Reflexión desde las Lecturas del Domingo XVIII Ciclo B

EL PAN QUE SE NOS DA EL SEÑOR COMO ALIMENTO, PAN DE VIDA, PARA NO TENER HAMBRE NI SED

FRENTE A NUESTRAS DUDAS, SABEMOS LO QUE DIOS ESPERA DE NOSOTROS?, CREEMOS EN AQUEL QUE ÉL HA ENVIADO?

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    UN PAN QUE SACIA

Como los judíos, también nosotros nos quedamos con demasiada frecuencia en el alimento material. Pero Dios nos ofrece otro alimento. El pan que el Padre nos da es su propio Hijo; un pan bajado del cielo, pues es Dios como el Padre; un pan que perdura y comunica vida eterna, es decir, vida divina; un pan que es la carne de Jesucristo.

Y precisamente porque es divino es el único alimento capaz de saciarnos plenamente. Al fin y al cabo, las necesidades del cuerpo son pocas y fácilmente atendibles. Pero el verdadero hambre de todo hombre que viene a este mundo es más profunda. Es hambre de eternidad, hambre de santidad, hambre de Dios. Y esta hambre sólo la Eucaristía puede saciarla. Cristo se ha quedado en ella para darnos vida, de modo que nunca más sintamos hambre o sed.

A la luz de esto, hemos de examinar nuestra relación con Cristo Eucaristía. ¿Agradezco este alimento que el Padre me da? ¿Soy bastante consciente de mi indigencia, de mi pobreza? ¿Voy a la Eucaristía con hambre de Cristo? ¿Me acerco a Él como el único que puede saciar mi hambre? ¿Le busco como el pan bajado del cielo que contiene en sí todo deleite? ¿O busco saciarme y deleitarme en algo que no sea Él?

2.    PRIMERA LECTURA, EXODO 16,2-4.12-15

2.1   YO HARÉ LLOVER PAN DEL CIELO.

Yo haré llover pan del cielo. Peregrinos los israelitas por el desierto hacia la tierra de promisión, el alimento providencial del maná fue signo permanente del amor divino sosteniendo su indigencia de emigrantes. San Gregorio Magno dice:

-Truena Dios maravillosamente con su voz, porque con fuerza oculta penetra incomparablemente nuestros corazones y, cuando con secretos impulsos los oprime en el terror y los reforma en el amor, publica de alguna manera calladamente con cuánto ardor debe ser seguido; y hácese en el alma una grandeza de ímpetu, aunque no suena nada en la voz. La cual tanto más fuertemente resuena en nosotros cuanto hace ensombrecer el oído de nuestro corazón de todo sonido exterior.-

-Por lo cual el alma, recogida luego en sí misma por esta voz interior, se maravilla de lo que oye, porque recibe la fuerza de la compunción no conocida. La admiración de la cual fue bien figurada en Moisés cuando el maná vino de arriba (Ex 16,15). Porque aquel dulce manjar es llamado maná que quiere decir :“¿Qué es esto?” Y entonces decimos: ¿qué es esto, cuando, no sabiendo lo que vemos nos maravillamos- (Tratados morales sobre el libro de Job 27,42

 Dios alimenta a su pueblo en le desierto como signo de su constante protección. "Yo haré llover pan del cielo"

EXODO 16,2-4.12-15

En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad." El Señor dijo a Moisés: "Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: "Hacía el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios."" Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor de campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas dijeron: "¿Qué es esto?" Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: "Es el pan que el Señor os da de comer."

Palabra de Dios

2.2   EXODO

El nombre de Éxodo, esta adaptado al latín y proviene del gran suceso narrado, la salida de Israel de Egipto. Los estudiosos admiten que probablemente el nombre se funda en la frase de los LXX al traducir el versículo 19:1: “al tercer mes del éxodo de los hijos de Israel de la tierra de Egipto”. Así, pues, el nombre se refiere a la primera parte del libro, pero por su importancia caracteriza todo su contenido.

La finalidad de este libro es demostrar históricamente el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham de que su descendencia, después de una larga estancia en tierra de esclavitud, se multiplicaría y llegaría a ser un gran pueblo. El historiador muestra cómo Dios cumplió su palabra, liberando milagrosamente a Israel de la esclavitud para llevarlo al Sinaí y establecer una alianza perpetua. Se puede dividir el libro en cuatro partes: a) preparación del éxodo (1-11); b) salida de los israelitas de Egipto (12-18); c) alianza del Sinaí (19-24); d) organización del culto (25-40).

