Reflexión desde las Lecturas del Domingo II de Adviento Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    LA PALABRA DE DIOS APARECE

 Dios dirigió su palabra a Juan”.  Lucas, con su mentalidad de historiador, tiene mucho interés en precisar los datos históricos de la predicación del Bautista. La palabra de Dios aparece. No se nos habla de algo irreal, abstracto o ajeno a nuestra historia. Dios interviene en momentos concretos y en lugares determinados de la historia de los hombres. También de la tuya. Quizá ahora mismo, en este preciso instante...

“Un bautismo de conversión”. La misión de Juan ha estado marcada por esta llamada incesante a la conversión. También la Iglesia ha recibido este encargo. Y esta invitación no siempre nos resulta grata; nos escuece, nos molesta... Y sin embargo, la llamada a la conversión es llamada a la vida: sólo mediante la conversión será realidad que “todos verán la salvación de Dios”. Convertirnos es en realidad despojarnos del vestido de luto y aflicción y vestirnos las galas perpetuas de la gloria que Dios nos da (1ª lectura: Bar 5,1).

“Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas”. La esperanza del adviento quiere levantarnos de los valles de nuestros desánimos y cobardías, y abajarnos de los montes de nuestros orgullos y autosuficiencias. Quiere ponernos en la verdad de Dios y en la verdad de nosotros mismos. Quiere conducirnos a no esperar nada de nosotros mismos, y al mismo tiempo a esperarlo todo de Dios, a esperar cosas grandes y maravillosas porque Dios es grande y maravilloso.  ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!,  El Señor hizo maravillas. ¡Aleluya! 

2.    PRIMERA LECTURA

La mejor noticia, para los habitantes de Jerusalén, es que se acaba para ellos la aflicción y el luto. Ahora viene la fiesta y la alegría. Dios pone las cosas en su lugar, con amor y justicia eleva este pueblo a la luz de su gloria

Lectura del libro de Baruc 5, 1-9

Quítate tu ropa de duelo y de aflicción, Jerusalén, vístete para siempre con el esplendor de la gloria de Dios, cúbrete con el manto de la justicia de Dios, coloca sobre tu cabeza la diadema de gloria del Eterno. Porque Dios mostrará tu resplandor a todo lo que existe bajo el cielo.

Porque recibirás de Dios para siempre este nombre: «Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad». Levántate, Jerusalén, sube a lo alto y dirige tu mirada hacia el Oriente: mira a tus hijos reunidos desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos. Ellos salieron de ti a pie, llevados por enemigos, pero Dios te los devuelve, traídos gloriosamente como en un trono real. Porque Dios dispuso que sean aplanadas las altas montañas y las colinas seculares, y que se rellenen los valles hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios. También los bosques y todas las plantas aromáticas darán sombra a Israel por orden de Dios, porque Dios conducirá a Israel en la alegría, a la luz de su gloria, acompañándolo con su misericordia y su justicia.

Palabra de Dios.

2.1   BARUC

Baruc, en hebreo significa: “Bendito”, es conocido como el inseparable compañero y secretario de Jeremías y parece que pertenecía a la nobleza de Jerusalén. En el Libro de Jeremías se relata que;  “el rey ordenó apoderarse del escriba Baruc y del profeta Jeremías, pero Yahveh los ocultó. Entonces fue dirigida la palabra del Señor a Jeremías - tras de haber quemado el rey el rollo y las cosas que había escrito Baruc al dictado de Jeremías” (Jeremías 36, 26-27).Entonces Baruc aparece ya como secretario del profeta, y más tarde coopera con éste en la compra del campo de Anatot (Cf. Jer 32:12s). Después de la caída de Jerusalén y de la muerte del gobernador Godolías, fue conducido con su maestro Jeremías a Egipto (Cf. Jer 43:6s). Mas tarde aparece en Babilonia con un mensaje de esperanza a los exilados, sin duda enviado por el propio Jeremías. Después aparece de nuevo en Jerusalén para traer parte de los vasos sagrados y llevar una colecta de dinero a los judíos que habían quedado en Palestina; y les leyó su libro en la fiesta de los Tabernáculos.

