“ASÍ HABLA EL SEÑOR: DERRAMARÉ SOBRE LA CASA DE DAVID Y SOBRE LOS HABITANTES DE JERUSALÉN UN ESPÍRITU DE GRACIA Y DE SÚPLICA; Y ELLOS MIRARÁN HACIA MÍ”….. “ SEÑOR, TÚ ERES MI DIOS, YO TE BUSCO ARDIENTEMENTE; MI ALMA TIENE SED DE TI”….  “PORQUE HABIENDO SIDO BAUTIZADOS EN CRISTO, HAN QUEDADO REVESTIDOS DE CRISTO”….. “EL QUE QUIERA SEGUIRME, QUE RENUNCIE A SÍ MISMO, QUE CARGUE CON SU CRUZ CADA DÍA Y ME SIGA”

Reflexión desde las Lecturas del XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    CONOCER A JESÚS

 “Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?”. Después de una pregunta general -“¿quién dice la gente que soy yo?”-, Jesús encara directamente a los discípulos. Pedro así lo entiende, y responde personalmente a Jesús. También nosotros debemos dejarnos interpelar personalmente por Él, cara a cara, dejándonos mirar por Cristo y mirándole fijamente. Jesús te pregunta: ¿quién dicen que soy Yo?”. No bastan respuestas aprendidas, sabidas. Es necesaria una respuesta personal.

“El Hijo del hombre debe sufrir mucho...” .Tras la respuesta de Pedro, es Jesús mismo quien explica quién es Él. Sólo Él conoce su propio misterio, su verdadera identidad. Debemos dejarnos enseñar e instruir por Él. Ante Cristo somos siempre aprendices. Su misterio nos supera y nos desborda. No lo entendemos, y aun nos resistimos, sobre todo cuando se trata de la cruz...

““El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo...” .Conocer a Jesús es seguirle. De nada sirve saber cosas sobre Él si eso no nos conduce a seguirle más de cerca por su mismo camino. El verdadero conocimiento lleva al seguimiento. Y sólo siguiéndole de cerca podemos conocerle de verdad.

2.    PRIMERA LECTURA Zac 12, 10-11; 13, 1

El relato de Zacarías describe la efusión del Espíritu sobre la dinastía davídica y los vecinos de Jerusalén. Ese espíritu será de gracia y súplica, y les permitirá mirar con dolor al traspasado (v. 10), imagen que el Nuevo Testamento aplicará a Jesús en la cruz (cfr. Jn 19, 37).

Lectura de la profecía de Zacarías.

Así habla el Señor: Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica; y ellos mirarán hacia mí. En cuanto al que ellos traspasaron, se lamentarán por él como por un hijo único y lo llorarán amargamente como se llora al primogénito. Aquel día, habrá un gran lamento en Jerusalén, como el lamento de Hadad Rimón, en la llanura de Meguido. Aquel día, habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de lavar el pecado y la impureza.

Palabra de Dios.

2.1  “Y ELLOS MIRARÁN HACIA MÍ”.

Este fragmento es también sumamente enigmático y muy diversamente interpretado. El profeta habla de un misterioso duelo general de la nación por un crimen no menos misterioso. Una razón de la dificultad en la interpretación del texto estriba en la oscuridad del mismo en su original y versiones.

El profeta anuncia, después de la victoria sobre los enemigos de Judá, una efusión del espíritu de gracia y de oración l. La nación, reconocida a los beneficios y protección de su Dios por la victoria total reportada, se volverá en masa hacia El: “y ellos mirarán hacia mí”. A continuación la mente del profeta se centra en torno a un enigmático duelo general de la nación sobre un sujeto nebuloso que no concreta.

