Reflexión desde las Lecturas del III Domingo de Adviento Ciclo A

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    El desierto florecerá (Is 35, 1-6. 10)

El desierto florecerá. He aquí la intensidad de la esperanza que la Iglesia quiere infundir en nosotros mediante las palabras del profeta. Nosotros solemos esperar aquello que nos parece al alcance de nuestra mano. Sin embargo, la verdadera esperanza es la que espera aquello que humanamente es imposible. Debemos esperar milagros: que el desierto de los hombres sin Dios florezca en una vida nueva, que el desierto de nuestra sociedad secularizada y materialista reverdezca con la presencia del Salvador.

Estos son los signos que Dios quiere darnos y que debemos esperar: que se abran a la fe los ojos de los que por no tenerla son ciegos, que se abran a escuchar la palabra de Dios los oídos endurecidos, que corra por la senda de la salvación el que estaba paralizado por sus pecados, que prorrumpa en cantos de alabanza a Dios la lengua que blasfemaba... Si esperamos estos signos, ciertamente se producirán, y todo el mundo los verá, y a través de ellos se manifestará la gloria del Señor, y los hombres creerán en Cristo, y no tendrán que preguntar más: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (Mateo 11, 1-11).

El que tiene esta esperanza se siente fuerte y sus rodillas dejan de temblar. Pero el secreto para tenerla es mirar al Señor. La palabra de Dios quiere clavar nuestra mirada en el Señor que viene y dejarla fija en su potencia salvadora: “¡Animo! No temáis. Mirad a vuestro Dios que viene...

2.    PRIMERA LECTURA Is 35, 1-6. 10

Para la Jerusalén del postexilio viene una serie de bendiciones y buenos augurios como prosperidad, felicidad e integridad física, presididas por el progreso espiritual y la capacidad de andar nuevamente por la senda del Señor.

Lectura del libro de Isaías.

¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: “¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos”. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos, entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán.

Palabra de Dios.

2.1   Transformación de la naturaleza y la esperanza de los hombres.

El profeta Isaías presenta el cuadro deslumbrador de los tiempos mesiánicos en la tierra de Israel, transformada en el más bello de los vergeles. La imaginación poética no tiene límites en esta descripción, y la amplificación es llevada hasta el extremo. En realidad, todo este cuadro deslumbrador no es sino un pálido reflejo de la realidad sobrenatural del mundo de la gracia en los tiempos mesiánicos, y si la naturaleza material no se transformó con el advenimiento del Mesías, el alma de los ciudadanos de la nueva teocracia mesiánica recibió un germen divino que va transformando como un fermento la humanidad. De ahí que podemos decir que las descripciones arrebatadoras de los profetas se quedaron cortas respecto de la grandeza y belleza de los tiempos mesiánicos.

Palestina, tierra tradicionalmente árida como el desierto y la estepa, “Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa” se revestirá de exuberante vegetación, adornada de narcisos y de flores de toda clase; “Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo!”, pudiendo competir en feracidad con la gloria del Líbano, la magnificencia del Carmelo y del Sarón; “Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón”, regiones famosas por su pujante vegetación de todas clases: el Líbano con sus cedros, el Carmelo con sus fértil pastos y Sarón con su colorido de flores a lo largo de la costa desde Haifa al Carmelo. Los futuros ciudadanos; “Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios”,  serán testigos de esta manifestación gloriosa del Señor, nuestro Dios: el profeta se pone en la perspectiva de los futuros israelitas, ciudadanos de la nueva teocracia.

Se desprende de las lecturas bíblicas, que los contemporáneos del profeta estaban apesadumbrados y pesimistas, sumidos en la mayor debilidad por efecto de tantas calamidades. Esta profecía, pues, no tiene otro fin que fortalecer a los temerosos “¡Regocíjense… que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo!... Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados” con la esperanza de la pronta manifestación del Señor.

