“ESTE MANDAMIENTO QUE HOY TE PRESCRIBO NO ES SUPERIOR A TUS FUERZAS NI ESTÁ FUERA DE TU ALCANCE” ….. “LOS PRECEPTOS DEL SEÑOR SON RECTOS, ALEGRAN EL CORAZÓN”…. “CRISTO JESÚS ES LA IMAGEN DEL DIOS INVISIBLE, EL PRIMOGÉNITO DE TODA LA CREACIÓN”… “¿QUÉ ESTÁ ESCRITO EN LA LEY? ¿QUÉ LEES EN ELLA?”…..“AMARÁS AL SEÑOR, TU DIOS, CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODAS TUS FUERZAS Y CON TODO TU ESPÍRITU, Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”.

Reflexión desde las Lecturas del XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


 

1.    CORAZON DE MISERICORDIA

 “Dio un rodeo y pasó de largo”. Hay tantas formas de pasar de largo... Y lo peor es cuando además las enmascaramos con justificaciones “razonables”: “No tengo tiempo”, “los pobres engañan”, “ya he hecho todo lo que podía...” O peor aún: “hoy día ya no hay pobres”. Es exactamente dar un rodeo – aunque sea muy elegante – y pasar de largo. Lo que hicieron el sacerdote y el levita. Y, sin embargo, el pobre es Cristo, que nos espera ahí, que nos sale al encuentro bajo el ropaje del mendigo: “tuve hambre... Estuve enfermo... Estuve en la cárcel”.

“Se compadeció de él”. Este es el secreto. El verdadero cristiano tiene entrañas de misericordia. No sólo ayuda: se compadece, se duele del mal del otro, sufre con él, comparte su suerte... Y porque tiene entrañas de misericordia llega hasta el final; no se conforma con los “primeros auxilios”. Y porque tiene entrañas de misericordia lo toma a su cargo, como cosa propia; y eso que era un desconocido, un extranjero –incluso de un país enemigo, pues “los judíos no se trataban con los samaritanos”–. “Señor, danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana”.

El buen samaritano es Cristo. Es él quien “siente compasión, pues andaban como ovejas sin pastor” (Mt 9,36). Es él quien no sólo nos ha encontrado “medio muertos”, sino completamente “muertos por nuestros pecados” (Ef 2,1). Es él quien se nos ha acercado y nos ha vendado las heridas derramando sobre nosotros el vino de su sangre. Es él quien nos ha liberado de las manos de los bandidos... ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?: “Anda, haz tú lo mismo”.

2.    PRIMERA LECTURA Deut 30, 9-14

Tras la caída del reino del sur, la destrucción del Templo y de Jerusalén y la deportación del pueblo a Babilonia, este texto intenta animar al pueblo de Israel y ayudarle a tomar conciencia sobre el momento histórico que está viviendo, y que viene como justo castigo por haberse alejado del Señor.

Lectura del libro del Deuteronomio.

Moisés habló al pueblo, diciendo: El Señor, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo.

Porque el Señor volverá a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la prosperidad de tus padres. Todo esto te sucederá porque habrás escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?”. Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: “¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?”. No, la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.

Palabra de Dios.

