Reflexión desde las Lecturas del II Domingo Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


 

1.     POR AMOR DE SIÓN, “POR AMOR A JERUSALÉN

Fuera ya del tiempo de Navidad, la liturgia de hoy todavía se detienen a saborear algo de lo que en ese tiempo se nos ha dado. El Evangelio nos habla de un misterio nupcial: «había una boda». Cristo aparece como el Esposo que celebra el festín de las bodas con la Esposa, la Iglesia, cuyo modelo es María –«la mujer»–. En efecto, la liturgia de Navidad nos ha hecho contemplar el misterio de la encarnación como los desposorios del Verbo con la humanidad.

A la luz del evangelio, la primera lectura expresa este amor apasionado de Cristo por su Iglesia, a la que anhela embellecer y adornar con su propia santidad: por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida”. La Iglesia, antes abandonada y devastada, ahora es la “Desposada”. El amor de Cristo, lavándola y uniéndola consigo, la ha hecho nueva: tú serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor”. Más aún, la ha engalanado, depositando en ella sus propias gracias y virtudes, la ha colmado de una gloria que es visible para todos los pueblos.

El salmo 95 –típico del tiempo de Navidad– canta estas maravillas obradas en la Iglesia Esposa, invitando “Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra”,  es una invitación a unirse a su alabanza. Es un himno exultante: “Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos”, pues la gloria de la Iglesia le viene de su Esposo.Canten al Señor un canto nuevo”, pues la Iglesia que ha sido renovada por la gracia de la Navidad es capaz de cantar de manera nueva.

2.     PRIMERA LECTURA

Las promesas sobre la renovación del pueblo están llenas de imágenes emotivas. Al final llega el clímax de estas imágenes al comparar la relación de Dios con su pueblo con la relación matrimonial. Dios «se casa» con su pueblo, porque lo ama, hace alianza con él, a pesar de que sabe que no le será siempre fiel. Dios se compromete con su pueblo, incluidos nosotros, porque está enamorado de su pueblo.

Lectura del libro de Isaías  62, 1-5

Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida. Las naciones contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria; y tú serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor. Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de tu Dios. No te dirán más “¡Abandonada!”, ni dirán más a tu tierra “¡Devastada!” sino que te llamarán “Mi deleite”, y a tu tierra “Desposada”. Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios.

Palabra de Dios.

2.1      PRONTITUD DE LA SALVACIÓN, POR AMOR A JERUSALÉN NO DESCANSARÉ,

Este capítulo está estrechamente unido, por su contenido, al anterior, pues en ambos se trata de la salvación que se avecina sobre Jerusalén, la cual entrará en relaciones especialísimas con el Señor como esposa amada, de modo que no se verá de nuevo entregada a los enemigos.

En el capítulo anterior se anunciaba como inminente la salvación. El profeta está inquieto y ansioso por ver el nuevo horizonte ya hecho realidad. Hay un fuego interior que le abrasa, los destinos de Jerusalén: Por amor a Sión no me callaré. Sabe que hay ciertas promesas sobre su justicia o salvación; por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida, la cual ha de manifestarse al fin como antorcha encendida irradiando sobre los otros pueblos; Las naciones contemplarán tu justicia y todos los reyes verán tu gloria. Su situación será tan singular que se le dará un nombre nuevo que refleje dignidad; y tú serás llamada con un nombre nuevo, puesto por la boca del Señor. Será el mismo Señor quien determine este nombre, pues sólo Él es capaz de medir la nueva dignidad de Sión entre las naciones. El profeta no sabe inventar un nombre que refleje plenamente la transformación de Jerusalén en la nueva era, y por eso lo deja a la iniciativa divina. En los versículos siguientes se esforzará en buscar nombres aplicables a Jerusalén que reflejen de algún modo su nueva situación; pero el verdadero nombre nuevo lo determinará la boca del Señor; No te dirán más “¡Abandonada!”, ni dirán más a tu tierra “¡Devastada!” sino que te llamarán “Mi deleite”, y a tu tierra “Desposada”.

