EL SEÑOR SE APARECIÓ A ABRAHAM”…. “APENAS LOS VIO, CORRIÓ A SU ENCUENTRO”… “SEÑOR MÍO, SI QUIERES HACERME UN FAVOR, TE RUEGO QUE NO PASES DE LARGO DELANTE DE TU SERVIDOR”…. “EL QUE DICE LA VERDAD DE CORAZÓN Y NO CALUMNIA CON SU LENGUA”…… “CRISTO ENTRE USTEDES, LA ESPERANZA DE LA GLORIA. NOSOTROS ANUNCIAMOS A CRISTO”….. “SENTADA A LOS PIES DEL SEÑOR, ESCUCHABA SU PALABRA…… ELIGIÓ LA MEJOR PARTE, QUE NO LE SERÁ QUITADA”.

Reflexión desde las Lecturas del XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    A LOS PIES DEL SEÑOR

“Sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra”. Esta actitud de María resume perfectamente la postura de todo discípulo de Jesús. “A los pies del Señor”, es decir, humildemente, en obediencia, en sometimiento a Jesús, consciente de que él es el Señor, no como quien dispone la Palabra, sino como quien se deja instruir dócilmente, más aún, se deja modelar por la palabra de Jesús. Y ello en atención permanente al Maestro, en una escucha amorosa y continua, pendiente de sus labios, como quien vive “de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4).

“Sólo una cosa es necesaria”. Son palabras para todos, no sólo para las monjas de clausura. Si sólo una cosa es necesaria, quiere decir que las demás no lo son. Pero, por desgracia, ¡nos enredamos en tantas cosas que nos hacen olvidarnos de la única necesaria y nos tienen inquietos y nerviosos! Y lo peor es que, como en el caso de Marta, muchas veces se trata de cosas buenas. Las palabras de Jesús sugieren que nada debe inquietarnos ni distraernos de su presencia y que en medio de las tareas que Dios mismo nos encomienda hemos de permanecer a sus pies, atentos a él y pendientes de su palabra.

Esta actitud de María, la hermana de Marta, se realiza admirablemente en la otra María, la Madre de Jesús. Ella es la perfecta discípula de Jesús, siempre pendiente de los labios de su Maestro, totalmente dócil a su palabra, flechada hacia lo único necesario.

2.    PRIMERA LECTURA Gn 18, 1-10

Para Abraham con 99 años la ratificación de la promesa de un hijo con Sara, su esposa legítima, trae nuevas esperanzas que son reforzadas con mucha fe. La ancianidad y la esterilidad no son un impedimento para que Dios cumpla con lo prometido, hacer de Abraham una gran nación tan numerosa como las estrellas del cielo.

Lectura del libro del Génesis.

El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo, diciendo: “Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!”. Ellos respondieron: “Está bien. Puedes hacer lo que dijiste”. Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: “¡Pronto! Toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas”. Después fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está Sara, tu mujer?”. “Ahí en la carpa”, les respondió. Entonces uno de ellos le dijo: “Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un hijo”.

Palabra de Dios.

2.1   “SEÑOR MÍO, SI QUIERES HACERME UN FAVOR, TE RUEGO QUE NO PASES DE LARGO DELANTE DE TU SERVIDOR”,

Abraham habitaba preferentemente en la región de Bersabé, en el límite del desierto meridional, y allí moraba cuando el episodio de la huida de Agar; pero este que ahora se nos refiere acaeció “junto al encinar de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor”, este lugar queda algunos kilómetros al norte de Hebrón. Aquí es donde recibe esta misteriosa visita, en la que el patriarca se muestra como un jeque nómada, rico y generoso, que sabe cumplir las leyes de la hospitalidad. Prescriben éstas que, “Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa” invitándolos y hasta forzándoles a aceptar el hospedaje; luego se les ofrece la comida, que ha de ser preparada exprofeso para ellos, entregando luego lo que sobra a los miembros pobres de la tribu. Tal fue la conducta de Abraham, la que pagaron los huéspedes con el anuncio del nacimiento de un nuevo hijo. Los huéspedes son “tres hombres”, a quienes el patriarca trata en la forma acostumbrada como huéspedes de honor; pero no se dice quiénes sean. Sin embargo, ya se deja entender que hay en ellos algún misterio. Este misterio comienza a descubrirse cuando preguntan “¿Dónde está Sara, tu mujer?”  y luego le dice a Abraham dicen que dentro de un año, cuando vuelvan, ella será madre: “Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un hijo”.

