“ENTONCES PEDIMOS AUXILIO AL SEÑOR, EL DIOS DE NUESTROS PADRES, Y EL ESCUCHÓ NUESTRA VOZ”….. “EN EL PELIGRO, SEÑOR, ESTÁS CONMIGO”……PORQUE SI CONFIESAS CON TU BOCA QUE JESÚS ES EL SEÑOR Y CREES EN TU CORAZÓN QUE DIOS LO RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS, SERÁS SALVADO”….. “ESTÁ ESCRITO: ADORARÁS AL SEÑOR, TU DIOS, Y A ÉL SOLO RENDIRÁS CULTO”.

Reflexión desde las Lecturas del I Domingo de Cuaresma, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

1.     ¿DE QUÉ PARTE NOS PONEMOS?

Al inicio de la Cuaresma, este evangelio pone delante de nuestros ojos toda la seriedad de la vida cristiana. Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino... contra los espíritus del mal que están en las alturas” (Ef 6, 12). Desde el Paraíso (Gén 3), toda la historia humana es una lucha entre el bien y el mal, entre Cristo y Satanás. La Cuaresma nos fuerza a una decisión: ¿De qué parte nos ponemos?

Pero en esta lucha no estamos a la deriva. Cristo ha luchado, para que nosotros luchemos; Cristo ha vencido para que nosotros venzamos. En este sentido, la liturgia de Cuaresma comienza haciéndonos elevar los ojos a Cristo, para seguirle como modelo y para dejarnos influir por el impulso interior de combate victorioso que quiere infundir en nosotros.

También se nos indican las armas para vencer a Satanás. A cada tentación Jesús responde con un texto de la Escritura. En estos días Cuaresmales se nos invita a alimentarnos con más abundancia de la Palabra de Dios, para que esta sea como un escudo que nos haga inmunes a las asechanzas del enemigo. El salmo responsorial nos recuerda la confianza que, ante la prueba, Cristo tiene en el Padre y que nosotros necesitamos para no sucumbir a la tentación: “me invocará, y Yo le responderé”. Necesitamos vivir la fe (segunda lectura), una fe hecha plegaria –«no nos dejes caer en la tentación»–, que es la que nos libra de la esclavitud del pecado y de Satanás, pues sólo la fe da la victoria (1 Jn 5,4).

2.     PRIMERA LECTURA

Cuaresma es conversión, y nada ayuda tanto en nuestra propia conversión a Dios, como el recuerdo de todo lo bueno que Dios ha hecho por nosotros. Por eso, esta lectura es sobre Dios lleno de misericordia y liberador de su pueblo de la servidumbre egipcia. Esta servidumbre y liberación, simbolizan nuestras propias servidumbres al mal; y la obra de Cristo a favor de nuestra liberación anterior.

Lectura del libro del Deuteronomio 26, 1-2. 4-10

Moisés habló al pueblo diciendo: Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia, cuando tomes posesión de ella y te establezcas allí, recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor, tu Dios, las pondrás en una canasta, y las llevarás al lugar elegido por el Señor, tu Dios, para constituirlo morada de su Nombre. El sacerdote tomará la canasta que tú le entregues, la depositará ante el altar, y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios: “Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y El escuchó nuestra voz. El vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios. Él nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel. Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me diste”. Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de Él.

Palabra de Dios.

2.1       DEUTERONOMIO.

“Deuteronomio” significa en griego “Segunda Ley”, y es una traducción del Misneh hattorah (“repetición de la Ley”) de 17,18; en realidad, este título adecúa perfectamente al contenido del libro, ya que se trata de una nueva promulgación de la mayor parte de la legislación contenida en los libros anteriores del Pentateuco. En las Biblias hebraicas modernas se le designa por las primeras palabras del TM: 'elleh haddebarim (“estas palabras”).

Por su forma y contenido, el Deuteronomio es un libro distinto a los cuatro anteriores del Pentateuco, ya que no es una narración histórica ni una mera codificación fría, sino una composición oratoria del género parenético, en el que se recogen los discursos de Moisés en Moab antes de entrar los israelitas en Canaán y al término de la gran peregrinación por el desierto. Es como una recapitulación de los hechos ocurridos desde el Sinaí y una nueva proclamación de las leyes básicas de la teocracia hebrea. El tono es solemne y exhortatorio, como conviene en boca del libertador y legislador de Israel en el momento en que se va a despedir de su pueblo una vez cumplida su ingrata misión. La idea central de sus discursos de despedida es que sólo el cumplimiento fiel de los preceptos divinos atraerá la bendición del Señor. No es una mera exposición de hechos o leyes, sino que ambas cosas están envueltas en un espíritu de amor a Dios y al prójimo. Esto es característico del Deuteronomio.