2.2      SION, LA ESPOSA DEL SEÑOR

Jerusalén será como una corona de gloria en la mano del Señor; Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de tu Dios, como objeto de su predilección, y resplandeciente como una diadema real ante los otros pueblos.

Algunos autores consideran este fragmento como una profecía distinta, sobre todo por razones rítmicas de cada uno de los versos. No obstante, la consecuencia de pensamiento parece perfecta con lo que precede. Jerusalén ha sido considerada como una “una diadema real en las palmas de tu Dios”, ahora va a ser considerada como una esposa, como máxima expresión de amor. El profeta ensaya nombres descriptivos para dar a entender la nueva situación de Sión, en espera de que Dios mismo revele un día el nombre que en realidad le corresponde en justicia. Antes Jerusalén fue considerada como “¡Abandonada!”,  “¡Devastada!”, al ser invadida y destruida; pero ahora, al entrar bajo una protección especial de Dios, se la llamará “Mi deleite”, y a tu tierra “Desposada”.  El Señor mismo será su esposo. Esta imagen del desposorio es común en la literatura profética a partir de Oseas. Israel en el desierto fue desposada con el Señor por la alianza mosaica. Por sus infidelidades, el Señor se separó de ella y la castigó. Pero el Señor hará una nueva alianza y volverá a ser su Esposo; Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios. Las nuevas relaciones, pues, no pueden ser más estrechas.

3.     SALMO Sal 95, 1-3. 7-10a.c.

Alabanza al Señor, Único Dios y Rey del Universo.

Este salmo, de trece versículos, se puede dividir en tres partes, invitación a Israel para que le alabe en el santuario como Dios único desde el versículo 1 al 6, invitación a las naciones a asociarse a estas alabanzas, porque ha creado el mundo y gobierna los pueblos con equidad desde el versículo 7 al 10 y la invitación a la naturaleza a regocijarse ante el Señor que rige el mundo con justicia desde el versículo 11 al 13.

La liturgia de hoy ha elegido para alabar al Señor solo algunos versículos. Este himno de alabanza según el relato, fue compuesto para David con motivo del traslado del arca a Jerusalén. No obstante, los críticos modernos consideran este cántico como una pieza agregada o insertada por un escritor posterior, por tanto, no se debe deducir de él el origen davídico de nuestro salmo.

El universalismo que se respira en este salmo parece un eco de los vaticinios de la segunda parte del libro de Isaías (c.40-66). El establecimiento del reinado universal de justicia sobre todos los pueblos domina el pensamiento del salmista como el del profeta Isaías.

En síntesis, el salmo nos invita a entrar en el gozo de la fiesta y a abrirnos a la dimensión universal del proyecto de amor de Dios sobre el mundo.

R. Anuncien las maravillas del Señor por todos los pueblos.

Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre. R.

Día tras día, proclamen su victoria. Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.

Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del Nombre del Señor. R.

Entren en sus atrios trayendo una ofrenda, adoren al Señor al manifestarse su santidad: ¡que toda la tierra tiemble ante él! R.

Digan entre las naciones: “¡El Señor reina! El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”. R.

3.1      INVITACIÓN A LOS ISRAELITAS A ALABAR AL SEÑOR

Comienza el poema: Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra. Las nuevas gracias que el Señor otorga constantemente a su pueblo, y, en general, a las criaturas, requieren que se le entone un cántico nuevo: expresiones frescas de alabanza y de acción de gracias. El salmista se dirige primeramente a los israelitas, según se deduce de la mención del santuario en el versículo 6; “honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo”, pero asocia inmediatamente a toda la tierra a las alabanzas que va a proferir.

