Reflexión desde las Lecturas del Domingo XXXIII Ciclo B

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    ESTÁ CERCA

Finalmente, el domingo trigésimo tercero, ya al final del tiempo Ordinario y del año litúrgico, nos propone un fragmento del discurso escatológico (13,24-32). Lo mismo que la primera lectura (Dan 12,1-3), el evangelio nos invita a fijar nuestra mirada en las realidades últimas, en la intervención decisiva de Dios en la historia de la humanidad. Lo que se afirma es la certeza de la venida gloriosa de Cristo para reunir a los elegidos que le han permanecido fieles en medio de las tribulaciones. Acerca del cuándo sucederá, Jesús subraya la ignorancia, pero garantiza el cumplimiento infalible de su palabra e invita a la vigilancia con la atención puesta en los signos que irán sucediendo. Este acontecimiento final y definitivo dará sentido a todo el caminar humano y a todas sus vicisitudes.

 Sepan que el fin está cerca”,  a la puerta, Él está cerca. El texto de hoy nos habla de la venida de Cristo al final de los tiempos. Las últimas semanas del año litúrgico nos encaran a ella. Nosotros tendemos a olvidarnos de ella, como si estuviéramos muy lejos, como si no fuera con nosotros. Sin embargo, la palabra de Dios considera las cosas de otra manera: “El tiempo es corto” y “la apariencia de este mundo pasa” (1Cor 7,29.31). El Señor está cerca y no podemos hacernos los desentendidos. El que se olvida de esta venida decisiva de Cristo para pedirnos cuentas es un necio (Lc 12,16-21).

En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre”. Dios ha ocultado el momento y también este hecho forma parte de su plan infinitamente sabio y amoroso. No es para sorprendernos, como si buscase nuestra condenación. Lo que busca es que estemos vigilantes, atentos, “para que ese día no nos sorprenda como un ladrón” (1Tes 5,4). No se trata de temor, sino de amor. Es una espera hecha de deseo, incluso impaciente. El verdadero cristiano es el que  “anhela su venida” (2Tim 4,8).

El hecho de que Cristo va a venir y de que  “es necesario que nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo” (2Cor 5,10), nos ha de llevar a no vivir en las tinieblas, sino en la luz, a actuar de cara a Dios, en referencia al juicio de Dios, un juicio que es presente, pues  “ante Dios estamos al descubierto” (2Cor 5,11); podremos engañar a los hombres, pero no a Dios, ya que Él  escruta los corazones” (Rom 8,27).

2.    PRIMERA LECTURA DEL PROFETA DANIEL

He aquí uno de los más importantes pasajes del Antiguo Testamento sobre la resurrección de los muertos. El acontecimiento afectará a todos los hombres, justos o impíos, aunque estos últimos parezcan caer en una segunda muerte. Así la resurrección no es una recompensa de sólo los judíos o sólo los justos, sino un don gratuito del Señor a todo hombre, quienquiera que sea.

Lectura de la profecía de Daniel 12, 1-3

En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro. Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno.

Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por los siglos de los siglos.

Palabra de Dios.

2.1   EL PROFETA DANIEL.

El protagonista del libro de Daniel es un personaje de la nobleza judía, llamado en hebreo Dani'el (“Dios es mi juez”), el cual de niño fue llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor en el 605 a.C. (tercer año del reinado de Joaquim). Educado con otros dos jóvenes judíos en la corte de babilonia en calidad de paje, llegó a granjearse la amistad de Nabucodonosor después de haberle revelado el sentido de un misterioso sueño profético: “Entonces el misterio fue revelado a Daniel en una visión nocturna. Y Daniel bendijo al Dios del Cielo” (Dan 2,19). Consiguió así ocupar altos puestos en la corte babilónica, siendo objeto de conspiraciones de los altos funcionarios, que estaban celosos de su privilegiada posición palaciega: “Y recibió el reino Darío el Medo, que contaba sesenta y dos años. Plugo a Darío establecer en su reino ciento veinte sátrapas que estuvieran por todo el reino, bajo el mando de tres ministros - Daniel era uno de ellos” (Dan 6,1-3)  Según el relato bíblico, Daniel vivió por lo menos hasta el tercer año de Ciro (536 a.C.), “El año tercero de Ciro, rey de Persia, una palabra fue revelada a Daniel, por sobrenombre Beltsassar. (Dan 10,1)

