“MIRA HACIA EL CIELO”.. “ABRAM CREYÓ EN EL SEÑOR”…“YO BUSCO TU ROSTRO, SEÑOR, NO LO APARTES DE MÍ”… “NOSOTROS SOMOS CIUDADANOS DEL CIELO”…. “ESPERAMOS ARDIENTEMENTE QUE VENGA”… “Y VIERON LA GLORIA DE JESÚS”… “PEDRO DIJO A JESÚS: “MAESTRO, QUÉ BIEN ESTAMOS AQUÍ!”…“DESDE LA NUBE SE OYÓ ENTONCES UNA VOZ QUE DECÍA: “ESTE ES MI HIJO, EL ELEGIDO, ESCÚCHENLO”.

Reflexión desde las Lecturas del II Domingo de Cuaresma, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

1.      DEJARNOS SEDUCIR POR CRISTO

Introducidos en el camino cuaresmal, la Iglesia nos presenta hoy a Cristo en su transfiguración: Un acontecimiento indescriptible, pero que pone de relieve la hermosura de Cristo; “su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante”, y el enorme atractivo de su persona, que hace exclamar a Pedro “¡Qué bien estamos aquí!”.

Todo el esfuerzo de conversión en esta Cuaresma sólo tiene sentido si nace de este encuentro con Cristo. Pablo se convierte porque se encuentra con Jesús en el camino de Damasco (Hch 9,5). Pues, del mismo modo, nosotros no nos convertiremos a unas normas éticas, sino a una persona viviente. De ahí las palabras del salmo y de la antífona de entrada: Mi corazón sabe que dijiste: “Busquen mi rostro”… “Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí”. Se trata de mirar a Cristo y de dejarnos seducir por él. De esta manera experimentaremos, como Pablo, que lo que nos parecía ganancia nos parece pérdida (Fil 3, 7-8) y la conversión se obrará con rapidez y facilidad.

Y, por otra parte, la transfiguración nos da la certeza de que nuestra conversión es posible: “El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio”. (Segunda Lectura) Si la conversión dependiera de nuestras débiles fuerzas, poco podríamos esperar de la Cuaresma. Pero el saber que depende de la energía poderosa de Cristo nos da la confianza y el deseo de lograrla, porque Cristo puede y quiere cambiarnos.

2.      PRIMERA LECTURA

Hacer alianzas era común entre los pueblos de los tiempos bíblicos, como sucede hoy en día con los tratados que se firman entre los países. Estas alianzas se realizaban a través de diversos ritos. Uno de ellos era que quienes firmaban, pasaran en medio de animales descuartizados, como signo de que su alianza era hasta la muerte y que preferían morir antes de romperla. En este relato quien pasa entre los animales muertos no es Abraham, sino Dios, porque la Alianza es desproporcionada. Abraham sólo puede aceptarla porque es totalmente beneficiosa para él. Es Dios quien, entonces, se ha comprometido, por toda la eternidad, a mantener la alianza con su pueblo.

Lectura del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18

Dios dijo a Abram: “Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”. Abram creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación. Entonces el Señor le dijo: “Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra”. “Señor, respondió Abram, ¿cómo sabré que la voy a poseer?”. El Señor le respondió:

“Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma”. El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abram las espantó. Al ponerse el sol, Abram cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados.

Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abram diciendo: “Yo he dado esta tierra a tu descendencia”.

Palabra de Dios.

2.1        GÉNESIS.

El nombre proviene de la versión de los LXX, y alude a su contenido sobre el origen del mundo y de la humanidad. Entre los hebreos palestinenses, este primer libro del Pentateuco era llamado Beresit (“al principio”), que es la primera palabra del texto hebreo.

En este libro se trata de narrar los orígenes del pueblo hebreo, y, como preámbulo a la historia de la elección de los patriarcas, se da la prehistoria del mismo, enlazando tradiciones y recuerdos en torno a determinados personajes primitivos hasta llegar al primer hombre. Y, como introducción al origen del hombre, se describe el origen del universo y de todos los seres de un único Dios Creador. Así, pues, el libro comienza con la creación del cosmos, para terminar con la muerte de José, que cierra la serie patriarcal.

El libro se divide en dos partes netas: a) origen del mundo y prehistoria de la humanidad (cc.1-11); b) elección e historia de los patriarcas (cc. 12-50). A la vista de este esquema, aparece claro que el autor sagrado no pretende presentarnos un relato completo de los orígenes de la humanidad ni del pueblo de Israel, sino destacar los sucesos y personajes más importantes, que, al decir de San Agustín de Hipona, son como los hitos o piedras miliarias que marcan el curso seguido por las promesas de salvación a través de las edades de la historia humana. Toda esta historia es oscura, por ser la infancia de la humanidad y del pueblo escogido, y, como el mismo santo Doctor (San Agustín) dice, “¿quién hay que conserve la memoria de las cosas de su infancia?”