El Señor tiene una dimensión universal, pues aunque esté vinculado especialmente a Israel, sigue siendo el Soberano de todo el orbe creado. Los fieles deben recordar cada día la salvación obrada por el Señor en favor de su pueblo y de todos los que a Él se acogen. “Aclamen la gloria y el poder del Señor”. Las perspectivas nacionalista y universalista se entrelazan en la mente del poeta, que considera el santuario de Jerusalén como morada del Señor en la tierra, punto de atracción de las miradas de todos los pueblos. La historia de Israel es la historia de la manifestación salvadora del Señor: primero al sacarlo de la esclavitud faraónica, y después liberándolo de la cautividad babilónica.

Todos los pueblos deben conocer las maravillas en favor de su pueblo, pues redundan en su gloria. anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos”. Como ser trascendente destaca sobre todos los supuestos dioses de los otros pueblos, los cuales son, en realidad, vanos ídolos sin vida. “Los dioses de los pueblos no son más que apariencia, pero el Señor hizo el cielo”. Con sus gestas ha demostrado que sólo Él es el Dios viviente, capaz de proteger a su pueblo, mientras que las divinidades de los otros pueblos son impotentes para salvarlos. “Porque el Señor es grande y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses”. El Señor tiene un título único de poder: hizo los cielos, lo más excelso de la creación. El mundo es su obra, y, por tanto, sólo Él puede intervenir en la historia de la humanidad. Como Rey soberano del universo, lleva de escolta de honor a su majestad y magnificencia, juntamente con su fortaleza y esplendor. Estos atributos se manifiestan en su santuario, los cielos — morada permanente del Señor como ser trascendente — y el templo de Jerusalén, lugar santificado con su presencia como “Santo de Israel,” es decir, vinculado a los destinos históricos del pueblo elegido, el cual, por otra parte, es instrumento suyo para dar a conocer su salvación a los otros pueblos. Por eso se invita a narrar sus proezas entre las gentes. “sus maravillas entre los pueblos”

3.2      INVITACIÓN A LAS NACIONES A ASOCIARSE A LAS ALABANZAS AL SEÑOR

Supuesta su divinidad y su carácter de Creador, todos los pueblos están obligados a darle gloria y reconocer su poderío. Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el poder del Señor; Por ello deben acudir con sus ofrendas a los atrios del templo de Jerusalén, donde tiene su morada terrestre. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda. La invitación supone la perspectiva universalista que encontramos ya en Is 2:2-4: todos los pueblos confluyen hacia Sión para ser adoctrinados en la ley del Señor. Aquí, conforme a las perspectivas de la segunda parte del libro de Isaías, se les invita a traer sus ofrendas de reconocimiento. Todos deben acercarse con ornamentos santos o vestidos de ceremonia para participar en su culto, como lo hacen los sacerdotes “Adoren al Señor al manifestarse su santidad”. Todos deben acatar la realeza del Señor, “el Señor reina” que reina sobre todos los pueblos y gobierna con sentido de equidad y de justicia. “El Señor juzgará a los pueblos con rectitud” Como el orbe, cimentado por Dios, no se conmueve, así todo encuentra su sitio cuando es el Señor el que dirige las riendas de la vida social.

En síntesis, la victoria del Señor es una acción salvadora de Dios en la historia, es así como Israel tiene por actividad alabar a Dios, y con esta alabanza darlo a conocer a todos los pueblos. Su elección es misionera, su alabanza es testimonio. La grandeza del Señor comparado con los dioses de los gentiles y la acción creadora demuestra su poder. La invitación se extiende a todos los pueblos del orbe. Los pueblos han de invocar ese nombre, venir a su templo, y traerle ofrendas como acto de reconocimiento y homenaje. Se debe tener en consideración la realeza del Señor, su acción creadora, su gobierno justo y universal.