Hasta entonces Abraham no sabe que son seres sobrehumanos. “Se inclinó hasta el suelo” según el estilo oriental, sin que esto, por tanto, implique un acto de adoración a la divinidad. Según este texto Abraham se dirige a uno de los visitantes: “Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor”, pero ciertamente Abraham no ha reconocido a ninguno de ellos como Dios, pues, de lo contrario, no les hubiera invitado a comer, dando por supuesto que después habrían de continuar el camino; “para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante”.

Abraham los convida generosamente después de traerles agua para lavar los pies, empolvados del viaje; “le ruego que no pases de largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol”, como es ley en la recepción de huéspedes en Oriente. El patriarca manda preparar un banquete abundante: “Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: “¡Pronto! Toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas”. Después fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió”. Son los manjares más selectos del beduino, cuya comida es poco variada. Conforme a las costumbres de los nómadas, Abraham no parte las comidas, sino que está de pie junto a ellas, dispuesto a servir a sus huéspedes: “Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol”.

2.2   ¿HAY ALGO IMPOSIBLE PARA DIOS?

Los huéspedes conocen los problemas íntimos de la familia de Abraham, sin que éste se haya dado cuenta de quiénes tienen ante sí. Uno de ellos pregunta: “¿Dónde está Sara, tu mujer?”. y anuncia que; “en el año entrante, y para ese entonces Sara habrá tenido un hijo”.

En los versículo siguientes a esta lectura, (v.11) se dice que Sara oía desde la puerta de la tienda, que estaba a espaldas del que hablaba, ella es llevada de su curiosidad femenina, por eso se había quedado detrás de la entrada de la puerta para espiar la conversación de aquellos huéspedes misteriosos. Cuando oyó el anuncio de que había de ser madre, no pudo reprimir la risa y Sara para dentro, dijo: “¿Cuando estoy ya consumida, voy a volver a intentarlo, siendo ya también viejo mi señor?”  (v 12) Y dijo luego el Señor a Abraham; ¿Hay algo imposible para Dios? (v.14)

3.    SALMO Sal 14, 2-5

3.1   EL HUÉSPED DEL SEÑOR.

El Salmo 14 nos ayuda a meditar la lectura anterior: «Señor, ¿quién puede habitar en tu casa? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia, el que no hace mal a su prójimo... Este es el que cumple con la ley del Señor».

En esta bellísima composición encontramos el código moral del fiel que aspira a vivir en intimidad con Dios en el santuario de Jerusalén. No se insiste en las purezas rituales levíticas, sino en las morales del corazón para poder entrar en intimidad con Dios. Sólo el ser humano íntegro, justo y fiel puede tener acceso a la intimidad de Dios. “El que procede rectamente y practica la justicia; el que dice la verdad de corazón y no calumnia con su lengua”.  La composición se cifra con una promesa de bendición. La exposición del tema es similar a Sal 24:3-6 y a Is 33:14-16. Por otra parte, el y se reproduce fielmente el precepto de Lev 25:37 (ley de santidad) y se parece a Dt 27:25.  La composición tiene un aire sapiencial, y quizá se cantaba con ocasión de las peregrinaciones al santuario de Jerusalén.

R. Señor, ¿quién entrará en tu Casa?

El que procede rectamente y practica la justicia; el que dice la verdad de corazón y no calumnia con su lengua. R.

El que no hace mal a su prójimo ni agravia su vecino, el que no estima a quien Dios reprueba y honra a los que temen al Señor. R.

El que no se retracta de lo que juró aunque salga perjudicado. El que no presta su dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que procede así, nunca vacilará. R.