2.2       ENTREGA DE LAS PRIMICIAS DE LOS PRODUCTOS DE LA TIERRA, PROFESIÓN DE FE DEL PUEBLO ESCOGIDO

Este capítulo se refieres a la disposición de entrega de las primicias de los productos de la tierra a los sacerdotes en reconocimiento a los favores otorgados por el Señor al liberar a Israel de Egipto y darle una tierra que mana leche y miel.

En la legislación mosaica se habla reiteradamente de las primicias. El deuteronomista insiste en el carácter de reconocimiento por la protección del Señor al liberar a Israel de Egipto e instalarle en Canaán, como había prometido a los patriarcas.

El fiel israelita deberá presentar en un canasto las primicias del producto del suelo (cereales sobre todo) al sacerdote en el lugar elegido por el Señor, es decir, el santuario de Jerusalén. “recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor”. Al entregar los canastos, el fiel debe hacer un acto de fe y de reconocimiento al Señor. “tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios”. Y recuerda el origen no israelita de su antepasado Abraham-Jacob y su vida errante por Canaán y Egipto, contraponiendo su azarosa situación a la actual del israelita, asentado pacíficamente en la heredad del Señor. En Egipto, Dios multiplicó al pueblo elegido y por fin lo liberó de la opresión. Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y El escuchó nuestra voz. El vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo”

Ahora es el Señor el que dispensa la feracidad a la tierra que mana leche y miel; “Él nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel”.  En comparación con las estepas del Sinaí, la tierra de Canaán era un oasis con variados frutos: trigo, aceite, vino, etc. Quizá el deuteronomista insiste en que el israelita reconozca al Señor como otorgador de los bienes del campo para hacer frente a la opinión popular de atribuir a los baales cananeos la feracidad de la tierra.

Esta ofrenda de primicias debía terminar con un banquete alegre de familia, al que debían ser invitados los necesitados: el levita y el extranjero, es decir, el forastero asimilado a la sociedad israelita.

Es así, como con la ofrenda anual de las primicias, Israel evocaba el acontecimiento más evidente de toda la historia de la salvación: que es siempre el amor de Dios el que toma la iniciativa para librarnos de toda esclavitud. En la ofrenda de las primicias el israelita declara la motivación de su gesto ofertorial: el  recuerdo de las intervenciones de Dios en favor de sus padres y de todo el pueblo, que culminan con la entrega de la Tierra Prometida.

Nosotros tenemos muchos motivos, más aún que los antiguos israelitas, para alabar a Dios y ofrecerle toda nuestra vida: Él nos creó, pero más aún nos redimió, en prueba de su amor inmenso y gratuito, que está suscitando siempre nuestra correspondencia de amor, de adoración, de entrega total. Todo cuanto tenemos es de Él, y nosotros, llenos de amor, se lo devolvemos, con toda nuestra voluntad, libremente. Igual que el pueblo de Israel, y con mayor razón, nosotros, que vivimos en la época de la técnica, del progreso y del bienestar, debemos ofrecer a Dios nuestras cosas, y, sobre todo, nuestras vidas.

3.     SALMO Sal 90, 1-2. 10-15

Ante la acción de Dios, el salmo nos invita a confiar plenamente en el Señor. Participamos de esta oración, aclamando: En el peligro, Señor, estás conmigo.

R. En el peligro, Señor, estás conmigo.

Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso, di al Señor: “Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío”. R.

No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa, porque Él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos. R.

Ellos te llevarán en sus manos para que no tropieces contra ninguna piedra; caminarás sobre leones y víboras, pisotearás cachorros de león y serpientes. R.

“Él se entregó a mí, por eso, Yo lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre; me invocará, y Yo le responderé. Estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré”. R.