En general, debemos tener en cuenta que nos hallamos ante una historia religiosa de carácter popular y redactada cuando los hechos habían sido elevados a la categoría de épica nacional, lo que implica no poca “idealización” de aquéllos. Ante todo se quiere destacar la intervención providencial de Dios en la liberación y formación del pueblo escogido, y por eso el historiador muchas veces prescinde de las causas segundas y considera a Dios como el guía inmediato de su pueblo en todas las vicisitudes de la peregrinación por el desierto. Sin duda alguna, la liberación de Egipto y la estancia de los israelitas en la estepa no se pueden explicar sin intervenciones preternaturales y milagrosas de Dios; pero no quiere esto decir que los milagros se produzcan en serie durante cuarenta años.

La importancia doctrinal de este libro es manifiesta, ya que en él se narra la alianza del Sinaí, la vinculación de Israel como pueblo a Yahvé, el Dios de los patriarcas, que viene a realizar las antiguas promesas y a manifestarse familiarmente al pueblo que iba a ser su “heredad,” como “primogénito suyo” entre los pueblos

2.3   MOISES, EL CAUDILLO HEBREO

El futuro caudillo de Israel era de la tribu de Leví, sus verdaderos padres eran Amram y Yoquebed (Cf. Ex 6:20; Núm 26:59) sus hermanos Aarón y María. En una ocasión, dirigiendo un taller bíblico, pregunte quien era Moisés, y una asistente me dijo seriamente, “Charlton Heston”, refiriéndose a la famosa película Moisés, donde este actor interpreta artísticamente bien su papel. Son muchos lo personajes que se conocen mas por haber sido llevados al cine que por leer las escrituras. Y la historia está llena de personajes que, por su virtud o por su audacia, se levantaron de humildes principios a grande gloria. En Israel tenemos al glorioso fundador de la monarquía hebrea, que comienza sus hazañas bélicas luchando con las fieras para defender los ganados de su padre, que le estaban encomendados (Cf. 1 Sam 17:34-3 7).

Sobre los inicios de la vida de Moisés, El autor sagrado nos narra con todo detalle la salvación providencial del que había de ser libertador de la opresión egipcia y que fue dejado en una cesta sobre el Río Nilo. La providencia divina sobre los destinos de Moisés resalta más con esta manera maravillosa de librarlo del peligro que amenazaba a todos los hijos de Israel. San Esteban dice del futuro caudillo de los hebreos: “En aquel tiempo nació Moisés, hermoso a los ojos de Dios, que fue criado por tres meses en casa de sus padres y que, expuesto, fue recogido por la hija del faraón.” (2 Hech 7:20) La tradición judaica resalta la especial hermosura del primer caudillo de Israel. El rasgo explica más fácilmente que la hija del faraón se hubiera encariñado con el niño. El cuidado con que la madre entrega a su hijo a las aguas del Nilo prueba que esperaba su salvación de alguna persona que se apiadara de él, y escogió el lugar donde solía ir la hija del faraón para bañarse.

El nombre de Moisés es explicado en el relato de modo popular: Diole el nombre de Moisés, porque se dijo: “De las aguas lo saqué” (Éxodo 2,10). La etimología juega con la palabra hebrea masah que viene de Moseh, “Moisés”, que significa sacar. En la tradición popular, el nombre era muy ajustado al personaje, pues, como caudillo, habría de sacar a su pueblo de Egipto. Los autores modernos prefieren derivar el nombre de Moisés del egipcio mosu, que significa “niño, hijo”.

2.4  EL VERDADERO PROBLEMA NO ES LA FALTA DE ALIMENTO O DE AGUA, SINO LA DUDA

El pueblo judío fue liberado de la esclavitud egipcia gracias a la intervención de Dios por medio de Moisés (Ex 13,17-15,21). Tras el paso del mar Rojo, empieza el camino por el desierto, que al principio se hizo difícil a causa de tres problemas: la falta de agua potable, la falta de alimento y la presencia de pueblos adversarios que salían a combatir contra Israel. Cuando llega la dificultad, el pueblo parece echar la culpa a Moisés y a Aarón: sólo a causa de los frágiles sueños de libertad de estas dos personas habían abandonado la seguridad de la esclavitud egipcia y habían emprendido el peligroso camino de la liberación: "¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Parece una rebelión contra los jefes.

Moisés comprende que, en realidad, “no van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra el Señor” (Ex 16,8). En el fondo, el verdadero problema no es la falta de alimento o de agua, sino la duda: “¿Está el Señor en medio de nosotros o no?” (Ex 17,7). A pesar de todo, Dios provee: con las fuentes de Elín (Ex 15,22-27) y con el agua que mana de la roca (Ex 17); llegan del cielo el maná y las codornices (Ex 16); los amalecitas son derrotados (Ex 17,8-16). En la relectura practicada por el salmista, el maná es un don del Dios fiel a “una generación rebelde y obstinada, una generación de corazón inconstante y espíritu infiel” (Sal 78,8).