En Ezequiel aparece un sabio, modelo de virtud y de rectitud moral, llamado Daniel, y que se supone vivió en tiempos antiguos con Noé y Job (Cf. Ez 14:4.20; 28:3) En las listas posteriores a la cautividad encontramos de nuevo el nombre de Daniel (Cf. Esdras 8:2; Nehemías 10,7)

2.2   DANIEL ANUNCIA LA SALVACIÓN DE LOS FIELES JUDÍOS Y DE LA RESURRECCIÓN DE SUS MUERTOS.

Este breve capítulo anuncia de la salvación de los fieles judíos y de la resurrección de sus muertos. El profeta anuncia un último gran ataque contra el judaísmo, en el que los fieles serán protegidos por Miguel, el valedor de los intereses religiosos del pueblo judío. La perspectiva profética se extiende en un período no muy definido, pero parece que el contexto exige que el tiempo de angustia sea el de la época macabea. No obstante, este tiempo de prueba puede considerarse como tiempo de la aflicción de los justos al fin del mundo, y, en este sentido, la perspectiva puede ser de algún modo escatológica.

Después de esta prueba purificatoria para los justos, se salvaran los que de tu pueblo están escritos en el libro; “En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro”. En los capítulos anteriores, el autor sagrado habla reiteradamente del reino de los santos, que sustituirá a los imperios históricos. Sin duda que el hagiógrafo piensa aquí en la nueva teocracia mesiánica, de la que serán ciudadanos sólo los que han sido fieles, los sabios, que han vencido la prueba de la persecución y que han enseñado con su conducta y consejos a otros a vencerla. De este modo, como triunfadores, se salvarán los “que se encuentre inscrito en el Libro” o registro de la vida, en el que están inscritos los que han de sobrevivir. Dios lleva la contabilidad de las acciones de los judíos, y, conforme a su conducta, los inscribe o rechaza del libro de la vida. Y de esta salvación no sólo participarán los judíos que sobrevivan a la persecución después de haber sido fieles a la ley de Dios, sino que aun los muertos resucitarán, unos para recibir el galardón de la vida eterna y otros para eterna vergüenza; “Y muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno.

2.3  A MUCHOS LA JUSTICIA BRILLARÁ COMO LAS ESTRELLAS, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.

La perspectiva parece limitada en este texto a los judíos y a los perseguidores, si bien no se excluye la extensión de la resurrección en un sentido más universal. Se trata de una resurrección individual, no colectiva, nacional. En Isaías hemos visto que se anunciaba una resurrección de los individuos para participar en la era mesiánica de la nueva teocracia. “Revivirán tus muertos, tus cadáveres resurgirán, despertarán y darán gritos de júbilo los moradores del polvo; porque rocío luminoso es tu rocío, y la tierra echará de su seno las sombras” (Is 26,19). Ahora el autor del libro de Daniel anuncia también una resurrección de los judíos que han sufrido la persecución, leales a su ley religiosa, para participar de una vida eterna, que no se concreta más; al contrario, los que no han sido fieles a su ley o quizá los perseguidores resucitarán para eterna vergüenza y confusión. Entre los resucitados para la vida eterna destacarán los sabios, que con su palabra y ejemplo han enseñado la conducta que se debe seguir en los tiempos de persecución. Ellos han enseñado la justicia, es decir, el camino del temor de Dios y de la lealtad a sus preceptos, y como tales “brillarán” en la nueva era luminosa, que se abre con un fulgor comparable al de las estrellas; “los que hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por los siglos de los siglos”.