El contenido y estructura del libro, tiene dos partes, los capítulos 1 al 5, del propio Baruc, y el capitulo 6, que contiene una epístola de Jeremías.

2.2   INVITACIÓN A JERUSALÉN A ALEGRARSE POR LA LLEGADA DE SUS HIJOS

“Quítate tu ropa de duelo y de aflicción, Jerusalén, vístete para siempre con el esplendor de la gloria de Dios…”  Ha pasado la hora del duelo y de la tristeza, y por ello Jerusalén debe adornarse con sus mejores ornamentos de la gloria. Es la hora de la glorificación de sus hijos, de su retorno triunfal: “mira a tus hijos reunidos desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos. Ellos salieron de ti a pie, llevados por enemigos, pero Dios te los devuelve, traídos gloriosamente como en un trono real”.  Jerusalén en adelante va a ser como una reina majestuosa, aureolada por la gloria de Dios. Debe revestirse del manto de justicia como consecuencia de la liberación de sus hijos, a los que se ha hecho justicia. “Gloria del Eterno”  es sinónimo de justicia. Jerusalén, como majestuosa reina entre los pueblos, debe ponerse la mitra o aureola consiguiente a ese estado de gloria o justicia concedida por el Eterno. Su gloria será objeto de admiración de parte de todos los pueblos. “Porque Dios mostrará tu resplandor a todo lo que existe bajo el cielo”, y se le dará un nombre nuevo: “Porque recibirás de Dios para siempre este nombre: Paz en la justicia y Gloria en la piedad”.  En ella habitará permanentemente la paz como fruto de la equidad o de la justicia, y, al mismo tiempo, la piedad o temor de Dios, lo que constituye el mayor cúmulo de gloria. Los profetas, en su idealización de los tiempos mesiánicos, inventaron nombres para designar a Jerusalén en su plena manifestación gloriosa. En Is 1:26 se la llama ciudad de justicia, ciudad fiel. La justicia es la característica de la nueva teocracia mesiánica; por eso el Mesías se ceñirá con el “cinturón de la justicia”. Y esa justicia de los tiempos mesiánicos es fruto del conocimiento de Dios, que suscribirá una nueva alianza escrita en los corazones.

“Levántate, Jerusalén, sube a lo alto y dirige tu mirada hacia el Oriente: mira a tus hijos reunidos desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos”. Se invita a Jerusalén a salir gozosa a recibir sus hijos, que vienen de todas partes, y se idealizan los detalles del cortejo triunfal de retorno: “Ellos salieron de ti a pie, llevados por enemigos, pero Dios te los devuelve, traídos gloriosamente como en un trono real”. Ciertamente antes fueron a pie camino del exilio, ahora vienen con honor, como “en trono real”. En Is 66:20 se dice que vuelven en “carros, dromedarios, literas.” Todos los medios honorables de transporte están a servicio de ellos. Vuelven como reyes, en una marquesina o trono real. La expresión es gráfica para designar el honor que rodeará a los repatriados en su marcha hacia la patria.

2.3  TODO LO QUE SE RELACIONA CON LOS TIEMPOS MESIÁNICOS LLEVA EL SELLO DE LO MARAVILLOSO.

Para facilitar más el paso de la comitiva, la misma geografía se transformará: “Porque Dios dispuso que sean aplanadas las altas montañas y las colinas seculares, y que se rellenen los valles hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios” y la ruta real estará bordeada de árboles, que darán sombra a la caravana: “También los bosques y todas las plantas aromáticas darán sombra a Israel por orden de Dios, porque Dios conducirá a Israel en la alegría, a la luz de su gloria, acompañándolo con su misericordia y su justicia.  En medio del desierto surgirán bosques para refrescar la marcha de los exilados que vuelven a la patria, como en otro tiempo la columna de humo o de fuego acompañó a los israelitas por la estepa del Sinaí, y “las plantas aromáticas” perfumarán el ambiente. Nos hallamos en el mundo de las metáforas. En realidad, sabemos cuan penoso fue el retorno de los repatriados bajo la égida de Zorobabel;  pero, en la perspectiva poética, el retorno del exilio aparece aureolado por una especialísima protección divina, y, por otra parte, en su mente se superponen dos planos, uno el del retorno del exilio y otro el de la entrada de los israelitas en la era mesiánica, de la que aquél era el principio. Y todo lo que se relaciona con los tiempos mesiánicos lleva el sello de lo maravilloso.

