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EL HIJO AMADO DEL AMADO PADRE QUE NOS AMA INTENSAMENTE

Mt 11, 25-30

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños.”…..”Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”…..“Cargad con mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.”

Hay tres cosas que me emocionan mucho de la Lectura Evangélica de Mt 11, 25-30, en verdad, son tres perlas preciosas, y me da alegría la invitación personal que nos hace Jesús, a que sepamos de esa relación tan íntima y personal que Él hace con su amado Padre y de qué forma tan maravillosa él nos muestra todo su amor.

1.     LA PRIMERA ES CUANDO DICE: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños.”.

Se está fijando en los mas desposeídos, sabemos que son sus favoritos, el habla de que se le ha revelado a las personas sencillas, a esos pequeños ante los grandes, esos que saben de humildad, muchas veces, los mas despreciados  de este mundo en especial por los que se creen que saben mucho y gustan de excluir a las personas por sus apariencias o por su vocabulario no siempre exquisito. Y lo grandioso es que a su Papito, “Abba”, le agradece este gesto.

Y a cuales sabios se refiere?, por aquel tiempo cuado menciona a los sabios, en este caso se esta refiriéndose a los fariseos y a los escribas que eran los intérpretes de la ley, cuando habla de los prudentes, son aquellos que eran instruidos por los escribas. Así sabio se llama al que enseña y prudente al que aprende.

Por cierto que hoy los fariseos no se han exterminado, están muy cerca de nosotros, y en nombre de su propia soberbia, con celos extremos pretenden argumentar puntos de vistas que nacen de su falta de misericordia y poca compasión, dos cosas que eran condiciones naturales de nuestro amado Jesús.

Como observamos, Dios se niega a los sabios inflados por su ciencia y convencidos de saberlo todo, y se manifiesta a los sencillos que se abren a él con la ternura de los  niños, y por supuesto conscientes de su ignorancia.

El Señor llama pequeños o párvulos también a sus discípulos, porque los eligió, no de entre los doctores de la ley, sino de entre la gente del pueblo, pescadores; los cuales se llaman párvulos, pequeños o niños, porque son hombres limpios de corazón, con todas sus debilidades, pero dentro de ellos no tienen intención el hacer daño a sus semejantes..

A ellos se les da parte en el conocimiento altísimo que se intercambian Jesús y el Padre celestial, y que sólo Dios puede comunicar al hombre: «Nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Se trata de conocimiento en sentido bíblico, o sea, vital y amoroso.

El conocimiento recíproco por el que el Padre conoce plenamente al Hijo y el Hijo al Padre, indica que Jesús —el Hijo encarnado— es perfectamente igual al Padre en la Profundidad de su ser. Es por tanto, este pasaje del Evangelio donde la divinidad de Jesús se afirma con mayor claridad.

Así mientras los sabios —los escribas y fariseos de entonces y muchos doctores de hoy— no ven en  más que a un hombre, como en le Evangelio de Mt 13,55, “el hijo del carpintero”, los sencillos de entonces y de hoy saben reconocer en él al Hijo de Dios: “Tú eres el , el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16). Y es a ellos precisamente a quienes se revela a sí mismo y revela al Padre.

2. SEGUNDA QUE ME IMPRESIONA: Y me llega profundamente de este relato, es que  no deja de pensar en todos los que sufren, aquellos que vivimos y viven muchas veces abrumados por tantas cosas que nos angustian a diario, por lo general son los mismos  que menciona antes, hombres sencillos y humildes y porque no decirles, pobres entres los pobres. A todos ellos, les dirige una gran invitación: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Vengan a mí, nos dice Jesús, El conoce bien el corazón de los hombres, son estas unas palabras muy alentadoras, muy gratificante. Jesús sabe que es allí donde se vive la fatiga, la aflicción, el dolor y la desesperanza.

Y de que forma los aliviará?, entregándonos todo su amor, y mostrándonos como nos ama intensamente el Padre. En efecto, nuestro Señor Jesús, no solo quiere que sepamos del amor de Dios, además El quiere que le amemos mucho.

Vengan a mí. Jesús nos invita de esa manera, invita a todos los oprimidos, a los que tienen pesar, a los que sufren de la miseria, ¿Dónde más puede el hombre encontrar las palabras mas esperanzadoras?. ¿Dónde podríamos encontrar más alivio y consuelo?

3. LA TERCERA FRASE: que me llega al corazón, es maravillosa, Jesús no quiere sofocar a los hombres con leyes pesadas sino que les da la única ley, la del amor a Dios y a los hermanos, que tiene un único objeto: el cumplimiento de la voluntad del Padre celestial. Voluntad amorosa, porque es de un padre y sin embargo exigente pero siempre amable para quien sabe abrazarla como la abrazo Jesús con amor mansedumbre y humildad y nos agrega ahora: “Cargad con mi yugo y aprended de mi que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.”