2.2        ABRÁM CREYÓ EN EL SEÑOR

En el momento de llamar a Abraham, había hecho Dios una promesa al patriarca. Después de los sucesos pasados, el Señor se la quiso ratificar con un rito solemne. Para confirmarle en su promesa, Dios sacó al campo a Abraham para que contemplara el cielo estrellado, y le invitó a contar las innumerables estrellas, que son un símbolo de la innumerable descendencia que le está reservada: “Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”.  La promesa está llena de poesía oriental y también de hipérbole. Abraham creyó ciegamente en las palabras de Dios; “Abram creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación”,  y le fue reputado por justicia, es decir, su acto extraordinario de fe dio la medida de la justicia o “santidad” del patriarca. En ello Dios reconoció que era “justo” y recto.

San Pablo comenta las palabras divinas: “Abraham, contra toda esperanza, creyó que había de ser padre de muchas naciones, según lo dicho: “Así será tu descendencia,” y no flaqueó en la fe al considerar su cuerpo sin vigor, pues era casi centenario y estaba amortiguado el seno de Sara, sino que, ante la promesa de Dios, no vaciló, dejándose llevar de la incredulidad; antes, fortalecido por la fe, dio gloria a Dios, convencido de que Dios era poderoso para cumplir lo que había prometido, y por esto le fue computado a justicia. Y no sólo por él está escrito, sino también por nosotros, a quienes se otorga la justicia mediante la fe en Jesucristo.” (Rom 4:18-28). Es el mejor y más autorizado comentario. Este acto de fe era más meritorio que el de la obediencia hecha al salir por orden de Dios de su parentela para entrar en Canaán.

2.3        ALIANZA DE DIOS CON ABRAHAM

El patriarca pide a Dios una señal visible de que, en efecto, se cumplirán esas promesas. El Señor se presenta como el Dios de Abraham, “Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra”. Aquí el autor presenta la primera emigración de Abraham como efecto de un impulso directo divino, prescindiendo en la narración de las causas segundas. A continuación el Señor le ordena a Abraham; “Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma”, y que las tres primeras víctimas sean divididas en dos partes y sean dispuestas una frente a otra, como formando una calle por el medio, por donde, según la costumbre, debían pasar las partes contrayentes, El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros”. Más adelante se concluye que Dios pasa por el medio, bajo la forma de un horno humeante y una antorcha encendida”, pues es una simple promesa de Dios al patriarca, es la promesa es la posesión de la tierra de Canaán por la descendencia del patriarca, pero después de que hayan pasado cuatro generaciones, cuatro siglos, de permanencia en Egipto en calidad de esclavos.

Este extraño rito de partir la víctima en dos mitades y pasar por medio de ellas lo encontramos en textos extra bíblicos. En el caso del Génesis, Dios pasa en forma de fuego por medio de los fragmentos de las víctimas. “una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados”. En el Antiguo Testamento, se suele simbolizar la presencia sensible de la divinidad por el fuego, por lo que incluye de purificador: así en la zarza ardiendo, la columna de fuego en el desierto, y la nube humeante en el Sinaí, donde Dios se manifiesta sensiblemente. (Ex 19:18-20)

Los pájaros que caen sobre la presa, “Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos”,  son signos de mal agüero, y simbolizan la esclavitud de los hebreos bajo la disciplina férrea de los egipcios. Así, los pájaros que quieren comer los trozos de carne son los enemigos de la descendencia de Abraham. El gesto de éste de espantarlos con un palo; “pero Abram las espantó”,  es la liberación final del pueblo oprimido. Durante el sueño, “Al ponerse el sol, Abram cayó en un profundo sueño”, Dios le comunicó al patriarca el sentido de aquellos pájaros de rapiña revoloteando sobre las víctimas descuartizadas. Por eso dice el texto que Abraham fue presa de gran temor: “y lo invadió un gran temor”, es el triste presagio que se cierne sobre sus descendientes, pues se verán obligados a vivir como extranjeros en país extraño. No obstante lo anterior, el patriarca gozará de una vida larga y pacífica y “Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abram diciendo: “Yo he dado esta tierra a tu descendencia”, el autor sagrado transcribe la promesa de posesión de la tierra de Canaán en sentido amplísimo.

3.      SALMO SaI 26, 1. 7-9. 13-14

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.

Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme! Mi corazón sabe que dijiste: “Busquen mi rostro”. R.

Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, Tú, que eres mi ayuda; no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador. R.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.

3.1        CONFIANZA DEL JUSTO EN MEDIO DEL PELIGRO.

Esta composición salmódica tiene dos partes bien definidas: a) confianza y alegría del justo por haber triunfado de los enemigos (1-6); b) súplica al Señor para que tenga piedad de él por sentirse abandonado y calumniado (7-14).

