TU PUEBLO ESPERABA, A LA VEZ, LA SALVACIÓN DE LOS JUSTOS”…, “TÚ NOS CUBRISTE DE GLORIA, LLAMÁNDONOS A TI”…..¡FELIZ EL PUEBLO QUE EL SEÑOR SE ELIGIÓ COMO HERENCIA!”....... “LA FE ES LA GARANTÍA DE LOS BIENES QUE SE ESPERAN, LA PLENA CERTEZA DE LAS REALIDADES QUE NO SE VEN”….."VENDAN SUS BIENES Y DENLOS COMO LIMOSNA”….. “ACUMULEN UN TESORO INAGOTABLE EN EL CIELO”….. “PORQUE ALLÍ DONDE TENGAN SU TESORO, TENDRÁN TAMBIÉN SU CORAZÓN”

Reflexión desde las Lecturas del XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


 

1.    UN TESORO INAGOTABLE

“Un tesoro inagotable”. Toda palabra de la Escritura es expresión del amor de Dios por nosotros. También cuando a primera vista no lo parece. La invitación de Jesús es clara: “Vendan sus bienes y denlos como limosna”. Pero ese imperativo no va contra nosotros, sino a nuestro favor: nos invita a hacernos “Háganse bolsas que no se desgasten”, a depositar nuestros bienes allí “donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla”. Con otras palabras: nos invita a realizar la mejor inversión posible haciendo que nuestros bienes se transformen en “un tesoro inagotable en el cielo”.

“Estén preparados”. La parábola siguiente nos recuerda una verdad esencial de la enseñanza de Jesús: que Él va a volver y que hay que permanecer vigilantes, a la espera. Los bienes materiales pueden hacernos olvidar lo único importante: ¡sería trágico! Todo lo de aquí abajo es provisional, es relativo (cf. 1Cor 7,29-31).

“Administrador fiel y previsor”. Mientras estamos en este mundo somos nada más –¡y nada menos!– que administradores de los bienes que Dios nos confía. Unos bienes que –empezando por la misma vida– no nos pertenecen en propiedad y hemos de saber administrar con sensatez según el querer de Dios. Sólo con sentido de eternidad podemos administrar rectamente. Sólo a la luz de los bienes del cielo –los definitivos y eternos– podemos valorar y usar justamente los de la tierra.

2.    PRIMERA LECTURA Sab 18, 5-9

Este texto del libro de la Sabiduría recuerda al pueblo los prodigios obrados por Dios en su beneficio como la décima plaga en Egipto que exterminó a los primogénitos y la liberación de la esclavitud, demostrando así ante sus enemigos que Israel era hijo de Dios.  

Lectura del libro de la Sabiduría.

Como los egipcios habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos —y de los niños expuestos al peligro, uno solo se salvó— para castigarlos, Tú les arrebataste un gran número de sus hijos y los hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas. Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se sintieran reconfortados. Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación de los justos y la perdición de sus enemigos; porque con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, Tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti. Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres.

Palabra de Dios.

2.1   LOS HEBREOS, EN CONTRASTE CON LAS TINIEBLAS DE EGIPTO y LA MUERTE DE LOS PRIMOGÉNITOS EGIPCIOS

Los israelitas, entre tanto, gozaban de una espléndida luz. En diferentes puntos del país, israelitas y egipcios se encontraban colindantes, de modo que éstos, por las conversaciones y cantos de acción de gracias de aquéllos, pudieron darse cuenta de que la plaga suspendía prodigiosamente sus efectos sobre los israelitas. Entonces los consideraban felices aunque antes hubieran sufrido dura opresión. Y al ver que ahora, pudiendo hacerlo, no tomaban venganza alguna respecto de ellos, les daban gracias y pedían perdón por los malos tratos a que los habían sometido. Más aún, no paró ahí la protección de los israelitas. Cuando, vencida la obstinación del faraón, partieron camino de la tierra prometida, Dios les proporcionó la nube luminosa e inofensiva que les guiase a través del desierto.

En el capítulo18 del libro de la sabiduría, el autor concluye poniendo de relieve el hecho que motivó el castigo divino; los egipcios habían sometido a esclavitud al pueblo escogido, por quien sería dada al mundo la luz incorruptible de la Ley, poco después, en el monte Sinaí. Dios, entre todos los pueblos de la tierra, escogió al pueblo hebreo para hacerlo depositario de su revelación y su ley y preparar los caminos del Mesías, cuya misión no estaría limitada a un pueblo, sino que venía a salvar al mundo entero de la esclavitud del pecado y conducirlos a una bienaventuranza eterna. Dios tuvo siempre una providencia especial sobre este pueblo suyo escogido.

