“conozco a mis ovejas, y mis
ovejas me conocen a mí” Jn 10, 11-18 Autor: Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant 1.
JESÚS ES LA PUERTA DEL REDIL En el Capitulo anterior de este
Evangelio, (Jn 10,1-10), Jesús es la Puerta del
redil, en una parábola que es una alegoría, es decir algo figurativo en una
vida pastoril. Puerta para ir, en la hora mesiánica, al pueblo, y el único
Pastor al que han de seguir todos, como rebaño, para salvarse. Jesús comienza
identificándose, alegóricamente, con la puerta del redil. Este es Israel, El
es la puerta de las ovejas. Pero el contexto exige que se refiera no a las
ovejas, Israel, que entren o salgan por él, sino a los pastores que se
acercan o quieren regir, religiosamente, a Israel y que boicotean el ingreso
del pueblo en la fe de Jesús Mesías — en el redil cristiano de Israel —
Mientras que el ladrón del rebaño (los fariseos), no entra por la puerta del
redil, porque entra clandestinamente para perjudicar, así aquí, en cambio, siendo
El la puerta, el que entra en el rebaño de Israel por medio de Jesús, que es
con su fe y autoridad, ése será salvo, irá y vendrá, y encontrará pasto, el
buen pasto espiritual, para su rebaño. 2.
“YO SOY EL BUEN PASTOR” En segunda parte, el Evangelio
de hoy, Jesús nos presenta, alegorizando la parábola base, el anunciarse El
como el Buen Pastor. El se presenta como el Pastor, el bueno. Con ello quiere
decir que en El se encuentran las condiciones eminentes de un pastor; es
decir, de un pastor espiritual digno de este nombre. Jesús, es el buen pastor que da
su vida por sus ovejas. Si en absoluta exigencia moral no se exigiese tanto,
con ello se expresa la solicitud del Buen Pastor, Jesús, apuntándose con ello
elementos alegóricos. Acaso esté inspirado en lo que David, tipo del Mesías,
cuenta de sí mismo cuando era pastor: que perseguía al león o al oso que le
había robado una oveja, hasta quitársela de sus fauces (1 Sam
17:34-36; cf. Ez 34:23; Is 31:4). 3.
EL ASALARIADO, EN CAMBIO, QUE NO ES
EL PASTOR. Dice Jesús: El asalariado, en
cambio, que no es el pastor. Pero frente al buen pastor está el pastor
asalariado, que no puede tener, naturalmente, esta estima por el rebaño. Y
así, al ver venir al lobo, que es el enemigo tradicional de las ovejas,
(Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos, san Lucas
10,3), abandona el rebaño, poniéndose a salvo, y el lobo las arrebata y las
dispersa. Leyendo a san Agustín, me doy
cuenta que pensaba que en el pastor asalariado se representaba a los
fariseos, y en el lobo que arrebata dispersa las ovejas, se significaba al
diablo. Tratándose fundamentalmente de una parábola alegorizante,
se ve ya que no todos los elementos exigen una interpretación alegórica.
Aunque en el Νuevo Testamento, se usa la
imagen de lobos rapaces para indicar las infiltraciones heréticas (Act 20:28 ss), aquí parece ser
un elemento más para la descripción del tipo, como no pasan, probablemente,
de serlo los osos y los leones que David mataba (1 Sam
17:34-36). No lo es, en cambio, el ver en la pintura del pastor asalariado,
no un simple recurso literario, sino una alusión intencionada a los malos
pastores de entonces en Israel, los fariseos, ya que instintivamente se
piensa en ellos por la estructura del relato. 4.
CONOZCO A MIS OVEJAS, Y MIS OVEJAS ME
CONOCEN A MÍ Frente a estos malos pastores,
que huyen ante los peligros de su rebaño, Jesús es para su rebaño de Israel
el buen pastor, que de tal manera lo vigila, lo apacienta y que hasta llega a dar su vida en provecho de
sus ovejas. Lo que aquí dice, sapiencialmente, como
condición de todo buen pastor, con el que se identifica, como los indica en
este evangelio. Es la enseñanza y profecía de la muerte redentora de Jesús. Dice Jesús; Yo soy el buen
Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí. También Jesús,
nos enseña un segundo aspecto de su obra de buen pastor, es el conocimiento
que El tiene de sus ovejas, lo mismo que el que ellas tienen de El. Y esto en
su doble aspecto, es decir las ovejas de Israel y las de los gentiles. 5.
