YO ESTOY POR HACER ALGO NUEVO: YA ESTÁ GERMINANDO, ¿NO SE DAN CUENTA?”…..,“PARA DAR DE BEBER A MÍ PUEBLO, MI ELEGIDO”….. “¡GRANDES COSAS HIZO EL SEÑOR POR NOSOTROS!”.... “ALCANZADO POR CRISTO JESÚS”…. “EL PREMIO DEL LLAMADO CELESTIAL QUE DIOS ME HA HECHO EN CRISTO JESÚS”…… “ENTONCES SE SENTÓ Y COMENZÓ A ENSEÑARLES”….. "YO TAMPOCO TE CONDENO -LE DIJO JESÚS-….VETE, NO PEQUES MÁS EN ADELANTE”.

Reflexión desde las Lecturas del V Domingo de Cuaresma, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

1.     LA GRANDEZA DEL PERDÓN DE CRISTO

Si el evangelio del domingo pasado nos revelaba el pecado como ruptura con el Padre, hoy nos lo presenta como infidelidad al Esposo. Esa mujer adúltera somos cada uno de nosotros, que, en lugar de ser fieles al amor de Cristo (2 Cor 11,2), le hemos fallado en multitud de ocasiones. Ahí radica la gravedad de nuestros pecados: el amor de Cristo despreciado. Lo mismo que el pueblo de Israel (Os 1,2; Ez 16), también nosotros somos merecedores de reproche: “¡Adúlteros¡ ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios” (Sant 4,4).

Por otra parte, el conocimiento del propio pecado es lo que nos hace radicalmente humildes. Los acusadores de esta mujer desaparecen uno tras otro cuando Jesús les hace ver que son tan pecadores como ella. La presente Cuaresma quiere dejarnos más instalados en la verdadera humildad, la que brota de la conciencia de la propia miseria y no juzga ni desprecia a los demás (cfr. Lc 18, 9-14).

Finalmente, este relato manifiesta toda la fuerza y la profundidad del perdón de Cristo, que no consiste en disimular el pecado, sino en perdonarlo y en dar la capacidad de emprender un camino nuevo: Vete, no peques más en adelante”. La grandeza del perdón de Cristo se manifiesta en el impulso para vencer el pecado y vivir sin pecar.

2.     PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 43, 16-21

El profeta recuerda las hazañas que el Señor hizo en el pasado para exhortar al pueblo a seguir creyendo en lo que el Señor hará por ellos. Aunque sea imposible que un río brote en el desierto, Dios puede hacerlo. Y seguirá haciendo maravillas para dar vida al pueblo.

Así habla el Señor: el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas; el que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extinguieron, se consumieron como una mecha. No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa. Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mí Pueblo, mi elegido, el pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.

Palabra de Dios.

2.1  ISAÍAS.

El nombre de Isaías (en hebreo Yesa'yahu) significa etimológicamente “Dios salva,” y parece reflejar simbólicamente la misión de “salvación” del gran profeta escritor. En la nota introductoria al libro que lleva su nombre se dice que es hijo de Amos, que no es el profeta conocido con este nombre (esto se basa además porque las grafías de ambos nombres en hebreo no coinciden). Aunque no sabemos cuándo nació Isaías, sin embargo, podemos suponer que fue hacia el 770 antes de Cristo, pues hacia el 740 aparece ya predicando en Jerusalén, lugar de su nacimiento. El estilo selecto de su lenguaje nos hace suponer también que era de la clase alta de la sociedad jerosolimitana. Su vocación al ministerio profético tuvo lugar — según la indicación del libro que lleva su nombre — en el año en que murió el rey de Judá Azarías, llamado también Ozías; es decir, hacia el 740 antes de Cristo.

La idea central de la predicación isaiana es — como luego veremos — la de la “santidad” de Dios, que exige también una atmósfera de “santidad” en el pueblo elegido. Por eso, el título que enfáticamente da el profeta a Yahvé es del “Santo de Israel.” Toda su vida fue consagrada a esta misión de preparar al pueblo espiritualmente para que fuera “santo,” en consonancia con las exigencias de la “santidad” divina. Y su labor no sólo se limitó a la predicación en el pueblo, sino que tuvo intervenciones solemnes, como consejero, en los momentos críticos de la vida política de Judá.

