Reflexión desde las Lecturas del Domingo XVII Ciclo B

EL SEÑOR QUIERE EL PAN PARA TODOS, QUE COMAN TODOS Y ADEMÁS QUE SOBRE.

¿CUANTO PAN ESTOY DISPUESTO A DAR AL QUE LO NECESITA?

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    DIOS SIGUE OBRANDO EN SU IGLESIA MARAVILLAS. COMERÁN PAN Y SOBRARÁ

En este domingo 17 del tiempo ordinario, la liturgia nos habla de nuestra necesidad del pan de cada día. El mismo Señor Jesús,  nos enseñó que se lo pidiéramos a su Padre en oración; “danos el pan de cada día”. En la Primera Lectura, del Libro de Reyes, se nos relata como por intermedio del profeta Eliseo, Dios hace llegar su providencia a los necesitados. El Antiguo Testamento, aún con sus sombras, nos adelantó proféticamente las realidades del Nuevo y proclamó la salvación definitiva en Cristo, Mesías y Profeta, en la plenitud de los tiempos. Los prodigios que Dios obraba por medio de sus siervos los profetas tenían por misión autentificar la palabra predicada por ellos, de modo que el pueblo tuviese garantía de su origen divino.

Dios sigue obrando en su Iglesia maravillas. Hemos de reconocerlo y utilizarlo para profundizar más y más en la fe y hacer que los demás crean en el mensaje divino, pero nuestros amigos y hermanos en el Señor, no creerán si nuestra vida no es coherente con lo que predicamos. También todo esto será difícil si nuestra vida no se conforma con ese mensaje, no obstante los prodigios que Dios hace constantemente en medio de nosotros. De las lecturas de hoy, debiera nacer una pregunta entre nosotros, ¿cuanto pan estoy dispuesto a dar al que lo necesita? “El de buena intención será bendito, porque da de su pan al débil” (Proverbios 22,9). Y si aún, no comparto mi pan, ¿Cuándo voy a comenzar a participarlo?, “Dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el Señor: ‘Comerán todos y sobrara”. (Re 4, 42-44)

2.    PRIMERA LECTURA, DEL SEGUNDO LIBRO DE LOS REYES (4, 42-44)

Lectura del segundo libro de los Reyes (4, 42-44)

En aquellos días, llegó de Baal-Salisá un hombre que traía para el siervo de Dios, Eliseo, como primicias, veinte panes de cebada y grano tierno en espiga.

Entonces Eliseo dijo a su criado: “Dáselos a la gente para que coman”. Pero él le respondió: “¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?”

Eliseo insistió: “Dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el Señor: ‘Comerán todos y sobrara”.

El criado repartió los panes a la gente; todos comieron y todavía sobró, como había dicho el Señor.

Palabra de Dios.

2.1   EL LIBRO DE REYES

La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes. El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: Últimos años de David y reinado de Salomón, la Existencia de los reinos de Israel y de Judá y el reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén.

El libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Dios se comporta como un padre para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Como se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien aclarar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que destacan este periodo.

2.2   ELISEO, SERVIDOR DEL SEÑOR

En una ocasión, (2 Rey 3:9-14) partieron el rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edom; y después de siete días de marcha faltó el agua para el ejército y para el ganado que le seguía. Entonces el rey de Israel dijo: “¡Ay! Señor ha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de Moab.” Pero Josafat dijo: “¿No hay aquí ningún profeta del Señor” Uno de los servidores del rey de Israel dijo: “Sí, aquí está Elíseo, hijo de Safat, que es el que daba aguamanos a Elías.” El rey de Judá dijo: “La palabra del Señor esta con él.”, y fueron en busca de Eliseo que comenzó por ser el servidor de Elías, siendo una de sus misiones derramar el agua en las manos del profeta para purificárselas. Elíseo demostró gran indiferencia por el rey de Israel, recordándole los profetas de Baal al servicio de su padre (1 Re 18:19; 19:1). Pero, en atención al rey de Judá, acepto el ruego que le hicieron. “Vive El Señor a quien sirvo, que, si no fuera por respeto al rey de Judá, a ti ni te atendería ni te miraría siquiera.”