3.1       A LA SOMBRA DEL TODOPODEROSO.

Este poema tiene un marcado carácter didáctico y canta la protección qué dispensa Dios al que se confía a su providencia. “Mi refugio y mi baluarte, mi Dios, en quien confío”. En esta primera parte, el salmista se refiere a las seguridades conferidas al que se confía a Dios. Leída completamente la primera parte, 1-11, observamos que se caracteriza por el estilo brillante con atrevidas metáforas: el salmista enumera las ventajas de confiarse al Altísimo.

La confianza en Dios no evitará al justo morir de la peste, la guerra y el hambre, ni estará al abrigo necesariamente de las desgracias de la vida. Pero el salmista quiere recalcar que la Providencia divina vela paternalmente por el fiel que a ella se confía, y, en consecuencia, le salvará de muchas situaciones de peligro.

La doctrina del poema se resume en la frase de San Pablo: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rom 8:31). El fiel se encuentra a la sombra de la protección divina como el huésped en casa bien abastecida y segura. No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa, porque Él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos”. El Señor, pone a disposición de sus fieles a los ángeles para que les guíen y protejan. Dios no abandona a los suyos. Urge la necesidad de que la protección divina se extienda en esta vida al fiel. En la perspectiva cristiana, esta vida está condicionada a las exigencias de la eterna, y, por tanto, Dios puede permitir que sus fieles sufran aquí toda clase de calamidades, con tal de preservarlos incólumes para el más allá.

El salmista insiste en que, contando con la protección divina, el fiel al Señor está libre de calamidades y plagas; No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa”

3.2       “EL TE ENCOMENDÓ A SUS ÁNGELES PARA QUE TE CUIDEN EN TODOS TUS CAMINOS”.

La Providencia divina llega hasta poner a sus ángeles como custodios de los suyos para que no les alcance ningún mal. “Él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos”. La expresión del poeta es bellísima: Ellos te llevarán en sus manos para que no tropieces contra ninguna piedra”, esto es, los ángeles levantarán en sus manos a los fieles para que al andar no tropiecen y caigan. Es más, el que está bajo la protección divina podrá caminar pisando animales venenosos sin ser mordido; caminarás sobre leones y víboras, pisotearás cachorros de león y serpientes”. La expresión ha de entenderse en sentido amplificado, para encarecer el cuidado excepcional que el Señor tiene de los suyos.

“Él se entregó a mí, por eso, Yo lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi Nombre; me invocará, y Yo le responderé. Estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré”. R.

El Señor, se siente obligado a libertar y proteger Yo lo libraré; lo protegeré” al que en todas las circunstancias permanece adherido a Él, reconociéndole como Dios: “conoce mi nombre”, expresión que equivale a hacer profesión al Señor. Por eso le invoca en la tribulación, seguro de que su Dios no le dejará abandonado. Estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré”. El Señor, promete escucharle y liberarle, rehabilitándole socialmente y glorificándole ante los que han sido testigos del auxilio divino prestado

4.     SEGUNDA LECTURA

Esta lectura aborda otro ángulo de nuestra conversión: no tenemos fuerza para con vertimos profundamente. No podemos mejorar nuestras vidas con facilidad. La conversión es un don de Cristo. El murió y resucitó para hacer posible nuestra conversión.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 10, 5-13

Hermanos: Moisés escribe acerca de la justicia que proviene de la Ley: “El hombre que la practique, vivirá por ella”. En cambio, la justicia que proviene de la fe habla así: “No digas en tu corazón: ¿quién subirá al cielo?”, esto es, para hacer descender a Cristo. O bien: “quién descenderá al Abismo?”, esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos. Pero ¿qué es lo que dice acerca de la justicia de la fe? “La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”, es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos. Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: “El que cree en El, no quedará confundido”.

Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que coima de bienes a quienes lo invocan. Ya que “todo el que invoque el nombre del Señor se salvará”.

Palabra de Dios.

4.1       LA PROFESIÓN DE FE DEL QUE CREE EN JESUCRISTO

Ni los judíos pueden buscar apoyo en la Ley para defender su punto de vista, pues la Ley, con sus instituciones y prescripciones, está ordenada hacia Jesucristo y debe conducir a creer en El, llegando entonces a su “fin” o plenitud.

