“El que no carga con su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo” Lc 14, 25-33: Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds 1. DEBE ESTAR IMPLÍCITO EL
GRAN AMOR QUE SE DEBE TENER POR EL SEÑOR Si nos dijeran que ya hemos ganado
el cielo, nuestra alma se emocionaría de alegría, porque nos hemos asegurado
la vida eterna. Sin embargo todos sabemos que no es así de fácil, porque este
premio solo se alcanza con un trabajo arduo, espinoso y peliagudo, es decir
con sacrificio y sin descanso. Y a esta laboriosidad hay que añadirle que
debe estar implícito el gran amor que se debe tener por el Señor, primero de
todos los preceptos y sin abandonar el segundo que es semejante, el amor por
todos los hijos de Dios. Es así, como muchos de los que
seguían a Jesucristo, no lo hacían con todo el amor que El se merece, sino
con tibieza. Sabiendo el Señor que hay muchos voluntarios que desean
seguirle, El de ante mano les dio en aquel tiempo y lo mantiene hoy vigente
cómo debe ser su discípulo. 2. SI ALGUNO QUIERE
SEGUIRME Entonces Jesús dijo: “Si alguno
quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus
hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi
discípulo.” Cuando nos referimos a contemplar
las palabras de Señor, decimos que es pensar intensamente en Él o en sus
atributos divinos mirando al Señor, acto seguido meditamos, es decir
pensamos, reflexionamos o discurrimos con atención y con detenimiento,
ordenando las ideas en la mente para llegar a una conclusión y esta dejarla
atesorada en el corazón. Todos estos pasos, son parte de la oración íntima y
personal que nos conviene tener con aquel que nos llama con amor. Así es, y
ese es el trato, eso es lo que nos enseña Teresa de Jesús al decirnos que la
"Oración es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con
quien sabemos nos ama" Es así, como cuando Cristo nos
dice algo, tenemos que buscar el verdadero sentido de estas palabras, y
comprender bien por qué se nos manda a que debemos preferir el amor a Dios
por encima del amor a nuestros padres, esposa e hijos, de modo que
descubramos íntimamente que Jesús no nos manda a no querer a nuestros padres
y familia próxima, lo que El nos pide es que no nos separemos de Dios por
amor de nuestros padres u otro miembro, es decir que ningún privilegio que
estemos disfrutando puede ser superior al amor a Dios. 3. “Y EL QUE NO CARGA SU
CRUZ Y ME SIGUE, NO PUEDE SER MI DISCÍPULO.” Por supuesto no dijo esto para que
llevemos una verdadera cruz sobre nosotros, pero si lo ha dicho para
simbolizar el sacrificio que tenemos que hacer, el que incluye entregar
nuestra vida por El. ¿Morir por Jesús?, ¿Abandonar todo esto que estamos
gozado por EL?, "No hay amor más grande que el que da la vida por sus
amigos" (Jn 15). El Señor quiere que seamos sus
discípulos, y espera nuestra respuesta. Respondámosle a Jesús que si, y que
con gran amor deseamos ser sus discípulos, porque el representa para nosotros
una vida santa, sana, pura, amable, afectuosa, bondadosa, divina y nos motiva
de todo corazón a seguirle. Pero el Señor quiere que sepamos muy bien que
seguir su paso, supone que el amor a Dios esta por encima de todo, de
nuestras propias actividades, nuestra vida y nuestro yo. Porque las admirables palabras de
Jesús, no solo están dotadas de hermosura, también llevan implícita las
exigencia mínimas que El impone a un seguidor, “Como el Padre me ama a mí,
así los amo yo a ustedes. Permanezcan en mi amor. Pero sólo permanecerán en
mi amor, si ponen en práctica mis mandamientos, lo mismo que yo he puesto en
práctica los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. (Jn 15, 9-17 4. PORQUE, QUIÉN DE USTEDES
SI QUIERE CONSTRUIR UNA TORRE, ¿NO SE PONE PRIMERO A CALCULAR EL COSTO, PARA
VER SI TIENE CON QUÉ TERMINARLA? Por tanto, todo lo que hacemos
debemos prepararlo con la meditación debida. Por ejemplo, si proyectamos
levantar la torre de la humildad, primeramente debemos prepararnos a sufrir
las adversidades de este mundo. El sentido de una torre es el de
una atalaya alta para defender una ciudad y para observar las acometidas de
los enemigos. A modo de una torre de esta clase se nos ha dado el
entendimiento para conservar los bienes y prever los males. El Señor nos mandó que nos
sentásemos para calcular al empezar la edificación si podríamos concluirla.