En las escritura se habla del poder de hacer prodigios de Eliseo, narrando  algunas anécdotas relacionadas para confirmar que recibió de Elías el don de hacer milagros, al que incluso superó. Con estos hechos extraordinarios sirvió a la causa del Señor, confirmando con hechos extraordinarios sus enseñanzas religiosas. Repetidas veces se inmiscuyó en la vida política de Israel, tratando de oponerse al avance de la idolatría. Como Elías, su apostolado fue oral. Toda la narración tiene sabor popular y folklórico; los hechos narrados formaban parte de una colección más amplia.

2.3  MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

“En aquellos días, llegó de Baal-Salisá un hombre”.  Un hombre de Baal-Salisá, en el actual Kefr Tih, a veinticinco kilómetros al norte de Lidda, entre Siquem y Jafa. Este hombre supo que Elíseo se encontraba en Caígala y le llevó “el pan de las primicias,” amasado con grano nuevo (Lev 23:17-20). Pero Elíseo, rehusó comerlo, indicando al buen hombre que lo repartiera entre el centenar de profetas. Ante su admiración, vio cómo ellos comieron, se saciaron y que sobró todavía.

Este fragmento pertenece al llamado “ciclo de Eliseo” (2 Re 4, 1-8.15; 9,1-13; 13,14-25), cuya primera parte recoge el relato de unos milagros realizados por el profeta en favor de algunos grupos de profetas, de personas extranjeras o israelitas, y hasta de todo el pueblo.

El milagro narrado en párrafo de la Liturgia de este domingo, consiste en la multiplicación de veinte panes de cebada -que le habían sido ofrecidos a Eliseo en razón de su ministerio- en una cantidad más que necesaria para saciar el hambre de cien personas.

A la objeción planteada por el criado sobre la evidente imposibilidad de distribuir aquella poca cantidad de pan entre toda la gente que estaba presente, el profeta responde con la confianza firme en la Palabra del Señor que le ha sido comunicada, y que le ordena realizar esa acción. El milagro que se produce es la confirmación de la autoridad de Eliseo, una autoridad que le viene de la fe y de su obediencia al Señor.

3.    SALMO 144

El Salmo 144 que trae la Liturgia de este domingo, nos ofrece unos textos de meditación relacionados con la lectura anterior: “Abres tus manos Señor y nos colmas con tus bienes. Los ojos de todos están fijos en el Señor y Él les da la comida a su tiempo... Está cerca de los que lo invocan sinceramente”. El Señor es fiel y providente, levanta a los que caen y suministra a las criaturas lo necesario para vivir.

Salmo 144, Abres tus manos Señor y nos colmas con tus bienes

Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.

A ti, Señor, sus ojos vuelven todos y tú los alimentas a su tiempo. Abres, Señor, tus manos generosas y cuantos viven quedan satisfechos.

Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor de quien lo invoca.

   3.1  ABRES TUS MANOS SEÑOR Y NOS COLMAS CON TUS BIENES

Este Salmo es un himno que canta a Dios como Señor del universo alabando su señorío y su poder, su bondad y providencia, su misericordia y amor con todos. Aunque se recuerdan sus obras, es a Él mismo a quien se canta, como autor de todas ellas.

Los versículos elegidos para salmo responsorial en la Liturgia de hoy se fijan sobre todo en el cuidado providente de Dios, que da el alimento necesario y sacia de favores a todas sus criaturas. “nos colmas con tus bienes”. Es un aspecto del pastoreo de Dios que contemplábamos el domingo pasado. El salmo insiste en la totalidad –repite varias veces el adjetivo “todo”: “todas tus obras”, “todos tus fieles”, todas las acciones de Dios en todas las épocas están marcadas por este amor providente; y no sólo los hombres, sino todas las criaturas: nada ni nadie queda excluido. Por eso, “los ojos de todos te están aguardando”; “sus ojos vuelven todos y tú los alimentas a su tiempo”. ¿También los nuestros? Y su providencia nunca se equivoca –les das la comida a su tiempo –, ya que “el Señor es bondadoso en todas sus acciones”. También cuando en nuestra vida aparece el dolor. “¡Son mis lágrimas mi pan, de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿En dónde está tu Dios? (Salmo 42,4)

4.     SEGUNDA LECTURA, EFESIOS (4, 1-6)

En el Corazón de Cristo se consuma el designio de unidad entre todos los hombres. Un único Padre que nos ama en su único Hijo y que nos hace a todos participar en su único Espíritu.