Para esclarecer el sentido debemos primero buscar una lección aceptable en el confuso y ambiguo contexto. El texto dice; “Y ellos mirarán hacia mí. En cuanto al que ellos traspasaron”. Según se entiende esta lectura, el objeto de esa contemplación es al Señor, que es el que habla. Pero a continuación se dice: se lamentarán por él” El cambio de primera a tercera persona es inexplicable lógicamente en el contexto gramatical, pues el llanto es sobre una persona distinta del Señor.  Ahora bien, supuesta esta lectura, ¿quién es este sujeto misterioso al que se lamentarán” como se llora al “hijo único”?  Los Santos Padres y comentaristas católicos, siguiendo al evangelista San Juan 19,37 (“mirarán al que traspasaron”), ven en esta perícopa una alusión clara al Mesías-Jesús muriendo en la cruz, víctima de la ciega pasión popular. El contexto parece favorable a ello, ya que el profeta parece unir la perspectiva mesiánica con el dolor general por la víctima inocente. En efecto, después de hablar del triunfo del pueblo elegido sobre las naciones paganas, se anuncia la efusión del espíritu de gracia y de oración. Consecuencia de ello será la íntima pena y arrepentimiento por un atropello colectivo cometido contra una víctima inocente, cuya muerte parece tener relación con la misma salvación del pueblo.

En este supuesto, el fragmento sería paralelo a los cánticos sobre el Siervo de Yahvé de Is 52:13-53:12, donde se habla de un Justo que sufre callado y que muere por los pecados de su pueblo. Todos estos detalles se cumplen literalmente en Jesús, condenado a muerte por el pueblo judío, que en su ceguera no comprendió su alto mensaje de redención.

2.2  AQUEL DÍA, HABRÁ UN GRAN LAMENTO EN JERUSALÉN”.

El texto también habla de la magnitud del duelo que tendrá lugar en la Ciudad Santa por ese misterioso mártir, y es comparado al llanto de una madre sobre el hijo unigénito perdido para siempre. Aquel día, habrá un gran lamento en Jerusalén”. Después el profeta añade un enigmático punto de comparación: “como el lamento de Hadad Rimón, en la llanura de Meguido”. La generalidad de los autores ve aquí asociados dos nombres geográficos del territorio donde se dio la batalla de Megiddo, en la que pereció el rey Josías (609 a.C.) en lucha desigual contra el faraón Necao II, el duelo por esta catástrofe fue muy grande, ya que Josías había sido uno de los reyes más religiosos y piadosos de la dinastía davídica. En este duelo por la muerte del misterioso mártir participa toda la nación, y el profeta nombra a cuatro familias principales como símbolo de toda la comunidad.

En la nueva era mesiánica desaparecerá todo vestigio de idolatría en el pueblo, y también los falsos profetas. Los moradores de Jerusalén serán purificados de toda contaminación idolátrica y de todo pecado en una misteriosa fuente abierta para la casa de David: “Aquel día, habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de lavar el pecado y la impureza”. Naturalmente, esta fuente ha de tomarse metafóricamente como símbolo de la purificación. El texto puede estar inspirado en Ez 36:25: “Os aspergeré con aguas puras y os purificaré de todas vuestras impurezas, de todas vuestras idolatrías.” La palabra “impureza”, puede tener el sentido de contaminación moral por el pecado en general.

3.    SALMO Sal 62, 2-6. 8-9

R. Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.

Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.

Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. R.

Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. R.

Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene. R.

3.1  NOSTALGIA DE LA COMPAÑÍA DE DIOS

El salmista, perseguido y alejado del centro teocrático de la nación, siente nostalgia de la compañía de Dios, que moraba en el templo de Jerusalén. El recuerdo del santuario punzaba el alma del levita exilado, que no podía participar de las solemnidades litúrgicas. Las expresiones efusivas se repiten y reflejan la profundidad de un alma religiosa que encuentra su única felicidad en la comunicación afectiva con el Señor dentro de su casa, el templo de Jerusalén. Sus enemigos, que le forzaron a un destierro doloroso, recibirán su castigo de manos del propio Señor, que vela por la vida e intereses de sus fieles.

El estilo es sentimental, sin mayor orden lógico, ya que fluye de la efusión afectiva del corazón más que de las consideraciones de la mente: el poeta ansia vivir “a la sombra de las alas de su Dios, seguro de que con su protección le dará el triunfo de su causa.

Las expresiones de la primera parte, que se dirigen directamente a Dios, “Señor, Tú eres mi Dios”, llevan el sello insinuante de un alma delicada; en cambio, cuando habla de sus enemigos aparecen las formulaciones enérgicas, conforme a la mentalidad viejo-testamentaria, que sabe menos del perdón que del espíritu de revancha.