En este fragmento del capítulo 18, de nuevo la ley del talión y el paralelismo entre la justicia de Dios para con los egipcios y su misericordia para con el pueblo de Israel. Los egipcios, para evitar el incremento de los varones israelitas, decretaron la muerte de cuantos niños naciesen a sus mujeres hebreas. “Como los egipcios habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos”. En castigo, Dios decretó la muerte de los primogénitos egipcios y anegó en las aguas del mar Rojo su ejército: “para castigarlos, Tú les arrebataste un gran número de sus hijos y los hiciste perecer a todos juntos en las aguas impetuosas”.

Los patriarcas habían transmitido al pueblo la promesa de la liberación de la tierra extranjera después de la opresión en ella. Moisés mismo anunció para aquella noche la muerte de los primogénitos de los egipcios y la salida de los israelitas. Por eso esperaban confiados el castigo de los enemigos y el cumplimiento de la palabra divina.

2.2   ENTONCES ENTONARON LOS CANTOS DE LOS PADRES 

Cuando el tremendo castigo iba a llegar, y antes de partir, los israelitas celebraron en sus casas la cena pascual: “Aquella noche fue dada a conocer de antemano a nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían creído, se sintieran reconfortados”,  verdadero sacrificio ritual que en aquellos momentos trascendentales unió a los israelitas, los cuales se comprometen todos a participar por igual de los bienes y de los males que llevaría consigo la empresa que iban a comenzar al día siguiente y a compartir las alegrías y las penas. Se concluyó con el canto de los himnos compuestos por los patriarcas, o por Moisés y Aarón con elementos tradicionales transmitidos por aquéllos, que dieron origen al Hallel o canto oficial de la cena pascual, que se celebraría de generación en generación.

Con el canto de los hebreos: “entonces entonaron los cantos de los Padres”,  contrastaba el clamor y lamentaciones de los egipcios, que lloraban la muerte de sus primogénitos, con que Dios hacía sentir su mano poderosa sobre los recalcitrantes opresores, desde el faraón hasta el último de los egipcios: “con el castigo que infligiste a nuestros adversarios, Tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti”.

La cantidad de muertos fue tal, que no había tiempo para embalsamar los cadáveres, operación que duraba un mes, y darles sepultura, con aquellos largos y complicados ritos funerarios que estaban en uso entre los egipcios, lo que supondría para ellos un nuevo dolor, dada su devoción por el culto a los muertos. Tal vez las artes de los magos no dejaron ver claramente a los egipcios la acción de Dios en las nueve primeras plagas o las explicaban como fenómenos puramente naturales. Pero la muerte de los primogénitos no dejaba lugar a duda: el dedo de Dios estaba allí. Los egipcios, al fin, reconocen que los hebreos eran el pueblo escogido por Dios.

3.    SALMÓ Sal 32, 1. 12. 18-20. 22

R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!

Aclamen, justos, al Señor: es propio de los buenos alabarlo. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se eligió como herencia! R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.

3.1   DIOS, CREADOR DEL UNIVERSO Y PROTECTOR DE LOS FIELES.

Este salmo es un poema y un himno a la omnipotencia y justicia del Señor. Se canta el señorío de Dios sobre el universo como Creador y su fidelidad hacia su pueblo elegido, Israel, y a los que le son fieles. En este sentido, la composición es como una justificación de la exhortación a alegrarse en el Señor.

El estilo majestuoso y solemne de los primeros versos, “Aclamen, justos, al Señor”, es una gran invitación a alabar al Señor, por eso sigue; “Alaben al Señor con la citara, ensálcelo con el arpa de diez cuerdas, cántenles un cántico nuevo, etc. y luego viene el verso de la Liturgia de hoy, “La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor “, todo esto porque Él es digno de especial alabanza y confianza: por sus atributos morales, por su misericordia y su protección ante la muerte. “Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte”

La Liturgia de este domingo, solo ha tomado algunos versos de este Salmo, por lo que les invito a rezarlo en alguna oportunidad con toda sus estructura, a fin de apreciar su simetría, junto a la bella y notable distribución de las ideas, así de esta forma, darse cuenta del estilo majestuoso y solemne que nos hace el poeta para alabar al Señor, en los versos 1 al 3, la profesión de confianza en Dios de los versos 20 al 22, tanto por sus atributos morales, versos 4 al 5, como por su omnipotencia creadora de los versos 6 al 9, por su providencia de los versos 10 al 11, por la elección de Israel, versos 12 al 15, del que es Protector, versos 16 al 19.