San Pablo pone frente a frente las dos justicias, la que proviene de la Ley; “En cambio, la justicia que proviene de la fe habla así: “No digas en tu corazón: ¿quién subirá al cielo?”, esto es, para hacer descender a Cristo” y la que proviene de la fe; “¿qué es lo que dice acerca de la justicia de la fe? “La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”, es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos”, concluyendo que es ésta la única aceptable lo mismo para judíos que para gentiles; “Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor”. Para hablar de la primera, San Pablo se apoya en Lev 18:5: ““El hombre que la practique, vivirá por ella”.

La misma cita, y en contexto muy parecido, hace también en Gal 3:12. Esa “vida” a que se refiere el texto del Levítico no es meramente la vida temporal, ni tampoco la vida futura, de que el Pentateuco no habla, sino la vida en amistad con Dios, prácticamente equivalente a la “justicia” de que se viene hablando. Lo que el Apóstol parece intentar con esa cita del Levítico es hacer ver que en la economía de la Ley cada uno había de labrarse su “justicia,” cumpliendo exactamente todos sus preceptos, cosa muy difícil de realizar (cf. Hech 15:10), y, desde luego, imposible sin el auxilio de la gracia interior, que no se daba en virtud de la Ley precisamente, sino en virtud de la fe. La Ley, en cuanto tal, es decir, como contrapuesta a la fe y, por tanto, aislada de la gracia, más bien era ocasión de pecados, ofreciendo una “justicia” a la que era imposible llegar.

Al contrario, la “justicia” proveniente de la fe es fácil de alcanzar. Es la idea que San Pablo trata de inculcar en los, valiéndose de las mismas expresiones empleadas por Moisés con referencia a la Ley (cf. Dt 30:11-14). Moisés ha dicho de la Ley que, para conocerla, no es necesario subir al cielo ni atravesar los mares..; con mayor razón debe decirse esto del Evangelio, pues no es necesario subir al cielo; “para hacer descender a Cristo”, puesto que ya bajó en la encarnación, ni “descender al abismo” para hacerle subir, puesto que ya resucitó de entre los muertos, sino que basta con escuchar la doctrina predicada por los apóstoles, creyendo con el corazón y confesando con la boca que Jesús es el Señor y que ha resucitado; Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado”

“La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”, señalan claramente el doble aspecto (interior y exterior) que ha de revestir la fe cristiana.

En síntesis, por la fe en Cristo nos es posible a todos los hombres la regeneración y la reconciliación con Dios entre nosotros mismos. San Agustín comenta este pasaje:

“Creamos en Cristo crucificado, pero resucitado al tercer día. Esta fe, la fe por la cual creemos que Cristo resucitó de entre los muertos es la que nos distingue de los paganos... El Apóstol dice: “Pues si crees en tu corazón que Jesús es el Señor y confiesas con tu boca que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás” (Rom 10,9). Creed en vuestro corazón... Pero sea vuestra fe la de los cristianos, no la de los demonios...”

“Pregunta a un pagano si fue crucificado Cristo. Te responderá: “Ciertamente”. Pregúntale si resucitó y te lo negará. Pregunta a un judío si fue crucificado Cristo y te confesará el crimen de sus antepasados. Pregúntale, sin embargo, si resucitó de entre los muertos; lo negará, se reirá y te acusará. Somos diferentes... Si nos distinguimos en la fe, distingámonos, de igual manera, en las costumbres, en las obras, inflamándonos la caridad” (San Agustín, Sermón 234,3).

5.     EVANGELIO

Jesús es tentado en el desierto. Él fue allá para rezar largo y prepararse a una misión que implicaba luchar contra el mal. Así la Cuaresma es una invitación para orar por la conversión. Jesús venció la tentación y nos enseñó a superarla.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 1-13

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: “Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan”. Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan”. Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: “Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá”. Pero Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto”. Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: “Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”. Pero Jesús le respondió: “Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de Él, hasta el momento oportuno.

Palabra del Señor.

5.1       EL TRIUNFO SOBRE SATANÁS

Ciertamente, este relato es uno de los más enigmáticos de toda la tradición evangélica. El relato que nos presenta el Evangelio de Lucas, es igual que el de Mateo, sólo que Lucas invierte el orden de las dos últimas tentaciones que relata Mateo.

Nuestro Señor Jesucristo, en Jerusalén triunfa por primera vez sobre Satán, y en Jerusalén, en el Calvario, triunfará definitivamente sobre él. Termina su relación diciendo que el diablo se retiró de él hasta el “momento oportuno”; pero, aunque falta el artículo, quiere señalar directamente la pasión, ya que, terminadas las tentaciones, Cristo comienza su vida pública.