3.2  SALMO DE DAVID

El título en versículo 1: “Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá”, atribuye el salmo a David, quien lo habría compuesto cuando andaba fugitivo por el “desierto de Judá,” sin duda con ocasión de la rebelión de su hijo Absalón, aunque ya antes de ser rey de Jerusalén había sido perseguido por las huestes de Saúl por las zonas esteparias del sudeste de Palestina. Este versículo 1 alude al rey, lo que supone que el salmo está compuesto en tiempos de la monarquía. Esto nos hace suponer que esta bella composición es anterior al exilio babilónico.

Cuando rezamos el salmo completo podemos dividirlo en tres estrofas: a) ansias de vivir con Dios (versículos 2-5); b) propósitos de alabanza continua al Señor (versículos 6-8); c) castigo de los enemigos y glorificación del rey (versículos 9-12). En este caso, la Liturgia ha tomado de esta oración solo algunas partes.

3.3  ANSIAS DE VIVIR EN COMUNICACIÓN CON DIOS

Dios es el centro del alma del salmista, “Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, que busca desde la aurora (Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti); la presencia del que constituye las delicias de su alma y aun de su cuerpo, que languidece fuera de la órbita sagrada del templo en que mora el Señor. Se siente como árbol plantado en tierra reseca y sin agua, que está ansioso del riego del agua. “Por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua”.  

La presencia de Dios vivifica el alma, y el salmista se considera alejado del santuario de Dios, donde en otro tiempo contemplaba la fuerza esplendorosa de su Dios, manifestada en las solemnidades litúrgicas, que reflejaban su gloria: “Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Su vida no tiene sentido sino a la sombra de la piedad del Omnipotente; por ello, en su exilio forzado promete alabarle, alzando las manos en señal de acatamiento y acción de gracias.  Toda su vida será una bendición continuada del que le dispensa su auxilio y alegría íntima.

3.4  PROPÓSITOS DE ALABANZA CONTINUA

Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. La mente del poeta se traslada al momento en que podrá entonar himnos de alabanza en el templo, donde su alma se saciará plenamente como los que asisten a los convites sagrados se sacian de un manjar delicioso. “Así te bendecirá mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso”

El pensamiento de la presencia de su Dios le persigue también durante la noche, pues medita en sus misericordias, y tiene la experiencia de su protección; y el pensamiento de sentirse seguro, como el pajarito bajo la sombra de las alas del Señor, le hace exultar. “Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas”.

De nuevo una confesión de adhesión incondicional a Dios, pues sabe que en los momentos críticos le sostiene su diestra “Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene”.  El Señor ha sido su apoyo en todo momento, y no le ha de faltar.

Nuestra alma está sedienta de Dios, de felicidad, de vida, pero, como el salmista, estamos ciertos de que en el reino de Dios nos saciaremos con alegría eterna, no obstante, si por un momento hemos de vivir aún en la dificultad y la noche, a la sombra de las alas del Señor esperamos tranquilos. Confía en El, ¡OH pueblo! en todo tiempo. Derramad ante El vuestros corazones, porque Dios es nuestro asilo (Salmo 61,9)

R. Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío”.

4.    SEGUNDA LECTURA Gál 3, 26-29

Por la fe en Cristo Jesús todos han llegado a ser hijos de Dios” dice el apóstol Pablo, invitando a reconocer que Dios ha señalado una fecha en la historia al enviar a su Hijo, y a partir de aquí en adelante nosotros, unidos a Él, nos hemos convertido también en hijos y herederos.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.

Hermanos: Todos ustedes, por la fe, son hijos de Dios en Cristo Jesús, porque habiendo sido bautizados en Cristo, han quedado revestidos de Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa.

Palabra de Dios.

4.1  “TODOS USTEDES, POR LA FE, SON HIJOS DE DIOS EN CRISTO JESÚS”

Estas pocas líneas de San Pablo son de una riqueza de contenido extraordinaria. La idea fundamental es la de nuestra incorporación a Cristo, formando con El un único organismo sobrenatural que enseña San Pablo (v.26-28), lo que, supuesto el v.16, trae como consecuencia nuestro entronque con Abraham, herederos de la “promesa,” sin necesidad de pasar por la Ley; “Y si pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa”. Ese “son hijos de Dios en Cristo”, en segunda persona de plural, señala directamente a los destinatarios de la carta; pero es evidente que la tesis es general, con aplicación a todos los cristianos, judíos y gentiles.