Después de anunciar la distinta suerte de los justos y de los culpables, Daniel recibe la orden de mantener ocultas las revelaciones que le acaba de hacer hasta el tiempo del fin:Tú, Daniel, ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos lo leerán y acrecentarán su conocimiento”. (Dan 12 12,4),  es decir, hasta el tiempo de su cumplimiento. Daniel debe, pues, tener en secreto lo que acaba de ver y oír hasta que llegue la hora de su manifestación.

3.    SALMO 15, LAS ASPIRACIONES DE INTIMIDAD CON DIOS.

Este Salmo es el desahogo íntimo del alma que encuentra su felicidad en vivir en compañía de Dios, porque Él es la fuente única de todo bien. De aquí se sigue el interés y el cariño por todos los que son fieles a su Dios.

El que sigue a Dios ha encontrado su mejor parte, la selecta. El salmista, consciente de este privilegio, tiene, de día y de noche, presente en su mente a su Dios y espera eternizar esta intimidad espiritual de vida con su Dios aun por encima de la muerte. Aleluya.

San Agustín comenta: (...) “Esperar a Dios de Dios, ser colmado de Dios por Dios. Él te basta, fuera de él nada te puede bastar” (Sermón 334, 3: PL 38, 1469).

Con el Salmo 15 imploramos: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”.

Sal 15, 5. 8-11

R. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.

El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.

Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.

Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R.

3.1   TERESA DE JESUS, AMIGA DE DIOS

“Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”, nos enseña Teresa de Jesús, también define la oración como: “tratar de amistad, con quien sabemos nos ama". Es así como para ella, la Oración, es tratar como un Amigo a Aquél que nos ama. Y a Dios le agrada estar con el hombre, su hijo, como el amigo que se goza en el amigo y como un padre se alegra con su hijo. Dios siempre se agrada cuando el hombre decide "estar en dialogo con el, o “a solas con El", orando, tratando con El como Amigo.

La Oración, como la amistad, es un camino que comienza un día y va en progreso. El orante comienza a tratar al Amigo que le ha amado desde toda la eternidad, y así empieza a conocerle, a amarle, a entregarse a El, en una relación que sabe no finalizará, pues en la otra vida será un trato "cara a cara" y en felicidad infinita y eterna.

3.2   ADHESIÓN Y AMISTAD DEL SALMISTA AL SEÑOR

“Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Sustancialmente, la idea central de este poema, es la de la confianza ciega en Dios. El salmista se sabe amigo de Dios y se acoge a la protección divina como única fuente de felicidad. Por eso lo proclama como Señor único, “Señor, tú eres mi bien”, pues sólo en El encuentra su bien. Como un hijo con su padre.

“Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado”.Vivamos con Dios como con un amigo, tengamos una fe viva para estar en todo unidos a Dios…….Dios en mí, yo en Él, he ahí mi vida”, expresa la Beata Carmelita Isabel de la Trinidad quien se goza de saber que Él es su bien, y así comenta además: “Mi alma se alegra en Dios, de Él espero mi liberación”

“Mas para mí, mi bien es estar junto a Dios; he puesto mi cobijo en el Señor”, se canta en el salmo 73, 28.

3.3  EL SEÑOR, ES LA PARTE SELECTA DEL JUSTO

“El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte!”. El salmista no quiere tomar parte en los cultos idolátricos, porque no tiene más que un Dios, que “es la parte de mi herencia y su cáliz”. La metáfora alude a la distribución de la tierra de Canaán entre las doce tribus. A la de Leví no se le dio extensión territorial, porque su parte o hijuela fue el propio Dios. Debía estar dedicada exclusivamente al culto, por pertenecer de un modo especial a Dios, y por eso las otras tribus debían atender al sostén material de sus miembros. El Señor, es, pues, la fracción y heredad especial de los levitas y sacerdotes; pero también lo era de Israel, de las almas piadosas. Y el mismo Israel es la heredad del Señor. La semejanza expresa bien la vinculación mutua de Dios e Israel.

