¡El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra”

“Mc 4, 26-34”

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

1.      SI LA TIERRA ES BUENA, TODO IRÁ BIEN; BASTA PONER EN  ELLA LA SEMILLA DE LA PALABRA. 

Este fragmento del evangelio se compone de dos parábolas y una explicación final sobre como enseñaba Jesús. En la primera parábola, propia del evangelio de san Marcos, no se refiere, como en las anteriores, a los apóstoles, sino que es una enseñanza en  general. A esto mismo lleva el tema de la misma.   El contenido de esta parábola no es explicado por Jesús como en otros casos, esto da  origen a enfoques muy personales de interpretación, talvez sea considerada auto- explicativa.   Sin embargo, podemos decir también, que El reino de Dios es la Iglesia, la semilla es la  predicación, la tierra somos los oyentes y el hombre que siembra, es Jesucristo, o, en general, los  predicadores; la recolección, la muerte o el juicio; Dios es el sembrador. Lo que se trata de comparar o ilustrar es: si la tierra es buena, todo irá bien; basta poner en ella la semilla de La  Palabra.                 

2.      TODO SE HACE GRACIAS A DIOS. 

“La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga”. Tal como lo expresa el Señor en esta parábola, la semilla germina por sí misma según el curso normal de las  cosas, “sea que duerma o se levante, (el hombre) de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo” y lo hace por ese vigor virtual que ella tiene, de igual modo sucede al germinar y desarrollarse el Reino de los Cielos: el vigor interno vital de que está dotado le hará irse desarrollando necesariamente. Posiblemente entra también en el contenido de la parábola, en el sentido que el Reino de los Cielos va  desarrollándose gradualmente como la germinación de la semilla. No es el hombre el que  hace germinar ni desenvolverse ni la semilla ni el Reino, aunque condiciones externas  puedan favorecerlo, sino el vigor vital de que están dotados. Todo se hace gracias a Dios. Un gran comentario a esta  parábola son las palabras de San Pablo, cuando escribe: “¿Quién es Apolo y quién es  Pablo? Ministros según lo que a cada uno ha dado el Señor. Yo planté, Apolo regó; pero  quien dio el crecimiento fue Dios” (1 Cor 3:5.6).  

3.      SI DECIMOS QUE SI A LA PALABRA DE DIOS 

El reino de Dios, una vez puesto en la tierra por Cristo, llegará necesariamente a su  madurez. No podrán los seres humanos impedir la vitalidad y el crecimiento del mismo.   La semilla crece en nosotros, pero es pequeña. Si decimos que si a la Palabra de Dios, El le  dará la fuerza necesaria y nosotros dispondremos de la fecundidad de esa semilla en  nuestro Espíritu. La Palabra lleva en si, una fuerza interior, que nos transforma la vida. Pero  esta lleva distintas etapas para desarrollarse, primero las oímos o la leemos, luego la  conservamos en nuestro interior, la meditamos en profundidad, buscamos comprender su  alcance y luego se nos convierte en vida.  

El Señor quiere que sembremos en nuestro interior, es decir que atesoremos la Palabra en el mismo corazón, “porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. (Lucas (SBJ) 12), Y además también desea que lo hagamos en el corazón de nuestros hermanos, con la confianza de que contamos con el vigor de la semilla y de la siembra.

4.      “ES LA MÁS PEQUEÑA DE TODAS…. Y LLEGA A SER LA MÁS GRANDE DE TODAS”. 

“Es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas”. La segunda narración es puramente parabólica. La enseñanza está en la comparación  establecida entre la semilla “más pequeña” que crece hasta hacerse la “más grande de las  hortalizas.” En orden a completar el cuadro descriptivo, se dice que se “extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra”. La comparación se  establece entre lo “más pequeño” que viene a hacerse “lo más grande.” De igual modo  sucedería con el Reino: en los comienzos es mínimo, son pocas personas las que se les  unen, pero este va a ser muy grande, tanto que recibirán y cobijarán en él (Reino), multitudes.