La conexión con la narración precedente es clara. Acaba de decir San Pablo que, “llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo” (v.25). Pero ¿por qué? Es lo que ahora explica. Sencillamente, porque por nuestra unión a Cristo entramos a participar de sus prerrogativas, con categoría de Ese “son hijos de Dios”  emancipados de la Ley-pedagogo, en plena posesión ya de nuestra herencia y de nuestros derechos. Esta unión a Cristo es fruto de la fe; “Todos ustedes, por la fe, son hijos de Dios en Cristo Jesús” o también fruto del bautismo; “porque habiendo sido bautizados en Cristo”, dos afirmaciones que en modo alguno se oponen, como se entiende el término “fe,” en la introducción a la carta a los Romanos.

4.2  “TODOS USTEDES NO SON MÁS QUE UNO EN CRISTO JESÚS”,

Es de notar la expresión “han quedado revestidos de Cristo”, conque el Apóstol trata de explicar el efecto de nuestra unión a Cristo por el bautismo. La imagen es natural y espontánea. San Pablo la usa repetidas veces. Desde luego, de una nueva manera de ser que adquirimos por nuestra unión a Él, participando y quedando como empapados de su misma vida divina. Esta fusión, por así decirlo, de nuestra vida en la de Cristo la describe ampliamente San Pablo en Rom 6:3-11, y es tal que el Apóstol no tiene inconveniente en pronunciar la palabra unidad y decir que; “todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús”, formando, por tanto, un único organismo sobrenatural, cuya unidad arranca de Cristo. Las consecuencias de esta doctrina son inmensas, y San Pablo las apunta suficientemente al decir que por nuestra unión a Cristo han desaparecido las viejas divisiones de raza; ya no hay judío ni pagano”, condición social “esclavo ni hombre libre” y sexo varón ni mujer”, todos con absoluta igualdad espiritual entre todos los hombres, por encima de cualquier clase de privilegios y particularismos. Palabras estas inauditas para la mentalidad del mundo antiguo, pero que son pura consecuencia de la doctrina cristiana, aunque en su aplicación se necesitara y necesite a veces extremada prudencia, a fin de no agravar más el mal en vez de remediarlo, como hubiera sucedido en el caso de la esclavitud precipitadamente abolida.

En el último versículo, “Y si pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa”, San Pablo resume el tema central del capítulo, sacando la conclusión que se buscaba: Si ustedes están interna y vitalmente unidos a Cristo, y Cristo es por derecho propio el heredero de las promesas; (Pues a Abraham y a su descendencia fueron hechas las promesas. No dice a sus descendencias como de muchas, sino de una sola  y tu descendencia,” que es Cristo” Gálatas 3,16), luego también ustedes sois herederos de esas promesas, sin necesidad de someterse a la Ley, que, además, ya no tiene ninguna razón de ser.

5. EVANGELIO Lc 9, 18-24  

“Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?”. Esta pregunta tan directa a los Doce es también interpelante para nosotros, pues veintiún siglos después de Jesús, el mundo creyente sigue confundiendo su figura, su mensaje y su obra.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy Yo?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan  Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?”. Pedro, tomando la palabra, respondió: “Tú eres el Mesías de Dios”. Y Él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a nadie, diciéndoles: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”. Después dijo a todos: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará”.

Palabra del Señor.

5.1  PASÓ LA NOCHE ORANDO EN EL MONTE

Lo primero que debemos observar en este relato, es que Lucas dice que Jesús estaba orando solo. En los Evangelio leemos que en muchas ocasiones Jesús ora, y siempre antes de los acontecimientos más importantes de su vida, es así como lo hizo cuando Juan lo bautiza o cuando pasó la noche orando en el monte antes de elegir a los Apóstoles, en la transfiguración, en el Huerto de los Olivos, y en especial en la cruz, y pidiendo perdón por los que no saben lo que hacen. Como lo hizo Jesús, debemos orar y siempre.

5.2  "¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE SOY YO?".