La venida de Dios traerá la salvación y la liberación definitiva. Su aparición será el principio de una transformación de los hombres y de la misma naturaleza. Nada defectuoso formará parte del nuevo estado de cosas, pues todo el que esté tratado será automáticamente corregido en su defecto: “Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos, entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Todo esto se cumplió materialmente en las curaciones realizadas por nuestro Señor Jesucristo, el Mesías ansiado de los profetas. Con todo, la imaginación profética no siempre se atiene a la realidad desnuda, sino que va sembrando esperanzas y, en ansias del futuro, se desborda en imágenes que muchas veces no tendrán realidad histórica; pero el mensaje sustancial de loa profecías permanece, es decir, su contenido espiritual.

En esa naturaleza transformada del desierto; tierra reseca” habrá una vía santa o calzada sagrada para los peregrinos que retornen a Sión; “entrarán en Sión con gritos de júbilo”. Se llama santa porque nada pecaminoso o impuro podrá transitar por ella. Por otra parte, será una avenida sagrada tan clara y sin obstáculos, que ni los más simples se extraviarán; y para facilitarles el viaje y hacerles agradable el itinerario brotarán estanques y fuentes a lo largo de ese desierto transformado. Las fieras y chacales, moradores del desierto, no les harán daño alguno, ni se acercarán a esa vía sacra por donde han de pasar los redimidos, o repatriados, camino de Jerusalén. “Volverán los rescatados por el Señor”, darán gritos de júbilo y adornarán sus cabezas, como era usual, para manifestar la alegría cuando divisen la ciudad santa de Sión. Con esta descripción deslumbradora; “entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán.”

3.    SALMO Sal 145, 6-10

El Salmo 145 nos invita a la alabanza divina, ¡Alaba al Señor alma mía!, pues el “Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, libera a los cautivos, abre los ojos al ciego, endereza a los que ya se doblan, ama a los justos, guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda... El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad”. Tengamos total confianza en Él.

R. Señor, ven a salvarnos.

El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos y protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano ya la viuda y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

     3.1    LA PROVIDENCIA DE DIOS.

En esta bella composición poética se contrapone la suerte del que confía en el hombre y la del que confía en Dios.  Sólo Dios merece la confianza del hombre.

Con frases redundantes, el salmista inicia su poema exhortándose a sí mismo a alabar al Señor, “¡Aleluya! Alaba, alma mía, al Señor. Alabe yo a al Señor en mi vida, cante salmos a mi Dios mientras exista”. La idea central del salmo es la confianza en Dios, de quien únicamente puede venir el auxilio seguro al ser humano. En consecuencia, es inútil confiar en poderes humanos, por muy altos que sean, pues los mismos príncipes dejan de existir y después de la muerte no pueden prestar ayuda a nadie. Sólo el Dios de Jacob puede inspirar verdadera confianza, pues es el mismo que ha formado los cielos y la tierra, y, por otra parte, es fiel a sus promesas do protección a sus devotos. Especialmente muestra su solicitud y favor con los necesitados: los oprimidos, los hambrientos, los ciegos, los peregrinos, los huérfanos y las viudas. “El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos y protege a los extranjeros. Sustenta al huérfano ya la viuda y entorpece el camino de los malvados.”  Ese Dios providente y justo tiene su morada en Sión y desde ella mantiene su dominio por la eternidad. El salmista no menciona las promesas de engrandecimiento hechas a la ciudad santa, pero, conforme a los vaticinios proféticos, exalta la situación privilegiada de Jerusalén, centro de la teocracia hebrea. “El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones”.

4.    SEGUNDA LECTURA Sant 5, 7-10

Esta parte de la carta es un llamado a conservar la paciencia y la perseverancia en medio de las pruebas. Ahora no es el tiempo de la cosecha, dice el autor, pero sí de la espera paciente y vigilante para garantizar buenos y abundantes frutos de vida.

Lectura de la carta de Santiago.

Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor. Miren cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera. Tengan paciencia y anímense, porque la Venida del Señor está próxima. Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para no ser condenados. Miren que el Juez ya está a la puerta. Tomen como ejemplo de fortaleza y de paciencia a los profetas que hablaron en Nombre del Señor.