2.1  LAS PROMESAS DE REDENCIÓN Y RESTAURACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS

Este fragmento del Deuteronomio, se enmarca en las perspectivas futuras y las promesas de redención y restauración del Pueblo de Dios. Como en las predicciones proféticas, el deuteronomista abre la puerta a la esperanza si el pueblo dispersado se arrepiente de sus pecados y se vuelve al Señor. Dios hará volver a los cautivos aunque estuvieran en los extremos de los cielos. Volverán al país de las promesas, pero con un nuevo espíritu. Dios acompaña a su pueblo. En el versículo 6, se le pide; “esforzaos, pues; tened ánimo y no temáis ante ellos ni les tengáis miedo, que el Señor, tu Dios, va contigo, y no te dejará ni te desamparará.” El Señor volverá a proteger a su pueblo, enviando toda clase de bendiciones temporales sobre él y haciendo que las maldiciones que antes sobre él pesaban se vuelvan contra sus enemigos, en el versículo 7, “llamó, pues, Moisés a Josué y le dijo ante todo Israel: “Esfuérzate y ten ánimo, porque tú has de entrar con este pueblo en la tierra que a sus padres juró el Señor darles, y tú los pondrás en posesión de ella”, y en este fragmento Moisés les dice que: “El Señor, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo”. Lo hermoso es que el Señor consiente y se alegra cuando a los hombres le va bien, y aquí Moisés se lo expresa directamente a su pueblo: “Porque el Señor volverá a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la prosperidad de tus padres”.  Pero todo esto está condicionado a la fidelidad a sus preceptos; “Todo esto te sucederá porque habrás escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están escritas en este libro de la Ley”, no obstante esto, también debe haber otra condición: “después de haberte convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma”

2.2  LO QUE EL SEÑOR NOS PIDE, NO ES DIFÍCIL DE CUMPLIR.

El Señor conoce nuestras capacidades y no nos pide más de eso, tampoco nos impone leyes difíciles ni lejos de cumplirlas; “Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance”. Y, por otra parte, el conocimiento de sus preceptos está al alcance de todos. La palabra de Dios está muy próxima al israelita, a su alcance, en su boca y en su mente. En capítulos anteriores del Deuteronomio, (6:7 y 11:18-20), leemos cómo se ordena a los israelitas que inculquen la Ley a sus hijos y les hablen de ella en la casa y en los viajes. En los tiempos rabínicos, la Ley fue casi divinizada, considerando al mismo Dios sujeto a ella, por ser expresión de su voluntad inmutable.

Importa comprender que gracias a esta acción divina, todo el mundo estará al final en condiciones de convertirse y de obedecer, como pide Moisés, y de procurarse así la felicidad que Dios desea ofrecernos; “Porque el Señor volverá a complacerse en tu prosperidad”, es decir el Señor se alegrará de nuevo por todos haciéndonos felices. Por otra parte, es posible obedecer no sólo por el impulso interior que viene de Dios, sino también porque lo que él manda lo que está a nuestro alcance: “ni está fuera de tu alcance”,  sino que: “la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques”.  La ley del Señor es accesible, y obedecerla es el camino de la “vida”: “Si oyes el precepto del Señor, tu Dios, que hoy te mando, de amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos y guardar sus mandamientos, decretos y preceptos, vivirás y te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra en que vas a entrar para poseerla” (Dt 30,16)

3.    SALMO Sal 68, 14. 17. 30-31. 36-37

En respuesta a la ley del Señor, el salmo describe sus bondades y beneficios. Participamos de esta oración, aclamando:

R. Busquen al Señor, y vivirán.

Mi oración sube hasta ti, Señor, en el momento favorable: respóndeme, Dios mío, por tu gran amor, sálvame, por tu fidelidad. R.

Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor, por tu gran compasión vuélvete a mí; Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja: así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias. R.

Porque el Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá: el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su Nombre morarán en ella. R.

O bien: Sal 18, 8-11

R. Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.

Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.

La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.

Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R.

3.1  LA GLORIA DE DIOS, MANIFESTADA EN EL COSMOS.

En este salmo (Sal 18, 8-11) encontramos, en realidad, dos composiciones poéticas totalmente diversas, que sin duda tuvieron distinto origen. El contenido, la forma poética y el ritmo son diversos en ambas secciones. Los v.2-7 constituyen un himno al Creador, cuya grandeza se manifiesta en los misterios del cosmos. Todo es armonía y sucesión sincronizada en la marcha de la creación, porque todo obedece a una inteligencia superior. Esta parte del salmo se caracteriza por el lirismo más subido y arrebatador. La segunda sección tiene el aire de un poema didáctico, que se divide en dos partes: a) excelencias de la ley divina, que es fuente de felicidad para el que la observa (8-11); b) parte deprecativa: súplica de perdón por las infracciones, petición para no caer en la apostasía y, finalmente, súplica de que su oración sea escuchada.