Luego Jesús le pregunta a sus discípulos, "¿Quién dice la gente que soy yo?". Jesús no lo ignoraba por su conocimiento sobrenatural, pero también lo que pensaba la gente de Él lo sabía, como los apóstoles, por el rumor popular. ¿Por qué les pregunta primeramente a ellos lo que piensan de El las gentes?

El contacto de los apóstoles con las muchedumbres a causa de la predicación y milagros de Jesús les había hecho recibir toda clase de impresiones en torno a esto. Las que recogieron eran éstas: Jesús, para unos, era Juan Bautista, sin duda resucitado, como sostenía el mismo Antipas. Pues esta opinión había cobrado cuerpo entre el pueblo, ya que Lc mismo dice que Antipas estaba preocupado con la presencia de Jesús, puesto que algunos decían que era Juan, que había resucitado de entre los muertos (Lc 9:7).

Para otros, Jesús era Elías. Lc recoge en otro lugar esta creencia popular. Jesús era, para diversos grupos, Elías, que había aparecido (Lc 9:8). Según la estimación popular, Elías no había muerto, y debía venir para manifestar y ungir al Mesías.

5.3  PARA MUCHOS ERA ALGÚN PROFETA DE LOS ANTIGUOS

Por último, sin saber a ciencia cierta quién sea, para muchos era algún profeta de los antiguos, que ha resucitado (Lc). Era el poder milagroso de Jesús el que los hacía creer en la resurrección de un muerto (Mt 14:2; Mc 6:14).

No deja de extrañar el que los apóstoles no citen, tomado de la opinión de las gentes, el que El fuese o pudiese ser el Mesías.

Después de oír lo que las gentes pensaban de Él, se dirige a los apóstoles para preguntarles abiertamente qué es lo que, a estas alturas de su vida y de su contacto de dos años con El, han captado a través de su doctrina, de su conducta, de sus milagros. Era un momento sumamente trascendental. Si no fuera que Jesús tenía un conocimiento de todo por su ciencia sobrenatural, se diría que esperaba impaciente la respuesta de sus apóstoles.

5.4  ESTO SUCEDE PORQUE NO CONOCEMOS BIEN A JESÚS.

Los tres Evangelios sinópticos no dicen la respuesta que hayan podido tener éstos. Sólo recogen la respuesta que le dirigió Pedro cuando tomó la palabra y dijo: “El Mesías de Dios.”

La presencia de Jesús era alabada por algunos y cuestionada por otros. Nos preguntamos ¿Por qué será que la presencia de Jesús era cuestionada?, o ¿Por qué se sigue cuestionando hoy a Jesús?, la respuesta de ayer y de hoy es una sola, la presencia de Jesús hace debatir al mundo.

Tenemos que reconocer que Jesús es un interrogante, así se nos plantea frente a muchas realidades de nuestra vida, y ante eso reaccionamos de muy distintas formas, especialmente cuando vemos que el Evangelio nos contradice a ciertas respuestas que nosotros creemos que deben ser así, y esto sucede porque no conocemos bien a Jesús. En efecto, conocer a Jesús en forma intima, para algunos resulta difícil, y para otros es muy fácil.

El que quiera descubrir, encontrar y hallar a Jesús, tiene que hacerlo con mucha fe, solo así puede ser capaz de penetrar en el profundo misterio que encierra Jesús.

5.5  "TÚ ERES EL MESÍAS DE DIOS"

“Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro, tomando la palabra, respondió: “Tú eres el Mesías de Dios”. Se le llama Mesías, a la persona en quien se ha puesto una confianza absoluta y de quien se espera la solución de todos los problemas.  El nombre de Mesías proviene del hebreo mashiah este significa ungido, para indicar el carácter de su dignidad, así es como este término se le aplicaba al rey de Israel, que era ungido con aceite, de este modo, se destacaba su investidura, como fue aplicado a el rey David y a su dinastía. Sin embargo nosotros utilizamos Cristo, porque en la traducción al griego fue Cristos y de esa forma paso al latín como Chistus.

En Jesús, se cumplen las esperanzas mesiánicas de Israel, los judíos lo sabían, En Zacarías 4, 14 leemos: Y él dijo: “Estos son los dos que fueron ungidos con aceite y que Están delante del Señor de toda la tierra. El Edificará el templo de Dios. Tendrá gloria, se Sentará en su trono y Gobernará. Habrá un sacerdote junto a su trono, y Habrá consejo de paz entre ambos.”