En la Iglesia no debe existir ningún elemento discriminatorio ni en los que vienen del judaísmo, ni en los que vienen de la gentilidad. Lo que todos han de hacer es poner su esperanza en la salvación a la cual todos han sido llamados por Dios. Sobre la unidad, exhorta San Cipriano:

“El que abandona esta cátedra de Pedro, sobre la cual está fundada la Iglesia, ¿puede creer que está todavía en la Iglesia? El que se rebela contra la Iglesia y se opone a ella, ¿puede pensar que está en ella? El mismo Apóstol Pablo enseña idéntica doctrina declarando el misterio de la unidad con estas palabras: “un solo cuerpo y un solo espíritu, una sola esperanza en vuestra vocación” (Ef 4,4)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4, 1-6)

Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido.

Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz.

Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también una sola es la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos.

Palabra de Dios.

4.1         UN DIOS QUE ES PADRE DE TODOS, ACTÚA A TRAVÉS DE TODOS Y VIVE EN TODOS

San Pablo nos exhorta a comportarnos de una manera acorde con nuestra vocación cristiana, viviendo en la unidad. En el Corazón de Cristo se consuma el designio de unidad entre todos los hombres. Un único Padre que nos ama en su único Hijo y que nos hace a todos participar en su único Espíritu.

En la Iglesia no debe existir ningún elemento discriminatorio ni en los que vienen del judaísmo, ni en los que vienen de la gentilidad. Lo que todos han de hacer es poner su esperanza en la salvación a la cual todos han sido llamados por Dios. Sobre la unidad, exhorta San Cipriano:

“El que abandona esta cátedra de Pedro, sobre la cual está fundada la Iglesia, ¿puede creer que está todavía en la Iglesia? El que se rebela contra la Iglesia y se opone a ella, ¿puede pensar que está en ella? El mismo Apóstol Pablo enseña idéntica doctrina declarando el misterio de la unidad con estas palabras: “Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también una sola es la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido”

4.2   UN SOLO SEÑOR, UNA SOLA FE, UN SOLO BAUTISMO, UN SOLO DIOS Y PADRE DE TODOS”.

El fragmento que nos presenta hoy la liturgia abre la segunda parte de la carta a los Efesios (4,1-6,20), en donde se deducen los principios morales que se desprenden de las afirmaciones doctrinales expuestas en la primera parte. La exhortación que Pablo, prisionero a causa de su servicio apostólico; “prisionero por la causa del Señor”, dirige a los creyentes tiene el propósito de confirmarlos en su vocación. Han creído en el único Dios, en el único Creador y Señor, y en virtud de la misma fe han recibido el único bautismo; forman así un mismo cuerpo; “no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también una sola es la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos”. La unidad entre ellos es, por consiguiente, consecuencia directa de su nueva identidad cristiana.

San Pablo nos explica las actitudes que, coherentemente, deben destacar nuestra relación con Dios y con el prójimo como verdaderos cristianos, por consiguiente, la verdad de lo somos, se verá si seguimos el ejemplo que tenemos de Jesús, quien nos invita a ser como él. Por cuanto nuestra actitudes deben estar marcadas por la humildad, amabilidad, paciencia y el amor que se hace cargo de la debilidad de los otros, no dejando por ningún motivo, las tareas que nos permitan construcción de la paz: éstas son las virtudes que hacen visible y realizable la unidad de la comunidad y dan testimonio de que el Espíritu nos anima, dado que son los frutos del Espíritu (cf. Gal 5,22). Todo esto nos anime a ser solidario con las necesidades de nuestros hermanos, en especial, con aquellos que tienen hambre, físico y/o espiritual, es decir del pan común para saciar el hambre y del espiritual para saciar el alma. Y a todos ellos, que sirven con amor a su hermanos, que el Señor les bendiga y digámosle como en el Eclesiastés 9,7; “Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras”.