El salmista nos habla de cómo el Señor mira a sus amigos, a los fieles, “Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles”, frecuentemente agobiados y al borde del peligro de muerte, los estimula a tener esperanza en el Señor de que Él nos los abandonará y tampoco permitirá que se hundan en el abismo de la desgracia, refiriéndose a los que “esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia”. Por tanto, el salmo pasa a ser una llamada de fe y esperanza en el Señor que se compadece de la debilidad de los hombres.

La omnipotencia divina está al servicio del justo, objeto de sus complacencias; por eso, en las horas de la adversidad y de la miseria, los libra de la muerte violenta y los mantiene y los sustenta en la necesidad. “sustentarlos en el tiempo de indigencia”.

De los versos finales, se obtienen la conclusión de la doctrina expuesta, si el Señor es único que da la salvación y la victoria, el alma del justo debe confiarse a Él como único auxilio y escudo protector. “Él es nuestra ayuda y nuestro escudo”.

Esta certeza de estar bajo la protección del Señor, Nuestra alma espera en el Señor” “crea en el alma una íntima satisfacción y alegría, pues su nombre, lleno de misterio, es también prenda de salvación. Por tanto este salmo se termina con el deseo de ser esencia benévola de la piedad divina.

Tal como era el deseo del salmista, es también nuestro anhelo el ser objeto compasivo y amoroso de la piedad divina, porque siempre estamos necesitados de la protección de Dios todopoderoso, por eso nos unimos con entusiasmo al canto de la antífona, ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!

4.    SEGUNDA LECTURA Heb 11, 1-2. 8-19

La fe es la garantía de lo que se espera dice el apóstol, ya que nos mantiene firmes en la espera de lo que todavía no se ve. La fe convirtió en forasteros a Abraham, Isaac y Jacob y herederos de la promesa de Dios, Jesús el Mesías.

Lectura de la carta a los Hebreos.

Hermanos: La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo, hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar. Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran  pensado en aquélla de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse “su Dios” y, de hecho, les ha preparado una Ciudad. Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquél de quien se había anunciado: “De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre”. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aún para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.

Palabra de Dios.

4.1 LA FE

Con ejemplos tomados de la historia, el autor va a mostrar a los destinatarios cuánta verdad sea lo que acaba de decirles de que el justo “vivirá de la fe.” Todos nuestros grandes antepasados, tan alabados en la Escritura, han vivido impulsados y sostenidos por la fe.

Como preludio a ese largo recuento de personajes, modelos de fe, que va a seguir, comienza diciendo lo que es la fe, con una definición que se ha hecho clásica: “La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven”. Aunque aquí en Hebreos la perspectiva es distinta, de la noción de fe y de su sentido complejo en las cartas paulinas, tampoco aquí se trata de dar una definición teórica completa de la fe; se insiste únicamente en el aspecto que interesa a la finalidad que se pretende, considerándola en función de cosas o bienes aún no poseídos, pero que poseeremos. Puede decirse que la “fe” aparece matizada con los colores de la esperanza, y su objeto son las promesas. Está muy acentuado el sentido de confianza como virtud propia del peregrino que marcha en busca de la patria. De esos bienes aún no poseídos, que “se esperan” es la fe “garantía,” en cuanto que no sólo nos asegura de su existencia, sino también de su posesión, si permanecemos firmes en nuestra espera; dicho de otra manera, es prueba o argumento de “los bienes” que “no se ven” respecto de los cuales sólo por la fe tenemos conocimiento cierto y seguro.

Esa fe, llevada a la vida práctica, es lo que ha acreditado, ante Dios y ante el mundo, a los grandes hombres del Antiguo Testamento: “Por la fe, Abraham…..lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa”.

Ahora basta al autor esa afirmación genérica; luego se darán nombres. También es por la fe, mediante el testimonio de la Escritura, como sabemos que el mundo fue creado en virtud del mandato divino, de suerte que “de lo invisible resultase lo visible” (v.3). En estas últimas palabras ven algunos una alusión, no precisamente a que el mundo fuera creado de la nada, sino a que, antes de la creación, existían ya en Dios, de quien todo procede, las realidades que luego habían de ser visibles.

Entre los patriarcas ocupa un lugar del todo singular Abraham, y de él se habla aquí de modo especial, al que se unen los nombres de Sara, su mujer, y los de Isaac, Jacob y José.