En san Lucas, 4, 16-21, leemos: Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre. Se puso de pie para hacer la lectura,  y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.  Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: “Hoy les llegan noticias de cómo se cumplen estas palabras proféticas”.

Unidos los que profetizo Zacarías, el Evangelio de san Lucas y las Profecías de Isaías,  el Mesías que Dios enviaría para instaurar definitivamente el Reino, debía ser ungido por el Espíritu del Señor, como rey, sacerdote y profeta.

5     EL HIJO DEL HOMBRE DEBE SUFRIR MUCHO

Jesús le dijo: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día". Jesús paso frente a muchas personas que no se dieron cuenta quien era, y cuando comenzó a darse a conocer, sufrió todo tipo de contradicciones, fue perseguido, azotado, humillado, extendió sus brazos sobre la cruz y fue sepultado, pero no todo terminó en el sepulcro, porque resucitó al tercer día.

Jesucristo fue destinado a morir por lo hombres pero al mismo tiempo a resucitar por todos los hombres y la obra y misión de Jesús no terminó ahí, el resucito triunfante e inició una vida gloriosa y celestial.

Nuestra vida debe proyectarse a la salvación, a nuestra resurrección y glorificación con Cristo, en Cristo y por Cristo.

57   "EL QUE QUIERA VENIR DETRÁS DE MÍ”

Sin embargo, Jesús, bueno y piadoso, algo natural en El, no quiso tener ninguno que lo sirviese como obligado, por el contrario, hace que lo sirviesen espontáneamente y le agradeciesen el poderlo servir. No obligando ni imponiéndose a nadie, sino persuadiendo y haciendo el bien, esa es la forma como atrae a todos los que quieren venir, diciendo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo”.

Cuando Jesús dice: "Venir detrás de mí" propone -a los que quieren seguirlo- su propia vida como modelo de una vida perfecta, con una imitación fiel de su vida, según la medida de nuestras fuerzas. Si alguno no renuncia a sí mismo, no se acerca al que está sobre El. La renuncia a sí mismo, quiere decir el olvido absoluto de lo pasado y la renuncia de la propia voluntad. Se niega a sí mismo uno cuando la vida pasada en el mal se convierte en una vida buena y de nuevas costumbres, especialmente en una vida de oración. Porque el que ha vivido la vida del pecado deshonesto se niega a sí mismo cuando se vuelve a una vida sana. Del mismo modo, se llama negarse a sí mismo abstenerse de cualquier clase de pecado.

5.8  “QUE CARGUE CON SU CRUZ CADA DÍA Y ME SIGA”

Y agrega Jesús “Que cargue con su cruz cada día y me siga” es el deseo de sufrir la muerte por Cristo, mortificándose por El mientras se vive de paso en la tierra, es el estar dispuesto a enfrentar cualquier peligro por dedicarse al Señor y no aficionarse a las cosas mundanas de esta vida, es lo que se llama tomar su cruz. El que quiera seguir a Cristo no debe huir el padecer por El. La cruz puede llevarse de diversos modos, con ayuno, abstinencia y penitencia, es decir cuando sentimos pena por pecar, pero también se lleva la cruz, cuando el alma se empapa de la compasión por los demás.

5.9  PORQUE EL QUE QUIERA SALVAR SU VIDA, LA PERDERÁ

Nos dice Jesús: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará.” Esto es, el que quiere vivir según esta el mundo y continuar gozando de las cosas temporales que la vida terrenal ofrece, éste la perderá, porque no la conduce a los términos expresado por el Señor en la bienaventuranza. Y por el contrario, añade: “el que pierda su vida por mí, la salvará”. Es decir, el que menosprecia las cosas terrenas y temporales, prefiriendo la verdad, la vida recta, el trabajo solidario por sus semejantes, la incasable tarea por los derechos del hombre entregados por Dios, la búsqueda de la paz, la vida según los evangelios, aun exponiéndose a la muerte, en otras palabras pierde su alma por las enseñanzas de Cristo, más bien la salvará.

Cristo Jesús viva en sus corazones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS

XII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


Fuentes Bibliográficas:

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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