El maná es una sustancia natural que tiene el aspecto de granos blancos dulces: se trata de la linfa que cae de la corteza de las ramas de una especie de tamarisco picadas por ciertos insectos que se alimentan de ella. El alimento del desierto “sabía como a torta de miel” (Ex 16,31). La dulzura de la que se habla aquí no es culinaria”, sino teológica, según el libro de la Sabiduría: “Aquel sustento manifestaba a tus hijos tu dulzura, ya que se acomodaba al gusto de quienes lo tomaban y se transformaba según los deseos de cada uno” (Sab 16,21).

2.5  DIOS SE APIADÓ DE ELLOS Y LOS SACIO DE PAN; PARA QUE SEPAN QUE EL ES SU SEÑOR, SU  DIOS

En su Éxodo, los israelitas se internaron en el desierto y quizá le vino a la mente sus alimentos, sus ollas y su carne que comían en Egipto, y comenzaron a murmurar de Moisés. Visitando algunos lugares de Jordania, por donde suponemos que paso Moisés, estas son áreas donde hay peñascos imponentes, valles angostos, montes sombríos, con gargantas estrechas, por las que tenían que pasar apretados, por tanto debe haber sido extraño a los israelitas, acostumbrados a las llanuras del Bajo Egipto. Esta marcha fue en extremo penosa; la alimentación era escasa, y las preocupaciones por el descanso y por sus mujeres y niños, deben haber sido espantosas y se acordaron de Egipto y protestaron; “la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos!

Dios se apiadó de su pueblo y prometió proveer milagrosamente a sus necesidades; Diles: "Hacía el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios.""

En efecto, al atardecer, el pueblo vio una bandada de codornices que se posaron cerca del campamento; Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el campamento”

2.6  "ES EL PAN QUE EL SEÑOR OS DA DE COMER."

Otro prodigio más sonado en la historia bíblica es el del mana. A la mañana siguiente de la panzada de codornices, los hebreos se encontraron con un extraño fenómeno: había en todo (el campo) una capa de rocío. Cuando el rocío se evaporó, vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha. La reacción del pueblo ante este fenómeno extraño les hizo exclamar llenos de admiración: ¿Qué es esto?  Pues no sabían lo que era Y fue Moisés el que les explicó que aquello era comestible: "Moisés les dijo: "Es el pan que el Señor os da de comer." El autor sagrado explica, pues, el nombre misterioso del mana. Es una explicación popular como otras de la Biblia. En Libro Número 11:9 se vuelve a hablar del mana, y se lo compara a la semilla del cilantro, y su color al del bedelio. He aquí el texto: “El maná era semejante a la semilla del cilantro, y su aspecto era como el aspecto del bedelio. El pueblo se esparcía para recogerlo, lo machacaba con la muela o lo majaba en el mortero, y lo cocía en el puchero, y hacía tortas; su sabor era el sabor de una torta de aceite. Guando descendía por la noche el rocío sobre el campamento, descendía con él el maná.”

Nehemías, en su plegaria, dice que Dios proveyó a Israel de pan del cielo; “Del cielo les mandaste el pan para su hambre, (Neh 9,15) En Evangelio de hoy, la liturgia verá en el maná un tipo del pan verdadero, bajado del cielo y que da vida al mundo. “Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio a comer pan del cielo”. (Jn 16,31). En el Deuteronomio 8:3 dice Moisés al pueblo que Dios; Te humilló, te hizo pasar hambre, te dio a comer el maná que ni tú ni tus padres habíais conocido, para mostrarte que no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Señor”, es decir, les alimentó con el maná para que aprendiera que no sólo vive el hombre del pan, que se procura con su trabajo, sino de cuanto procede de la boca omnipotente de Dios.  ¿Aceptamos la Palabra de Dios como nuestro mejor alimento?