“Anuncien las maravillas del Señor por todos los pueblos”

Misioneros de la gloria de Dios: Dios se hace reconocer, se impone a los hombres. Su gloria es la competencia con la cual él utiliza su omnipotencia y con la que ejerce su sabiduría. La gloria de Dios es Dios mismo en su verdad, en su poder, en su acción, a través de las cuales se manifiesta como Dios. La gloria de Dios es la totalidad de sus perfecciones, hechas visibles, la manifestación de todo lo que Él es. Es su belleza esplendorosa, refulgente, seductora, que se impone y deslumbra cualquier hermosura creada.

Por eso nosotros entonamos el salmo 95 y nos convertimos en misioneros de la Gloria de Dios. Su acción en el mundo es maravillosa, digna de ser alabada; está llena de fuerza y esplendor, y es capaz de alegrar el universo entero.

En Jesús se manifestó la gloria del Padre. Nosotros, herederos de su gloria, estamos llamados a dar testimonio de ella por todo el mundo. Más reconocemos la gloria del Señor en la humillación de nuestra carne de pecado para no vanagloriarnos. “Anuncien las maravillas del Señor por todos los pueblos”

4.     SEGUNDA LECTURA

La imagen de la Iglesia como cuerpo es bien desconocida. Pero quizás debemos entender un poco más, porque san Pablo usa esta imagen para hablar de la interrelación de los creyentes, de la actividad de los cristianos, de lo que hacen los cristianos en el mundo. Cada cristiano ocupa un lugar y su hacer es importante en el conjunto de la actividad de la comunidad. Cada acto, nuestro en bien de la comunidad, la hace crecer.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 1 Cor 12, 4-11.

Hermanos: Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios ‘el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A éste se le da el don de sanar, siempre en ese único Espíritu; a aquél, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a éste, el don de lenguas; a aquél, el don de interpretarlas. Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere.

Palabra de Dios.

4.1      HAY DIVERSIDAD DE MINISTERIOS, PERO UN SOLO SEÑOR

Parece que en Corinto había mucha efervescencia y bastante desorientación en el asunto de los carismas. Comienza San Pablo diciendo a los corintios que quiere que tengan sobre este punto ideas claras; “No quiero, hermanos, que en lo tocante a los dones espirituales estéis en la ignorancia”. Luego, después de aludir a su anterior estado en el paganismo, les advierte de la radical diferencia en que sobre ese particular se encuentran ahora, una vez hechos cristianos; Sabéis que cuando erais gentiles, ciegamente os dejabais arrastrar hacia los ídolos mudos; por lo cual os hago saber que nadie, hablando en el Espíritu de Dios, puede decir “anatema sea Jesús,” y nadie puede decir “Jesús es el Señor,” sino en el Espíritu Santo”. Alude el Apóstol, en primer término, a los fenómenos de excitación y vehemencia de algunos cultos paganos, hacia los que en otro tiempo los corintios se dejaron arrastrar, sin que dispusieran de una norma para discernir el carácter verdadero o falso de esos fenómenos; Sabéis que cuando erais gentiles, ciegamente os dejabais arrastrar hacia los ídolos mudos”; ahora, en el cristianismo, ya no es así sino que tienen una norma clara para discernir las manifestaciones carismáticas, y esa norma es la confesión de la soberanía de Jesucristo. Sí, pues, en alguna de sus asambleas aparece un presunto carismático y grita “anatema sea Jesús,” ése no es movido por el Espíritu de Dios y, por tanto, no tiene verdadero carisma, aunque acompañe sus afirmaciones de fenómenos extraordinarios; al contrario, si grita “Jesús es el Señor,” ése habla en el Espíritu Santo. Una regla parecida había dado Dios en el Antiguo Testamento para discernir a los verdaderos profetas (cf. Dt 13:2-6). Es muy de notar la importancia que da San Pablo a la confesión del “señorío” de Jesucristo, que considera como santo. Proclamada esa regla de carácter general, prosigue el Apóstol ahondando en la naturaleza de los carismas. Ya antes; “hago saber que nadie, hablando en el Espíritu de Dios” dio a entender que los carismas tienen todos su origen en el Espíritu Santo; ahora; Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu va a recalcar y explicar más esa verdad, que es la base de todo, y a la que no estaban acostumbrados los paganos, para quienes cada divinidad concedía sus carismas especiales.