Así, el procuró reanimar al rey Acaz ante la invasión del ejército siro-efraimita. En su misión profética tuvo primero que hacer frente a la política antirreligiosa del impío rey Acaz; con su sucesor Ezequías, las relaciones del profeta fueron cordiales, ya que el rey era profundamente religioso, y procuraba seguir sus consejos. Al morir el piadoso rey, Isaías tuvo que sufrir la persecución del impío y sectario rey Manasés, hijo de Ezequías. Según la tradición judaica, el gran profeta fue aserrado por orden del impío rey, perseguidor de los que amaban al Señor.

2.2  YO ESTOY POR HACER ALGO NUEVO: YA ESTÁ GERMINANDO, ¿NO SE DAN CUENTA?

Isaías les recuerda las gestas pasadas en el mar Rojo: el que abre camino en el mar  Así habla el Señor: el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas”, hecho que quedó como tipo de la liberación en Israel. El Señor fue; El que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán”. Es el modo oriental de explicar las cosas prescindiendo de las causas segundas y atribuyendo directamente a Dios lo que pudo ser obra de determinadas circunstancias históricas. Todos los fuertes guerreros del faraón “se extinguieron, se consumieron como una mecha”. Pero todas las gestas pasadas no son nada en comparación con una obra nueva que el Señor va a realizar. “No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas”. Será una maravilla tal, que pueden olvidar las cosas anteriores y antiguas, las maravillas del Éxodo. El retorno de la cautividad será un hecho mucho más trascendental. La obra nueva que el Señor va a cumplir es la liberación de los cautivos para ser repatriados, y esa gesta “ya está germinando”, ha empezado a cumplirse Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa”. Todas sus conquistas no tienen otro autor que al mismo Señor, que le ha tomado como instrumento de su justicia. El profeta presenta esto como inminente ¿no se dan cuenta?”, para levantar la fe y esperanza de los exilados. Ellos no se dan cuenta de que los éxitos del ejército persa culminarán en su liberación próxima. El Señor se dispone a realizar algo nuevo” preparando un camino en el desierto, transformando en frondosa vegetación sus estepas con abundantes ríos.

En Isaías 40:4 se decía que el Señor prepararía una avenida libre de obstáculos para que avanzase su pueblo. Aquí se fija más bien en la parte de la vegetación (cf. 41:19). Total, que hasta la naturaleza se transformará para hacer más agradable la travesía de Israel por el desierto. Será tal la transformación de éste, Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa”.

En realidad, toda esta transformación es para gloria del mismo Señor, ya que Israel, reconocido a sus beneficios, cantará sus alabanzas después de beber en las aguas cristalinas milagrosamente dadas por Dios, su liberador. “para dar de beber a mi Pueblo, mi elegido, el pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza”

3.     SALMO Sal 125, 1-6

Frente a esta acción renovadora del Señor, el salmo nos invita a cantar nuestra alegría. Participamos de esta oración, aclamando: Grandes cosas hizo el Señor por nosotros.

R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. R.

Hasta los mismos paganos decían: « ¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!» ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R-

¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones. R.

El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas.

R. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

3.1  PLENA RESTAURACIÓN DE LA NACIÓN.

Este salmo es un bello poema donde se refleja la situación moral de los repatriados de la cautividad babilónica, los cuales, de un lado, están gozosos al ver que se han cumplido las profecías del Señor sobre el final del exilio, pero al mismo tiempo sufren grandes penalidades y ansían que la nación recupere su plenitud política y económica, como en los tiempos antiguos. Los vaticinios proféticos hablaban de una reconstrucción gloriosa, pero la realidad es mucho más modesta; y, por ello, las almas justas que vivían de las promesas mesiánicas esperaban el cumplimiento de los deslumbradores vaticinios de los profetas.

