“DIOS, ES DIOS DE LOS VIVOS, NO DE LOS MUERTOS” Lc 20, 27-40 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
ocds 1.
LA HEREJÍA DE LOS SADUCEOS Habiéndose retirado los enviados
de los fariseos, que intentaron tenderle una trampa a Jesús, se acercan ahora
los saduceos. Había dos clases de herejías entre los judíos: la de los
fariseos, que preferían la rectitud de las tradiciones -y por esto el pueblo
los llamaba divididos-; y la otra de los saduceos, que quiere decir justos,
atribuyéndose lo que no eran. Los saduceos eran ciertas personas, que
pertenecían a la aristocracia sacerdotal judía que negaban la inmortalidad
del alma. La herejía de los saduceos no sólo niega la resurrección de los
muertos, sino que además dice que el alma muere con el cuerpo. Estos,
poniendo asechanzas a Jesús, le propusieron esta cuestión precisamente en el
tiempo en que le oyeron hablar a sus discípulos acerca de la resurrección. La verdad es que los saduceos,
inventaron esta historia que se narra en el Evangelio, con el propósito de
poner en ridículo a los que dicen que es verdad la resurrección de los
muertos. Oponen, por tanto, la torpe invención de esta fábula para negar la
verdad de la resurrección. En efecto, a ellos no les interesa
mayormente el problema de la resurrección, que para ello esta resuelto
negativamente, solo pretenden desprestigiar a Jesús ante el pueblo, es decir
la gente sencilla. 2.
DIOS, ES DIOS DE LOS VIVOS, NO DE
LOS MUERTOS. Jesús les responde confirmado la
fe en la resurrección, y les hace ver que Dios, es Dios de los vivos, no de
los muertos. Jesús les manifiesta que después
de la resurrección no habrá vida material, destruyendo así sus doctrinas y
sus frágiles fundamentos. Lo cual no debe entenderse de tal
modo que creamos que únicamente resucitarán los que sean dignos o los que no
se casen, sino que también resucitarán todos los pecadores, y no se casarán
en la otra vida. Lo que no entienden los saduceos,
y se los aclara bien el Señor, es que no habiendo muerte, no tiene razón de
ser el matrimonio. 3.
SERÁN IGUALES A LOS ÁNGELES Y A
LOS HIJOS DE DIOS Dice Jesús: En este mundo los
hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de
participar del mundo futuro y de la resurrección no se casan. Ya no pueden
morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos
de la resurrección. Serán iguales a los ángeles y a
los hijos de Dios, porque renovados por la gloria de la resurrección, sin
miedo alguno a la muerte, sin mancha de corrupción y sin ninguna
circunstancia de la vida material, gozarán de la presencia constante de Dios. Los que estén con Jesús en una
muerte semejante a la suya, es decir, dispuestos a perder la vida por amor,
serán, “como los ángeles”, llamados a la gloria de los que viven en Dios.
Gozarán de la condición de hijos en el esplendor del Reino. Como los ángeles,
vivirán para Dios, para su gloria, eternamente. 4.
LA MUERTE NO ALCANZA A DIOS, NI A
LOS HIJOS DE DIOS. También Jesús añadió a la razón ya
dicha, el testimonio de la Escritura, diciendo: Que los muertos van a
resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando
llama al Señor «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob».
Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto,
viven para Él”. Por tanto, aunque hayan muerto,
viven en El con la esperanza de resucitar. La afirmación que hace Jesús,”no
es un Dios de muertos, sino de vivientes”, nos debe alegrar mucho, nos debe
llenar de gozo nuestro corazón, porque nos ratifica que para Dios, todos
vivimos. La muerte no alcanza a Dios, ni a
los hijos de Dios. Los que están muertos, lo están para el mundo. Para Dios
no existe la muerte ni los muertos. El que esta muerto para Dios, es
aquel que no acepta abrirse a la Vida de la gracia que nos trae el Señor
Jesús, Vida que nos asegura la gloria. Vida que vence a la muerte en la
esperanza de la resurrección. 5.
NUESTRA FE, SABE QUE EXISTE LA
RESURRECCIÓN DE ENTRE LOS MUERTOS. Así es como Jesús resucitó de
entre los muertos. Así los muertos resucitaran también, pero con una forma de
vida completa y definitiva. Así, el cristiano sabe que la
muerte no solamente no es el fin, sino que por el contrario es el principio
de la verdadera vida, la vida eterna. En cierta manera, desde que por
los Sacramentos gozamos de la Vida Divina en esta tierra, estamos viviendo ya
la vida eterna. Nuestro cuerpo tendrá que rendir su tributo a la madre
tierra, de la cual salimos, por causa del pecado, pero la Vida Divina de la
que ya gozamos, es por definición eterna como eterno es Dios. Llevamos en nuestro cuerpo la
sentencia de muerte debida al pecado, pero nuestra alma ya está en la
eternidad y al final, hasta este cuerpo de pecado resucitará para la
eternidad. San Pablo (Rom.8:11) lo expresa magníficamente: “Mas ustedes no
son de la carne, sino del Espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en
ustedes. El que no tuviera el Espíritu de Cristo, no sería de Cristo. En
cambio, si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo vaya a la muerte a
consecuencia del pecado, el espíritu vive por estar en Gracia de Dios. Y si
el Espíritu de aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está en
ustedes, el que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus
cuerpos mortales; lo hará por medio de su Espíritu, que ya habita en
ustedes". 6.
EL CRISTIANO ILUMINADO POR LA FE,
VE PUES LA MUERTE CON OJOS MUY DISTINTOS Jesús se propone a sí mismo como
verdadera imagen del Hijo que ha recibido la vida del Padre, que entrega la
vida al Padre en su muerte y que será llamado por el Padre a la vida- en la
resurrección. Su muerte es un acto de amor y obediencia, pues realiza el
proyecto divino de redención de la esclavitud de la muerte. La cruz es el
lecho en el que el Esposo ha dado la vida por la esposa. De la muerte nace la
vida. Es así como el cristiano iluminado
por la fe, ve pues la muerte con ojos muy distintos de los del mundo. Si
sabemos lo que nos espera una vez transpuesto el umbral de la muerte, puede
ésta llegar a hacerse deseable. El mismo San Pablo, enamorado del
Señor, se queja "del cuerpo de pecado" pidiendo ser liberado ya de
él. "Para mí la vida es Cristo y la muerte ganancia" (Flp.1:21)
"Cuando se manifieste el que es nuestra vida, Cristo, ustedes también
estarán en gloria y vendrán a la luz con El" (Col.3, 4 El Señor les
Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant ocds |
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