIEREN SEGUIRLO

Sin embargo, Jesús, bueno y piadoso, algo natural en El, no quiso tener ninguno que lo sirviese como obligado, por el contrario, hace que lo sirviesen espontáneamente y le agradeciesen el poderlo servir. No obligando ni imponiéndose a nadie, sino persuadiendo y haciendo el bien, esa es la forma como atrae a todos los que quieren venir, diciendo: “El que quiera seguirme”. ¿Alguno de nosotros ha sentido este llamado?, ¿Qué estamos dispuesto a responder si este llega a nuestro corazón?

Cuando Jesús dice: que renuncie a sí mismo, propone -a los que quieren seguirlo- su propia vida como modelo de una vida perfecta, con una imitación fiel de su vida, según la medida de nuestras fuerzas. Si alguno no renuncia a sí mismo, no se acerca al que está sobre El. La renuncia a sí mismo, quiere decir el olvido absoluto de lo pasado y la renuncia de la propia voluntad. Se niega a sí mismo uno cuando la vida pasada en el mal se convierte en una vida buena y de nuevas costumbres, especialmente en una vida de oración. Porque el que ha vivido la vida del pecado deshonesto se niega a sí mismo cuando se vuelve a una vida sana. Del mismo modo, se llama negarse a sí mismo abstenerse de cualquier clase de pecado.

5.6         QUE TOME SU CRUZ Y ME SIGA

Y agrega Jesús: que tome su cruz y me siga, o como dice Lucas: “Que cargue con su cruz cada día y me siga” es el deseo de sufrir la muerte por Cristo, mortificándose por El mientras se vive de paso en la tierra, es el estar dispuesto a enfrentar cualquier peligro por dedicarse al Señor y no aficionarse a las cosas mundanas de esta vida, es lo que se llama tomar su cruz. El que quiera seguir a Cristo no debe huir el padecer por El. La cruz puede llevarse de diversos modos, con ayuno, abstinencia y penitencia, es decir cuando sentimos pena por pecar, pero también se lleva la cruz, cuando el alma se empapa de la compasión por los demás.

5.7         EL QUE QUIERA SALVAR SU VIDA

Nos dice Jesús: “Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará”. Esto es, el que quiere vivir según esta el mundo y continuar gozando de las cosas temporales que la vida terrenal ofrece, éste la perderá, porque no la conduce a los términos expresado por el Señor en la bienaventuranza. Y por el contrario, añade: “el que pierda su vida por mí, la encontrará”. Es decir, el que menosprecia las cosas terrenas y temporales, prefiriendo la verdad, la vida recta, el trabajo solidario por sus semejantes, la incasable tarea por los derechos del hombre entregados por Dios, la búsqueda de la paz, la vida según los evangelios, aún exponiéndose a la muerte, en otras palabras, pierde su alma por las enseñanzas de Cristo, más bien la salvará.

5.8         ¿DE QUÉ LE SIRVE A UNO GANAR EL MUNDO ENTERO, SI PIERDE SU VIDA?

A continuación Jesús nos dice: “¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?” Como si dijese: cuando alguno, considerando los placeres y los bienes presentes, rehúsa sufrir y elige vivir de una manera cómoda y espléndida, si es rico, ¿de qué le aprovechará todo esto, si pierde su alma? Pasan las grandezas de esta vida y sus delicias como pasa una sombra.

Esta “vida” del texto evangélico no se refiere a la simple pérdida de la vida física, sino de la “vida” eterna. Constantemente el Señor, a la vez que nos invita a merecer la vida eterna, la felicidad por siempre, nos enseña a menospreciar las cosas de la tierra. Por ello robustece la humana debilidad, ofreciendo un premio seguro y verdadero, por los sufrimientos y penalidades de la vida presente.

5.9         EL HIJO DEL HOMBRE HA DE VENIR RODEADO DE LA GLORIA DE SU PADRE

“Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles”. Jesús se presenta aquí como dueño de la humanidad, como Señor de los ángeles, y viniendo en la “gloria de su Padre.” Con todo lo cual se acusa su grandeza, su trascendencia divina: “su gloria.” Aquella “gloria” del Señor que ahora a Él se aplica (Jn 1:14).

En esa hora dará a cada uno lo que merecen sus obras. Es entonces la responsabilidad personal es la que entra en juego. Porque no es fácil tomar la cruz y seguir a Cristo, es un camino duro, arduo, hay que estar dispuesto a cumplir con todo lo que el Señor nos enseñó, hay que tener dispuesta la vida contra los sufrimientos, contra los peligros y ofrecerse hasta la muerte. Así como lo han hecho muchos, dejar lo conocido por lo desconocido, abandonar las cosas del presente, por las futuras y del Reino prometido.

5.10  JESÚS DESEA QUE VAYAMOS TRAS DE EL

Pero El buen Maestro, para que ninguno se deje abatir por la desesperación o el tedio, nos promete a continuación a los fieles que lo veremos, pero él nos ha advertido: “Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey.”

Nos enseña este fragmento del Evangelio, que está en nosotros, el encontrarnos con el Señor, él ya nos ha dicho el que quiera venir detrás de mí, Jesús desea que vayamos tras de Él, pero no obliga a nadie a que le sirva, pero si espera que espontáneamente, tomemos la decisión de servirle. Seguir al Señor, caminar con El, junto a Él, sintiendo su presencia junto a nosotros, es un agradable caminar, es vivir en paz espiritual y es una mano que nos saca del peligro en las turbulencias, pero es necesario para seguir sus pasos, ser como El, empaparse de sus sentimientos, y aceptar la voluntad del Padre, quien solo quiere lo mejor para sus hijos.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Domingo XXII Ciclo A

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas:

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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