Un buen ejemplo lo encontramos en la más pequeña simiente, el Evangelio, predicado por los Apóstoles, que eran los menos poderosos de entre los hombres, pero sin embargo, como su semilla tenían un gran vigor, creció y se extendió con su predicación por todas las partes del mundo. “creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas”.  (Lucas (SBJ) 13,19) y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.  (Mateo (SBJ) 13)

5.      CON MUCHAS PARÁBOLAS COMO ÉSTAS LES ANUNCIABA LA  PALABRA 

San Marcos nos dice que “con muchas parábolas como éstas les anunciaba la  Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.”. Por lo general, hacemos un gran esfuerzo para sembrar la Palabra, y nos tratamos de hacer entender con términos rebuscados, o por querer causar una buena impresión de lo que sabemos, o por que de algún modo queremos hacernos entender, y con todo eso, nos desanimamos al ver que no cosechamos el  fruto que esperamos. Esto es así, porque no decimos las cosas con la misma sencillez que utilizaba el Señor para con las gentes y/o porque no confiamos en la vitalidad de la semilla. (La Palabra).

De ahí, que este pasaje es de gran interés  para valorar la finalidad del método parabólico que utiliza Jesús en su enseñanza. Jesús sabe bien como hacerse entender pedagógicamente, es decir El habla para que le  entiendan y utiliza los elementos de la naturaleza que a todos les son conocidos, tales como la levadura, el trigo, el grano de mostaza. Las  parábolas son ilustrativas, pero al igual que en ese entonces, esto exige atención, buenas  disposiciones, y también, en ocasiones, buscar nueva luz en ello.  

6.      EL REINO DE DIOS, NO DETIENE SU CRECIMIENTO, LO HACE SILENCIOSAMENTE MIENTRAS NO NOS DAMOS CUENTA, DE DÍA Y DE NOCHE

Es posible, que no nos demos cuenta todo lo que ha resultado de nuestro trabajo de ir sembrando la Palabra, del mismo modo es posible que nunca veamos la cosecha de lo que hemos sembrado, o también puede suceder que otros recojan los frutos de nuestra siembra. Esto no debe ni desanimarnos ni quitarnos el empeño de seguir sembrando, a causa de esta labor, de seguro que tendremos cosecha. Dice san Pablo; “No nos cansemos de obrar el bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.” (Gálatas (SBJ) 6). Por eso, aunque suene arrogante, podemos pensar que hemos contribuido con nuestras enseñanzas, catequesis y oraciones, para que muchos miren al cielo o piensen en transformar su vida. No nos descorazonemos si no vemos los frutos de inmediato, y confiemos que hemos ayudado espiritualmente a quienes nos han oído, porque llegará el día que recemos; “La tierra ha dado su cosecha: Dios, nuestro Dios, nos bendice”.  (Salmos (SBJ) 67,7)

El Reino de Dios, no detiene su crecimiento, lo hace silenciosamente mientras no nos damos cuenta, de día y de noche, y seguro que dará frutos a su debido tiempo. Y si nosotros no cosechamos lo que sembramos, otros cosecharán y recogerán los frutos de nuestro trabajo, eso no nos preocupe, lo importante es que estamos trabajando por el Reino. Dice el Señor; “Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado” (Juan (SBJ) 9, 4).

7.      JESÚS EN PRIVADO, LES EXPLICABA TODO. 

Dice San Marcos, que a sus propios discípulos, Jesús “en privado, les explicaba todo”. Los  apóstoles, en privado piden nuevas aclaraciones. Por eso, aun siendo el método el mismo  para los apóstoles y el pueblo, aquéllos logran más provecho, “les es dado (de hecho)  conocer el misterio del reino de Dios”; Jesús trata con especial cuidado a sus apóstoles, los  adoctrina y les enseña cercanamente, ellos son sus profetas y los ayuda para que puedan  sobrellevar la gran responsabilidad que les esta entregando.  Nosotros también podemos recibir cercanamente la ayuda de Jesús, solo tenemos que  iniciar una vida intima con El, aproximándonos al Corazón de Jesús, manteniendo estrechas  relaciones con El, comunicándole nuestro interior, abriéndole nuestro espíritu, no guardando ningún secreto, acostumbrándonos a hablar con El, con honestidad, sencillez, con toda  confianza.  

La Paz de Cristo Jesús viva en sus corazones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

XI Domingo del Tiempo Ordinario

 

www.caminando-con-jesus.org

www.caminando-con-maria.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

---