“La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple”. El compilador de ambos poemas parece que ha querido poner en paralelo la armonía y belleza del cosmos, obra del Creador, y la de las prescripciones de la Ley, que se deben al mismo Dios, que formó el universo. En la primera parte se emplea el nombre divino de Él, mientras que en la segunda se usa el específico de Yahvé. El primero dice relación con el universo creado, mientras que el segundo dice relación con la elección de Israel, al que fue destinada la Ley. Así, pues, la segunda parte parece una adición de un autor de la escuela “sapiencial” que quiso establecer un paralelo entre la maravillosa obra de la creación del mundo y su “segunda creación,” la Ley mosaica, expresión de su voluntad y, a la vez, módulo y troquel del alma religiosa israelita. La Ley es un reflejo de la sabiduría y santidad divinas y el espejo en que debe mirarse el alma israelita para reconocer su defectibilidad y dependencia de Dios.

3.2 LA LEY ES SIN MANCHA, VERÍDICA Y RECTA

“La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos”. La Ley ha de tomarse aquí en sentido amplio, no sólo en su parte reglada, sino aun exhortativa, con sus promesas y amenazas. La felicidad del hombre está en conformarse con la voluntad de Dios y ésta se manifiesta en la Toráh, que es perfecta, de forma que el que camine según sus preceptos no se desvía del camino recto y da satisfacción plena al hombre: restaura el alma, confortando al hombre y dándole vigor, como el agua al sediento. Se la llama testimonio del Señor, en cuanto que refleja la voluntad divina; es fiel, porque nunca deja decepcionado al que se amolda a ella. Con sus prescripciones hace sabio al simple. Todo hombre puede dirigirse por el camino de la virtud o del vicio: el que escoge la primera senda es el sabio, mientras que el que sigue los senderos que se apartan del Señor es el simple o necio; Maravillas son tus dictámenes, por eso mi alma los guarda. “Al abrirse, tus palabras iluminandando inteligencia a los sencillos.”  (Salmo (SBJ) 119, 130). El principio de la sabiduría está en el temor de Dios; “y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.” (2 Timoteo (SBJ) 3,15), y éste se refleja en el cumplimiento de la Ley, expresión de la voluntad divina.

“Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos”. La Ley se concreta en los preceptos, y, éstos son rectos, porque se amoldan al querer divino; con ellos se alegra el corazón, pues se siente la satisfacción moral de vivir en consonancia con el Dios omnipotente y dispensador de toda gracia. Esta alegría del corazón se refleja en la luminosidad radiante del rostro: esclarecen los ojos. “Porque el mandato es una lámpara y la lección una luz”, (Proverbios (SBJ) 6,23), y da luz y vida. Esa luminosidad procede de sus preceptos, los que son limpios y transparentes, y, como tales, no empañan la tranquilidad de conciencia. El temor de Dios — reconocimiento de la Ley divina — es puro, libre de toda contaminación; permanece para siempre, pues responde a las exigencias del Dios inmutable. Los juicios o decisiones de Yahvé son justos y verdaderos porque responden a los postulados de justicia que implica la divinidad, y, como tales, no engañan.

3.3  VALOR DE LOS JUICIOS DIVINOS

“Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal” Los juicios de Dios — en cuanto sirven para dirigir al hombre en la vida — son de más valor que el mejor oro. La comparación es un tópico en la literatura sapiencial; “Mi lengua repita tu promesa, pues todos tus mandamientos son justicia”.  (Salmos (SBJ) 119,172). Por el fruto que producen resultan más sabrosos y dulces que la miel, que sale directamente de los mismos panales sin haber sufrido adulteración. El salmista sabe reconocer su valor, y procura sacar provecho al dejarse iluminar por ellos.

4.    SEGUNDA LECTURA Col 1, 15-20

Pablo presenta a las comunidades de entonces un nuevo himno que tiene como centro la persona de Cristo, Creador y Salvador, centro y clave del universo y de la historia humana. “La sangre de la cruz” resume toda la vida de Jesús, entregada para el perdón de los pecados, culmina con su muerte y resurrección.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.