El retorno de la cautividad resultó tan insólito, que los que asistían al espectáculo no creían lo que veían, como si fuera un sueño. El júbilo popular fue grande al ver llegar las caravanas después del decreto de retorno firmado por Ciro, conquistador de Babilonia (538 a. C.). Los mismos paganos estaban admirados del cumplimiento de los antiguos oráculos sobre el retorno de los exilados. El Señor había cumplido sus promesas. El salmista se suma a esta admiración por las magnificencias de su Dios; “El Señor hizo por ellos grandes cosas! ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!”, pero desea que se cumplan las antiguas promesas de restauración plena.

Con bellas metáforas anuncia la futura transformación de la nación israelita: “¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb!”, Los torrentes del Negueb están secos en verano y se llenan de agua en el otoño con las primeras lluvias impetuosas, así la nación israelita recuperará su plena vitalidad nacional; y como los que siembran lo hacen con no pocas penalidades, pero sus trabajos son compensados con la recolección de las ricas gavillas, así los israelitas ahora trabajan penosamente en la reconstrucción de la nación, pero al fin verán alegres coronada su obra y sentirán la íntima satisfacción del “sembrador” que recoge su mies, que le compensa de los trabajos de siembra. “El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas”.

La frase tiene un aire de proverbio, que refleja bien la situación psicológico-moral de los repatriados en los tiempos de Zacarías y aun después, en la época de Esdras y Nehemías. La hostilidad de los pueblos vecinos agravaba su penuria material, y sólo la esperanza de un futuro mejor podía reanimar a aquellas gentes depauperadas y desilusionadas. ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

(El Negueb, la parte más meridional de Palestina, árida y seca, sólo productiva por el agua que desciende de los torrentes que bajan desde Bersabé hasta Cades en los montes de Judá, hasta los valles que limitan con el mar Mediterráneo.)

4.     SEGUNDA LECTURA

Pablo tiene una certeza plena en la salvación que Dios ha realizado en Cristo. Por Cristo y no por nuestros propios méritos al cumplir la ley, Dios actúa con su poder para darnos la resurrección. Una vez que hemos conocido a Cristo y el poder salvador que Dios manifiesta en la resurrección, todas las demás cosas se vuelven secundarias.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 8-14

Hermanos: Todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con mi propia justicia –la que procede de la Ley– sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos. Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

LA IGLESIA DE FILIPOS.

Filipos, ciudad de Macedonia, “colonia” romana desde Augusto, fue la primera ciudad que el Apóstol evangelizó en Europa, al entrar en ella en su segundo viaje, entre fines del año 50 y principios del 51. Las circunstancias de esa evangelización están narradas con bastante detalle en Hechos 16:11-40. Parece que el Apóstol volvió a pasar por Filipos al menos dos veces, durante su tercer viaje misional (cf. Hechos 20:1-2 y 20:3-6); pero fueron estancias de muy corta duración.

Los fieles, a juzgar por el tono de la carta, procedían en su gran mayoría del gentilismo. Tanto más que en Filipos debían de ser poco numerosos los judíos, pues ni siquiera tenían sinagoga (cf. Hechos 16:13); al contrario que en otras muchas ciudades, como Tesalónica, Berea, Atenas, Corinto, etc. (cf. Hechos 17:1.10.17; 18:3). La iglesia de Filipos fue siempre muy adicta a San Pablo, hasta el punto de que éste, contra toda su costumbre, aceptó de los filipenses socorros en dinero y les llama cariñosamente “su alegría y su corona” (4:1). Pablo se halla preso (cf. 1:7.13.17), y los filipenses, enterados de su situación, envían a Epafrodito con el encargo de prestarle asistencia y entregarle socorros materiales de parte suya; pero, habiendo enfermado de gravedad, los filipenses, al saberlo, se afligieron mucho, por lo cual, una vez repuesto, Pablo, para tranquilizarlos, resolvió remitírselo a Filipos (cf. 2:25-30; 4:10-19), siendo portador, a lo que parece, de la presente carta, en la que el Apóstol muestra su agradecimiento por los socorros recibidos y desahoga su corazón de padre con aquellos sus hijos muy amados.

La carta a los Filipenses no tiene tema doctrinal especial. Es la carta más “carta” de todas las del Apóstol. Este muestra su agradecimiento a los filipenses por los socorros recibidos y entabla con ellos una afectuosa conversación de padre con sus hijos, en la que, junto a noticias personales, va mezclando una serie de consejos sobre la vida cristiana, exhortándolos principalmente a la unión en la caridad, a la humildad, al gozo espiritual y a vivir alerta contra las insidias de los judaizantes.