Una segunda metáfora confirma la idea de que el Señor es el cáliz del salmista; alusión a la costumbre de dar el padre de familias a beber el cáliz común a sus hijos y huéspedes. En todo caso, se expresa la alegría del salmista, que se siente privilegiado al poder tener como posesión suya al propio Dios, ¡tú decides mi suerte!, el cual garantiza su suerte, es decir, su íntimo bienestar y felicidad.

Consecuencia de esta meditación profunda y secreta sobre su suerte privilegiada es su entrega sin reservas al Señor, al que tiene siempre ante su mente; y precisamente en esta su vinculación constante a su Dios está su seguridad inconmovible: no me moveré. “Él está a mi lado, nunca vacilaré”, Esto es, el Señor está siempre a su lado, protegiéndole contra todo peligro.

3.4  LA GRAN ALEGRÍA QUE EMBARGA AL SALMISTA

“Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro”. Este sentimiento de seguridad bajo la protección del Señor hace que el justo se entregue a momentos de alegría que penetran todo su ser: “se regocijan mis entrañas”, el corazón, y todo su ser, término que resalta enfáticamente la gran alegría que embarga al salmista al sentirse bajo la protección divina. “Y todo mi ser descansa seguro”, porque podrá hacer frente a todos los peligros. Movido de esta confianza, el salmista espera que su Dios no le dejará ir a la región subterránea donde están los difuntos, “no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro”, llevando una vida lánguida como de “sombras,” sin dolores físicos, pero tampoco con alegrías y satisfacciones positivas. El salmista espera que su Dios protector le libre del peligro de muerte, de ver la fosa del sepulcro.

3.5  EL SENDERO DE LA VIDA

“Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha”. El salmista expresa su esperanza de librarse de la muerte por intervención divina, que le hará conocer el camino de la vida”, es decir, le permitirá vivir en plenitud junto a El, gozando de la satisfacción de alegría y de las delicias a su derecha.

Nos enseña el salmista, que encuentra su felicidad en vivir en intimidad litúrgica con Dios en su templo. Dios, es el dispensador de toda felicidad, y se goza de tener relaciones con Dios, “saciándome de gozo en tu presencia” En sus aspiraciones de felicidad, el salmista desea convivir para siempre con su Dios; “En felicidad eterna a tu derecha”, quizá en estas frases haya un presentimiento de otra vida en unión con Dios, como se declara en el libro de la Sabiduría. En Proverbio 12:28, el “sendero de la vida” es el sendero de la justicia, y, como tal, se contrapone a los caminos que conducen a la muerte. Creo que, en la perspectiva del salmo, la contradicción “no está entre esta vida y la otra, sino entre la vida con Dios o sin Dios”.

3.6  TRANFORMAR EL SALMO EN ORACION

Este salmo nos invita a oírlo y transformarlo en oración, es un poema de penetrante fuerza espiritual. Al comentarlo, San Juan Pablo II, explica que es un cántico luminoso, con espíritu místico, como sugiere ya la profesión de fe puesta al inicio: “Mi Señor eres tú; no hay dicha para mí fuera de ti” (v. 2). Así pues, Dios es considerado como el único bien. Por ello, el orante opta por situarse en el ámbito de la comunidad de todos los que son fieles al Señor: “Cuanto a los santos que están en la tierra, son mis príncipes, en los que tengo mi complacencia” (v. 3). (Audiencia general del miércoles 28 de julio de 2004)

Expresemos confianza en la fidelidad de Dios aclamando: “Señor, me harás conocer el camino de la vida.”