Es cierto que el Apóstol no habla sólo del Espíritu, sino también de Jesucristo, a quien atribuye los “ministerios”; “Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor”, y del Padre, a quien atribuye las “operaciones”; Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios. Sin embargo, notemos cómo en él llama a todos los carismas indistintamente manifestaciones del Espíritu; En cada uno, el Espíritu se manifiesta y cómo en él los atribuye todos expresamente al Espíritu; Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere”.

Y es que Padre, Hijo y Espíritu Santo constituyen un solo Dios, con un único principio de acción, que es la naturaleza divina. Los carismas, pues, proceden en realidad de las tres divinas personas, y es lo que el Apóstol hace resaltar en este fragmento, pero son atribuidos de modo particular al Espíritu Santo, que es espíritu de amor y de santificación.

4.2      EL LISTADO DE CARISMAS, SEGÚN SAN PABLO

Queda, finalmente, otro aspecto, además del de su origen del mismo Espíritu, que es también de suma importancia para determinar la naturaleza de los carismas: el de que el Espíritu los distribuye a cada uno según quiere en orden a la común; En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común”. De este aspecto, a fin de que lo entiendan mejor, va a tratar San Pablo largamente más adelante valiéndose de la imagen del cuerpo humano.

El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. El listado de carismas nos lo da San Pablo y en cuanto a la naturaleza y significado concreto de cada uno de los carismas, no siempre es fácil de determinar, por falta de puntos de referencia. Muchas veces no tenemos otra base que el nombre con el cual se designa el carisma, lo cual es muy poco y nos quedaos con la interpretación que parece más probable. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar El carisma de sabiduría, parece que  correspondería a un don para penetrar en los misterios divinos y saber exponerlos a los fieles. “A otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu”, el carisma de ciencia, que parece inferior al precedente, y correspondería a un don para saber exponer cual conviene las verdades elementales del cristianismo. “A otro, la fe, también en el mismo Espíritu”, el carisma de fe, que evidentemente no ha de confundirse con la fe salvífica general de que habla en Gálatas y Romanos, necesaria a todos los fieles, sino que sería una “fe” en grado extraordinario, de plena y viva confianza en Dios, capaz de trasladar montañas (cf. 13:2).

5.     EVANGELIO Jn 2, 1-11

Isaías en la primera lectura ya había anunciado que Dios vendría a desposarse con su pueblo. Ahora, en este pasaje, se ve la consumación de aquel anuncio. El clima de bodas muestra que Cristo es el verdadero esposo del pueblo que ha traído el mejor vino, dejándolo para el final de la historia.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”. Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Palabra del Señor.

5.1      SE CELEBRARON UNAS BODAS EN CANÁ DE GALILEA, Y LA MADRE DE JESÚS ESTABA ALLÍ.

Seguramente las relaciones sociales, de parentesco o amistad, hacían que María estuviese presente en la boda. María vino, por su parte, probablemente desde Nazaret, que está más o menos a la distancia de siete kilómetros de Cana, entonces pudo hacer su viaje en el mismo día. Sin embargo por la forma de decir que estaba allí la madre de Jesús, hace suponer que María estaba ya en Cana cuando llegó su Hijo. Dice san Juan Jesús también fue invitado con sus discípulos, quien llego a Cana desde más lejos, Betania del Jordán, algo más de 115 kilómetros. Sabida su llegada, es cuando, probablemente, recibió la invitación.

Otro dato en el desarrollo de la escena, por la forma breve en que se presenta a María, manifestando a su Hijo la carencia de vino, hace suponer que Jesús había estado ya con su Madre, sin embargo no se menciona a José, esposo de María, por cuanto podemos suponer que ya no vivía.