4.1  ALCANZADO POR CRISTO JESÚS

En fragmento de la lectura de hoy, el Apóstol confiesa humildemente que, no obstante haber sacrificado todo por Cristo, todavía no ha llegado a “la perfección” en la vida espiritual, mediante la configuración paulatina con la muerte de Él; de ahí que continúa luchando por alcanzar esa meta.  “Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado”. El texto nos ofrece el testimonio de un hombre tocado por la novedad de Dios. Pablo, que quizás como ningún otro podría jactarse de su pasado glorioso en el seno del judaísmo, cogido por Cristo, no duda en reflexionar “considero como desperdicio” lo que hasta ahora había sido para él motivo de prestigio.

Libre prisionero del amor de Cristo, se presenta como un atleta que llega a la recta final de la meta en la carrera por la vida eterna: “Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús”. El lenguaje está inspirado en las carreras del estadio, ordinarias en las ciudades griegas. Se imagina a sí mismo el Apóstol corriendo hacia Damasco para encadenar a los fieles; pero detrás de él salió otro corredor: Cristo, que le dio alcance y le apresó. “yo mismo alcanzado por Cristo Jesús”.

4.2  EL PREMIO DEL LLAMADO CELESTIAL QUE DIOS ME HA HECHO EN CRISTO JESÚS.

A partir de ese momento, que dividió su vida en dos mitades, se lanza a una nueva carrera detrás de Cristo, no para perseguirlo, sino para poseerlo; y, aunque ya se unió a él, todavía no lo bastante; por eso corre, buscando apresarle y poseerle más plenamente. La expresión “Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante”, como el corredor que no piensa más que en la meta, no significa que el cristiano no deba recordar y agradecer las bondades ocurridas de Dios con él, como han hecho los santos y como hace el mismo San Pablo quiere significar es que la vida cristiana es esencialmente progreso hacia una unión cada vez más estrecha con Dios, y pararse en lo conseguido como si fuera ya la meta final sería la ruina. Hay, pues, que olvidar todo lo que suponga relajación de esfuerzo en la carrera; mas no aquello que contribuya a estimular ese esfuerzo.

El orgulloso fariseo de antaño ha visto invertido paradójicamente su modo de entender ganancias y pérdidas. "Conquistado por Jesucristo", creciendo en intimidad con "su" Señor ahora aspira exclusivamente a ganar, conocer, conquistar, con la intensidad maravillosa de quien encuentra descanso e impulso siempre renovado al pregustar un premio inestimable: el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús”.

5.     EVANGELIO

Los escribas y fariseos traen a una mujer sorprendida en adulterio, para apedrearla, argumentando que así lo manda la ley de Moisés. Sin embargo, la ley ordenaba juzgar a ambos adúlteros, mujer y hombre. Estos acusadores sólo traen a la mujer, y quieren usarla como un medio para verificar si el Maestro es fiel cumplidor de las cláusulas de la ley dadas por Moisés. El Maestro plantea un argumento que supera la ley. Él apela a la conciencia de cada uno. Si se condena el pecado, debe condenarse todo pecado, no sólo el de adulterio. Él no vino a condenar sino a dar a toda la humanidad, hombres y mujeres, la oportunidad de una vida nueva.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 8, 1-11

Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?» Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: «Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra». E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?» Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante».

Palabra del Señor

5.1  ¿ESTÁN EN CONCIENCIA EN CONDICIONES DE CONDENAR?

Cada vez que leo este fragmento del Evangelio de san Juan, no me puedo apartar de la idea de donde estaba el hombre con el cual se cometía el adulterio, pues también tenía que responder por la falta, tal vez estaba oculto en la multitud acusadora, o con una piedra escondida en las manos. El evangelista no lo dice. La acusada esta indefensa ante la ignominia, está en una situación y estado de quien ha perdido el respeto de los demás, en este caso por su conducta, considerado como acto vergonzoso, pero y los acusadores, ¿están en conciencia en condiciones de condenar?