4.    SEGUNDA LECTURA

En la Antigua Alianza era necesario multiplicar los sacrificios y ofrecerlos varias veces cada día; los creyentes estaban negociando sin cesar su perdón. La Nueva Alianza es totalmente distinta: el pecado tiene menos importancia que la iniciativa amorosa del Señor llamando al hombre a comulgar consigo. Por eso, el sacerdocio ministerial, ejercido a favor de los hombres, en el seno de la Iglesia, no es más que una participación colectiva del único sacerdocio de Cristo, quien “ofreció por los pecados, para siempre, un solo sacrificio”.

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 11-14. 18

Hermanos: Los sacerdotes del culto antiguo se presentan diariamente para cumplir su ministerio y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios, que son totalmente ineficaces para quitar el pecado.

Cristo, en cambio, después de haber ofrecido por los pecados un único Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios, donde espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies. Y, así, mediante una sola oblación, él ha perfeccionado para siempre a los que santifica.

Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna otra oblación.

Palabra de Dios.

3.7  “UNA SOLA OBLACIÓN” PARA PERFECCIONAR “SIEMPRE A LOS QUE SANTIFICA”

El autor condensa en pocas líneas la doctrina ya expuesta sobre la ineficacia de los sacrificios levíticos, impotentes para santificar, que son remplazados por el sacrificio único de Cristo, “Y, así, mediante una sola oblación, él ha perfeccionado para siempre a los que santifica”.

Un sacrificio que necesite repetirse: “Los sacerdotes del culto antiguo se presentan diariamente para cumplir su ministerio y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios”, está afectado de intrínseca insuficiencia, y ni siquiera los pecados del año podrá borrar realmente, sirviendo a lo más para dar cierta pureza legal y disponer los ánimos a implorar el perdón divino, el cual, caso de ser concedido, lo será en virtud del único sacrificio futuro de Cristo. “mediante una sola oblación”

A todos esos sacrificios antiguos, impotentes para santificar interiormente, sustituye el sacrificio de Cristo. Insistiendo en la excelencia de ese sacrificio de Cristo, el autor vuelve a proclamar lo que ha dicho ya muchas veces, es a saber, que, al contrario que los sacrificios levíticos, es único. Una vez ofrecido el sacrificio, Cristo no lo necesita repetir; “Cristo, en cambio, después de haber ofrecido por los pecados un único Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios”, esperando en su sede de gloria la plena realización de los efectos de aquella inmolación, con la sumisión total y definitiva de todos sus enemigos; “donde espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies”.

Bastó “una sola oblación” para perfeccionar “siempre a los que santifica”, es decir, para conseguir el perdón divino y purificar interiormente a los hombres de todos los tiempos, que serán, de hecho, individualmente santificados conforme vayan haciendo suyos esos méritos por medio de la fe y de los sacramentos . Como prueba de que en la nueva alianza, establecida con la oblación de Cristo: “Esta es la alianza que contraeré con vosotros después de aquellos días — dice el Señor —, depositando mis leyes en sus corazones y escribiéndolas en sus mentes, y de sus pecados e iniquidades no me acordaré más.” (Hebreos 10, 16-17), esto es, hay verdadera remisión de los pecados y Dios no se acordará más de nuestros pecados e iniquidades.

A manera de conclusión, viene la frase final: “Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna otra oblación”. Ofrecer nuevas sacrificios sería hacer una injuria a la sangre de Cristo, como si aquel sacrificio no hubiese bastado; “No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano”. (Gal 2:21). Ni esto se opone a la constante repetición en la Iglesia del sacrificio de la Misa, pues este sacrificio, no es distinto del sacrificio de la cruz, sino aquél mismo, que continuamente se renueva ante nuestra vista de modo incruento y nos aplica sus frutos.