De este modo el mismo Jesús se presenta como el rey manso y humilde, que no se impone con el esplendor y el poderío de los grandes de la tierra, que no hace justicia con la espada, sino lleva a todas partes la paz.

Así es nuestro amado, no enseña a comportarnos con dulzura y humildad, plegándose con amor al yugo de la voluntad de Dios como él mismo se plegó al peso de la cruz.

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Vengan a mí, nos dice Jesús, El conoce bien el corazón de los hombres, son estas unas palabras muy alentadoras, muy gratificante. Jesús sabe que es allí donde se vive la fatiga, la aflicción, el dolor y la desesperanza.

Vengan a mí. Jesús nos invita de esa manera, invita a todos los oprimidos, a los que tienen pesar, a los que sufren de la miseria, ¿Dónde más puede el hombre encontrar las palabras mas esperanzadoras? ¿Dónde podríamos encontrar más alivio y consuelo?

Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Solamente el Padre puede entender y manifestar la profundidad del misterio de Jesús, y el ha querido abrir este secreto a los humildes (1 cor. 1,26). Jesús es el único que puede conocer al padre y solo el padre puede conocerlo a El. Jesús se coloca en una comunión con el Padre totalmente única.

El Hijo vino para dar a conocer al Padre, para esto el nos pide sencillez, humildad en el corazón, estar vacíos y despojados de nosotros mismos. El ha querido abrir este secreto a los humildes.

Bendito sea por siempre Señor, porque nos elegisteis a pesar de nuestra miseria espiritual, para darnos a conocer al Padre, entonces esta dignidad que nos disteis, nos debe hacer permanecer en humildad, a fin de continuar siendo dignos de ti Señor Jesús y nos sigas mostrando al Padre. Que esto sea un gran estimulo, para que el conocimiento del Padre sea en nuestras vida cada vez más intenso, por eso todo los días de nuestras vidas queremos darte las gracias, por toda tu gran bondad.

Ser cristiano es querer vivir como, tener sus mismos sentimientos, ¿existe un plan de vida mejor?, respondamos amorosamente que no, y dispongámonos a vivir como Jesús, tener sus mismos sentimientos, mirar a los hombres con sus ojos, aprender de su corazón a vivir del amor del Padre y a entregar ese amor a nuestros hermanos en gestos pequeños y humildes.

Es este un hermoso texto del Evangelio, son hermosas palabras para la meditación y para acogerlas plenamente en nuestras vidas, el Vengan a mí, es buscar una frecuente intimidad con Jesús, es querer sanar nuestras heridas, es pedir perdón, es querer la reconciliación, es estar preparados para recibir la gracia.

Vengan a mi, una gran invitación para disfrutar la compañía de Jesús, para encontrar paz, para aliviar nuestros dolores y penas, son palabras suaves, pero con gran calor de comprensión y afecto.

Vayamos a Jesús, con intensos momentos de oración, digámosle nuestros proyectos y necesidades, presentémosle nuestros anhelos y contémosle nuestras angustias.

Jesús busca y quiere hacernos partícipes de su misma vida: Aprendan de mí. Es una oportunidad para experimentar el gozo de la Trinidad, el gozo de saberse el Hijo amado del Padre, el gozo del Espíritu Santo que consuela y anima y fortalece.

Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, dulce oportunidad para poner el hombro bajo la cruz, tomar la propia cruz, cargar con los sufrimientos que nos agobian y nos afligen, la misma Cruz que cargó el Señor, entonces estaremos sostenidos por su Espíritu y que llevaremos su misma vida. El sentido de la cruz, es el fin del mal, allí el Señor venció la muerte, y no regaló una vida nueva.

4.  ORACION

Yo te alabo, OH Rey, Dios mío, y bendigo tu nombre para siempre jamás. Todos los días te bendeciré, por siempre jamás, alabaré tu nombre.

Grande es el Señor y muy digno de alabanza, indescifrable su grandeza. Edad a edad encomiará tus obras, pregonará tus proezas. El esplendor, la gloria de tu majestad, el relato de tu maravillas, yo recitaré... Se hará memoria de tu inmensa bondad, se aclamará tu Justicia. (Salmo, 145, 1-5.7).

OH mi Padre tan amado, como agradecerte, por lo que has hecho por todos nosotros, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños, sencillos y nos has mostrado tanto amor.

OH mi Padre tan amado, cuantos sabios y entendidos quedan en ridículo por presuntuosos, aparentemente poderosos, mejor dicho inflados, y todo se los has revelados a los pequeños, los humildes.

OH mi Padre tan amado, déjame ser pequeños, humilde, y se como tu amado Jesús, mansos de corazón, y no permitas que seamos grandes y sabios, porque deseamos que se nos revelen tus misterios, para amarte con intensidad total

El Señor nos Bendiga  a todos

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Año 2008

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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