Palabra de Dios

4.1    “Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor”

Comprende esta carta una recomendación de soportar con paciencia la opresión de los poderosos. Santiago nos presenta las recomendaciones a los cristianos en las diversas circunstancias de la vida, y especialmente en las enfermedades. Y, por último, Santiago termina su carta persuadiendo a todos a trabajar por la conversión de los pecadores.

Después de reprochar severamente las injusticias de los ricos, se vuelve a los pobres oprimidos — debían de ser la mayoría —, recomendándoles la paciencia, porque la venida del Señor y el día en que ha de dar a cada opresor el escarmiento merecido llegarán pronto e infaliblemente, por eso insiste; “Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor”, entonces cesará el escándalo de la prosperidad de los impíos y la injusticia será castigada. Santiago, más bien que incitar a la revolución social, pide a los fieles que esperen la sanción divina.

El autor sagrado está convencido de que la parusía del Señor restablecerá el orden perturbado. Los pobres recibirán el premio de su paciencia y los opresores recibirán el castigo merecido por sus injusticias. La venida del Señor no constituye motivo de preocupación para los fieles, sino más bien motivo de confortamiento. Esto lo demuestra claramente la pequeña parábola que pone a continuación para ilustrar la exhortación. “Miren cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera”. Lo mismo que el labrador, que aspira a recoger los frutos de la tierra, espera con paciencia la llegada del tiempo oportuno para que caigan las lluvias tempranas y las tardías, así también los cristianos oprimidos han de esperar que el Señor, con su venida, realice sus más íntimos anhelos; “Tengan paciencia y anímense, porque la Venida del Señor está próxima”.  El pensamiento de la parusía o juicio, que debía causar terror a los ricos, era un consuelo para los fieles pobres. La perspectiva escatológica de Santiago permanece vaga, aunque considera la parusía como próxima.

En espera de la llegada del Señor, Santiago impulsa a practicar la caridad fraterna. “Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para no ser condenados”. La llegada del Juez es tan cierta; “Miren que el Juez ya está a la puerta” y tan próxima, que los fieles no deben dejarse llevar de la impaciencia o de faltas contrarias a la caridad, que les pudieran conducir a recriminaciones juicios temerarios contra los miembros de la comunidad o a merecer una severa sentencia del justo Juez; “para no ser condenados”.. Los cristianos han de tolerarse mutuamente los propios defectos: “Ayudaos mutuamente — dice San Pablo 23 — a llevar vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo.”

El autor sagrado dice a sus lectores que han de tomar como ejemplo a los profetas, que tanto sufrieron de sus correligionarios por la justicia y por la predicación de la verdad; “Tomen como ejemplo de fortaleza y de paciencia a los profetas que hablaron en Nombre del Señor”.  Los sufrimientos de los profetas constituyen un ejemplo citado frecuentemente en las catequesis. El profeta paciente por excelencia era Jeremías. Pero también tuvieron mucho que sufrir Amos, Oseas, Elías, Isaías, Daniel. Algunos de estos profetas sufrieron incluso prisión y otros llegaron hasta soportar una muerte cruel por causa del Señor. Pues bien: si hombres tan santos y amados de Dios, como eran los profetas, tuvieron que sufrir tanto, esto ha de valer para animar a los fieles, porque, si sufren, es señal de que Dios los ama como a sus siervos los profetas. También el ejemplo de paciencia de Job ha de servir a los fieles para infundirles ánimos y para que puedan perseverar hasta el momento en que el Señor tenga misericordia de ellos, como la tuvo de Job. Al fin, también les dará, como dio a Job, el premio de su paciencia, porque el Señor es compasivo y generoso. Nuestro Señor también había dicho: “Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.”  (Marco 13,13) Y Santiago promete la corona de la vida al que soporte la prueba con paciencia.

5.    EVANGELIO Mt 11, 2-11

A la pregunta del Bautista “¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro?”, Jesús responde sobre su persona y su misión, no teorizando, sino señalando los milagros y signos realizados que tienen como destinatarios al pobre y al excluido: los ciegos ven los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y los pobres reciben la Buena Noticia.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” Jesús les respondió: “Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquél para quien Yo no sea motivo de tropiezo!” Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: ¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. Él es aquél de quien está escrito: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino”. Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él”.