3.    SALMO RESPONSORIAL: 77 Sal 77, 3-4. 23-25. 54

3.1  EL SEÑOR LES DIO COMO ALIMENTO UN TRIGO CELESTIAL

Este salmo es un poema que reza la historia maravillosa de Israel, donde es una gran lección para las generaciones presentes: las maravillas obradas por El Señor en favor de su pueblo, de un lado, y el espíritu empecinado y rebelde del pueblo israelita, del otro, deben hacer pensar a las nuevas generaciones para no incurrir en las manifestaciones disciplinarias del Todopoderoso. La historia del éxodo, el establecimiento de Israel en Canaán y después la historia de las tribus deben aleccionar al pueblo para vivir en conformidad con la Ley divina. Entre todas las tribus se distinguió por su rebeldía la belicosa Efraím. El salmista declara que Dios ha abandonado el santuario de Silo para trasladarlo a Jerusalén en beneficio de la tribu de Judá, a la que pertenecía el admirable rey David. En realidad, fue un castigo de Efraím por sus infidelidades. Estas son las lecciones de este poema sapiencial que resume la historia de Israel.

SALMO 77

R: El Señor les dio como alimento un trigo celestial

Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder. R.

Dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos maná, les dio un trigo celeste. R.

Y el hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura. Los hizo entrar por las santas fronteras, hasta el monte que su diestra había adquirido. R.

3.2  EL DEBER DE TRANSMITIR A LAS GENERACIONES VENIDERAS LOS GRANDES HECHOS DEL SEÑOR

La liturgia de este domingo 18 del tiempo ordinario, ha tomado solo un breves versículos, de los 72 que completa este poema.

“Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder”

En la primera parte del salmo, versos 1 al 8, el poeta quiere emplear el lenguaje sentencioso de los libros sapienciales para atraer la atención y fijar mejor sus ideas. Con todo énfasis llama la atención de su pueblo, al que quiere dar una lección de historia religiosa y de bien vivir. Moisés había ordenado que los padres transmitieran a los hijos las maravillas de que habían sido testigos en la azarosa vida del desierto. Conocía la propensión al olvido y la indocilidad de su pueblo, y por eso invita a hacer memoria sobre el pasado. El salmista quiere, según este espíritu mosaico, descifrar a las generaciones de su tiempo los arcanos del pasado, los misterios de las gestas del Señor en favor de su pueblo, que, lejos de corresponder con fidelidad, se mostró siempre porfiado y rebelde. En realidad, el poeta-sabio no hace sino hacerse eco de la tradición: “Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron”

Israel es un pueblo excepcional que gira en torno a una ley establecida por el propio Dios, y sabe el deber de transmitir a las generaciones venideras los grandes hechos de la historia de Israel: “contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder.” La nación hebrea gira sobre el quicio de unas revelaciones históricas de Dios, y, por tanto, no puede volver las espaldas al pasado si quiere permanecer como pueblo elegido entre todas las naciones. Sin embargo, la historia prueba que Israel ha sido infiel a su Dios, y las generaciones pasadas han sido de corazón terco y versátil. El salmista quiere, por ello, adoctrinar a la presente para que no vuelva a reincidir en los errores del pasado.

3.3  TRIGO CELESTE Y PAN DEL CIELO

Sigue el salmista contando los incidentes del tiempo en que vivieron en el desierto, con las consiguientes obras maravillosas del Señor y las rebeldías de Israel. “Dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos maná, les dio un trigo celeste”. Y se llama trigo celeste porque proviene de lo alto.

Todo esto, a pesar del agua milagrosa, volvieron los israelitas a dudar de la omnipotencia de Dios, canta el verso 18 y 19; “Tentaron a Dios en su corazón y pidieron comida a su gusto. Hablaron contra Dios, diciendo: “¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?”, no obstante conociendo el hambre de su pueblo, el salmita canta las maravillas de su Dios; “el hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura”, y pan de los fuertes o de los “ángeles” (según los LXX) porque por su procedencia se suponía poéticamente que era el alimento de los seres angélicos La carne de las codornices — traídas por viento solano del sudeste de Arabia — sació su voracidad, pero fue ocasión del castigo divino, por no haber reconocido la intervención divina y haberse entregado a la glotonería. El salmista recuerda estas terribles correcciones del Señor para que el pueblo se percate de que no debe tentar a Dios, olvidándose de sus beneficios y dudando de su omnipotencia.

El Señor, siempre preocupado del alimento de su pueblo, como el Buen Pastor los llevo a mejores pastos. Así, los llevó hasta la frontera santa, la tierra de Canaán, la tierra prometida, donde estaba el monte Sión, conquistado por la diestra del Señor. “Los hizo entrar por las santas fronteras, hasta el monte que su diestra había adquirido”. Es el eco del cántico de Moisés: “Tú los introdujiste y los plantaste en el monte de tu heredad, ¡oh Yahvé! en el santuario que fundaron tus manos.”