4.3  VIVIR EN PAZ CON TODOS, UN PAN NECESARIO

San Pablo, está mirando a los creyentes sobre todo desde el punto de vista colectivo, en su calidad de miembros de una misma colectividad espiritual, que es la Iglesia. De ahí la insistencia en las virtudes que pudiéramos llamar sociales, necesarias para mantener unido y compacto cualquier pueblo u organismo social: humildad, mansedumbre, longanimidad, mutuo afecto nacido de la caridad; Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor”

Es así, como con la práctica de esas virtudes, es como los efesios deberán esforzarse por; mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz”, es decir, la armonía de doctrina y de aspiraciones (pensamiento y voluntad), unidos por el suave vínculo que consiste en la paz, para que vivamos siempre en acuerdo y mutua amistad. Esa recíproca unidad entre los cristianos, un punto donde flaqueamos muchos, debiera ser la esencia y particularidad de nuestra vida cristiana, y ha de ser además la expresión fiel de lo que es el gran misterio de Cristo, quien ha venido para que a nadie le falte el pan de vida, y así lo dijo Jesús; “Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. (Juan (SBJ) 6, 32-35)

5.    EVANGELIO: Juan 6,1-15

Jesús se manifiesta en el evangelio de hoy alimentando a la multitud. Pero al pronunciar la acción de gracias y repartir el alimento perecedero, Jesús está ya apuntando al “alimento que permanece para vida eterna” (Jn 6,27). También este nos viene de su providencia amorosa, que, más que la salud del cuerpo, quiere la santidad de los que el Padre le han confiado. Por lo demás, nosotros estamos llamados a ser instrumentos de la providencia para nuestros hermanos los hombres, tanto en el alimento corporal como en el espiritual.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.

Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?» Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?» Jesús le respondió: «Háganlos sentar». Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo». Jesús, sabiendo que querían apoderarse de Él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

Palabra del Señor.

    5.1  “¿CÓMO COMPRAREMOS PAN PARA QUE COMAN ÉSTOS?”

La multiplicación de los panes es un gran signo de la llegada del Reino. Jesús se manifiesta en el evangelio de hoy preocupado por el alimento de los que le siguen y luego los alimenta personalmente. Al pronunciar la acción de gracias y repartir el alimento perecedero, Jesús está ya apuntando al “alimento que permanece para vida eterna” (Jn 6,27). También este nos viene de su providencia amorosa, que, más que la salud del cuerpo, quiere la santidad de los que el Padre le ha confiado. Por lo demás, nosotros estamos llamados a ser instrumentos de la providencia para nuestros hermanos los hombres, tanto en el alimento corporal como en el espiritual.

San Juan comienza con este párrafo la sección dedicada a la revelación de Jesús como alguien que da el verdadero pan y es él mismo “pan de vida”; el tema central y discriminador es la acogida o el rechazo de Jesús (cf. Jn 6,60-66). Jesús, en el marco de la pascua judía; “Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos”, sube al monte con sus discípulos, seguido por el gentío que se sentía atraído por las obras extraordinarias que él realiza. Jesús, es quien toma la iniciativa de dar de comer a la multitud que le seguía; “Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”, apareciendo de inmediato como el protagonista absoluto de la escena, consciente de sus acciones y de los motivos que la impulsan. Es asimismo él quien distribuye a la gente los panes multiplicados; “Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.”, Además Jesús se pone a servir, siendo el primero en dar ejemplo para que sus discípulos aprendan a hacer lo mismo. Se puede ver aquí, como en una imagen, la fotografía de la última cena, la verdadera y definitiva pascua de Jesús, durante la cual tomó y distribuyó el pan después de haber dado gracias al Padre, escena que Juan no narra explícitamente en su evangelio.