5.    EVANGELIO Mc 13, 24-32

La destrucción de Jerusalén, no lo olvidemos, ¡era el fin del mundo! Unos medios judeocristianos recogen, por su cuenta, este Apocalipsis y hacen coincidir la destrucción de Jerusalén con la venida del Resucitado. La intención de Marcos, al relatar este pasaje, es alertar a sus lectores contra esta coincidencia: por sus enviados, los ángeles, la Iglesia tomará el relevo de la Jerusalén destruida en la empresa de reunir las naciones, y nada permite asegurar que esta fase podrá ser breve. En cuanto a la comparación de la “higuera” y a la fecha de “este día”, ambas se refieren exclusivamente a la caída de Jerusalén.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Jesús dijo a sus discípulos: En aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y Él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte. Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.

Palabra del Señor.

5.1   Y SE VERÁ AL HIJO DEL HOMBRE VENIR

El relato de San Marco, nos hace ahora la descripción de esta “venida” del Hijo del hombre. Esta narración la describen los tres sinópticos. Esta venida será “enseguida, después de la tribulación de “aquellos días”. En efecto, una vez que se ejerce el gran castigo, la “gran tribulación,” es cuando se va a realizar esta venida o parusía del Hijo del hombre. ¿Cómo?

La descripción de esta venida triunfal de Cristo, la describe este relato con los elementos siguientes:

“El sol se oscurecerá.”

“La luna dejará de brillar”

“Las estrellas caerán del cielo.”

“Los astros se conmoverán

En el relato de Lucas se explica además, que sobre la tierra habrá ansiedad entre las naciones, inquietas por el estrépito del mar y de las olas” y “Los hombres enloquecerán de miedo e inquietud por lo que viene sobre la tierra”. Es Mateo se expone: “Se levantarán todas las tribus de la tierra y verán al Hijo del hombre

5.2   LA “VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE

Toda esta descripción cósmica con la que se describe la “venida” del Hijo del hombre, no es más que el conocido género apocalíptico. Son imágenes calcadas en los elementos proféticos, con las que se acompañan las grandes intervenciones de la justicia divina de Isaías, Jeremías 4:23 Ezequiel 32:7 e Isaías, como la siguiente: “Lamentaos, porque se acerca el día del Señor, cruel, con cólera y furor ardiente, para hacer de la tierra un desierto y exterminar a los pecadores. Las estrellas del cielo y sus luceros no darán su luz, y el sol se oscurecerá naciendo, y la luna no hará brillar su luz” (Is 13:9.10).

Como se ve, se trata sólo de metáforas, con las que se pretende describir la grandeza y transcendencia de las intervenciones divinas. No se trata, pues, de presagios señalados por la transformación de los astros, sino de fuertes imágenes para indicar que Dios entra en escena.

En esa hora y con gran majestad será la “venida del Hijo del hombre” Se describe esta venida, es decir la ”parusía”, de la siguiente manera: “Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes lleno de poder y de gloria”.

Y Él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte.

Otra vez se está en una descripción hecha a base de elementos apocalípticos. Y, por tanto, hay que interpretar el contenido y enseñanza de este pasaje en función de este género literario.

5.3  ¿EXIGE QUE SEA UNA MANIFESTACIÓN SENSIBLE Y CORPORAL DE CRISTO?

Esta “venida” de Cristo, esta parusía y este “ver” al Hijo del hombre venir en esta hora con todo este poder ¿exige que sea una manifestación sensible y corporal de Cristo? Parece que no. La razón fundamental es que se está dentro del género apocalíptico, y, por tanto, hay que situar y valorar los elementos dentro del mismo. Por otra parte, la misma palabra parusía de Cristo, si en diversos pasajes neo testamentarios significa la venida final y sensible triunfal de Cristo, no siempre lo exige (Mt 28, 20b). Por eso no haría falta admitir una presencia sensible y corporal del mismo. Basta una “presencia” suya de orden moral o virtual: su poder justiciero sobre Jerusalén, cuyo anuncio vaticinó por “desconocimiento” del Mesías (Lc 19:41-44), y cuyo castigo anunció también que lo verá “esta generación” (Mt 24:34). Es lo que ya Mateo había dicho en otro contexto: “Os digo que hay algunos entre los presentes que no gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del hombre venir en su reino” (Mt 16:28). Lo que, evidentemente, no se refiere a una visión sensible de Cristo (Mt 10:23).