Si en las “tentaciones” se lo presenta como el Mesías auténtico, profético, el triunfo triple sobre Satán lo presenta también como el Mesías vencedor contra Satán, en su lucha contra el reino. Pues “si arrojo a los demonios con el Espíritu de Dios es que ha llegado a vosotros el reino de Dios” (cf. Mt 12:28).

El diablo, el demonio, Satanás, significa, conforme a su etimología, “arrojador,” en sentido de acusador, calumniador o tentador. Su oficio es triple en la literatura rabínica: solicitar al hombre al pecado (cf. Zac 3:1; Job 2:6ss), acusarlo luego ante el tribunal de Dios y aplicar la muerte en castigo al pecado; de ahí llamarle “el ángel de la muerte.”

5.2       CONDUCIDO POR EL ESPÍRITU AL DESIERTO

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días”.

Jesús, sometido en todo a la acción del Espíritu Santo, va “al desierto.” El Espíritu “lo lleva”, “fue conducido”. Se entiende que es el desierto de Judea. Va al desierto para ser “tentado” por el demonio. También podemos entender “tentado” ser sometido a prueba.

El desierto aparece en la literatura judía y oriental como lugar donde moraba: los malos espíritus, y en especial los demonios (Mt 12:43; Lc 11:24; cf. Is 13:21; Tob 8:3; Bar 4:35). Pero tiene también otro sentido mesiánico, además de lugar de penitencia y aislamiento. Las comunidades de esenios y Qumrán son un claro ejemplo de ello.

5.3       “SI TÚ ERES HIJO DE DIOS, MANDA A ESTA PIEDRA QUE SE CONVIERTA EN PAN”.

El tiempo que establecen los evangelistas para esta tentación es de cuarenta días y cuarenta noches, cifra de ambiente bíblico. Así, el diluvio (Gen 7:12); la estancia de Moisés en el Sinaí (Ex 24:18); los años de Israel en el desierto (Núm 14:33-34); años de una generación.

Fue durante este período de cuarenta días cuando se dice que Jesús experimentó tentaciones. La primera está perfectamente situada. Jesús ayunó cuarenta días y sintió hambre. “Si eres Hijo de Dios,” le dice el tentador, con cuya respuesta esperaba saber si era el Mesías o no, que transforme estas piedras en pan. Sugerencia bajo capa de piedad: que no sufra un privilegiado hijo de Dios.

Jesús le contesta con un argumento de la Escritura: “Está escrito.” La palabra de Dios cierra toda discusión. “El hombre no vive sólo de pan, sino de toda palabra que sale de boca de Dios” (Dt 8:3). Cristo alude aquí al sentido espiritual de confianza en la omnipotencia de Dios, en función de otra vida superior, a la que hay que atender con preferencia. Que es lo que Jesús recordará más tarde junto al pozo de Siquem: “Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió” (Jn 4:34). Por eso dijo a sus discípulos: “Yo tengo una comida que vosotros no sabéis” (Jn 4:32).

Jesucristo pudo hacer el milagro. Pero éste no debe hacerse inútilmente. El abandono al Espíritu y a la Providencia fue el medio para rechazar la tentación. La Escritura, con todos los procedimientos y sentidos rabínicos, cerraba toda discusión.

5.4       TE DARÉ TODO ESTE PODER Y EL ESPLENDOR DE ESTOS REINOS

Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: “Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá”

En la segunda tentación, (tercera en Mateo) el demonio interviene para que Jesús vea los reinos del mundo y su atracción. Se trata de un hecho análogo al que se lee en Ez 40:2;  y que se realizó “en visión”: “Me condujeron y me pusieron sobre un monte muy alto.” Es una visión imaginativa y fantasmagórica, ya que naturalmente es imposible; aparte que Lucas lo insinúa al decir que fue “en un instante”. “Te daré todo este poder y el esplendor….Si tú te postras delante de mí”, le dijo el tentador. Los judíos contemporáneos de Jesús esperaban un Mesías político y nacional, que aparecería con pompa dominación y prodigios. Así se presentaron una serie de pseudomesías, como se ve en los evangelios (Mc 10:35ss; Lc 24:21; Jn 6:15). No es que el diablo tenga dominio sobre el mundo. Únicamente en el sentido de que influye en sembrar el mal, Jesús le llamó “príncipe de este mundo” (Jn 12:31), y San Pablo le llega a llamar “Dios de este mundo” (2 Cor 4:4). Por eso Jesús, citando de nuevo la Escritura (Dt 6:13), desenmascara la falta de sus poderes y le ordena que se aparte: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto”.  Sólo a Dios se puede adorar y temer como fuente y dador de todo poder.

“Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de Él, hasta el momento oportuno”. No directamente, pero sí indirectamente, tentó luego a Jesús a través de los fariseos y saduceos, queriendo intimidarle en el desarrollo de su mesianismo; de las turbas, que querían hacerle rey temporal; de los que intervinieron en la pasión. Todos colaboraron a aquel momento, del que Jesús dijo: “Viene el príncipe de este mundo contra mí” (Jn 12:31).

5.5       “SI TÚ ERES HIJO DE DIOS, TÍRATE DE AQUÍ ABAJO

Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: “Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”. Pero Jesús le respondió: “Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.

La tercera (segunda en Mateo) es de tipo espiritual. Aunque las expresiones “el demonio condujo a Jesús” de Lucas, el verbo “conducir o llevar” de puede también indicar incitar a algo.

Desde allí, el diablo interviene para que Jesús esté en la “Ciudad Santa,” Jerusalén, y sea “puesto” sobre el pináculo del Templo, la parte más alta, probablemente era la techumbre de uno de los pórticos dentados del recinto general del Templo, donde se lograría mejor la espectacularidad de la propuesta.

Según Josefo, (Historiador Judío) la vista del Cedrón desde el “pórtico real” causaba vértigo: más de 180 metros. Desde el “pináculo” despeñaron a Santiago el Menor el año 62, y éste debe de ser un punto de la muralla oriental.

En una de las concepciones rabínicas se contaba precisamente que el Mesías se revelaría estando de pie, sobre el techo del Templo, para anunciar a Israel que su redención había llegado. En aquel ambiente, y a la hora de los sacrificios, hubiese sido un prodigio tal que acusaría ser él el Mesías.

De nuevo Jesús rechaza la tentación con la Escritura: “No tentarás al Señor tu Dios,” que se refiere al Dt 6:16, y se alude con él al pasaje del Éxodo cuando, faltos de agua en el desierto, exigían los israelitas a Moisés un milagro. “¿Por qué tentáis al Señor” les dijo Moisés (Ex 17:2). Nuevamente Jesús, confiando en la providencia de Dios, rechazó la tentación. No era “confiar” en Dios arrojarse temerariamente, exponiendo su vida, y esperar que Dios milagrosamente lo salvase. Los ángeles protegen al “justo” (Sal 91:11ss), pero no al temerario suicida. Y esto suponiendo que no le propusiese tirarse, por lo descabellado, desde 180 metros.

5.6       TENTACIONES MESIÁNICAS

¿Qué intención tienen los evangelistas al describir estas “tentaciones”? Algunos, en la antigüedad, pensaron en una victoria ejemplar y eficiente de Cristo sobre las tentaciones y pecados genéricos de los hombres: gula, vanagloria, soberbia, que cita San Juan (1 Jn 2:16). Así se podía Cristo compadecer de nosotros y animarnos en la lucha: “Confiad, yo he vencido al mundo” (Jn 16:33). Para otros significan la absoluta impecabilidad de Cristo: “¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?” (Jn 8:46). Otros querían ver que en el desierto donde Israel fue tentado y pecó, Cristo supera aquella conducta. Y hasta se pensó que, contra el pecado del paraíso, él era el nuevo Adán.

La interpretación general, sin embargo, es que tienen un valor mesiánico. Jesucristo es tentado en cuanto Mesías, pues el diablo le dice: “Si eres Hijo de Dios,” palabras que se refieren directamente al Mesías, aunque en esta redacción literaria, van a tener el sentido del Mesías-Dios.

Se producen, además, en el desierto, símbolo y escenario de la edad mesiánica. Ya en tiempos de los profetas existía la tradición según la cual el tiempo de la restauración de Israel, los tiempos mesiánicos, se verán precedidos de un período más o menos largo en el que se repitan las experiencias del pueblo de Dios en su peregrinación por el desierto antes de entrar en la tierra prometida. Pero, sobre todo, esta corriente de ideas penetraba íntimamente la conciencia del judaísmo contemporáneo de Jesús. Estaban convencidos de que el Mesías había de venir del desierto y que inauguraría la era mesiánica repitiendo la fenomenología del desierto.