Cristo Jesús es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él.

Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud. Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

Palabra de Dios.

4.1 CRISTO JESÚS ES LA IMAGEN DEL DIOS INVISIBLE

Comienza aquí la parte doctrinal de la carta, que continuará hasta el final del capítulo 2. San Pablo, a vista del peligro en la fe que amenazaba a los colosenses, de que le informó Epafras, trata de instruirles al respecto. Y primeramente, en la presente narración, les habla de la persona misma de Cristo. Es uno de los pasajes cristológicos más completos de todo el epistolario paulino, síntesis admirable de las prerrogativas de Cristo: en relación a Dios, a la creación, a la Iglesia. Es de notar la claridad con que aparece en este pasaje la unidad de persona en Cristo, al que San Pablo atribuye actividad trascendente en la creación y manifestaciones históricas en la redención. Ese ser concreto, que aparece como sujeto gramaticalmente de todo el pasaje, es la persona única del Hijo de Dios, hecho hombre.

Por lo que respecta a la relación hacia Dios, San Pablo designa a Cristo como; “Cristo Jesús es la Imagen del Dios invisible”, Ya en una carta anterior le había aplicado esa misma expresión (cf. 2 Cor 4:4). También del hombre dice que es “imagen” de Dios, sea en el orden natural (cf. 1 Cor 11:7), sea en el sobrenatural (cf. 3:10); pero, evidentemente, Cristo lo es de manera mucho más perfecta. Solamente Cristo, en virtud de la generación eterna del Padre, es la imagen sustancial y perfecta, que reproduce y refleja adecuadamente las infinitas perfecciones de Dios invisible, haciéndolas visibles a través de su humanidad (cf. 1 Tim 6:16; Heb 1:3; Jn 1:18). Este concepto de “imagen,” del que frecuentemente se vale Pablo (cf. Rom 8:29; 1 Cor 15:49; 2 Cor 3:18), es de gran importancia para profundizar en su pensamiento teológico.

Por lo que respecta a la relación de Cristo con el mundo creado, San Pablo hace varias afirmaciones esenciales: “el Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él”

4.2  “EL PRIMOGÉNITO DE TODA LA CREACIÓN”,

Aunque no todas las expresiones del Apóstol son fáciles de interpretar, y del significado concreto de algunas cabe discusión, la idea general es clara: Cristo está por encima de toda la creación, en cuyo origen ha influido y a la que sigue dando consistencia. Cuando el Apóstol habla de “el Primogénito de toda la creación”, creen algunos eruditos que se está aludiendo a la preexistencia de Cristo, dando al término “primogénito” su valor etimológico de anteriormente engendrado; otros, por el contrario, tomando el término “primogénito” en sentido más bien histórico y jurídico, creen que se alude a su preeminencia respecto de todas las criaturas, cual la tiene el primogénito respecto de sus hermanos. Lo más probable es que haya que juntar ambos aspectos. Sabemos, en efecto, que entre los judíos el “primogénito” tenía la primacía de dignidad como consecuencia de su primacía o prioridad en el tiempo. Lo mismo diría San Pablo de Cristo: prioridad temporal respecto de todas las criaturas y, consiguientemente, primacía o mayorazgo respecto de todas ellas. Lo que ciertamente debe excluirse es que Cristo, por el hecho de ser considerado como “el Primogénito de toda la creación”” deba ser incluido entre las criaturas. Absolutamente hablando, la expresión podría ser entendida de ese modo, al igual que cuando se le llama “el Primero que resucitó de entre los muertos”; pero esa interpretación queda excluida por las afirmaciones que siguen, cuando se dice de Cristo que “porque en Él fueron creadas todas las cosas” y que es “Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él”  La especificación “todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones”,  etc., tratando de recalcar que nada queda fuera del influencia de Cristo, da todavía más fuerza al argumento. Todas esas expresiones demuestran claramente que Cristo está en un rango único, fuera de la serie de criaturas.