4.    SEGUNDA LECTURA EFESIOS 4, 17.20-24

4.1  VIVIR EN LA VERDAD

El apóstol prosigue su observación a vivir en la verdad, conservando la unidad del espíritu en el cuerpo de Cristo (Ef 4,1-6, cf. 17° domingo, ciclo B) y acogiendo la acción de la cabeza, que edifica su cuerpo, la Iglesia (Ef 4,7-16). El texto analiza la tarea del cristiano, contraponiendo la situación pagana con la cristiana (Efesios 4, 17-24): “Si un tiempo estabais muertos por vuestras culpas, sin esperanza, alejados, extranjeros, huéspedes, tiniebla [...], ahora sois luz en el Señor, cercanos, conciudadanos de los santos y familia de Dios (cf. Ef 2,1.12-13.19-22; 5,8).

A la exhortación a la unidad, San Pablo añade ahora diversas recomendaciones en orden a la pureza de vida que deben llevar los fieles. Primeramente (v.17-18), poniéndoles delante lo que deben evitar, hace una breve descripción de las costumbres paganas, muy semejante, aunque de modo mucho más sintético, a la que encontramos en Rom 1:18-32. Luego les indica, en forma ya más positiva, cómo deben vivir: “despojados” del hombre viejo., “revestidos” del hombre nuevo.

SEGUNDA LECTURA: EFESIOS 4, 17.20-24

"Vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios" , San Pablo nos exhorta a seguir a Cristo despojándonos del hombre viejo

Hermanos: Esto es los que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios. Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús; es decir, a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.

Palabra de Dios

4.2  “NO ES ASÍ COMO HABÉIS APRENDIDO A CRISTO”,

Abandonar la vida pagana significa rechazar la propia autosuficiencia, la mala voluntad que mantiene prisionera la verdad, o sea, la vaciedad de pensamiento; “Esto es los que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios”. Significa liberarse de todo lo que aleja la vida de la realidad humana, pensada y querida por el Creador; volver a encontrar como don un corazón sensible a todas las llamadas del bien, de la verdad, de la belleza (Efesios 4,18). De otro modo, el hombre queda consumido por una «avidez insaciable» (Efesios 4, 19), por la codicia de la posesión, con la que el hombre espera colmar su vacío. La vida cristiana, en cambio, consiste en aprender sobre Cristo y San Pablo reprende; no es así como habéis aprendido a Cristo”, poniendo su persona en el centro de la vida. Se trata de “aprender” y de ponerse en camino. No se trata de limitarse a los gestos materiales, sino de adoptar una conducta de vida conforme con el proyecto de Dios y con su voluntad (cf. Ef 1,10). Los cristianos ya han sido revestidos en el bautismo del hombre nuevo; vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.  Ahora se trata de hacer aparecer, de una manera personal y concreta, este ser y esta vida, de un modo que corresponda a la realidad divina que han recibido: “Y eso no procede de vosotros, sino que es don de Dios” (Ef 2,8). “Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado. Así que celebremos fiesta, pero no con levadura vieja, que es la de la maldad y la perversidad, sino con los panes pascuales de la sinceridad y la verdad” (1 Cor 5,7-8).

4.3  VIVIR: “DESPOJADOS” DEL HOMBRE VIEJO Y REVESTIRSE DEL HOMBRE NUEVO.

Este llamado de San Pablo, con la expresiones “hombre viejo” y luego la nueva condiciones humana, (hombre nuevo) están inspiradas en el simbolismo del bautismo, con su doble rito de inmersión y de emersión, doble rito que está señalando nuestra muerte a la antigua vida de pecado y nuestra resurrección a la nueva vida de gracia comunicada por Cristo (cf. Rom 6:3-11). El “hombre viejo,” pues, es el hombre carnal, viciado por el pecado y esclavo de las concupiscencias, mientras que el “hombre nuevo” es el hombre regenerado en Cristo, no dominado ya por el pecado y la concupiscencia. San Pablo llega a decir que este paso de hombre viejo a nuevo es como una nueva “creación” “creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas”, término que se corresponde con el “renacimiento” de que habla San Juan (cf. Jn 3:3-5). Cierto que el cristiano ha sido ya despojado del “hombre viejo” en el bautismo; pero sigue aún molestado por la concupiscencia, que procede del pecado y le induce al pecado; “el hombre viejo corrompido por deseos seductores”,  de ahí que el Apóstol diga a los efesios que deben; “abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo”, “despojándose del hombre viejo, es decir, luchando contra las inclinaciones de la concupiscencia y liberándose poco a poco de los malignos efectos que trajo sobre nosotros el pecado (cf. Rom 6:12-14; 8:5-8). Ello pide una renovación en el espíritu de su mente; “renovaros en la mente y en el espíritu (v.23), es decir, en los pensamientos y manera de ver las cosas (cf. Rom 8:2; 1 Cor 2:15), de modo que se transformen en el hombre nuevo, creado según Dios: “justicia y santidad verdaderas”. Parece que los términos “justicia y santidad” son aquí prácticamente sinónimos, y designan al hombre recto y santo, cual lo quiere Dios (cf. 1:4; Rom 3:26).