COMO EL PADRE ME CONOCE A MÍ Y YO
CONOZCO AL PADRE Luego Jesús agrega: -como el
Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- Entre Jesús y sus ovejas hay un
conocimiento recíproco. Pero el conocimiento universal y sobrenatural de
Jesús a las ovejas de su rebaño está muy acusado. No es por alguna señal
externa, sino por algo más íntimo, más profundo y auténtico, basado en una
semejanza de como el Padre y el Hijo se conocen, que no es solamente por un
conocimiento intelectual, sino por un conocimiento a la vez intelectual y
amoroso. No se trata aquí de las
relaciones metafísicas del Padre y el Verbo, sino de las relaciones mutuas
del Padre y el Hijo encarnado — conocimiento y amor recíproco de ambos (Nadie
conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, Mt 11:27) —, que es el tema del evangelio de San Juan, y
cómo podrá el Hijo dar su vida por las ovejas. San Juan dice en otro pasaje,
suponiendo este conocimiento amoroso: Y todo aquel que ama ha nacido de Dios
y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4, 7.8;). Calcado este conocimiento y amor en el
conocimiento amoroso del Padre y del Hijo encarnado, se sigue que, en sus
ovejas, este conocimiento es sobrenatural, y este amor es de caridad. Estas
ovejas aman a Jesús como al Hijo de Dios encarnado. 6.
LA TERNURA CON QUE JESÚS CONOCE Y
AMA. Si en el fondo de todo este
conocimiento amoroso hay una predestinación (Jn
6:44.65), lo que resalta inmediatamente es la ternura con que Jesús conoce y
ama. Y son las ovejas que conocen su voz, y El va delante de ellas en su vida
y las llama por su nombre. Así llamó a sus apóstoles e incluso materialmente
a Pedro, cambiándole el nombre y preguntándole un día por su amor, Cuando
terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas
más que éstos? (Jn 21:15), lo mismo que llamó por
su nombre a María Magdalena (Jn 20:16). Pero, diciendo aquí que conoce
a sus ovejas, y que éstas, y no habla de otras, le conocen, al modo amoroso
que indica, hace ver que se refiere a sus discípulos. Es ya un conocimiento
amoroso actual. Por tanto, saben quién es El — el Hijo de Dios — ; y así le aman. Y amándole como a tal, le siguen: son
sus discípulos. 7.
EL PADRE ME AMA PORQUE YO DOY MI VIDA
PARA RECOBRARLA Dice Jesús: Tengo, además,
otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir:
ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Un aspecto
de gran importancia, de este Buen Pastor, es que tiene que extender su
solicitud a la universalidad del rebaño, Por eso lo proclama con el ansia del
verdadero Buen Pastor. Las otras ovejas, contrapuestas a las que ya tiene en
el redil del cristiano Israel, el redil que estaba bajo la conducción del
Pastor divino, son los gentiles. Dice Jesús: El Padre me ama
porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por
mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: éste es el mandato que
recibí de mi Padre. Para esta obra, Jesús tiene un mandato del Padre. Jesús
en toda su obra no hace más que obedecer el plan del Padre. El mismo dirá,
valorando este mandato recibido: Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en
mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su
amor, (Jn 15,10). Es la doctrina que el Νuevo Testamento enseña sobre Jesús: su obediencia a
los mandatos del Padre. Y así, por esta obediencia y sumisión total a los
planes del Padre, por todo esto, Jesús está siendo también siempre amado por
el Padre (Jn 5:20). 8.
NO HABRÁ MÁS QUE UN PASTOR, EL ÚNICO,
EL BUEN PASTOR Muriendo por todos, pero en el
sentido de ser necesario, como es tan frecuente en San Juan, por ser los
planes de Dios, que a todos los tenga en su rebaño; que oigan, eficazmente,
su voz, que le conozcan amorosamente, como las ovejas cristianas del otro
redil, a fin de que El las conduzca como rebaño único, que El guía a la vida
eterna, que abundantemente les da. Y así no habrá más que un Pastor, el
único, el Buen Pastor, que conduce al cielo, a la vida, a un único rebaño,
compuesto de los fieles de Israel y de todo el mundo. Es a un tiempo la
enseñanza de la vocación universal de las gentes y la profecía de su
incorporación al rebaño de Jesús. Es el tema que Juan se complace en
destacar. La Iglesia es el rebaño a que se
refiere Jesús, nosotros podemos pensar en verdad que somos las ovejas del
rebaño de Jesús, el Buen Pastor, por tanto, podemos tener confianza y
esperanza, estas, fundadas en la palabras y promesas del Buen Jesús, el nos
cuida y nos cuidará, nos dará en las verdes praderas, buenos pastos
espirituales, nos defenderá de nuestro enemigos, nos ayudará en nuestros
cansancios y nos permitirá descansar junto a El. Cristo Resucitado, viva en sus corazones Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |
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