5.2      FUERON INVITADOS A LA BODA, COMO COMPAÑÍA DE JESÚS

Jesús, aún no era conocido por milagro alguno, tampoco él se había presentado como el Mesías, El primer grupo de sus pocos discípulos de ese minuto, fueron invitados a la boda, como compañía de Jesús, algo que la hospitalidad oriental permitía ciertamente. Las bodas en Oriente comienzan al oscurecer, con la conducción de la novia a casa del esposo, acompañada de un cortejo de jóvenes, familiares e invitados, a los que fácilmente se viene a sumar, en los villorrios, todo el pueblo, y prolongándose las fiestas varios días, se lee estos en varios pasajes bíblicos.

En las bodas de los pueblos, los menesteres de la cocina y del banquete son atendidos por las hermanas y mujeres familiares o amigas. Es lo que aparece aquí en el caso de María. A ellas incumbe atender a todo esto. Otro dato, es que el vino es tan esencial en un banquete de bodas en Oriente, que dice el Talmud: “Donde no hay vino, no hay alegría.” Según los escritos de esa época, la duración de las bodas era de siete días si la desposada era virgen, y tres si era viuda. Durando las bodas varios días, los invitados se renuevan. Por qué no suponer además, la posibilidad de la llegada de huéspedes inesperados.

5.3      "MUJER, ¿QUÉ TENEMOS QUE VER NOSOTROS?

Es en este marco en el que se va a desenvolver la escena del milagro de Jesús. La boda debe de llevar ya algunos días de fiesta y banquete. Nuevos comensales han ido llegando en afluencia, tanto que las provisiones calculadas del vino van a faltar. Jesús, como invitado está ya con ellos en la fiesta. Estando El presente, el vino llegó a faltar, algo esencial para la fiesta y la vergüenza iba a caer sobre aquella familia. Probablemente se debía de estar al fin de las fiestas de boda, cuando en algún aumento imprevisto hizo crítica la situación. Y éste es el momento de la intervención de María, que como amiga invitada de la familia, solidaria y tal vez ayudando en los enseres de la cocina, pudo estar informada a tiempo de la situación crítica y antes de que trascendiese a los invitados, discretamente se lo comunica a su Hijo, "No tienen vino".

Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía". El decir “Mujer”, a su madre, esta palabra en labios de Jesús no indicaría desamor o despego, sino solemnidad. Así dice a la cananea: “¡Oh mujer!, grande es tu fe” (Mt 15:28), este término tiene un matiz de ternura. Sin embargo, la respuesta de Jesús es una negativa a la petición de María, por no haber llegado la hora de los milagros. Pero ante la actitud de María ante su Hijo, por conocer como madre privilegiadamente, el corazón de Jesús, llena de confianza, sabe que será escuchada, da la orden a los sirvientes de que hagan cuanto su Hijo les diga.

5.4      UN CONOCIMIENTO MUY EXCEPCIONAL EN MARÍA DE SU HIJO

Seguramente, es un supuesto, que la frase era una simple información al Hijo, pero todo esto pasa en un ambiente de sentimientos delicados, y hace ver que María espera una intervención especial, sobrenatural, de Jesús. Esto supone un conocimiento muy excepcional en María de su Hijo. Esta escena descorre un velo sobre el misterio de la vida oculta de Nazaret y sobre la “ciencia” de María sobre el misterio de Jesús. Ella, esta, segura de la intervención de su Hijo y se acerca a los sirvientes diciendo: "Hagan todo lo que Él les diga". Esta iniciativa y como orden de María a los servidores se explica aún más fácilmente suponiendo la especial familiaridad de ella con los miembros de aquel hogar.

Dice el fragmento del evangelio: Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Es decir vendría a ser de unos 600 litros. Cantidad verdaderamente excepcional. Se trataba, pues, de una fiesta de gran volumen; lo que hace pensar en una familia destacada y con muchos invitados.