5.    EVANGELIO: JUAN 6,24-35

EVANGELIO: JUAN 6,24-35

A los que comieron el pan material, Jesús los exhorta a conformarse con ello y buscar el alimento de la vida Eterna.  "El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed"

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo has venido aquí?" Jesús contesto: "Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios." Ellos le preguntaron: "Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?" Respondió Jesús: "La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado." Le replicaron: "¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."" Jesús les replicó: "Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo." Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de este pan." Jesús les contestó: "Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed."

Palabra del Señor

5.1  "YO SOY EL PAN DE VIDA.

Luego de la multiplicación de los panes, el evangelista Juan se refiere a la búsqueda de Jesús por parte del gentío. Y así es como lo encuentran junto a Cafarnaún y le dirigen esta pregunta: "Maestro, ¿cuándo has venido aquí?" Jesús no responde a lo que le preguntan, pero revela las verdaderas intenciones que han impulsado a la gente a buscarle, desenmascarando una mentalidad demasiado material; "Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”. Todos siguen a Jesús por el pan material, sin comprender la señal hecha por el profeta. Buscan más las ventajas materiales y pasajeras que las ocasiones de adhesión y de amor. Ante esta ceguera espiritual, Jesús proclama la diversidad que existe entre el pan material y corruptible y ese otro; “perdura para la vida eterna”. Jesús entonces, invita a la gente a superar el angosto horizonte en el que vive, para pasar a la fe. Los interlocutores de Jesús le preguntan entonces: “¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?”. Jesús pide una sola cosa: la adhesión al plan de Dios, es decir, "La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado”.

La muchedumbre no está satisfecha y pregunta: "¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?”. El milagro de los panes no es suficiente; quieren un signo particular y más estrepitoso, el nuevo milagro del maná (c f. Sal 78,24), para reconocer al profeta de los tiempos mesiánicos. Jesús, en realidad, da verdaderamente el nuevo maná, porque su alimento es muy superior al que comieron los padres en el desierto: él da a todos la vida eterna. Pero sólo el que tiene fe puede recibir ese don. El verdadero alimento no está en el don de Moisés; Jesús les replicó: "Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, ni en la ley, sino en el don del Hijo, que el Padre ofrece a los hombres, él es el verdadero pan del cielo; "Yo soy el pan de vida”. La muchedumbre parece haber comprendido: “Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de este pan." Entonces Jesús, evitando todo equívoco, precisa: El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed."  Es el don amoroso hecho por el Padre a cada hombre. Él es la Palabra que han de creer: quien se adhiere a él da un sentido a su propia vida y consigue su propia felicidad.

5.2  EN BUSCA DE JESUS

El milagro que Jesús ha hecho multiplicando los panes es extraordinario, entonces no quieren separarse de El. Después que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, despidió a la multitud después de la multiplicación de los panes. Esto fue la misma tarde, al embarcarse los discípulos. El Evangelio dice que: Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla, es decir un pequeño grupo se habría quedado allí, a la espera de Jesús, que no había embarcado, y que acaso ese a lo que alude san Juan, es decir, en la región de et-Batiha, donde multiplicó los panes.

Las gentes que se habían retirado, lo mismo que la que se había quedado, habían constatado esto: que Jesús no había embarcado con los discípulos, con eso queda ratificado que Jesús hizo su caminata milagrosa sobre las aguas, y que no había quedado allí más que una barca.

Mientras tanto, unas barcas de Tiberiades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan Pero al siguiente día de la multiplicación de los panes vinieron a este lugar diversas barcas procedentes de Tiberiades, sin que se diga el motivo de esta arribada. Acaso en busca de Jesús, avisados por algunos de los que hubiesen retornado la víspera, o por el rumor de que se hallase allí. Tiberiades era capital y, situada en el lago, era el puerto principal de Galilea. Josefo, historiador judío, hace ver el gran movimiento de naves que en él había en ese lugar.

Como estas gentes que había quedado allí se dieron cuenta que no podían encontrar a Jesús, aunque no lo vieron embarcar; y como vieron que los discípulos se dirigieron a Cafarnaúm, aprovecharon la oportunidad de estas barcas que acababan de llegar de Tiberiades, se embarcaron en ellas, dice san Juan: subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Aquí lo van a encontrar, y en esta villa tendrá lugar el discurso sobre el “Pan de vida.”