4.2   POR LA FE, ABRAHAM, OBEDECIENDO AL LLAMADO DE DIOS

Por lo que respecta a Abraham, se alaba su fe en tres momentos sobre todo de su vida: al abandonar su patria para ir a morar en tierra extraña: “Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida”, al recibir junto con Sara el anuncio de que tendrían un hijo: “También por la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada”, al exigírsele que inmolase a ese hijo; “cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda”. Tangente a Isaac, se alaba su fe en las promesas de Dios cuando, ya moribundo, bendice a sus hijos (v.20; cf. Gen 27:1-40); igual se hace respecto de Jacob, bendiciendo a los hijos de José (v.21; cf. Gen 48:1-20). Por lo que toca a José, resplandece claramente esa misma fe en sus disposiciones finales poco antes de morir (v.22; cf. Gen 50:24-25).

De todos ellos, en reflexión de conjunto, se dice que: “ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas”. Esas promesas, lo mismo por lo que se refería a la posesión material de la tierra de Canaán que por lo que se refería a la salud mesiánica, se cumplirían sólo muchos años más tarde; sin embargo, su fe no viene a menos, sino que de lejos las ven cumplidas en sus descendientes y se alegran (cf. Jn 8:56). Vemos que en estas reflexiones del autor de la carta la realidad histórica se funde con la alegoría, y las expresiones: “reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra”  y “patria”: “los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria”, tanto y más que a regiones de aquí abajo, se refieren al mundo en contraposición al cielo. Igual hay que decir de; “Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”, contraponiendo las tiendas, faltas de cimientos, a la ciudad de que Dios es arquitecto, que no es otra que la Jerusalén celestial: “nada menos que la celestial”

4.3  POR ESO RECUPERÓ A SU HIJO, Y ESTO FUE COMO UN SÍMBOLO.”

“Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda”….. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.”

La última frase de este fragmento; “Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo”, resulta un poco oscura, al respecto se puede pensar que la primera parte de la frase no parece ofrecer dificultad, ya que se afirma de Abraham que, precisamente por esa su fe heroica, pensando que Dios tenía medios para cumplir su promesa aunque fuera volviendo a resucitar a Isaac, “Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aún para resucitar a los muertos”, entonces recupera vivo a éste, no permitiendo Dios que fuese sacrificado, y siendo sustituido por un carnero (cf. Gen 22:12-13). Pero ¿qué significa también “como un símbolo”?, el contexto no indica nada, y está sólo la simple afirmación de que Abraham recuperó a Isaac “y esto fue como un símbolo”. La tradición exegética, sin embargo, ya desde los Padres, ha sido constante, viendo ahí una figura, un símbolo” de lo que había de suceder con Cristo, el “primogénito de entre los muertos” (cf. 1 Cor 15:20; Col 1:18), a cuyo sacrificio seguiría la inmediata resurrección. Creemos que esta explicación, no obstante que el autor de la carta no precisa nada al respecto, está muy fundada. Todo el conjunto de la carta, orientada hacia Cristo y su obra redentora, la está pidiendo. (Biblia Nacar-Colunga, comentada).

5.    EVANGELIO Lc 12, 32-48

El relato llama a estar atentos y vigilantes ante la espera prolongada del Hijo del hombre pues Jesús declara dichoso al que sea encontrado trabajando y en vela, lejos de toda actitud de ambición y abuso del prójimo. 

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se podrá a servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”. Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”. El Señor le dijo: “Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo ¡Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a sus sirvientas, y se pone a comer, a beber y emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigar y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho se le pedirá mucho; y al que se les confío mucho, se le reclamara mucho más “.

Palabra del Señor. 

5.1  ESTÉN PREPARADOS, CEÑIDAS LAS VESTIDURAS Y CON LAS LÁMPARAS ENCENDIDAS.

Jesús dijo a sus discípulos: “Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Estén preparado dice Jesús, eso es, estar dispuestos, es decir, estar prevenidos para aquello que no ha sucedido pero que está próximo a ocurrir. Sabemos que nadie pasa un examen si no se ha preparado bien.

Las vestiduras deben estar “ceñidas”, esto es, listas para hacer algo importante y que además no nos estorbe para entrar en acción. Con “las lámparas encendidas”, en otras palabras, iluminados, lejos de las tinieblas de la ignorancia, lámparas provistas de suficiente aceite para que no se apague.

El alma que ha recibido la luz de Dios, es lámpara y alumbra a los demás. Entonces si nosotros estamos con suficiente claridad y vigilancia y enseñemos a los demás para que también lo estén.

5.2   EL PUEDE VENIR EN CUALQUIER MOMENTO

El fin de la vida terrenal, llega sin previo aviso, ha querido Dios que así sea, para que siempre estemos preparados.