En este marco ideal del desierto es donde se comprende bien todo el sentido profundo del mesianismo que en esta escena se contiene. Todos los elementos concurren a ello: la cifra de cuarenta días, las citas del Deuteronomio, el “maná,” la condena de la idolatría recordando la escena del “becerro de oro,” son sucesos todos del pueblo de Israel en el desierto. Todo ello hace ver que el sentido de estas tentaciones fue mesiánico.

5.7       UN RELATO ENIGMÁTICO, UN MISTERIO QUE DIOS TRAZA

Se comprende bien que Cristo, después del bautismo y antes de su vida pública de Mesías, se hubiese retirado algún tiempo a la oración, como hacía en otras ocasiones, máxime en momentos trascendentales, y que fuese este lugar una región desértica.  Sin embargo, ciertamente, este relato es uno de los más enigmáticos de toda la tradición evangélica.

Primero, ¿por qué el Mesías va al desierto a “ayunar” y a ser “tentado por el demonio,” y para ello, además, es “conducido” o “llevado” por el Espíritu Santo? Es ya un misterio, pero que Dios traza. Son los planes de Dios.

Y en estas “tentaciones” A prueba,” en la primera — ¿y por qué el Mesías tiene “hambre”? — no se resuelve por el expediente fácil del milagro, sino por el abandono a la Providencia de Dios. Si se hubiese hecho conforme a la proposición diabólica, el Mesías no seguiría el mesianismo profético, espiritual y de dolor (Isaías), que Dios trazó.

La segunda “tentación” era exponer que Jesucristo no recibe el poder de Satanás — como los fariseos decían de los milagros de Jesús —, sino de Dios. No era por recursos políticos — piénsese en tantos tronos de entonces logrados por sangre, en el fondo, por Satán —. Es verdad que en el salmo 2:6.8 se prometen al Mesías los reinos de la tierra. Pero éstos no le vienen por donación de Satán, que no tiene, sino de Yahvé. Lo llamaron en vida “endemoniado” y que realizaba prodigios en virtud del diablo. Es aquí la proclamación de los poderes mesiánicos, y del mesianismo universal, que Dios le dio.

La tercera “tentación,” la espectacular, de bajar en la hora esplendente del Templo en manos de ángeles — ¿la gente vería los ángeles? —, era provocar el mesianismo por aclamación de triunfalismo espectacular. Lo que no era el Mesías profético, que triunfaría, finalmente en la cruz.

5.8       MIENTRAS ESTEMOS CIMENTADOS EN CRISTO, PARTICIPAREMOS DE SU SEGURIDAD

"A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos" (Sal 90,11). El diablo conoce bien esta promesa porque la supo utilizar en la hora más álgida de la tentación; sabe bien cuál es nuestra fuerza y nuestra debilidad. Pero no tenemos nada que temer si permanecemos a la sombra del trono del Altísimo.

Mientras estemos cimentados en Cristo, participaremos de su seguridad; él ha hecho añicos el poder de Satanás [...] y de ahora en adelante los espíritus malignos, en vez de tener poder sobre nosotros, tiemblan y se espantan a la vista de un verdadero cristiano. Pues saben que poseen lo que les hace vencedores; que pueden, si quieren, mofarse de ellos y ponerlos en fuga. Los espíritus malignos lo saben bien y lo tienen muy presente en todos sus asaltos; sólo el pecado les da poder sobre ellos, y su gran empeño consiste en hacerles pecar, en sorprenderles en el pecado, sabiendo que no hay otro modo de vencerlos.

“Por eso, hermanos míos, no seamos ignorantes de sus planes, sino, conociéndolos bien, vigilemos, oremos, ayunemos, permanezcamos bajo las alas de Altísimo, que es nuestro escudo y auxilio (J. H. Newman, Sermón liturgici, Fossano, s.f., 144).

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

(La referencias de esta Reflexión Estudio del Evangelio están tomadas de la Biblia Nácar-Colunga)

I DOMINGO DE CUARESMA CICLO C

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

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