Jesús, al multiplicar los cinco panes y los dos peces ofrecidos por un niño, da una respuesta decisiva e innovadora a las objeciones de Felipe y de Andrés sobre la falta de dinero y la escasez de alimento para poder saciar el hambre de todos. Se trata de la respuesta del amor generoso, sobreabundante, del Padre, que a partir de poco, de la debilidad humana ofrecida del todo y compartida, sacia la necesidad de cada uno más allá de lo que es suficiente, con generosidad y sin condiciones.

5.2   UN ACONTECIMIENTO EXTRAORDINARIO

El acontecimiento de la multiplicación de los panes y los peces, es constatado repetidamente en los Evangelios, ya sea porque fueron al menos dos veces las que el Señor realizó ese milagro y por la notable impresión que ese prodigio causo en el las gentes. Jesús, no solo se preocupa de las necesidades espirituales de los que le siguen, sino que también lo hace de orden material.

¿Cómo aconteció ese instante que maravilló a unos 5.000 participantes? Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. El relato cuenta que él va a la otra parte del mar de Galilea o Tiberíades. San Juan precisa el lago con el nombre de Tiberíades para sus lectores étnicos, ya que después que Antipas fundó en honor de Tiberio, en el borde del lago, la ciudad de Tiberias, y puso en ella su capital, prevaleció este nombre en el uso griego.

No obstante las precisiones de San Juan, en este caso el no comenta el motivo de este retiro de Jesús con sus apóstoles, como lo hacen los Evangelios sinópticos de un descanso junto con sus discípulos, (Mc 6:30) y motivo de nuevas instrucciones. También influyó el andar por ahí la orden que por aquellos días Antipas dio de decapitar al Bautista. (Mt 14:12.13).

A Jesús, lo seguía una gran multitud muy necesitada, y al ver los signos que hacía sanando a los enfermos, todos quedaban asombrados a causa de los milagros que hacía y había hecho por aquella región ya antes. Los Evangelios sinópticos expresan que cuando Jesús llegó a aquella región, ya otros grupos de personas se le habían adelantado - san Marcos -. El recorrido por el lago era la mitad que por tierra. Esto hace suponer, o en un retraso en el remar a causa del calor, o en un retraso por conversar con los apóstoles.

San Juan destaca aquí; “Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos”  Este dato, no lo dicen los otros Evangelios. Talvez san Juan, apunta a la Eucaristía - comunión, sacrificio -, que tendrá lugar en la Pascua siguiente.

5.3  JESÚS SUBIÓ A LA MONTAÑA Y SE SENTÓ ALLÍ CON SUS DISCÍPULOS.

San Juan nos presenta primero el diálogo con Felipe y luego con Andrés; “Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe”. El evangelista, tiene la delicadeza de relatarnos los diálogos que tiene Jesús con sus amigos, así nos muestra a Jesús hablando con Nicodemo, con la samaritana, la vocación de los primeros discípulos y discursos del cenáculo. Y así presenta aquí lo mismo que dicen los evangelios con una estructura histórico-literaria de diálogo. Otro detalle, es que a san Juan le interesa destacar aquí la presciencia de Jesús, ya que le decía esto a Felipe para probarle, pues el sabía lo que iba a hacer. “Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer”. San Juan omite la escena de los evangelios sinópticos en la que los discípulos piden que despida a la gente para que puedan lograr provisiones. Igualmente omite la predicación de Jesús a las gentes y los milagros hechos entonces. Basta el esquema que mejor le permita destacar las características eucarísticas. Otro dato mas, es que Felipe, con su golpe de vista, calcula que no bastarán para abastecer aquella cantidad de gente con 200 denarios para que cada uno reciba un pedacito de pan. Como dato aparte, El denario en la época de Jesús era el sueldo diario de un trabajador - San Mateo 20:2 - . Así, 200 denarios, repartidos entre 5.000 hombres, venían a corresponder a un denario por cada 25 hombres. A los que había que añadir las mujeres y niños.