3.2  SEÑOR, ¿QUIÉN ENTRARA EN TU CASA?”. 

La distribución tiene un aire de composición conmovedora, es una voz que plantea un interrogante. Señor, ¿quién entrará en tu Casa?”. Dios es santo, y, por tanto, para acercarse a Él es necesario cumplir determinadas condiciones que no le hagan indigno de la presencia del Altísimo. En Levíticos 11:44 se dice al pueblo de Israel: “Sed santos como yo soy santo.” Nada contaminado puede entrar en relación con el Señor, que vive en una atmósfera de santidad y pureza. Para acercarse a Él es preciso “santificarse” con ritos especiales de purificación y, sobre todo, tener ciertas cualidades morales excepcionales. El salmista aquí no tiene preocupaciones de índole ritual y sólo exige la preparación moral para acercarse a Dios. La morada en el templo del Señor ha sido considerada siempre como una garantía de seguridad y de felicidad íntima espiritual. El salmista no restringe su perspectiva a los sacerdotes y levitas — funcionarios oficiales del recinto sagrado —, sino que se refiere a todo el que se acerca a la casa de Dios. Para poder acercarse dignamente y ser huésped del santuario se debe llevar una vida en conformidad con las prescripciones divinas, obrando con justicia y rectitud, lo que implica sinceridad en las relaciones con el prójimo, El que no hace mal a su prójimo ni agravia a su vecino”, ausencia de engaño y abstención de todo lo que pueda causar daño o injuria al prójimo.

3.3   SER DIGNOS DEL SEÑOR.

Para ser digno de Dios es necesario tener una valoración religiosa de los hombres; es decir, no se debe uno dejar llevar de las apariencias, honrando a los que triunfan en la sociedad a pesar de ser reprobos ante Dios. Los honores deben reservarse a los temerosos del Señor: “el que no estima a quien Dios reprueba y honra a los que temen al Señor”,  los que conforman su vida a sus mandatos, sabiendo sacrificar muchas veces sus intereses materiales por seguir la ley de Dios. “El que no se retracta de lo que juró, aunque salga perjudicado”. Los tiempos del salmista eran difíciles, y prevalecían los que hacían caso omiso de los preceptos divinos. Lo más fácil era adular a los poderosos que se habían creado una posición social por su carencia de escrúpulos morales. Estos, en realidad, son para el salmista reprobos ante Dios, y por eso deben ser menospreciados por el que pretenda ser huésped del Señor: Al contrario, los temerosos de Dios eran comúnmente despreciados, porque por sus escrúpulos religiosos y morales no habían logrado ascender en la escala social; sin embargo, ellos son los predilectos a los ojos divinos, y por eso deben ser honrados por el que aspira a ser amigo de Dios y entrar en su casa.

La integridad de vida exige también fidelidad a los juramentos prestados, aunque su cumplimiento sea en perjuicio propio: “El que no se retracta de lo que juró, aunque salga perjudicado”.  La usura es también algo de lo que debe estar alejado el amigo de Dios. En hebreo, el préstamo a interés es llamado “mordedura,” expresión gráfica del perjuicio que causa al que se ve obligado a recibir dinero a crédito. La usura estaba prohibida en la Ley cuando se hacía entre israelitas, pero estaba permitida con los extranjeros. Aquí el salmista no distingue, pero en su perspectiva parece que se refiere a las relaciones con los connacionales. ”El que no presta su dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente” En realidad, a pesar de la Ley, la usura era una plaga en la sociedad hebrea, como nos lo dicen los profetas.

Vemos, pues, cómo al salmista no le preocupan los problemas de pureza ritual, sino los valores ético-religiosos, lo que está en consonancia con la predicación profética. El ideal que propone es muy alto, pero el premio por parte del Señor no se hará esperar: “El que procede así, nunca vacilará”, entones, Señor, ¿quién entrará en tu Casa?”

4.    SEGUNDA LECTURA Col 1, 24-28

Por disposición de Dios, Pablo se constituye en ministro al servicio de la Iglesia, y así dar cumplimiento al proyecto divino que se ha manifestado en Jesucristo, y que estaba destinado por siglos y generaciones a todos los hombres y mujeres del mundo sin distinción de raza, origen o credo.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.

Hermanos: Me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia.

En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque, de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo.

Palabra de Dios.