Palabra del Señor.

5.1   ERES TÚ EL QUE HA DE VENIR O DEBEMOS ESPERAR A OTRO

El Bautista estaba en la cárcel. Estaba en un palacio-fortaleza de Herodes Antipas, en el mar Muerto. Allí debió de tener una prisión en condiciones especiales: “pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto”. (Mc 6:20), y en donde recibía la visita de sus discípulos. Allí “oyó,” precisamente por sus “discípulos,”: “Sus discípulos llevaron a Juan todas estas noticias” (Lc 7:18). En la perspectiva de Mateo, deben de ser los milagros relatados y sus enseñanzas.

Y por dos de sus discípulos envió a Jesús un mensaje: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”, y manda a preguntar, de modo como si fuera a un futuro inminente: “Eres tú el que ha de venir”. Se puede pensar que la pregunta, era para que dijese si era (Jesús) el Mesías.

5.2   VAYAN A CONTAR A JUAN LO QUE USTEDES OYEN Y VEN

La respuesta de Jesús es: “Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven”. En el Evangelio de Lucas se relata que: “En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos”. Estas curaciones concretas, hacen ver que era la obra del Mesías, tal como la describía Isaías: “Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo.” (Is 35:5.6)

Esta era la respuesta que Jesús daba, más que al Bautista, a los enviados y, por medio de ellos, al círculo de celosos seguidores de Juan Bautista. Por eso les añadió: “¡Y feliz aquél para quien Yo no sea motivo de tropiezo!”, esto es bienaventurado “el que no se escandaliza de mí.” Pues no respondía la figura de Cristo al concepto ambiental farisaico deformado sobre el Mesías. “Este no expulsa los demonios más que por Belcebú, Príncipe de los demonios”  (Mt 12 22-23).

5.3   ¿POR QUÉ MOTIVO ENVIÓ EL BAUTISTA ESTOS DISCÍPULOS SUYOS CON ESTE MENSAJE A CRISTO?

Entonces estos discípulos, ¿regresan convencidos?, por lo que sabemos ellos tenía una cierta resistencia a seguir a Jesús; “Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?” (Mt 9, 14). Por tanto nos preguntamos: ¿Por qué motivo envió el Bautista estos discípulos suyos con este mensaje a Jesús? De una gran cantidad de hipótesis, pensamos que Juan Bautista no envía sus discípulos a Jesús para que le responda a él, quitándole su incierta duda, sino para que haga desaparecer la incertidumbre a sus discípulos.

Lo cierto es que cuando el Bautista envía a sus discípulos a preguntar a Jesús, el estaba recluido, evidentemente estaba en una situación donde una persona se ve más necesitada de Dios, pero Juan había anunciado la venida de Jesús, "Este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Jn 1,29). Es decir Juan conocía muy bien quien era Jesucristo. Pero él sabe que va a morir, entonces desea que sus discípulos no tengan dudas, y los manda para que sean testigos de las maravillas del Señor, para que aprendan además directamente de los mismos labios de Jesús.

5.4   TODAS LAS COSAS QUE HACE JESÚS, NOS MUESTRAN QUE EL ES DIOS.

Jesús conoce el propósito de Juan, y para que a todos les conste, en esa misma hora sanó a muchos enfermos, como una mejor prueba para los enviados. Por lo tanto, no se contentó con responderles por medio de palabras, sino que les contestó por medio de obras. Esto es lo que llamamos, “Hechos y no palabras”, Entonces respondió a los enviados: “Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído”. Jesús, se define por su obrar, esto es su respuesta son sus obras, los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anuncia da a los pobres.  Todas las cosas que hace Jesús, nos muestran que El es Dios.

Toda la obra milagrosa de Jesús, era la que había anunciado el profeta Isaías, (Is. 35, 4-5) “Decid a los de Corazón apocado: "¡Fortaleceos; no Temáis! He Aquí que vuestro Dios viene con venganza y Retribución divina. El mismo Vendrá y os Salvará." “Entonces Serán abiertos los ojos de los ciegos, y los Oídos de los sordos se Destaparán”.