3.    SALMO 125, 1-6

Ante la actitud bondadosa de Dios el salmo canta las grandes cosas que hizo el Señor por nosotros. Participamos de esta oración aclamando:

R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

O bien: El Señor hizo maravillas. ¡Aleluya! 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.

Hasta los mismos paganos decían: « ¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!» ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. R.

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas. R.

3.1    CANTO DE RETORNO Y ANSIAS DE RESTAURACIÓN.

Este bello poema refleja la situación moral de los repatriados de la cautividad babilónica, los cuales, de un lado, están gozosos al ver que se han cumplido las predicciones del Señor sobre el final del exilio, pero al mismo tiempo sufren grandes penalidades y ansían que la nación recupere su plenitud política y económica, como en los tiempos antiguos. Las profecías hablaban de una reconstrucción gloriosa, pero la realidad es mucho más modesta; y, por ello, las almas justas que vivían de las promesas mesiánicas esperaban el cumplimiento de los deslumbradores vaticinios de los profetas.

El retorno de la cautividad resultó tan insólito, que los que asistían al espectáculo no creían lo que veían, como si fuera un sueño: “nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones”. El júbilo popular fue grande al ver llegar las caravanas después del decreto de retorno firmado por Ciro, conquistador de Babilonia (538 a. C.). Los mismos paganos estaban admirados del cumplimiento de los antiguos vaticinios sobre el retorno de los exilados. “Hasta los mismos paganos decían: ¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!” El Señor había cumplido sus promesas. El salmista se suma a esta admiración por las magnificencias de su Dios: “Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría”, pero desea que se cumplan las antiguas promesas de restauración plena. Con bellas metáforas anuncia la futura transformación de la nación israelita: “¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb” , que están secos en verano y se llenan de agua en el otoño con las primeras lluvias impetuosas, así la nación israelita recuperará su plena vitalidad nacional; y como los que siembran lo hacen con no pocas penalidades; “Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones”, pero sus trabajos son compensados con la recolección de las ricas gavillas”, así los israelitas ahora trabajan penosamente en la reconstrucción de la nación, pero al fin verán alegres coronada su obra y sentirán la íntima satisfacción del agricultor que recoge su mies, que le compensa de los trabajos de siembra; El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas”. La frase tiene un aire de proverbio, que refleja bien la situación psicológico-moral de los repatriados en los tiempos de Zacarías y aun después, en la época de Esdras y Nehemías. La hostilidad de los pueblos vecinos agravaba su penuria material, y sólo la esperanza de un futuro mejor podía reanimar a aquellas gentes extenuadas y desilusionadas. “¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!”

4.    SEGUNDA LECTURA

San Pablo agradece a los filipenses su contribución generosa en la tarea de evangelización y les augura que continúen con el mismo fervor. Cuando la misión es compartida, todos se enriquecen y glorifican a Dios.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 1, 4-11

Hermanos: Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora. Estoy firmemente convencido de que Aquél que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús. Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando trabajo en la defensa y en la confirmación del Evangelio, participan de la gracia que he recibido. Dios es testigo de que los quiero tiernamente a todos en el corazón de Cristo Jesús. Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo, llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios.

4.1   LA IGLESIA DE FILIPOS.

Filipos, ciudad de Macedonia, “colonia” romana desde Augusto, fue la primera ciudad que el Apóstol evangelizó en Europa, al entrar en ella en su segundo viaje, entre fines del año 50 y principios del 51. Las circunstancias de esa evangelización están narradas con bastante detalle en Hechos 16:11-40. Parece que el Apóstol volvió a pasar por Filipos al menos dos veces, durante su tercer viaje misional (cf. Hechos 20:1-2 y 20:3-6); pero fueron estancias de muy corta duración.