Como en otras ocasiones, los escribas y fariseos, intentan tenderle una trampa a Jesús, tratando de enfrentarlo al pueblo y hacerlo aparecer como alguien que quebranta la ley, así entonces tener motivos para acusarlo y condenarlo.

5.2  “ENTONCES SE SENTÓ Y COMENZÓ A ENSEÑARLES”

Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Se está en los días de la fiestas de los Tabernáculos (Jn 7:1.14; 8:2.12). Jesús tenía costumbre de retirarse, cuando estaba en Jerusalén, a pasar la noche al monte de los Olivos (Mt 24:3; 26:30 par.) y especialmente pernoctaba en Getsemaní (Jn 18:2). — Pero ya muy de mañana volvió otra vez al templo, para aprovechar el concurso de los peregrinos y enseñar. El evangelio dice, “Y todo el pueblo acudía a Él”, lo que hace notar el gran concurso de gentes que le escuchaban. Esta misma afluencia es una clara indicación de ser uno de los días festivos.

Jesús estaba en uno de los atrios del templo “Entonces se sentó y comenzó a enseñarles” No pretende decir el evangelista que estuviese sentado en las cátedras de los doctores, sino en uno de los escaños o pequeña alfombra en donde se sentaban los discípulos oyentes (Lc 2:46; Hechos 22:3); y, aunque éste era el modo ordinario de enseñar allí, esta precisión mira, sin duda, a participar lo que se describe más adelante, cuando dice que Jesús escribía con su dedo en tierra.

5.3  LE TRAJERON A UNA MUJER QUE HABÍA SIDO SORPRENDIDA EN ADULTERIO

En esta situación, “Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio”. No se dice cuándo, por los que podría pensarse que la traían al tribunal para juzgarla y que, al pasar por allí y ver a Jesús, quisieron comprometerle. Pero tampoco sería improbable el que se la trajesen ex profeso para enredarle en su resolución y para hacerle caer en contradicción.

Se la pusieron “en medio de todos”, medio del círculo de gentes que lo rodeaban. No dicen que ellos hayan sido los testigos. Pero, ya en sus manos, nadie duda que sea verdad el delito del que la acusan.

5.4  “DECÍAN ESTO PARA PONERLO A PRUEBA, A FIN DE PODER ACUSARLO”

Asegurado el hecho, le plantean una cuestión más que de derecho, pues le “decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo” Le alegan lo que dice la Ley. Según Moisés, la adúltera debía ser apedreada (Lev 20:10ss; Dt 22:23ss; Ez 16:40). En época más tardía se legislará la estrangulación. Y alegada la legislación mosaica, le hacen, “tentándole”, la siguiente pregunta: y ante este caso, “Y tú, ¿qué dices?". Con ello, resalta el evangelista, buscaban poder “acusarle”. Era un dilema claro en el que querían meterle: si aprobaba la legislación mosaica en aquel caso, podrían desvirtuarle, ante el pueblo, su misericordia; si no la aprobaba, lo acusarían de ir contra la Ley de Moisés. La cuestión era malévolamente planteada y hasta incluso apuntando a posibles complicaciones con el poder civil romano, ya que la pena de muerte era de competencia exclusiva del procurador romano (Jn 18:31).

5.5  “INCLINÁNDOSE, ESCRIBÍA CON EL DEDO EN TIERRA.”

Jesús, que estaba “sentado”, sin duda, en un pequeño y bajo estrado de los oyentes, o sobre una estera o alfombra, “inclinándose, escribía con el dedo en tierra.” ¿Qué significado tiene esto? El sentido de este gesto no ha sido dilucidado con certeza. San Jerónimo proponía, conforme a una interpretación material de Jeremías (Jer 17:13), que escribía en tierra los nombres de los acusadores y sus culpas. Sin embargo, el gesto podría muy bien ser el de una persona que no quería intervenir en un asunto que se le propone (Lc 12:13.14). Y la prueba de esto es que nadie leyó lo que El escribía. Era, sin duda, el gesto de una persona que no quiere inmiscuirse en un asunto ajeno y menos aún en la trampa que le tendían.