El Dios del salmista ilumina su vida en los momentos de ansiedad y de peligro y le salva de las situaciones comprometidas; El Señor es mi luz y mi salvación”. Contra los ataques de los enemigos, el Señor es el baluarte que defiende su vida; El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?”.  Por tanto, no tiene que temer a nadie. Ante la omnipotencia del Señor se quiebran todos los poderes terrenos. El Señor, es el centro de toda la vida y de las aspiraciones del salmista; con El no teme. Sin embargo, luego el tono del salmo cambia bruscamente, y el acento de seguridad y de paz es sustituido por otro en el que predomina la ansiosa inseguridad y la súplica de salvación de un peligro concreto. Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme!”.

El salmista, en una situación de abandono general, se dirige a su Dios, siguiendo los impulsos ciegos y certeros de su corazón, que le dicen: Mi corazón sabe que dijiste: “Busquen mi rostro”, es decir, la manifestación benevolente del que tiene todo poder. A esta invitación ciega del corazón lacerado responde el salmista con decisión: Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí”. Por eso pide ansiosamente al Señor que responda a esta búsqueda de su rostro o protección: tu rostro, Señor, no lo apartes”.  En el lenguaje bíblico sapiencial, “buscar el rostro del Señor” equivale a suspirar por su protección, y, al contrario, “ocultar su rostro” equivale a negar el auxilio pedido. Esta idea es explicitada en la declaración siguiente del salmista: “No alejes con ira a tu servidor”, y luego repite lo mismo. El Señor ha sido para él siempre su Salvador, no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador”. y por tanto, no le puede abandonar en este momento de peligro. Tiene tal fe y confianza en su ayuda, que la considera muy segura la protección divina, y por eso espera contemplar la bondad del Señor; Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor”, es decir, recibir el auxilio benevolente de su Protector, y esto le fuerza para continuar viviendo. En sus perspectivas no hay esperanza de retribución en el más allá, sino que aspira a recibir de su Dios el premio a su virtud “en la tierra de los vivientes”, esto es, en la vida actual, en oposición a la de los muertos, en otras palabras es una exhortación a la confianza en el Señor, para animar a los que sufren a tener confianza en Dios, como la tuvo el propio salmista.

4.      SEGUNDA LECTURA

El cristiano vive en este mundo comprometido con su historia. Pero sabe que la historia, en su devenir, nos lleva a lo absoluto del Reino eterno del Padre. Así como conciudadanos del cielo, sabemos que nuestro compromiso es con lo relativo a la historia, pero preñándola de lo absoluto de la eternidad.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 17—4, 1

Hermanos: Sigan mi ejemplo y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio. Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.

Palabra de Dios.

4.1        CUIDADO CON LOS QUE ASPIRAN A LO TERRENO.

Continúa el Apóstol tratando de orientar a los filipenses ante los peligros que amenazaban su vida de cristianos. Y, como norma de carácter general, les propone su propio ejemplo y el de sus íntimos colaboradores; Sigan mi ejemplo y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado”,  ya que ellos a su vez imitan a Cristo, (cf. 1 Cor 11:1).

Luego, concretando más, se refiere a una clase de hombres, que dice ser “hay muchos” y a quienes con lágrimas en los ojos se ve precisado a describir como “enemigos de la cruz de Cristo”,su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. No es fácil saber a quiénes alude aquí San Pablo. Bastantes autores creen que sigue hablando de los judaizantes, como en la perícopa anterior. Lo de “su Dios es el vientre,” sería una alusión a las prescripciones sobre alimentos, a lo que tanta importancia se daba en la religión judía (cf. Rom 14, 14-15),  y lo de su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza”, aludiría a la circuncisión, y tenida por máxima gloria entre los judíos. Parece, sin embargo, más probable que no se trata ya de los judaizantes, peligrosos por sus doctrinas, sino de cristianos indignos, amantes del buen vivir, peligrosos por su conducta (cf. 1 Cor 5:1-2; 6:13; 15:32). Ni ello significa que de tales cristianos hubiese “muchos” en la comunidad de Filipos; pues el Apóstol habla en general, incluyendo también otras comunidades, y sabemos que incluso entre sus más cercanos colaboradores existieron tales cristianos (cf. 2 Tim 4:10). Según esto, las expresiones “cuyo Dios es el vientre” y su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza”,  conservarían su significado normal, con referencia al apetito sensual y a poner la gloria en cosas que nos convierten en esclavos y de las cuales más bien nos deberíamos avergonzar.