Otro discípulo que interviene en este diálogo es Andrés, el hermano de Simón Pedro. El que Jesús plantease el problema del abastecimiento a Felipe es que éste era de Betsaida y podía indicar soluciones. El citarse a Andrés como hermano de Simón Pedro, más que por ser un aspecto literario, es por lo que Pedro significaba a la hora de la composición de los evangelios.

Andrés apunta la presencia de un muchacho, seguramente uno de esos pequeños vendedores ambulantes que siguen a las multitudes, y que tenía ya solamente cinco panes de cebada y dos peces. Pero esto no era solución. El pan de cebada, matiz propio de San Juan, era el alimento de la gente pobre. Por peces pone el término diminutivo de, que significa, originariamente, un alimento preparado sobre el fuego y que luego se toma con pan, sobre todo de carne o pescado. De esta palabra vino por el uso a ser sinónimo de pescado, sobre todo en el contexto de San Juan - 21:9.10.13 - .

Estos pequeños peces acaso fuesen pescado seco en salazón (salados) o preparados ya para la venta. En esta época existía en Tariquea, al sur del lago, una factoría de salazón de pescado.

Todas estas preguntas y pesquisas tendían a garantizar más manifiestamente el milagro, al comprobar la imposibilidad de alimentar a aquella multitud en el desierto. Y, una vez garantizado esto, el milagro se va a realizar de una manera nada espectacular, sino discretamente.

5.4  JESÚS TOMÓ LOS PANES, DIO GRACIAS Y LOS DISTRIBUYÓ

Otros detalle que nos hace muy vivo el relato, san Juan dice que; “Había mucho pasto en ese lugar” y que a la orden de Jesús;  “Háganlos sentar”, todos se sentaron y que eran unos cinco mil hombres”. Notemos que sentar era acomodarse en el suelo, es decir recostarse. Los evangelios de San Marcos y Lucas hacen ver que se acomodaron por grupos de 50 y de 100. Los colores vivos de sus vestiduras, bajo el sol palestino, daban la impresión de un jardín, al tiempo que facilitó luego el recuento y el servicio. La multitud de sólo hombres se valuó en 5.000. Las mujeres y niños contaban poco en la vida social de Oriente, por lo que no se contaban. No es inverosímil esta cifra. Bajo el procurador de Roma en Judea Félix - 52-60 d. C. - , un seudo-Mesías congregó en el desierto en torno suyo unas 30.000 personas y con ellas marchó al monte de los Olivos.

En la descripción del rito del milagro, San Juan la hace con claros rasgos tipológicos orientados a la Eucaristía, sin embargo omite un rasgo que los tres Evangelios sinópticos recogen, donde Jesús elevó sus ojos al cielo antes de la bendición. Era gesto frecuente en Jesús en varias circunstancias de su vida. El mismo Juan lo relata en otras ocasiones - San Juan 11:41; 17:1-

Jesús tomó los panes, dio gracias (Los tres evangelios sinópticos usan el verbo bendecir) y los distribuyó a los que estaban sentados. Esto es, Jesús tomó - en sus manos - los panes. Pudo haberse omitido este detalle o haber Jesús dado orden de repartirlos sin tomarlos en sus manos. Pero es gesto que está también en los relatos de la institución eucarística. Los judíos, antes de la comida, pronunciaban una “berekah” o bendición. De esta divergencia de fórmulas se dudó si el rito de Jesús tuvo dos partes: una acción de gracias al Padre por la acción que iba a realizar - San Juan 11:41.42; cf. v.23 - , y en la que su humanidad imploraba el milagro, y luego una bendición ritual sobre el pan. Pero esta divergencia no es probativa, pues los mismos sinópticos en la segunda multiplicación de los panes usan indistintamente ambos términos como sinónimos. Debe de apuntar también característicamente a la Eucaristía, como ponen Lucas y Pablo. En cambio, los sinópticos dicen que dio el pan. San Juan dice en forma condensada, seguramente intencionada, que Jesús mismo distribuyó de los panes a los que estaban recostados, naturalmente sería a algunos; lo que suponía distribuir partiéndolos (Cfr Mt 14:19 y Mc 6:40). Rito usual que realizaba el paterfamilias en la cena pascual y que él mismo distribuía luego a los comensales. Los Evangelios sinópticos dicen que Jesús entregó el pan los discípulos para que ellos lo distribuyesen a la gente. Este detalle de San Juan, dentro de este amplio contexto característico, de la institución eucarística, debe de ser un rasgo más, deliberado y convergente, a la misma: en ella Jesús dio el pan eucarístico a los apóstoles.