Los fieles, a juzgar por el tono de la carta, procedían en su gran mayoría del gentilismo. Tanto más que en Filipos debían de ser poco numerosos los judíos, pues ni siquiera tenían sinagoga (cf. Hechos 16:13); al contrario que en otras muchas ciudades, como Tesalónica, Berea, Atenas, Corinto, etc. (cf. Hechos 17:1.10.17; 18:3). La iglesia de Filipos fue siempre muy adicta a San Pablo, hasta el punto de que éste, contra toda su costumbre, aceptó de los filipenses socorros en dinero (cf. 4:15-16; 2 Cor 11:9), y les llama cariñosamente “su alegría y su corona” (4:1).

Hay en la carta algunos datos que pueden orientarnos al respecto. Son los siguientes: Pablo se halla preso (cf. 1:7.13.17), y los filipenses, enterados de su situación, envían a Epafrodito con el encargo de prestarle asistencia y entregarle socorros materiales de parte suya; pero, habiendo enfermado de gravedad, los filipenses, al saberlo, se afligieron mucho, por lo cual, una vez repuesto, Pablo, para tranquilizarlos, resolvió remitírselo a Filipos (cf. 2:25-30; 4:10-19), siendo portador, a lo que parece, de la presente carta, en la que el Apóstol muestra su agradecimiento por los socorros recibidos y desahoga su corazón de padre con aquellos sus hijos muy amados.

4.2  ACCIÓN DE GRACIAS Y ORACIÓN POR LOS FILIPENSES

Comienza la carta: Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría por todos ustedes”. Al saludo epistolar sigue la acostumbrada acción de gracias a Dios por los beneficios concedidos a los destinatarios, cuyo elogio suele hacer.

Aquí alaba su “comunión”  en el Evangelio desde el primer día hasta ahora: “pensando en la colaboración que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora”.

Llama la atención el tono afectivo de Pablo, manifestación de su solicitud pastoral. “Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón”.

Parece que el Apóstol alude a la cooperación de los filipenses a la expansión del Evangelio ya desde los primeros momentos de su conversión, no sólo con su ayuda pecuniaria a los que tienen la misión de propagarlo (cf. 4:10-18), sino también con sus padecimientos por Cristo (cf. 1:29-30). Está seguro de que Dios, que comenzó en ellos la buena obra de la santificación, la continuará y hará progresar “hasta el día de Cristo Jesús,”. Dos veces menciona el “día de Cristo Jesús” (vv. 6 y 10), prueba clara de que esta espera era muy viva en las primeras comunidades. Esta espera es un estímulo al compromiso, porque el tiempo presente es el tiempo en el que el cristiano puede “crecer”, esperando el encuentro definitivo con el Señor.

En cuanto al crecimiento, Pablo recuerda ante todo que Dios mismo lo posibilitará y lo llevará a buen término: “Aquél que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús. Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que ustedes”. Se trata sobre todo de un crecimiento en el “amor”, que a su vez nos hace profundizar en el “conocimiento”, mayor agudeza en el discernimiento, la tensión constante hacia lo mejor, la transparencia e integridad de costumbres: Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es mejor”. El fin último de toda esta gran tensión espiritual del cristiano es para Pablo: “Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo, llenos del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”

Cuando San Pablo, refiriéndose a los filipenses, habla del amor de estos; “Y en mi oración pido que el amor de ustedes”,  es evidente que no se refiere sólo al amor manifestado en la limosna que le enviaron, sino que toma el término en todo su amplio significado de amor de Dios y del prójimo. El crecimiento de este amor conforme aquí da a entender San Pablo, va a la par con el crecimiento en el “conocimiento” y “comprensión” para “discernir”  las cosas de Dios.

5.    EVANGELIO

Juan Bautista levanta su voz anunciando al Salvador y denunciando la situación de pecado que debe cambiar y todo esté en orden, para que entre Dios y se sienta cómodo allí. Es necesario eliminar montañas de orgullo y egoísmo.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 3, 1-6

El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Éste comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados los caminos disparejos. Entonces, todos los hombres verán la salvación de Dios.”

