"La paz esté con ustedes"

Lc 24, 35-48

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Jesús ya ha resucitado, así se manifiesta a los discípulos, y los saluda con una palabra que será habitual luego en El, "La paz esté con ustedes". Los corazones de sus discípulos, están inquietos y alegres, llenos de gozo, Jesús esta en presencia de ellos, pero se resistían a creer.

En este relato, san Lucas, destaca el aspecto apologético del mismo, es decir, con este escrito, defiende y alaba la censura que hace Jesús a los discípulos porque no creyeron a los que se les había aparecido. En efecto, ellos creen ver un espíritu; pero El les demuestra que no lo es, mostrándoles y haciéndoles palpar sus manos y sus pies; los espíritus diciéndoles; ¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo. Y ante la duda aún de ellos, por fuerza del gozo y de la admiración, les da otra prueba. Pidió algo de comer, y ante ellos comió un trozo de pecado asado.

Resucitado Jesús, se apareció varias veces a los discípulos. Se apareció a los once cuando estaban reunidos, para que todos fuesen testigos, y refiriesen a todo el mundo lo que habían visto y oído. Al decir once, se designa a todo el colegio apostólico antes de que Matías ocupase el lugar de Judas. Y después de la ascensión ellos debían de predicar el Evangelio a gentes que debían creer sin haber visto a Jesús.

Antes de partir, increpó también el Señor a sus discípulos cuando iba a dejarlos corporalmente, para que sus palabras quedasen impresas más profundamente en sus corazones. Jesús Reprueba la incredulidad, para que la reemplace la fe; reprueba la dureza del corazón de piedra, para que le reemplace otro de carne lleno de caridad.

En la segunda parte del relato, sin conexión necesaria con el anterior, y en forma corporal, quiere responder, en su fondo, a las conversaciones de Cristo con los apóstoles; "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía” En su exposición hay una síntesis del kérigma (palabra griega que significa predicar, proclamar, llevar el evangelio): el cumplimiento, “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos". el sufrimiento, "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día”,  junto con el arrepentimiento de los pecados, “Y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados”

Jesús, nos destaca como en las escrituras se ha anunciado, en tres partes, la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos, Y especifica especialmente los Salmos — quizá por su gran valor mesiánico, ya que, generalmente, sólo se citaban la Ley y los Profetas —, que el plan del Padre no era el mesianismo ambiental, nacionalista y político, sino que el Mesías había de morir y resucitar. Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día.

La frase de abrirles la inteligencia para que entendiesen las Escrituras, podría tener dos sentidos: o que Cristo les concede un carisma para que ellos penetren este sentido de las Escrituras, a diferencia de los de Emaús, recordemos que él abiertamente se las explicaba,  o que se trate de una frase fundamentalmente equivalente a la de los de Emaús, aunque la redacción literaria sea algo distinta, pues aquí mismo dice san Lucas que después de abrirles la inteligencia, que es hacer comprender, les dijo que Así estaba escrito, el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,Es decir, explicación hecha por él mismo. Probablemente este segundo sentido sea preferible.

Se les capacitó para que tuviesen una visión nueva — la auténtica — del Antiguo Testamento. Que se predicase en su nombre, del Cristo muerto y resucitado, la penitencia para la remisión de los pecados. En su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Esta penitencia es cambiar el modo de ser, y de ver en El, con su mesianismo de cruz y de resurrección, al único Salvador que Dios puso para la salvación. En los Hechos de los Apóstoles dirá San Pedro ante el Sanedrín: “En ningún otro (Cristo) hay salud, pues ningún otro nombre (semitismo por persona) nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos” (Act 4:12). Con la conversión a este Mesías y a su doctrina, se tiene la remisión de los pecados.

Esta predicación de Cristo Mesías y la salvación,  unido a la fe, que depende y tiene una estrecha relación a su fe, es para todas las naciones. Es el universalismo de la fe (Mt 28:19.20). Pero en el plan de Dios será irradiada esta Buena Nueva comenzando por Jerusalén (Act 1:8). Era todavía la bendición del Mesías al pueblo que lo crucificó, y como gran beneficio, al tiempo que pasaba el privilegio de Israel a las gentes. El mismo San Pablo reconocerá estas primacías privilegiadas de Israel.

Dice Jesús, Ustedes son testigos de todo esto. En efecto, los apóstoles serán los testigos de toda esta verdad y enseñanza.      La enseñanza es una cierta orden como dice san Mateo, de que se predique a todas las gentes la salvación en su nombre. Jesús dio y nos da la orden de predicar el Evangelio a todas las gentes. Se observa ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles. Este es el gran mandato, es decir la gran misión que nos dio el Señor, que debemos hacer con fidelidad en todos los tiempos y en todas las circunstancias.

Es así como Jesús, envía a sus apóstoles, por todo el mundo, a predicar a todas las gentes de todas las naciones, para que la predicación apostólica, que antes fue rechazada por la soberbia de los judíos, venga en nuestro auxilio. Cuando Jesús dice a  todas las naciones, esta diciendo a los creyentes e incrédulos. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Porque no basta creer, porque el que cree y no está bautizado todavía, no ha alcanzado aún la salvación, sino imperfectamente.

Una bella enseñanza de Jesús, donde quiera que vayamos, debemos de llevar la paz, ofrecer la paz, la paz del Señor. Sin embargo no podemos hacerlo si no tenemos paz, si no vivimos en paz y si no vivimos la paz.

La Paz de Cristo Resucitado

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

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