5.5  JESUS DA EL PAN A LOS QUE ESTABAN RECOSTADOS, COMIERON TODOS, Y TODOS CUANTO QUISIERON.

No obstante todos los detalles del relato, donde se desprende que la formulación conserva el relato de la institución eucarística, los expertos comentan que a la hora de la composición de este evangelio era la evocación de la fracción del pan. Otros detalles, tenemos que deducirlos nosotros mismo, introduciéndonos o sentándonos en ese pasto que relata el Evangelista, en el sentido que no es tarea fácil que el Señor repartiera el solo a mas de 5000 personas el pan con sus propias manos, por esa razón debemos pensar que el milagro de la multiplicación se hacía en las manos de los apóstoles, lo contrario supone un incesante ir y venir los discípulos a Jesús. Además es el único de los cuatro evangelistas que dice, en forma condensada, que El dio el pan a los que estaban recostados y omite la descripción de que El mismo repartió los peces, cosa que dicen los evangelios sinópticos - San Marcos-Lucas - . Es por razón del valor particular eucarístico. De ahí el no detenerse casi nada en la descripción de la multiplicación de los peces. Toda su atención se centra en la multiplicación de los panes.

Los apóstoles no se cansaron de recorrer, repartiendo pan y pescado, a aquella enorme multitud. Terminado el reparto de aquella comida milagrosa, resaltan enfáticamente que comieron todos, y todos cuanto quisieron. No fue un expediente para salir del paso. Fue una perfección total, que causó una gran sorpresa. Nos recuerda la fórmula de saciarse del maná - Sal 78:29; 105:40 - Una vez saciados, el Señor dijo; “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los evangelios sinópticos también consignan el detalle de esta orden y los recogen en canastos, que uso tan frecuente en los judíos. Era costumbre de los judíos recoger, después de la comida, los pedazos caídos a tierra Había en esa costumbre un respeto religioso a Dios, dador del pan de cada día. El hecho de recogerse aquí las sobras del pan sobrante tiene una finalidad apologética, como se ve por referir este detalle los tres sinópticos: constatar bien y garantizar el milagro.

San Juan describe; “Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada” .Se recogieron doce cestos de sobras, que parecen corresponder a uno por cada apóstol. Pero San Juan destaca que estos fragmentos de pan eran de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido; es decir, la multiplicación prodigiosa era de la misma naturaleza que el otro pan. Todos comen de un mismo pan. (Cfr 1 Cor 10:17)

5.6  “ÉSTE ES, VERDADERAMENTE, EL PROFETA QUE DEBE VENIR AL MUNDO”.

Los evangelios sinópticos nos recogen la impresión causada por el milagro sobre la multitud como lo relata aquí San Juan. Es probablemente que, además del hecho histórico, el evangelista destaca un segundo tema tipológico emparentado con el viejo éxodo. La impresión de las gentes que seguían al Señor fue tan profunda, que, viendo el milagro que había hecho, decían: “Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo.” Y querían, por ello, proclamarle rey. En el Deuteronomio se anuncia un profeta para orientar en el curso de la vida de Israel, y al que han de oír como al mismo Moisés - Dt 18:15 - Literariamente se anuncia un profeta, pero es, en realidad, como lo exige el mismo contexto, el profetismo, toda la serie de profetas que habrá en Israel, pero incluido el Mesías.

Los fariseos distinguían el Profeta del Mesías - San Juan 1:24 - . En ninguno de los escritos rabínicos se los identifica. Precisamente en los escritos de Qumrán se distingue explícitamente el Profeta de los Mesías de Aarón e Israel. Pero en el pueblo las ideas andaban confusas, y los evangelios reflejan esta creencia popular, que en unas ocasiones lo distinguían - San Juan 7:40.41 - , y en otras lo identificaban - San Juan 6:14.15 - 14.