4.1   SAN PABLO CONSAGRA SU VIDA Y SE FATIGA SIN DESMAYO

La mención que el Apóstol hizo del Evangelio y de la misión a él confiada al respecto (cf. v.23) le lleva a hablar del cumplimiento de esa su misión. A ella consagra su vida, en libertad o en prisión, y con ese fin lucha y se fatiga sin desmayo.

Comienza por decir que los sufrimientos en la difusión del Evangelio no sólo no le abaten, sino que le son fuente de alegría, pues contribuyen al crecimiento de la Iglesia, cuerpo de Cristo; “Me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia”. Todos ya sabemos que Nuestro Señor Jesucristo, para establecer su Iglesia, hubo de padecer y sufrir no sólo en su pasión y muerte, que es lo que constituye propiamente el acto redentor, sino también con infinidad de tribulaciones a lo largo de su vida. Esta tarea que hizo el Señor, ha de ser continuado por los de los predicadores evangélicos para que llegue a todos los seres humanos. Y sucede que ahora son los predicadores evangélicos quienes los han de continuar, padeciendo cárceles y persecuciones, como está sucediendo a Pablo, supliendo de ese modo lo que hubiera de padecer Cristo si estuviese presente. No obstante, el mismo San Pablo no expresa que es de Cristo de quien los predicadores reciben fuerza y energía para realizar sus trabajos; “por lo cual me fatigo, luchando con la energía de su fuerza, que obra poderosamente en mí”. (cf. v.29). Por tanto para nosotros los hombres es un honor, al poder participar de ese modo, unidos a Cristo, en la gran obra de la redención del mundo.

4.2   “CRISTO ENTRE USTEDES”

Lo que San Pablo dice después; “En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque, de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios”, con lo que afirma primeramente su condición de servidor de la Iglesia, habiendo recibido de Dios la misión de predicar, sobre todo, a los gentiles, entre los cuales se encuentran los colosenses. Esa predicación lleva consigo el anuncio del “misterio” por largo tiempo escondido y ahora manifestado a sus santos; “el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos”, es decir, a los cristianos. De suyo el término “santos” podría también referirse a los ángeles (cf. 2:19), que sólo ahora, ante la realidad, Dios habría permitido conocer su plan eterno de salud. Para San Pablo “el misterio” equivale a plan divino de bendición en Cristo, con extensión a todos los seres humanos, superada la distinción entre judíos y paganos; “A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este misterio”

Aquí propiamente no describe en qué consista, pero claramente lo deja entender en las expresiones “que es Cristo entre ustedes”, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo” Difícil encontrar fórmula más condensada de lo que es el “misterio” que esas palabras “Cristo entre ustedes” dichas a los colosenses, procedentes del gentilismo. Antes de su conversión, los colosenses eran, al igual que los demás gentiles, gentes sin esperanza, sin Cristo, sin Dios en el mundo, ahora, unidos a Cristo y formando con El un cuerpo único caminan confiados hacia “la esperanza de la gloria” donde les espera Cristo (cf. 1 Cor 15:23).

5.    EVANGELIO Lc 10, 38-42

Marta y María son un buen ejemplo para discernir qué es lo más importante. Marta representa a esas personas bondadosas, pero que basan su comportamiento en “el cumplir y con eso ya es suficiente”; sin embargo en María encontramos la actitud del creyente que sin abandonar la laboriosidad lo hacen con una actitud novedosa que sale del corazón.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”. Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”.

Palabra del Señor.

5.1   MARTA LO RECIBIÓ EN SU CASA

Jesús entró en un pueblo, el pueblo al cual se refiere es Betania, en la ladera oriental del monte de los Olivos, a unos 3 Km. de Jerusalén, cerca del camino de Jericó. El tono del relato, la coincidencia de nombres y la familiaridad que estas mujeres tienen con Jesús, hace ver que son las hermanas de Lázaro y que se hospedó en Betania. Quien recibe a Jesús, es Marta, “y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa”. ella está en su casa, Era donde residían Lázaro, Marta y María. Esto nos señala, según las costumbres orientales, que, estando ausente Lázaro, Marta es la mayor y ama de casa.

Marta es una mujer que conoce la caridad, como toda persona que recibe a alguien en su casa, mayor cariño si es Jesús, ella da techo, agua y de comer, más aún sale a su encuentro con fervor.