5.5      EL MILAGRO SE REALIZA SIN APARATOSIDAD.

El evangelista mismo lo relata sin comentarios ni adornos. Jesús, en un momento determinado, le dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde”. San Juan resalta bien este detalle, con ello se iba a probar, a un tiempo, que no había mixtificaciones en el vino y, además de demostrase la generosidad de Jesús en la producción de aquel milagro. El milagro se realizó súbitamente, una vez colmadas de agua las tinajas, Jesús les mandó Saquen ahora, y lleven al encargado del banquete", seguramente un familiar o un siervo que estaba encargado de atender a la buena marcha del banquete.

Los servidores obedecen la orden de Jesús y llevan al encargado, maestresala, “el agua convertida en vino.” Fácilmente se supone la sorpresa de los servidores. Nada le dicen del milagro. Expresamente lo dice el evangelista.; Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes. La sorpresa del maestresala se acusa, está ignorante del milagro, tanto que llamó al esposo, sin duda por ser el dueño del hogar, y se lo advierte en tono de reflexión un poco amarga, ya que él, responsable de la buena marcha del banquete, y estaba ignorante de aquella provisión. Todo ello se acusa en la reflexión que además le hace. "Siempre se sirve primero el buen vino y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento", quiere aludir con ello a esa hora en que, ya saciados, se presta especial atención a un refinamiento más.

5.6      EL MILAGRO ENCUADRABA A JESÚS EN UNA AUREOLA SOBRENATURAL.

De esta manera tan maravillosamente sencilla cuenta el evangelista este milagro de Jesús. Y completará: Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. O acaso, aún mejor, sea el primero de los milagros oficiales que El realiza en su presentación pública de Mesías, era un “signo” que hablaba de la grandeza de Jesús, del testimonio que el Padre le hacía de su divinidad y de su misión y Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. Su gloria” aquella gloria que le convenía “como a Unigénito del Padre” y que “nosotros” hemos visto” y que era la evocación sobre Jesús de la “gloria” de Yahvé en el Antiguo Testamento, y lo mismo en el Nuevo, donde se asocian las ideas de “gloria” y “poder” de tal manera que la “gloria” se manifiesta precisamente en el “poder.” Y ante esta manifestación del poder sobrenatural que Jesús tenía, sus discípulos “creyeron en El.” Ya creían antes, pues el Bautista se lo señaló como Mesías, y ellos le reconocieron, como Juan relató en el capítulo anterior, y como a tal le siguieron. Pero ahora creyeron más plenamente en El. El milagro encuadraba a Jesús en una aureola sobrenatural.

5.7      LA SANTIFICACIÓN DEL MATRIMONIO

Otro aspecto de este milagro se refiere a la santificación del matrimonio. La presencia de Jesús y María en unas bodas, santificándolas con su presencia y rubricándolas con un milagro a favor de sus regocijos, son la prueba palpable de la santidad de la institución matrimonial y, la condena de toda tentativa de sectores de la sociedad de hoy, de carácter herética sobre la misma. Esta actitud del Señor, es como preparación de elevación del matrimonio al orden sacramental.

Muchos valores simbólicos nos enseñan este milagro, como la multiplicación de los panes, es probablemente también una orientación hacia la Eucaristía. Otra interpretación es ver en el vino milagrosamente dado un “símbolo” de la nueva, sobrenatural y generosa doctrina que Jesús trae. La extrañeza del maestresala de que el vino mejor se guardó para el fin, va a ser símbolo de la alegría ya que el vino que alegraba el convite. En Proverbios, 9,5 se lee; "Venid, comed mi pan y bebed mi vino que yo he mezclado” La escena de los primeros discípulos invita a los hombre a recibir a Jesús como fuente de la Sabiduría que es preciso buscar para encontrarla. Entonces ella conduce a sus discípulos hasta el banquete en donde ella les da el vino de la enseñanza y de la doctrina que conduce a la vida.

"Hagan todo lo que Él les diga"

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

II DOMINGO CICLO C

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

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