Existía la creencia de que el Mesías saldría del desierto, que en El se repetirían las experiencias del Éxodo, y que el Mesías provocaría una lluvia prodigiosa de maná. Esta multiplicación de los panes, y en lugar desierto - cf. San Mateo 14:15 par. - les evoca todo esto, y quieren venir para arrebatarle, forzarle y hacerle rey.

Un dato importante para entender la cantidad de gentes congregadas, es lo que dice san Juan, se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos, por tanto seguramente se habían reunido allí gentes de muchas partes de Galilea, como punto de cita para formar en las caravanas que iban a subir a Jerusalén para la inminente Pascua. Debían de pensar forzarle a ponerse al frente de sus caravanas y marchar en gran muchedumbre, triunfalmente a Jerusalén, para que allí, en el templo, recibiese la proclamación y consagración oficial mesiánica.

El Señor, nos muestra otro aspecto del cual nos debemos maravillar, luego de este extraordinario milagro y ante el gran asombro de todos, podemos no se si bien o mal, pensar que El se retiro en medio de vítores y aplausos, pero todo aquel plan de precipitación y anticipación mesiánica fue desbaratado por Jesús. Jesús que; “sabiendo que querían apoderarse de Él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña”. Ni aquel mesianismo material era el suyo, ni aquélla su hora ni el buscaba el felicitación de la personas, por eso se retiró El solo hacia el monte para evitar todo aquello y pasar la noche en oración. Los Evangelios sinópticos hacen ver que forzó a los apóstoles a subir a la barca y precederle a la otra orilla, y cómo El mismo despidió al pueblo. Posiblemente los apóstoles estaban en peligro de caer en aquella tentación, como las gentes, así abortó y acabó con todo aquel prematuro movimiento mesiánico al margen de los planes del Padre.

5.7  ¿CUANTO PAN ESTOY DISPUESTO A DAR AL QUE LO NECESITA?

Ahora, luego de reflexionar las lecturas de hoy, nos  queda una tarea importante por hacer, para estar en la mejor relación posible con Dios. Frente a la pregunta de “¿Cómo voy a repartir mis panes entre tantos hombres que lo necesitan?, que nuestra vida sea como aquel niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, que ofreció todo lo que tenía ese día, pero ¿qué es esto para tanta gente? El niño, ofreció en  su miseria cuanto tenía para vivir, su misma vida, para calmar el hambre de una gran multitud. El Espíritu, a través de las manos de otros Andrés y de otros Felipe, ayudará a multiplicará el pan. “Abres, Señor, tus manos generosas y cuantos viven quedan satisfechos”. Quizá pensemos que se trata un gesto imposible, en especial si nos atamos egoístamente a lo que tenemos. San Pablo nos impulsa a comportarnos de una manera acorde con nuestra vocación cristiana, “viviendo en la unidad los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos” Para compartir con los demás, todo será posible, si conseguimos un cambio de mentalidad y, por consiguiente, de mirada, para no ver en el otro a un rival, sino a un hijo como yo del único Padre, y así, si comprendo que, juntos, formamos parte de un único cuerpo. Entonces comprenderé que lo que tengo -más aún, lo que soy- no me ha sido dado para que sólo yo lo disfrute, sino que me ha sido confiado para que muchos otros puedan participar.

Alguien ha dicho que sólo poseemos verdaderamente lo que damos. El milagro de la “multiplicación de los panes” para saciar el hambre de muchos, puede repetir en mucha ocasiones si nosotros ayudamos a que así sea.

Cristo Jesús, viva en nuestros corazones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Muchas veces dijo Jesús a la gente: “El que tenga oídos, que oiga”.

Reflexión a las Lecturas del Domingo XVII Ciclo B

   Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga

Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.

Comentarios a las Epístolas Paulinas, por Lorenzo Turrado.

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

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caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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