5.3  ME BUSCAN, NO PORQUE VIERON SIGNOS, SINO PORQUE HAN COMIDO PAN HASTA SACIARSE

Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: Maestro, - cuándo llegaste - . La pregunta que le hacen con el título honorífico de Maestro, Rabí, lleva un contenido sobre el modo extraordinario como vino. Sabían que no se había embarcado ni venido a pie con ellos. Deben haber estado maravillados, al pensar como había venido Jesús. Era un volver a admitir el prodigio en su vida.

La respuesta de Jesús pasa por alto aparentemente la cuestión para ir directamente al fondo de su preocupación. No le buscan por el milagro como signo que habla de su grandeza y que postula, en consecuencia, obediencia a sus disposiciones, sino que sólo buscan el milagro como provecho, Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse”.

Que busquen, pues, el alimento no temporal, aun dado milagrosamente, sino el inmortal, el que permanece para la vida eterna, y éste es el que dispensa el Hijo del hombre, por eso le dice;  Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; y cuya garantía es que el Padre”, que es al que ellos llaman Dios, el Padre, marcó con su sello. La credencial del que lo envía, son los milagros, los signos.

5.4  BUSCAN A DIOS NO POR DIOS, SINO POR LA AYUDA QUE PUDIERAN CONSEGUIR DE EL

En nuestra realidad de hoy, con cierta pena vemos como sucede que hay personas que buscan en la religión algo que les resulte conveniente, entonces buscan a Dios no por Dios, sino por la ayuda que pudieran conseguir de El, y además exigen rapidez, luego suceden que la respuesta les tarda en llegar, entonces, pierden la fe y le dan la espalda la Señor. No es el alimento material el que debemos buscar, sino el que permanece por siempre, hasta la Vida Eterna.

Hasta aquí las multitudes, y sobre todo los que los guiaban, no tienen dificultad mayor en admitir lo que Jesús les dice, principalmente por la misma incomprensión del hondo pensamiento de Jesús. Por eso, no tienen inconveniente en admitir, como lo vieron en la multiplicación de los panes, que Jesús esté sellado por Dios para que enseñe ese verdadero y misterioso pan que les anuncia, y que es alimento que permanece hasta la vida eterna.

5.5  LA OBRA DE DIOS ES QUE USTEDES CREAN EN AQUEL QUE ÉL HA ENVIADO

De ahí el preguntar qué - Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios - es decir, para que Dios les retribuya con ese alimento maravilloso. Piensan, seguramente, que puedan ser determinadas formas de sacrificios, oraciones, ayunos, limosnas, que eran las grandes prácticas religiosas judías.

Pero la respuesta de Jesús es de otro tipo y terminante. En esta hora mesiánica es que - Jesús les respondió: - La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado - Fe que, en San Juan, es con obras (San Juan 2:21; cf. San Juan 13:34). La multitud comprendió muy bien que en estas palabras de Jesús no sólo se exigía reconocerle por legado de Dios, sino la plena entrega al mismo.

Esto es lo que nos dice con mucha claridad Jesús, no está Dios para servir al hombre, al contrario, el hombre esta para servir a Dios. Dios atiende nuestras plegarias y necesidades, todo esto por el gran amor que les tiene a los hombres, pero debemos estar siempre dispuestos a servirle, haciendo su voluntad, viviendo una vida y una conducta agradable a Dios, y a El le dejamos su misericordioso auxilio.  Jesús, le dijo a Catalina de Siena: Tu preocúpate de Mi, Yo me preocupare de ti y de tus cosas

5.6  ¿QUÉ SIGNOS HACES PARA QUE VEAMOS Y CREAMOS EN TI?

La gente preguntó a Jesús: "¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti?”, Los que le preguntaban esto a Jesús, aún no están convencidos, en el capitulo anterior de este evangelio, había comentado que las gentes estaban impresionadas, maravilladas con Jesús, el milagro que él hizo multiplicando los panes fue extraordinario, entonces no querían separarse de El. Sin embargo, estos que preguntan vienen, por una lógica insolente, a pedirle un nuevo milagro, y preguntan casi despectivamente: “¿Qué obra realizas?”

En ellos, esta presente el hecho del Éxodo. El desierto, la multiplicación de los panes en él, contra el que evocará la multitud el maná y dicen a Jesús: “Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo”. La murmuración de estos judíos contra Jesús, como Israel en el desierto, y, por último, la Pascua próxima, es un nuevo vínculo al Israel en el desierto. Ya el solo hecho de destacarse así a Jesucristo es un modo de superponer planos para indicar con ello, una vez más, la presentación de Jesús como nuevo Moisés: Mesías.