5.4  “LAS NUBES”, LOS “ÁNGELES”

“Y se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes……Y Él enviará a los ángeles”

“Las nubes” son otro de los elementos decorativos de las teofanías, y más aún en las teofanías apocalípticas, con el que se indica, generalmente, el poder extra cósmico de aquel a quien acompañan. Los “ángeles” son otro de los integrantes apocalípticos. Aquí aparecen a las órdenes del Hijo del hombre; sin duda se vincula a ellos el sonido de “la gran trompeta” (Mt), que tiene por misión el congregar y convocar. Está tomado del uso judío de convocarse las asambleas o reuniones judías al sonido de la trompeta, lo mismo que para la guerra o para hacer algún anuncio (Ex 19:16; 1 Tes 4:16; 1 Cor 15:52). Es la orden que se da “para que congreguen todos los elegidos” La universalidad se acusó por congregarlos desde “los cuatro vientos” (Zac 2:10) y de “un extremo al otro del horizonte”. Son imágenes tomadas del Antiguo Testamento. Esta cita pertenece a Zacarías (2:6), pero tomada posteriormente, ya que el texto original dice lo contrario: “Os dispersé por los cuatro vientos.” Debe de ser un complemento de los evangelistas o de las catequesis. Estos ángeles obedientes a las órdenes de Cristo acusan su trascendencia, ya que en el Antiguo Testamento están a las órdenes de Dios.

5.5  PARA QUE CONGREGUEN A SUS ELEGIDOS DESDE LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES

Y Él enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos “desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte”. Estos “elegidos” están, judíos y gentiles, esparcidos por todo el mundo y han de ingresar en el Reino. Y acaso se refiere preferentemente a los judíos de la “diáspora” que estuviesen entonces en la ciudad, ya que, como en Pentecostés, “residían en Jerusalén judíos, varones piadosos, de cuantas naciones hay bajo el cielo” (Hech 2:5). Sobre ellos, los ángeles del Hijo del hombre ejercerán una protección especial sobre estos “elegidos” (Sal 91:9-16).

Esta sección, que es una de las que hacen más fuerza en los autores para sostener que en ella se habla de la parusía final, admite perfectamente, y dentro de una línea homogénea, una interpretación literal de la “venida” de Cristo como triunfador, y que se le “ve” en el juicio predicho por él y ejercido sobre Jerusalén, y cuya “generación,” que lo condenó, había de presenciarlo, pues no pasaría dicha generación “sin que todas estas cosas sucedan” (Mt 24:34).

5.6  APRENDAN ESTA COMPARACIÓN, TOMADA DE LA HIGUERA.

Parábola de la higuera. — La primera indicación está tomada de la similitud de la higuera. Lucas le da una amplitud mayor a la comparación: “Aprendan esta comparación, tomada de la higuera”. Cuando las ramas echan hojas y se pueblan frondosamente, es que el verano “se acerca.” En la higuera, sus hojas gruesas y carnosas no empiezan a brotar hasta que el calor penetra en la tierra. Esto indica en Palestina, donde no se conoce la primavera propiamente dicha, la proximidad inmediata del verano.” (Comentario Biblia Nacar-Colunga)

5.7  CUANDO VEAN QUE SUCEDEN TODAS ESTAS COSAS

Pues así hace la comparación, “cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta - el reino de Dios -”, en esta fase triunfal de la “venida” de Cristo, cumpliendo su justicia y su promesa. “ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano” Posiblemente la parábola de la higuera, en su sentido primitivo, no apuntaba a los signos destructores, sino al poblarse de hojas y reverdecer su vida; o también que fuese un signo de la bendición que viene (Joel 2:22). Aunque acaso esté implícito lo que dice: “levantad vuestras cabezas, porque vuestra liberación está cerca” (Lc 21:28).