Es así, como se debe perseverar para llegar al término de toda ardua empresa,
observando los mandamientos de Dios para consumar esta obra divina. 5. “ESTE HOMBRE COMENZÓ A
CONSTRUIR Y NO PUDO TERMINAR”. Jesús nos agrega; “No sea que, después
de haber echado los cimientos no pueda acabarla y todos los que se enteren
comiencen a burlarse de él, diciendo: “Este hombre comenzó a construir y no
pudo terminar”. En efecto, porque ni la fábrica de
la torre es una sola piedra, ni el cumplimiento de uno solo de los preceptos
puede conducir al alma a la perfección, sino que debe existir el cimiento. No debemos, pues, poner el
cimiento -esto es, empezar a seguir a Jesucristo- y no dar fin a la obra como
aquellos de quienes dice San Juan (Jn 6,66) que
muchos de sus discípulos se retiraron. Los cimientos, son los
fundamentos, nuestras obligaciones morales, las enseñanzas del Evangelio,
todos estos son necesarios para que podamos terminar la torre de la fortaleza
contra los enemigos de nuestras conductas como verdaderos discípulos de
Jesús. Porque si cuando nos ocupamos de
las buenas obras, no vigilamos con cuidado a los enemigos de nuestra
conducta, seremos objeto de burla de los que al mismo tiempo nos aconsejan el
mal. 6. ¿NO SE PONE PRIMERO A CONSIDERAR
SI SERÁ CAPAZ? Pero de esta comparación pasa a
otra más elevada, para que las cosas más pequeñas nos hagan pensar en las más
grandes y dice Jesús: “O qué rey que va a combatir a otro rey, ¿no se pone
primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al
encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el
otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle condiciones de
paz.” Nos asedia una multitud de
situaciones que debemos vencer para no caer en el pecado, contra ellas
debemos prepararnos para salir victoriosos. El rey que domina en nuestro
cuerpo mortal es el pecado (Rom 6), pero nuestro
entendimiento también ha sido constituido en rey. Por tanto, el que quiera
pelear contra el pecado, piense consigo mismo y con toda su alma. 7. ASÍ PUES, CUALQUIERA DE
USTEDES QUE NO RENUNCIE A TODOS SUS BIENES NO PUEDE SER MI DISCÍPULO” Jesús nos quiere hacer ver que las
tentaciones son el doble, porque diez mil contra veinte mil es como uno
contra dos. Es decir, consideremos primero si podemos pelear con un ejército
doble en contra de uno sencillo. El fragmento del evangelio
concluye: “Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes
no puede ser mi discípulo” Estas palabras no significan otra
cosa distinta, son nítidas, y pide que cada uno renuncie a todo lo terrenal
que posee, en especial los vicios y pecados, y guarde todo los frutos que el
Espíritu Santo nos da. Por tanto El nos pide desprendernos de todo aquello
que sea un obstáculo en nuestro camino de salvación, porque El Señor busca
que todos seamos salvos. Ser discípulo de Jesús supone una
entrega total, ante el no caben medias tintas. Por tanto no cabe duda, que el
seguimiento de Jesucristo, como autentico cristiano, nos obliga a sacrificar
la comodidad y hay que tomar su cruz con fidelidad. El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds |
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