4.3  ÉL ES TAMBIÉN LA CABEZA DEL CUERPO, ES DECIR, DE LA IGLESIA.

Sigue luego San Pablo, en los versículos siguientes, la descripción de la persona de Cristo en su condición de Redentor. Ambas ideas, creación y redención, están íntimamente ligadas para San Pablo. Eso es, si Cristo fue quien en un principio creó todas las cosas, es también El quien luego las va a pacificar y armonizar, una vez disgregadas por el pecado. La afirmación de que es “Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia”, es de un riquísimo de contenido. De parecido significado, aunque bajo otra imagen, es la afirmación de que “Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos”,  apunta a decir que Cristo que es el primero, el que inició la marcha gloriosa hacia la resurrección; no sólo en orden de tiempo, sino también por su influjo en los demás resucitados. Y todas esas ventajas son: “a fin de que Él tuviera la primacía en todo”), es decir, tanto en el orden de la creación material como en el de la renovación espiritual.

Razón última de este privilegio de Cristo ha sido la voluntad del Padre, “porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud. Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz”.

Apoyado en estos textos de Pablo, escribió San Ignacio de Antioquía: “Que nadie se lleve a engaño: aun las potestades celestes y la gloria de los ángeles y los príncipes, visibles e invisibles, si no creen en la sangre de Cristo, están también sujetos a juicio.”

5.    EVANGELIO Lc 10, 25-37

“¿Quién es mi prójimo?” preguntó el doctor de la Ley. La respuesta de Jesús vigente y actual presenta a un samaritano que actúa movido por el amor, la compasión, la generosidad, el desinterés y sobre todo, la misericordia; ante un hecho similar queda solo una acción más: “Ve y haz tu lo mismo”.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”. “Has respondido exactamente, –le dijo Jesús–; obra así y alcanzarás la vida”. Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”. “El que tuvo compasión de él”, le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: “Ve, y procede tú de la misma manera”.

Palabra del Señor.

5.1 "MAESTRO, ¿QUÉ TENGO QUE HACER PARA HEREDAR LA VIDA ETERNA?"

Ciertos doctores de la ley, no perdían la oportunidad de buscar formas para ver si podían hacer entrar en contradicción a Jesús con la ley, hacían eso que hoy llamaríamos “hacer pisar el palo”, o hacer caer en la trampa a Jesús. Esto lo hacían porque acusaban al Señor de predicar que la ley de Moisés era inútil, y lo que más les incomodaba, era que al mismo tiempo enseñaba nuevas doctrinas.

Así fue como uno de estos doctores de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?"

5.2 SABEN DE ELLA POR LA LETRA, PERO QUE IGNORAN EL ESPÍRITU

Lo que este doctor de la ley busca con la pregunta, es seducir a Jesús para que hablase algo en contra de la ley de Moisés, y además se presenta tentándole, llamándole maestro, pero al Señor, por mucho que lo llamen así, no es posible ser engañado.

Jesús acostumbraba a hablar de la vida eterna a todos los que venían a Él, por eso el doctor de la ley se sirvió de sus propias palabras y piensa que así lo tentara, seguramente estaba convencido que actuaba con astucia y que no sería descubierto por pasarse de listo. El Señor sabe que este tipo de doctor de la ley no oye otra cosa que lo que Moisés había enseñado y que además era uno de aquellos que creían conocer la ley, pero saben de ella por la letra, pero que ignoran el espíritu, tal como lo que el texto mismo de la ley les prueba y que la ignoran, ley que les anunció desde el principio al Padre, al Hijo y el misterio de la encarnación del Señor.

5.3  "HAS RESPONDIDO EXACTAMENTE, LE DIJO JESÚS; OBRA ASÍ Y ALCANZARÁS LA VIDA".

Entonces Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?"

Este doctor de la ley le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". "Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".

En otra palabras Jesús le ha dicho con esta respuesta, conoces bien lo que debes hacer para salvarte. Pero nos basta con conocerlo en teoría para llegar a la salvación, es preciso vivir lo que se conoce para llegar a ella.