Sucederá a la generación a quien lo dice, es decir todo esto sucederá en un período relativamente corto. “no pasará esta generación, sin que suceda todo esto” Naturalmente, “esta generación” es la de aquellos a los que se dirige Jesucristo en esta hora. Y, puesto que éstos verán el cumplimiento de “todas estas cosas,” es que se refiere a la destrucción de Jerusalén (Mt 16:28).

5.8  EN CUANTO A ESE DÍA Y A LA HORA, NADIE LOS CONOCE

El absoluto desconocimiento de esta hora. Pero aún enseña más. El desconocimiento de “ese día y a la hora” es tal que no lo sabe “nadie,” ni los ángeles “ni el Hijo, sino sólo el Padre”, aunque probable, es discutido, este “Hijo” que pone aquí no es el Hijo en cuanto Verbo, sino el “Hijo del hombre” que se dice en el versículo siguiente.

Cristo como hombre no puede ignorar nada de lo que le compete de alguna manera a su misión. Es la doctrina constante enseñada por la Iglesia. Si aquí puede extrañar esta formulación; es por no valorar suficientemente el uso del verbo “conocer” en las lenguas semitas. Este no sólo significa un conocimiento especulativo, sino también práctico. Lo que viene a ser equivalente a actuar o tomar la iniciativa o manifestación de la obra de este día. Pero esto, tanto en el plan divino como en los relatos evangélicos, está reservado al Padre (Mt 20:23; 11:25; Lc 12:32, etc.). Este es el secreto y la hora del Padre para manifestarlo a los hombres. Cristo mismo dirá en otras ocasiones que aún no llegó su “hora”, lo que sugiere que, supuestamente, la sabía.

5.9  LA DESPREOCUPACIÓN DE LOS HOMBRES ANTE LA IGNORANCIA DE ESTA HORA.

El Señor con algunas pequeñas comparaciones destaca la despreocupación en que estarán los hombres ante esta hora. Como en tiempo de Noé, a los hombres, despreocupados del castigo, haciendo su vida ordinaria, de improviso los sorprendió el diluvio, así será “la venida del Hijo del hombre” (Lc 17:26-30). Hay otros ejemplos ambientales. Dos hombres estarán en sus oficios de campo, y uno será “tomado” y otro será “dejado.” Dos mujeres (Lc 17:35), ya que es lo usual, están moliendo con un molino de mano, que se compone de dos grandes piedras planas giratorias. Las dos están allí moliendo, y, en esta hora, una será “tomada” y otra será “dejada.” Por esa razón, tenemos que estar siempre a la espera y preparados. “Velad, pues, porque no sabéis en qué día llega vuestro Señor.” (Mt 24,42)

Jesús quiere hacer comprender que el misterio pascual ahora presente -su “hora”, será el comienzo de la fase final de los tiempos. De ahí que la Palabra de hoy, nos invita a todos, y ya mismo, es decir desde ahora, a la vigilancia y a escudriñar los acontecimientos sabiendo captar en ellos la proximidad del Hijo del hombre, es decir, de su retorno glorioso, donde “se verá al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria”, como también es un llamado a abrazar plenamente su Palabra, más estable que los cielos y la tierra; “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”; sin embargo, la pregunta concreta que muchas veces nos hacemos: ¿Cuándo...? queda sin respuesta. “Ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre”. Jesús, mientras se revela como el Hijo, muestra que no puede disponer ni del día ni la hora del fin. Por eso, en cuanto Hijo y hombre, se confía él mismo por completo al designio de amor y salvación del Padre.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

     XXXIII Domingo Ciclo B

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

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