5.6  "AQUÉL DE USTEDES QUE NO TENGA PECADO, QUE ARROJE LA PRIMERA PIEDRA"

Por eso ellos “insistían en preguntarle.” Pero ante la malicia de su intento, Jesús les da una doble lección de justicia y de misericordia. E “incorporándose” en su asiento, pero sin ponerse de pie, mirándolos y acaso señalándolos con el dedo, les dijo: "Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra" En la represión de la apostasía mandaba la Ley que los testigos denunciadores arrojasen los primeros las piedras contra el condenado enjuicio (Dt 13:9; 17:7). A esto es a lo que alude la frase de Jesús. No es que Jesús negase el juzgar ni que los jueces cambiasen su oficio; pues siempre está en pie el “dad al César lo que es del César” (Mt 22:21 par.). Pero condenaba, en los que eran “sepulcros blanqueados,” que estaban “llenos de hipocresía e iniquidad” (Mt 23:27.28), un falso celo por el cumplimiento de la Ley en otros cuando ellos no la cumplían.

5.7  LES DABA A SU CONCIENCIA UN MAYOR VOLUMEN DE ACUSACIONES.

Mas su palabra, que era acusación, pronto hizo su efecto. Empezaron a marcharse los acusadores, “uno a uno, comenzando por los más ancianos.” Rodeado de gentes que lo admiraban y que podían estallar abiertamente a su favor, máxime si la acusación proseguía contundente, vieron que el mejor partido era abandonar aquella situación enojosa. Y empezaron a salirse hábilmente, inadvertidamente, uno a uno, comenzando por los más “ancianos.” Acaso los más jóvenes, con un celo más exaltado, eran los que querían mostrarse más celadores; pero, mientras, los más “ancianos,” con más experiencia de la vida y de las multitudes, y posiblemente de otras intervenciones del mismo Jesús, fueron los primeros en salirse de aquella situación torpe y peligrosa. Y también una vida más larga de “fariseísmo” les daba a su conciencia un mayor volumen de acusaciones.

5.8  “JESÚS QUEDÓ SOLO CON LA MUJER, QUE PERMANECÍA ALLÍ.”

Se quedó El solo, y la mujer en medio. La contraposición se hace entre los acusadores y la mujer, por lo que este quedarse ellos solos no excluye la presencia de la turba que lo estaba escuchando cuando le trajeron aquella mujer.

Y hecha la lección de justicia contra los acusadores, da ahora la gran lección de la misericordia. Si ellos no pudieron, en definitiva, “condenarla,” cuando era lo que intentaban, menos lo hará Jesús, que vino a salvar y perdonar. Por eso le dijo: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?". Ella le respondió: "Nadie, Señor".

"Yo tampoco te condeno -le dijo Jesús-. Pero, contando con un arrepentimiento y un propósito en ella. “Vete, no peques más en adelante". Y la adúltera encontró a un tiempo la vergüenza, el perdón, la gracia y el cambio de vida.

5.9  NO HAY PECADO QUE EL SEÑOR NO PERDONE SI ACUDIMOS A EL

La respuesta de Jesús, dejo totalmente confundido a sus perseguidores, por una parte, se puso del lado de la ley, por tanto ya no podían acusarlo, por otra parte perdona a la acusada. Algo natural en El, Jesús con su bondad, confunde la malicia de los hipócritas acusadores.

Este fragmento del Evangelio, nos muestra a un Jesús siempre bondadoso, amable, compasivo con los pecadores, pero duro al mismo tiempo con los soberbios y los hipócritas. En este relato, Jesús se nos muestra como alguien absolutamente misericordioso, manifestado en el perdón amplio y generoso en la mujer acusada. Si Jesús hubiese condenado a la mujer, esta habría sido lapidada hasta morir, al no hacerlo, comprendemos que nadie está condenado a morir por haber pecado. No hay pecado que el Señor no perdone si acudimos a Él. No es la gravedad de la falta lo que mira el Señor, sino que la honestidad de nuestro arrepentimiento.

Vuelvan a mí de todo corazón, porque soy bondadoso y compasivo, dice el Señor. (Jn 12, 12-13)

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

V DOMINGO DE CUARESMA CICLO C

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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