5.4 "¿Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO?"

La soberbia de los jactanciosos, los motiva siempre a buscar la justificación de los que hacen o dicen, por eso este doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo una nueva pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?"

Como respuesta, Jesús nos pone una bellísima parábola, que se ha convertido en una narración que es ya “clásica” en todos nosotros, la del buen Samaritano. Esta parábola, nos invita a darnos ese precepto de amar a nuestro prójimo y, lo más prójimo o próximo que tenemos, está en nosotros mismos, nuestro corazón, morada preferida del Señor, allí donde el amor se expresa más intensamente.

5.5  JESÚS NOS ENSEÑA QUIEN ES NUESTRO PRÓJIMO

Las relaciones de los judíos con lo samaritanos no era buenas ni cordiales, existían antiguos odios entre ellos, de tiempos muy remotos. Sucedió que cuando los judíos regresaban del destierro de Babilonia, estos no aceptaron la ayuda de los samaritanos, cuando se dispusieron a la reconstrucción del Templo de Jerusalén, porque lo consideraban algo idólatras, entonces se creó la división, a tal punto que cuando viajaban a Galilea, donde era necesario pasar por Samaria, evitaban todo contacto con ellos.

Jesús, mostrándonos al samaritano que se inclina el pobre judío, herido y abandonado a la orilla del camino y cuidándolo como hermano, nos enseña quien es nuestro prójimo, que no son solo nuestros parientes, ni nuestro amigos, sino que todo hombre, sin pensar en su nacionalidad, raza, color, etnia, condición económica o social, por tanto nuestra caridad es con todo los hijos de Dios, esto es sin ninguna exclusión.

5.6  JESÚS, QUIERE QUE NOS AMEMOS DE CORAZÓN

Jesús, quiere que nos amemos de corazón y cuando decimos con todo el corazón, es con todo lo nuestro, sin reservas, con todo tipo de sacrificios, con todo lo que nos hace vivir. También el Señor quiere que lo hagamos con el alma y, cuando decimos con toda el alma, es con toda la sensibilidad del amor divino, y cuando dice con todas tus fuerzas es ardientemente y no con tibieza, y añadimos para que no falte nada, con todo nuestro entendimiento, con toda nuestra mente, con la inteligencia y la reflexión

Pero el amor divino no se aprende. En efecto, no aprendemos de otro a amar la vida, ni amar a nuestros padres, ni a nuestros amigos, ni mucho menos podemos aprender las reglas del amor divino. Hay que hacer una vida para Dios. Hay en nosotros cierto sentimiento íntimo que nos inclina a amar a Dios. Todo el que obedece este sentimiento y practica la doctrina de los divinos preceptos, llega a la perfección de la divina gracia. Así entonces, amamos naturalmente el bien; amamos también a nuestros prójimos y parientes, y además damos espontáneamente a los hombres de bien, todo nuestro afecto.

5.7  AMAR A LOS PARIENTES Y AMIGOS Y TODO AQUEL QUE ES HIJO DE DIOS.

Así es, como Dios es bueno, y todos deseamos lo bueno y lo que se perfecciona por nuestra voluntad reside naturalmente en nosotros. A El, aunque no le conozcamos, aunque no le veamos, por su bondad y porque procedemos de Él, tenemos obligación de amarle sobre todo y por encima de todo, este es nuestro principio. Es también mayor bien de todos los que se aman naturalmente. El primero y principal mandamiento es, por consiguiente, el del amor a Dios. El segundo, que completa al primero y es completado por El, nos manda amar al prójimo. Por eso decimos "Y a tu prójimo como a ti mismo".

En la oración permanente, en el contacto íntimo y personal con Dios, recibiremos las fuerzas necesarias para cumplir este precepto de amor. Nada hay tan conforme con nuestra naturaleza como el amar a los demás, comunicarse con los demás, favorecerse mutuamente y amar a los parientes y amigos y todo aquel que es hijo de Dios.

La paz del Señor viva en su corazones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS

XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


Fuentes Bibliográficas:

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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