En contraste con esa clase de hombres que tienen el corazón puesto únicamente en las cosas terrenas, están los auténticos cristianos; En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo”, que miran el cielo como patria propia, de donde esperan la venida de Jesucristo, que transformará sus cuerpos mortales en cuerpos gloriosos; El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio”. Esta imagen de “ciudadanía”, muy expresiva para los filipenses, ya la había usado San Pablo anteriormente en 1:27; es una ciudadanía jurídica, a la que es preciso hacer honor con una conducta correspondiente. En cuanto a la transformación de nuestros cuerpos, que tendrá lugar en la parusía, es tema que el Apóstol trató extensamente en 1 Cor 15, 35-53.

A las exhortaciones precedentes, de carácter general, el Apóstol se sirve como conclusión el versículo siguiente; Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.”

5.      EVANGELIO

Contemplar al Maestro puede llevarnos a querer estar inmovilizados, en una actitud de tal pasividad que en nada es acorde con el mensaje evangélico. La nube que envuelve al monte, signo de la presencia divina nos invita a escuchar al Hijo, quien nos envía al mundo a predicar, a trabajar por el Reino, a seguirle hasta la cruz y hacia la Pascua.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 28-36

Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con El: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con El. Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: “Maestro, qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”. Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

Palabra dl Señor

5.1        SUBIÓ A LA MONTAÑA PARA ORAR

“Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar”. En otra ocasiones, él ha subido al monte a orar solo, (Mt 14, 23) en esta ocasión ha invitado a tres de sus apóstoles y, los ha escogido como testigos para una gran acontecimiento. Ellos son los mismos apóstoles que luego serán testigo de su agonía en Getsemaní. Se podría pensar que ocupaban un lugar privilegiado de entre sus apóstoles. Ellos se sentían muy bien el estar allí. “Maestro, qué bien estamos aquí!”

La primera enseñanza importante es, que Jesús había subido orar, él siempre lo está haciendo, es un modelo que debemos hacerlo parte de nuestra vida diaria, orar al Padre. En esta ocasión invita tres de sus amigos íntimos, entregándonos una gran oportunidad para aprender de este ejemplo, cuando Jesús invita a seguirlo, es porque nos está dando la oportunidad de ser testigo de las maravillas del Señor, como para darnos a conocer cada instante de su vida. Prestemos atención a las invitaciones que nos hace Jesús, tengamos disposición de atender sus palabras, y guardar silencio para oírlo.

5.2        LA TRANSFIGURACIÓN, ES UNA EXPERIENCIA PROFUNDA DE FE

“Mientras Jesús oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.”

La transfiguración, es una experiencia profunda de fe tenida por Pedro, Juan y Santiago, los amigos más íntimos de Jesús y para llegar a conocer los momentos más transcendentes de Jesús, necesitamos ser sus amigos íntimos, con una comunicación profunda, como la que ellos tuvieron para percibir a Jesús en su verdadera identidad.

Debe haber sido un instante de éxtasis, vieron la realidad gloriosa de Jesús, aunque no se les mostró en toda su magnitud, porque para llegar a entenderlo, tuvieron que conocer a través de la vida, pasión y muerte y de sus propios sufrimientos y muerte, que hay que pasar por esta última, la muerte, para llegar a la vida.

Jesús nos transfigura nuestra vida, Él nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en nosotros y nos llama a ser sus testigos ante un mundo de contradicciones.

5.3        Y DOS HOMBRES CONVERSABAN CON ÉL: ERAN MOISÉS Y ELÍAS

Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Muchas veces soñamos con grandes templos, majestuoso, no preocupamos por construir bellas Iglesias o templos muy bien ambientados para Dios, pero el lugar favorito de El no deja de ser aquí entre nosotros, en el corazón de los hombres, en nuestra familia, junto a los niños, a los trabajadores, a los religiosos, sacerdotes, laicos, y con gran privilegio donde la calidez del amor está presente.

5.4        "ÉSTE ES MI HIJO, EL ELEGIDO, ESCÚCHENLO".

Desde una nube se oyó entonces una voz que decía: "Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo".

Esta es nuestra gran instrucción de Dios, "escucharlo", eso nos debe caracterizar para ser un servidor de verdad, oír siempre a Jesús, esta actitud receptiva es para la palabra y la total aceptación de Cristo, es una invitación a descubrir lo divino de sus enseñanzas y toda su obra.

La transfiguración consiste esencialmente en la toma de conciencia, por parte de los tres apóstoles, de que Jesús es verdaderamente el Mesías, también revela que la persona de Jesús, es el Hijo muy amado del Padre y trascendente que posee su misma gloria divina.

Estamos llamados también a transfigurarnos cada vez más por la acción del Señor, la sociedad, el mundo, y nosotros en él, se transformara cada vez que aceptamos la voz del Padre en su Hijo, cuando escuchamos su Palabra y la llevamos a la vida. Aceptar las palabras de Jesús, es una invitación a transfigurarnos, es decir a transformarnos en hombres buenos, y salir al mundo a hacer el bien.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

II DOMINGO DE CUARESMA CICLO C

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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