Palabra del Señor.

5.1  UNA VOZ GRITA EN EL DESIERTO

Este fragmento del Evangelio según san Lucas, tiene algunos aspectos originales para presentar la predicación del Bautista, los que permiten captar mejor su mensaje. Pone de manifiesto en primer lugar el acontecimiento de gracia. Conforme al estilo de los profetas, “Una voz grita en el desierto”, fue dirigida la palabra de Dios a Juan para que comenzase su obra. Al "acontecimiento" de la Palabra Lucas antepone un cuadro histórico con tono muy solemne: “El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo…..” Entonces Lucas nos viene a situar la obra del Precursor en un encuadre geográfico-cronológico  orientador del mismo para la mejor comprensión de sus lectores étnico-cristianos.

Situado en este marco geográfico-cronológico, Lucas relata como fue el momento de la aparición del Bautista. Juan aparece en el desierto, pero era un predicador “volante.” Lucas, omite la evocación judía que traen Mateo y Marcos sobre su vestido y alimento; Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero a la cintura y se alimentaba de langostas y miel silvestre.” Sólo destaca lo que era más característico de su apostolado: un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”. En la literatura griega clásica es el arrepentimiento después de cometida una mala acción.

5.2   PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR, ALLANEN SUS SENDEROS

Como los otros sinópticos, cita el pasaje de Isaías, más completo, pero también adaptado. “Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos sinuosos y nivelados” (Is 40:3-5). Juan es la voz que clama “en el desierto.” Se presenta al modo de los antiguos profetas, que insisten en la “conversión”. Probablemente el dar la cita completa es para acentuar el final “universalista” de la misma con la venida del Mesías: todos los hombres verán la salvación de Dios.”

Y el grito de Isaías es repetido y transmitido los Evangelios a través de Juan Bautista, “el mensajero de Dios, pide conversión para que sean perdonados los pecados”. El hombre pecador es mirado por Dios con misericordia infinita, por eso le llama a la conversión. Y si nos hemos convertido, demos frutos, obras, de conversión. Él es la voz de quien grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. En este relato el “camino” tiene un sentido de éxodo-liberación y el “desierto”  de conciencia y preparación.

El evangelista Marcos (Mc 1, 1-8), presenta al precursor que bautiza, donde “Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados”. Juan Bautista, invita a los hombres a preparar el camino del Señor, pero sólo después de haberla preparado él en sí mismo retirándose al desierto y viviendo separado de todo lo que no era Dios.

Recordemos también que Juan Bautista (Mateo 3,1) se presentó en el desierto predicando: “Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos”. Es decir, era un llamado a que cambiar de vida, porque ya estaba muy cerca Jesús, y hoy es para nosotros la misma necesidad, transformar nuestras vidas, volvernos a Dios, porque Él se ha vuelto  a los hombres. Y nos pide también hoy “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. ¿Cómo? Podríamos decir de muchas formas, y una de ellas es que nos pongamos de acuerdo entre nosotros, acojamos con paciencia y alegría, a nuestros hermanos, del mismo modo como Cristo nos ha acogido.

5.3  ALLÍ EN EL DESIERTO, ES EL LUGAR DONDE CON MÁS FACILIDAD NOS ENCONTRAMOS CON DIOS

Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto, en los evangelios de Mateo y Marcos “Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre.” De este modo, él vivió alejado del murmullo y de los ruidos que no dejan preparase a los hombres para tener un ambiente favorable para oír la llamada de Dios, para escuchar la llamada a la penitencia. Porque quien predica, debe hacerlo más con la vida, es decir con su testimonio personal más que con las palabras. Y para oír a quien nos interesa, debemos hacerlo en un clima de silencio, para oír a Dios, debemos callarnos y en el silencio, hacer oración.

