“Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es
de Dios”. Mt 22, 15-21 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1 LOS
ASUNTOS DE LA FE Y POLÍTICA DEBEN IR JUNTOS O SEPARADOS? Esta es una pregunta que lleva muchos siglos.
En efecto, por años en la historia del cristianismo, han existido diversas
respuestas, todas ellas tratando de buscar alguna justificación, por tanto
estos dos puntos abarcan un amplio abanico de posibilidades. Es así como la importancia de este tema,
invita a Mateo a relatar el episodio del tributo al César y lo pone dentro de
las discusiones de Jesús con los representantes de los diferentes grupos
religiosos y políticos del judaísmo del tiempo en el cual era Jesús peregrino
por la tierra. No obstante la emboscada, Jesús no rehúye
la trampa urdida por los fariseos y los herodianos, que además es un extraña
asociación, ofreciendo una improbable respuesta que satisfaga a unos, sin
inquietar a los otros. Sabe perfectamente que los integristas judíos niegan a
los romanos el derecho de cobrar impuestos y que los herodianos,
colaboracionistas del régimen imperial, no pueden oponerse al pago del
tributo. 2 UNA
INSIDIA FARISAICA BIEN PREMEDITADA Esta fue una insidia farisaica bien premeditada.
San Mateo y San Marcos tienen una narración muy semejante, también la trae el
Evangelio de san Lucas. La mención de los “herodianos” lleva preferentemente
a situar la escena en la época galilea. La pregunta no sólo era capciosa,
sino especialmente comprometida en aquella época de exaltación
mesiánico-política de independencia de Roma y de los “zelotes.” Admitir pagar
tributo al Cesar era enemistarle con el pueblo. Negarlo era enemistarlo con
las autoridades romanas y sanedritas, que lo utilizarían como halago a Roma. La respuesta ““Den al César lo que es del
César, y a Dios, lo que es de Dios”, es una respuesta habilísima. La
tradición cristiana primitiva exigirá la obediencia a los poderes
constituidos (Rom 13:7; 1 Pe 2:13-14). El Estado tiene sus exigencias
legítimas, pero no al margen de Dios. Precisamente se ha de estar “sujetos a
toda ordenación humana por respeto a Dios” (1 Pe 2:13; Ap 17:Ι7-18). La
respuesta de Cristo tiene un enunciado “sapiencial.” También la dominación
romana, como castigo, contaba en el plan de Dios. 3 LAS INTRIGAS
CONTRA CRISTO CONTINUABAN. Según san Mateo, los fariseos le enviaron
alguno de los suyos, discípulos que eran estudiantes ya aprovechados de la
Ley, pero que aún no habían recibido el título oficial de rabí. Estos
jóvenes, que podrían aparentar más naturalidad, sin embargo eran los espías
que le enviaron para sus oscuros propósitos. Con ellos le enviaron también una
representación de herodianos. Estos eran los partidarios de la dinastía de
Herodes, por oposición a los partidarios de Antígono,
lo mismo que gentes palaciegas de esta dinastía, y que estaban en buenas
relaciones con la autoridad romana. La pregunta podía encerrar un problema
moral para algún judío de conciencia recta. Como seguía teniendo interés para
las comunidades judeo-cristianas antes de la catástrofe de los años 70, y, en
sentido más general, para el tema de la obediencia a la potestad civil (cf.
Rom 13:6-7; 1 Pe 2:13). El Señor de Israel era Dios. 4 LA PREGUNTA
CAPCIOSA QUE SE HACÍA A CRISTO ERA DE GRAVEDAD EXTREMA. Pagar un tributo a otro que no fuera el
representante de Dios ¿No era esto renunciar a la teocracia sobre Israel?
Hasta hubo un levantamiento por este motivo. A la muerte de Arquelao, bajo el
procurador Coponius (6 d.C.), Judas el Galileo
(Hech 5:37) armó una revuelta echando en cara a los judíos que pagasen el
tributo a los romanos y que sufriesen otros señores mortales distintos de
Dios. La pregunta está muy bien ambientada en aquella época de zelotes. Se
entendía por el impuesto del censo todos los impuestos que habían de pagarse,
en contraposición a los impuestos aduaneros. Podría referirse a la
capitación, que era el tributo personal que debían pagar al César todas las
personas, incluidos los siervos; los hombres desde los catorce años, y las
mujeres desde los doce, hasta la edad de sesenta y cinco años para todos.