O como en el Salmo (Sal 145, 8-8), donde cantamos: “El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente”.

5.5   NO HA NACIDO NINGÚN HOMBRE MÁS GRANDE QUE JUAN EL BAUTISTA.

Así es como en algunos relatos evangélicos se acusan los celos de los discípulos de Juan ante ese prestigio y obra de Jesús, (Mt 9:14-17; Jn 3:23-26). Sin embargo ya en otras dos ocasiones el Evangelio muestra al Bautista encaminando a sus discípulos a Cristo; “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. (Jn 1:29-30) o bien: Es preciso que él crezca y que yo disminuya. (Jn 3:30).

Por otra parte, si la grandeza del Bautista queda ya expresada con la aplicación de esta cita de Malaquías: He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí, y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis”   (Malaquías 3,1), aún se resaltará terminantemente con las palabras de Jesús. “Es el mayor entre los nacidos de mujer”. En la redacción casi idéntica del lugar paralelo en Lucas donde se dice que no hubo “profeta mayor” que el Bautista. Pero el texto de Mateo da suficientemente al pensamiento al decir que es más que un profeta. Los profetas hablaban del Mesías “desde lejos,” Juan lo ve y lo presenta a Israel. Lo hace por su dignidad profética de precursor.

Así, Juan es, metafóricamente, el Elías que ha de venir, por eso “todos los profetas y la Ley han profetizado hasta Juan”. Con él termina la preparación, y con Jesús comienza el ingreso en el reino.

5.6   Y SIN EMBARGO, EL MÁS PEQUEÑO EN EL REINO DE LOS CIELOS ES MÁS GRANDE QUE ÉL

Pero se diría que el pensamiento polémico-apologético sobre la dignidad de Jesús y su obra se vuelve a acusar. Si el Bautista es el “mayor” profeta por su dignidad de precursor, el ingreso y pertenencia del “menor” en el reino es “mayor que Juan Bautista”; pues entre una función carismático-profética y preparatoria para el reino y la incorporación al mismo, la superioridad está por éste. Era Elías por su papel, conforme a la profecía de Malaquías, y lo era porque tenía “el espíritu y el poder de Elías” (Lc 1:17).

A este ingreso en el reino, preparativamente contribuyó el Bautista. Lucas cita esto mismo en otro contexto en forma más clara: “La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del Reino de Dios, y todos se esfuerzan con violencia por entrar en él.” (Lc 16:16).

5.7  JUAN BAUTISTA, MAS QUE UN PROFETA

Jesús, hace el elogio del Bautista, prisionero por testimoniar la verdad. Es el modelo de la fidelidad a su misión y de su dignidad. Los evangelistas transmiten con una viveza extraordinaria las palabras de Jesucristo sobre el Bautista. Este había creado una gran expectación cuando apareció anunciando el bautismo de penitencia (Mt 3:5). Hasta el historiador judío Josefo se hace cargo de aquel movimiento, y las autoridades judías de Jerusalén enviaron una legación a preguntarle si él era el Mesías (Jn 1:19-27). Seguramente, a muchos de los que fueron oyentes del Bautista se dirigieron ahora las palabras de Jesús.

El Bautista, “en el desierto,” no era una “caña agitada por el viento.” Estas, que nacen en abundancia junto al Jordán, escenario bautismal de Juan, fueron siempre símbolo de insipidez, de ligereza, de falta de consistencia (1 Re 14:15; 2 Re 18:21). Pero el Bautista tenía la reciedumbre moral para enfrentarse contra el escandaloso adulterio de Antipas y Herodías. No era el Bautista la figura suave de los cortesanos de Tiberias, que vestían delicadamente y vivían placenteramente. Juan tenía la vestimenta y la austeridad de los profetas. Por eso el “crescendo” de indagación sigue: salieron no sólo a ver a un profeta, “sino a más que profeta.”

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

III Domingo del Tiempo de Adviento Ciclo A


Fuentes Bibliográficas:

www.caminando-con-jesus.org

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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