“Les aseguro que el que cree, tiene
Vida eterna” Jn 6, 41-51 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. "YO
SOY EL PAN BAJADO DEL CIELO" Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo.
Cristo, el Hijo de Dios vivo, encarnado en nuestra propia carne y sangre,
para hacer a los hombres hijos de Dios, se nos ha convertido en Sacramento de
Pan de vida al alcance de todos los hombres. San Agustín dice: “Pan vivo
precisamente, porque descendió del cielo. El maná también descendió del
cielo; pero el maná era la sombra, éste es la verdad... ¿Cuándo iba la carne
a ser capaz de comprender esto de llamar al pan carne? Se da el nombre de
carne a lo que la carne no entiende; y tanto menos comprende la carne, porque
se llama carne. Esto fue lo que les horrorizó y dijeron que esto era
demasiado y que no podía ser. Mi carne, dice, es la vida del mundo. Los
fieles conocen el cuerpo de Cristo si no desdeñan ser el cuerpo de Cristo.
Que lleguen a ser cuerpo de Cristo si quieren vivir del Espíritu de Cristo.
Del Espíritu de Cristo solamente vive el cuerpo de Cristo.... Mi cuerpo
recibe ciertamente de mi espíritu la vida. ¿Quieres tú recibir la vida del Espíritu de
Cristo? Incorpórate al Cuerpo de Cristo... El mismo Cuerpo de Cristo no puede
vivir sino del Espíritu de Cristo.” (Manuel Garrido Bonaño,
O.S.B.) De aquí que el Apóstol Pablo nos hable de
este Pan, diciendo: “Somos muchos un solo Pan, un solo Cuerpo. ¡Oh qué misterio de amor, y qué símbolo de unidad, y qué
vínculo de caridad!. Quien quiere vivir sabe dónde
está su vida y sabe de dónde le viene la vida. Que se acerque, y que crea, y
que se incorpore a este Cuerpo, para que tenga participación de su vida”
(Tratado sobre el Evangelio de San Juan 26,13). 2. “MURMURABAN”
CONTRA JESÚS En general, cuando san Juan se refiere a
los judíos, para el son los enemigos de Jesús; pero aquí son la muchedumbre,
pretenciosa e incrédula, de los galileos, sus compaisanos, como se desprende
del v.42, sin que haya que suponer nuevos grupos de judíos llegados de
Jerusalén (Mc 2:16.18.24; 3:2), en contraposición a
los galileos, en cuya región se desenvuelve la escena. Estos galileos “murmuraban” contra Jesús
porque había dicho de sí mismo que bajó del cielo. Es interesante destacar
esto, que tendrá valor argumentativo al hablar de Jesús pan eucarístico.
Jesús hace una afirmación, su origen celestial. El origen celestial del
Mesías era compartido incluso por algunas corrientes judías, aunque no debían
de afectar a estos artesanos galileos. Por eso, esta afirmación de Jesús les
parecía a ellos algo muy grande, especialmente porque ellos argumentaban
conocer a su padre legal, José, y a su madre María. Sucede que ellos, no
conocían de la concepción virginal de María, entonces hablan al modo humano,
como lo conceptuaban en su vida nazarena. Pero ante esta actitud pretenciosa, puesto
que los milagros que habían visto eran el sello de Dios aprobando sus
palabras y su misión, les reafirma su enseñanza. No les dice cómo El haya
venido al mundo, sino cómo ellos han de venir a El. 3. NADIE
PUEDE VENIR A MÍ, SI NO LO ATRAE EL PADRE QUE ME ENVIÓ Jesús dijo a la gente: Nadie puede venir a
mí, si no lo atrae el Padre que me envió; Es el Padre, el que eficazmente
mueve las almas para venir a Jesús. Se destaca la obra del Padre, pero no se
excluye la acción instrumental de Jesús para venir a El (San Juan 15:5). Dios
trae las almas a la fe en Jesús: cuando El quiere, infaliblemente,
irresistiblemente, aunque de un modo tan maravilloso que ellas vienen también
libremente, y cuyo aspecto de libertad, en el ser humano, se destaca
especialmente en el v.45 b. San Agustín ha escrito una página genial, y ya
célebre, sobre esta atracción de las almas, infalible y libre, por Dios Es la
doctrina de la gracia eficaz. Si también aquí se evoca la escatología por
el hecho de traer el Padre los seres humanos a Jesús, es porque los trae para
que tengan la vida eterna. Lo que postula complementariamente la resurrección
final. 4. TODOS
SERÁN INSTRUIDOS POR DIOS Después de esta afirmación a las
multitudes, Jesús les hace ver con el testimonio de los Profetas, testimonio
irrecusable en Israel, la posibilidad de esta atracción del Padre, la
existencia de una acción docente de Dios en los corazones. Les cita un pasaje
de Isaías en el que se describe la gloria de la nueva Sión y de sus hijos en
los días mesiánicos. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán
instruidos por Dios. Y Jeremías destaca aún más el aspecto íntimo de esta
obra docente de Dios (Jer 31:33.34). Según los
profetas, hay una enseñanza que se realiza precisamente en los días de
Jesús-Mesías, de la alianza nueva, y que consiste en que Dios mismo enseñará
a los hijos de la nueva Sión. Esta es la fuerza de la argumentación: ser
enseñados y, en consecuencia, atraídos por el mismo Dios. Si Dios habla a los
seres humanos, puede igualmente moverlos eficazmente a sus fines. Es lo que
Jesús quiere dejar aquí bien establecido. Así se verá la colaboración de
ambos en la obra misma del Padre. 5. NADIE
PUEDE VER A DIOS SIN MORIR Mas para ello no es necesario, ni posible,
ver al Padre (v.46). Nadie puede ver a Dios sin morir, se lee en el Antiguo
Testamento. Su lenguaje es, por tanto, perceptible, pero El invisible. Sólo
lo ha visto uno: el que está en Dios, Jesús; sin nombrarse explícitamente, se
presenta (San Juan 1:18) y garantiza con ello su verdad. Al estar en el seno
del Padre (San Juan 1:28), conoce sus planes y por eso los dio a conocer (San
Juan 1:18), que aquí es: Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que
me envió. El primer discurso sobre Jesús Pan de vida
se cierra y sintetiza en una afirmación solemne: Les aseguro que el que cree
tiene vida eterna. La tiene en causa, en esperanza, y también la tendrá
(luego en la plenitud) de la realidad, cuando El lo resucite en el último
día: en una “escatología” futura y final. 6. LA
FE ES OBRA DE LA GRACIA DE DIOS La fe es una virtud sobrenatural; no bastan
nuestra voluntad o nuestras propias fuerzas para conseguirla, la fe es obra
de la gracia de Dios, que ayuda a nuestra voluntad. Nosotros hemos de
agradecer el don de la fe que el Señor nos ha dado y bueno es vivir conforme
a ella. Pero la fe, no es admitir algunas formulas
religiosas que son poco precisas, esa que queda como un residuo de alguna
charla catequista, muchas veces olvidada, o como un saldo de una vida
religiosa que viene en decadencia y que parece que va a revivir. Es una pena,
pero es muy cierto, aceptar muchas veces que creemos en Cristo, pero no en la
Iglesia y no participar en esa hermosa comunidad de creyentes, es no querer
participar en un pueblo de hermanos, que intenta llevar la palabra de Dios
por el mundo. El Papa Pablo VI, dijo en una ocasión
(Audiencia General del 19-IV-67): Esta es desgraciadamente la fe de
costumbre, una fe convencional, una fe no comprometida y poco practicada” El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |
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