Son dos cosas las que nos advierte el Señor, una es que puede venir en cualquier momento y la otra que estemos preparados para recibirlo. Pero Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?" Entendemos que cuando Pedro dice para nosotros, se refiere a los doce íntimos apóstoles, y cuando dice para todos, lo hace pensando en los demás sean estos cristianos o no.

5.3   ADMINISTRADOR FIEL Y PREVISOR

Ante esta pregunta el Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?

Destaco tres palabras del Señor, “Administrador fiel y previsor”. La parábola es para todos los fieles, pero también en especial para el que es “administrador”, esta es la persona que se dedica a administrar bienes que no son suyos, es el criado principal encargado del resto de la servidumbre, y es “fiel” es decir, es una persona, que es constante en sus ideas, afectos u obligaciones y que no defrauda la confianza que se le ha depositado, y es “previsor” si se anticipa al daño o a un perjuicio, si es capaz de preverlo o conocerlo de antemano o con anticipación.

5.4   JESÚS DICE A QUIEN EL SEÑOR PONDRÁ AL FRENTE

Entonces el Señor se refiere a aquellas personas a las cuales se le ha otorgado la gracia y dones especiales, aquellos que les corresponde dirigir a los demás hacia un camino adecuado, con sus consejos y enseñanzas y las advertencias necesarias. Luego Jesús dice a quién “el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno”, este el alimento del alma y esta se alimenta con buen trigo. Es ración, porque cada uno de los que lo escuchan la palabra tiene una diferente capacidad y es oportuno porque todo beneficio que no se dispensa en su tiempo es infructuoso, por ejemplo el pan es apetitoso para el hambriento y no lo es para el que está harto.

5.5   LES ASEGURO QUE LO HARÁ ADMINISTRADOR DE TODOS SUS BIENES.

Entonces Jesús dice; “¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo!” Es bienaventurado aquel que cuando venga el Señor, lo encuentre trabajando de corazón, no de casualidad, porque Él quiere gente constante en su misión.

Luego agrega; “Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.” Este premio lo recibirá el que muestre su méritos tanto de oír bien como de enseñar bien, pero el que cumpla a la vez con fidelidad y prudencia ambas cosas, los colocará sobre todo lo que posee, es decir sobre todas las alegrías del reino de los cielos.

5.6   LOS DEFECTOS DEL SERVIDOR MALO

Jesús también dice; Pero si este servidor piensa: "Mi señor tardará en llegar", El Observa que entre los defectos del servidor malo está el que cree que su señor tarda en volver; Muchas veces por no pensar en nuestra última hora cometemos muchas faltas y pecados, pero si pensáramos que el Señor está por venir y que nuestra vida ha de concluir pronto, pecaríamos menos o trataríamos de no caer en faltas.

En efecto también hay muchos que menospreciando el temor de Dios, no sólo se entregan a la lujuria, sino que también llenan de injurias a los que tienen a sus órdenes. Como el que “Se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas”. Se puede entenderse por maltratar a los siervos y criados el corromper los corazones de los débiles con el mal ejemplo, y dice que “Se pone a comer, a beber y a emborracharse” comer, beber y embriagarse, es decir ocuparse en los delitos y placeres mundanos que enloquecen al hombre.

5.7   EL SEÑOR LLEGARÁ EL DÍA Y LA HORA MENOS PENSADA

Entonces Jesús dice: “El señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.” El administrador desleal, incumplidor e infiel recibirá muy justamente el castigo de los infieles, porque careció de verdadera fe. Pero también nos dice; Al que se le dio mucho se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho se le reclamará mucho más". Lo que Dios nos entrega, no es un elemento decorativo, es un elemento de trabajo, esto es un medio para que ejerzamos mejor nuestro apostolado. Dios le ha dado a todos los hombres las gracias necesarias para salvarse, porque Él quiere que todos nos salvemos. Pero también el Señor nos distingue y nos da más, entonces no corresponde dar más, y nuestra forma de vida debe ser mejor.

Hay algo muy importante que Dios nos da a todos los hombres, esas son las gracias necesaria para salvarnos, no tengamos ninguna duda, Él quiere que nos salvemos todos y que todos lleguemos a conocer la verdad, y al decir todos, es sin ninguna distinción, pero quizás las gracias no sean para todos las mismas, si queremos saber porque, miremos cuanto amor le damos nosotros a Dios, cuanto nos dedicamos a Él, cuanto conversamos con El, cuanto le pedimos, es decir cuánto oramos. No olvidemos el Evangelio de Mateo 7, 7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

La paz del Señor sea en su alma

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


Fuentes Bibliográficas:

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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