5.2   EL DESEO DE MARÍA DE OÍR A JESÚS

Y Marta “Tenía una hermana llamada María”, que sentándose junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. El evangelista pudo haber dicho solamente sentada, pero precisó “sentada a los pies del Señor”, para graficar con palabras la ternura de la conversación, el deseo de María de oír a Jesús y el respeto que tenía por Jesús, como la humildad para escucharlo. Además el relatar que “sentada a los pies del Señor,” señala la actitud de los discípulos ante el Maestro, para escuchar “su palabra”, el Evangelio.

Diríase que Jesús gozó de una acogida completa y armoniosa: Marta se cuida del aspecto material y María del espiritual; una hace los honores de la casa y otra exalta al Maestro tomando la posición de discípula.

5.3   “TE INQUIETAS Y TE AGITAS POR MUCHAS COSAS”

Marta, en cambio, como superior en la casa, quiere atender con todo el esmero, como era la costumbre, al Señor, de ahí toda la ocupación doméstica. Habiendo mucho que hacer para atender al Señor y con la familiaridad que supone la pregunta, se queja de que María no la ayude en la preparación de algunos quehaceres, quizá de la comida y le pide que la fuerce a ayudarla y; “dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”.

La respuesta de Jesús tiene con ella el mismo tono de familiaridad al repetir su nombre dos veces: “Marta, Marta”.  Para Marta, la acogida parece reducirse al plano material. María debería echarle una mano, en vez de estar pendiente de los labios del Maestro. El mismo huésped debería transmitirle la orden de ir a trabajar para él, y él debería ocuparse únicamente de esperar la comida.

Pero le da la gran lección: “te inquietas y te agitas por muchas cosas”, y luego Jesús le dice: “sin embargo, una sola cosa es necesaria”. Tres lecturas hay de este relato, pero sólo dos son críticamente admisibles, y en nada cambian el sentido. “María eligió la mejor parte, que no le será quitada”.

5.4   ES MÁS IMPORTANTE ATENDER A LA LECCIÓN Y VIDA DEL REINO

La enseñanza que de aquí se desprende es, no que no se pueda atender a los enseres del hogar, que también Dios los puso, sino que, con el pretexto de estas palabras de Marta, Jesús nos enseña que es más importante atender a la lección y vida del Reino que no el derramarse en excesivos quehaceres que nos pueden apartar de él. Es lo mismo que dijo con otras expresiones: “Buscad primero el Reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura” (Mt 6:33).

Pero no es directamente la enseñanza de la vida contemplativa sobre la activa, sino la necesidad de que los trabajos secundarios o importantes no impidan el atender a la doctrina del Reino, al Evangelio, que es la “palabra” que el Señor dirigía a María de Betania.

Y Lucas describe que María: “Escuchaba su palabra”, para que sepamos que cuando vayamos a casa de alguien sepamos lo que debemos hablar, del amor de Dios, como lo hacía el Señor.

5.5   EL SEÑOR DISTINGUE LAS OCUPACIONES, NO LAS REPRENDE,

Es así como Marta quiere estadía agradable para el Señor y prepara de comer y atiende la casa, mientras ella trabaja, su hermana María escucha y medita, esta absorta oyendo las dulces palabras del Señor. Marta se preocupa del alimento corporal, María del alimento espiritual.

El Señor distingue las ocupaciones, no las reprende, “María, eligió la mejor parte”, pero Marta no eligió la mala, pero la de María es la mejor porque no le será quitada, esa es la diferencia, porque la palabra del Señor es alimento de vida eterna, en cambio la de Marta es solo alimento temporal.

En la vida real, podemos pensar que la Iglesia es como Marta, que recibe de corazón a Jesús, y su hermana María es también como es la Iglesia, que Goza de la sabiduría del Señor. También podemos comparar las distintas formas de servir al Señor, algunos lo hacen de manera activa, otros contemplativas. La actividad de Marta es en este caso, como cuando la Iglesia se preocupa de muchas cosas buenas, pero la necesaria es una sola, preocuparse del Señor

Cristo Jesús viva en sus corazones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS

XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


Fuentes Bibliográficas:

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico


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caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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