Posiblemente por eso Juan fue a desierto y muchos van hoy al desierto, ¿y para que?, porque no cabe la menor duda que allí es el lugar donde con más facilidad nos encontramos con Dios, allí donde se escucha el silencio, y en el silencio se escucha mejor a Dios. Y en este tiempo es propicio vivir un pequeño desierto, donde no haya voces perturbadoras, para que podamos oír con la voz que nos habla dentro, oír lo que hay en nuestra conciencia que, rectamente formada, es la voz de Dios. Esta voz interior, no dirá de mejor forma lo que debemos cambiar, para estar mejor preparados para nuestra conversión.

5.4  HUMILDAD DEL BAUTISTA ANTE LO QUE ERA CRISTO

La figura del Bautista causó una fortísima conmoción en Israel. Hasta Joséfo, historiador Judío, se hace eco de ella, diciendo que Antipas “temió la grande autoridad de aquel hombre.” Hubo un momento en que las gentes pensaron, ante aquella figura ascética y profética que anunciaba la llegada inminente del Reino, si él mismo no sería el Mesías. El mismo Sanedrín de Jerusalén le envió una representación para que dijese si era él el Mesías (Jn 1:19-28). Y éste es el momento, tanto en los evangelios sinópticos como en Juan, en que el Bautista declara que él sólo es un “esclavo,” pues él no es digno de ejercer con El oficio de los esclavos: “descalzarle.” El evangelio de Lucas, que es quien mejor da la razón de la confesión de humildad del Bautista ante lo que era Cristo, (Lc 3, 15), y en relato del evangelista Marcos, el que nos expresa que Juan Bautista predicaba, diciendo: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.

5.5  TODOS VERÁN LA SALVACIÓN DE DIOS.

Ni el pesimismo agotador, ni la temeraria autosuficiencia, ni las conductas torcidas son senderos que nos llevan a Cristo. Solo la renovación interior puede abrir nuestras vidas al mensaje del Evangelio y al Amor santificador de Cristo. Si el Adviento ha introducido en la historia humana la Época última y se identifica con ella, ha de ser por esto una actitud constante de la vida cristiana. El creyente ha de sentirse siempre en estado permanente de conversión.

Oigamos a San León Magno: “Demos gracias a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo, que, por la inmensa misericordia con que nos amó, se compadeció de nosotros y, estando muertos por el pecado, nos resucitó a la vida de Cristo (Ef 2,5) para que fuésemos en Él una nueva criatura, una nueva obra de sus manos. Por tanto, dejemos al hombre viejo con sus acciones (Col 3,9) y renunciemos a las obras de la carne nosotros que hemos sido admitidos a participar del nacimiento de Cristo. Reconoce ¡oh cristiano! tu dignidad, pues participas de la naturaleza divina (2 Pe 1,4) y no vuelvas a la antigua vileza con una vida depravada. Ten presente que, arrancado al poder de las tinieblas (Col 1,13) se te ha trasladado al reino y claridad de Dios. Por el  sacramento del bautismo te convertiste en templo del Espíritu Santo. No ahuyentes a tan escogido huésped con acciones pecaminosas” (Homilía 1ª sobre la Natividad del Señor 3).

Entonces, para poder crecer en la caridad y desarrollar el discernimiento para que “el amor de nosotros crezca cada vez más”,  para saber leer en los acontecimientos de la historia la presencia salvífica de Dios, es necesario  que como creyentes nos abramos  continuamente a Dios y a la historia. De ahí la actualidad de la predicación del Bautista como programa de apertura penitencial a Cristo y a la gracia del Evangelio de los que buscan sinceramente los designios divinos de la salvación que nos da Cristo, pues precisamente a esto ha venido El, para que veamos la salvación de Dios, por tanto, Jesús ha venido también para quitarnos el pecado que nos hace desventurados. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! ,  porque él nos quiere felices y llenos de gloria. Es nuestra vida íntegra la que habrá de llevar a los demás hombres la autenticidad de nuestra fe y de nuestra comunión con Jesús, el Señor, más allá del altar y del templo. Hemos de ir por la vida abriendo a los hombres senderos para Cristo.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

     SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C

 

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

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