5.7  PAN DEL CIELO LES DIO A COMER.

Los judíos exigían fácilmente el milagro como garantía. La multiplicación de los panes les evocaba fácilmente, máxime en aquel lugar desierto en el que habían querido proclamarle Rey-Mesías, el milagro del maná. Y esto es a lo que aluden y alegan. Los padres en el desierto comieron el maná (Ex 16:4ss). La cita, tal como está aquí, evocaba, sobre todo, el relato del maná, pero magnificado en el Salterio, en el que se le llama pan del cielo (Sal 105:40; Neh 9:15; Sal 16:20). La cita era insidiosa. Pues era decirle: Si Moisés dio el maná cuarenta años, y que era pan del cielo, y a una multitud inmensamente mayor, pues era todo el pueblo sacado de Egipto, y, a pesar de todo, no se presentó con las exigencias de entrega a él, como tú te presentas, ¿cómo nos vamos a entregar a ti? Por lo que le dicen que, si tiene tal presunción, lo pruebe con un milagro proporcionado.

Estaba en el ambiente que en los días mesiánicos se renovarían los prodigios del Éxodo (Miq 7:15). El Apocalipsis apócrifo de Baruc dice: “En aquel tiempo descenderá nuevamente de arriba el tesoro del maná, y comerán de él aquellos años.” Y el rabino Berakhah decía, en síntesis, “El primer redentor (Moisés) hizo descender el maná. E igualmente el último redentor (el Mesías) hará descender el maná.”

5.8  LES ASEGURO QUE NO ES MOISÉS EL QUE LES DIO EL PAN DEL CIELO

Si el Mesías había de renovar los prodigios del Éxodo, no pasaría con ello de ser otro Moisés. ¿Por quién se tenía a Jesús? ¿Qué señal tenía que hacer para probar su pretensión? Pero la respuesta de Jesús desbarata esta argumentación, entonces respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo”. Jesús es muy claro con ellos, así se los hace ver.

En primer lugar, no fue Moisés el que dio el maná, puesto que Moisés no era más que un instrumento de Dios, así Jesús les dice: “mi Padre les da el verdadero pan del cielo porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”. Es decir, aquel pan venía de otra realidad y no era el pan verdadero, porque sólo alimentaba la vida temporal; pero el verdadero pan es el que da la vida eterna; ni el maná tenía universalidad: sólo alimentaba a aquel grupo de israelitas en el desierto, mientras que el pan verdadero es el que desciende del cielo y da la vida al mundo.

5.9  EL QUE VIENE A MÍ JAMÁS TENDRÁ HAMBRE; EL QUE CREE EN MÍ JAMÁS TENDRÁ SED

Si directamente alude a la naturaleza del verdadero pan del cielo, no está al margen de él su identificación con Jesús. Si la naturaleza del verdadero pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo, entonces es Jesucristo el que se identificará luego, explícitamente, con este pan. Los judíos, impresionados o sorprendidos por esta respuesta, tan categórica y precisa, pero interpretada por ellos en sentido de su provecho material, le piden que él les de siempre de ese pan, como la Samaritana (Jn 4:15).

Es así como ellos le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les respondió: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed".

Probablemente vuelve a ellos el pensamiento de que Cristo es el Mesías, y esperan de El nuevos prodigios. Pero ignoran en qué consistan, y no rebasan la esperanza de un provecho material. Pero ese pan, que aún no habían discernido lo que fuese, se les revela de pronto: “Yo soy el pan de vida”

Nosotros estamos con hambre de verdad, sed de felicidad. Jesús, hace que estas aspiraciones sean verdaderas. En efecto, solo en Jesucristo podremos saciar esta hambre, solo con El podremos calmar nuestra sed. Jesús no solo nos entrega la verdad, el mismo es la Verdad del Padre. Entonces si nuestro corazón busca con desesperación la verdad y la felicidad, no la busquemos en otro lugar más que en Jesús.

San Agustín, escribió: “Señor, nos hiciste para ti y nuestro corazón esta inquieto y sin sosiego, mientras no descasa en TI”

Cristo Jesús, viva en nuestros corazones

5.10       Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Muchas veces dijo Jesús a la gente: “El que tenga oídos, que oiga”.

Reflexión a las Lecturas del Domingo XVIII Ciclo B

   Publicado en este link: PALABRA DE DIOS


Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga

Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.

Comentarios a las Epístolas Paulinas, por Lorenzo Turrado.

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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