Pero sería muy probable que, por la palabra impuesto, se refiriese aquí a
todos los impuestos que los judíos tenían que pagar, directa o
indirectamente, a Roma, en contraposición al medio siclo que, por motivo
religioso, se pagaba al templo. La pregunta capciosa que se hacía a Cristo
era de gravedad extrema. Si decía que había que pagarlo, iba contra el
sentido teocrático nacional, pues sometía la teocracia al Cesar y a Roma;
aprobaba a los publícanos, estos eran muy odiados por recaudar estas
contribuciones; y hasta querían ponerlo en contradicción consigo mismo, al
admitir injerencias extranjeras en el reinado mesiánico: él que se proclamaba
Mesías. 5 PERO LA RESPUESTA DE CRISTO FUE
INESPERADA. En el Evangelio según san Mateo se refleja,
probablemente, mejor las palabras de Cristo: “Muéstrenme la moneda con que
pagan el impuesto”, en san Marcos: “Tráigame un denario para verlo.”
Talvez esta moneda podía tener la imagen de Augusto o de Tiberio. Ya que las
monedas del emperador anterior tenían curso válido en el del siguiente. Lo
interesante es que pertenecía al Cesar. Los judíos usaban las monedas romanas en su
nación, por lo que reconocían de hecho el dominio sobre ellos del Cesar. La
moneda extranjera se tenía por señal de sujeción a un poder extranjero. Por
eso, si ellos reconocían este dominio de hecho, también de hecho, por ser
súbditos de un poder y gobierno, estaban obligados a las relaciones que este
gobierno les imponía. No sería eso para la nación teocrática lo ideal, pero
sí era una situación de hecho, un gobierno de hecho, y de hecho había que
cumplir con él las obligaciones exigidas por el bien común. La Iglesia
primitiva insistirá sobre estas obligaciones (Roma 13:7; 1 Pe 2:13-14) al
poder constituido. 6 “AL CESAR LO
QUE ES DEL CESAR,” Y no sólo de hecho. Los dirigentes de la
nación preferían esta situación y veían en ello una buena protección contra
la tiranía de Herodes. Ellos mismos rechazarán la realeza mesiánica de
Cristo, diciéndole a Pilato: “No tenemos más rey que al Cesar” (Jn 19:15).
Era el claro reconocimiento de la soberanía que el Cesar tenía en ellos, y de
que ellos se consideraban de hecho sus súbditos. Pero si, por tanto, había que dar “al
Cesar lo que es del Cesar,” había otra obligación también en los
súbditos. Hay también que “dar a Dios lo que es de Dios.” En realidad, este
precepto abarca el otro, de sumisión al poder constituido, y en éste cobra su
fuerza aquél. Que den, pues, “a Dios lo que es de Dios,” no
sólo en el orden moral personal, sino en el colectivo de la nación, en cuanto
las exigencias teocráticas sean compatibles, en aspectos no esenciales, con
las determinaciones del poder que los tiene sometidos. Las obligaciones para
con el Cesar son temporales; las obligaciones para con Dios son
trascendentales. Fue una de estas enseñanzas definitivas de Jesucristo con
una gran repercusión social-estatal. 7 JESÚS SITÚA EL PLANTEAMIENTO A UN NIVEL
MÁS PROFUNDO Dios y el hombre, el problema de la
relación humana con Dios. El Señor ha pedido que le muestren la moneda del
tributo, a saber un denario, acuñado con la efigie del emperador, y le digan
de quién es la imagen y la inscripción grabada. Una gran habilidad invierte la situación
que le han planteado y hace hundirse las expectativas de sus oyentes.
Descompuesta la mala intención de los que vinieron con la pregunta, traslada
la respuesta del plano ideológico al práctico, poniendo en el primerísimo
puesto la decisión religiosa de la relación con Dios: sin tal opción, la
solución de la interrelación de fe y poder resulta
ambigua. La célebre respuesta de Jesús: “Den al
César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”, recuerda la necesidad de distinguir los dos
planos y denuncia cualquier tipo de mezcolanza teocrática, ya sea por
divinización (culto al emperador) o por injerencia del dominio religioso en
el ámbito político. La reacción de quienes buscaban algún motivo de acusación
en sus palabras (Al oír esto, se quedaron asombrados, lo dejaron y se fueron)
refleja confusión y perplejidad; han fallado en el intento de encontrar un
pretexto para encarcelar a Jesús. Sin embargo, si quieren escuchar, han
encontrado un mensaje: anteponer a cualquier táctica política la búsqueda de
la voluntad de Dios y someterse sinceramente a ella. “Dar a Dios lo que es de
Dios.” El
Señor les Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Domingo XXIX Ciclo A |
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