EL TEMPLO, CASA DE ORACIÓN Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. PARA JESÚS, EL TEMPLO ERA LA CASA DE
SU PADRE
Jesús va al Templo como al lugar
predilecto para el encuentro con Dios, él lo veneró subiendo a él en
peregrinación en las fiestas judías y amó con gran celo esa morada de Dios
entre los hombres. En cierto modo, el Templo es un lugar privilegiado para
ese dialogo de amistad, “con quien sabemos nos ama” (Teresa de Jesús). No
obstante, Jesús subió al monte a solas para orar. (Mt 14,23) y también nos
recomienda orar en nuestras habitaciones: “ora a tu Padre, que está allí, en
lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. (Mt 6, 4.16)
Pero para Jesús, el Templo era la casa de su Padre, una casa de oración, y él
se molesta mucho porque en la entrada de la casa de su Padre se tenga como un
lugar de negociados y convertido en un mercado. : "No hagáis de la Casa
de mi Padre una casa de mercado”. (Jn 2,16. Es tanta la indignación de Jesús,
que expulsa a los mercaderes del Templo. Esto la hace por celo hacia las
cosas de su Padre. Entonces, sus discípulos se acordaron de que estaba
escrito: “Pues me devora el celo de tu casa” (Salmos 69,10). Después de su
Resurrección, los apóstoles siempre conservaron un respeto religioso hacia el
Templo. Nos relata San Marcos -Mc 11,
11-25- que cuando llega a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a
echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas
y los puestos de los vendedores de palomas, y prohibió que transportaran
cargas por el Templo. San Juan, en su Evangelio presenta también una amplia
referencia de este episodio (Jn 12,13). Sin embargo de los Evangelio
sinópticos es San Marcos el que más lo acentúa y por otra parte, destaca la
universalidad del templo para todas las gentes, algo que omite San Mateo (Mt,
21,12) y San Lucas. (Lc 19, 45)
Probablemente esta evocación se haga porque, al establecer estos comercios en
el patio de los gentiles, dificultaban a éstos el acceso al Templo. Pero el
sentido teológico es la universalidad de la misma fe. Otra segunda alusión,
que traen los tres sinópticos, es la comparación con la profanación a una
cueva de ladrones, por sus mercancías abusivas, esto es un recuerdo sumamente
oportuno que no trae la lectura de Jeremías: “¿En cueva de bandoleros se ha
convertido a vuestros ojos esta Casa que se llama por mi Nombre? ¡Qué bien
visto lo tengo! - oráculo del Señor”
(Jeremías 7,11). 2.
MI CASA SERÁ LLAMADA CASA DE ORACIÓN PARA TODAS LAS GENTES Así nos lo relata el Evangelio:
“Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que
vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas
y los puestos de los vendedores de palomas y no permitía que nadie
transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba, diciéndoles: ¿No está
escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? ¡Pero
vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!” (Mc 11, 15-17). En este mismo relato, pero
según san Lucas, Jesús enseñaba diariamente en el Templo, (Lc 19,47) por esa
razón los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo
buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el
pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras, y san Marcos precisa
que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza: “Pues toda la gente
estaba asombrada de su doctrina. (Mc 11,17) Jesús, no acepta convertir el
Templo en una casa de mercaderes, porque esa es una casa de santidad. El
Templo no es un centro de comercio, es un lugar para actividades
eclesiásticas y religiosas. Por esa razón la multitud de comerciantes que
vendían animales para ofrecer los sacrificios, según lo indicaba la ley,
fueron expulsados por Jesús. En efecto, era conocido, que los
que asistían al Templo para hacer ofrendas, tenían que pagar exigencias
gravosas. Pero al mismo tiempo, Jesús es la verdad que hace desaparecer las
sombras de lo incorrecto, y su deseo es que el Templo se convierta ya en casa
de oración Recordemos, que esto también lo
hizo Jesús, al principio de su predicación, como cuenta San Juan que se
acercaba la Pascua de los judíos, Jesús subió a Jerusalén y encontró en el
Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus
puestos. (Jn 2 13-22) y ahora lo repite para hacer más inexcusable la
culpabilidad de los judíos que no se habían enmendado con su primera lección. 3.
LA CASA DE DIOS, PARA OÍR LAS MARAVILLAS DE LA PALABRA DEL SEÑOR. Pero Jesús, no excluye de su
predicación ni a los indignos ni a los ingratos. Por lo que después que
restableció el rigor de la disciplina arrojando a los malos, les da a conocer
el don de su gracia. Si san Lucas nos dice que diariamente enseñaba en el
Templo, entonces para Jesús era una labor habitual. Así nos enseña, que para
nosotros, esta visita al Templo, debiera ser una actitud frecuente, para
maravillarnos de la Palabra del Señor y de la relación de amistad con Dios,
que tanto bien nos hace. En los versículos siguientes, San
Marcos nos dice; “Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y
buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente
estaba asombrada de su doctrina”. (Mc 11,18), con esto sabemos que todo el
pueblo estaba maravillado de su enseñanza. Jesús, debería haber recibido la
adoración como Hijo de Dios, por tantos prodigios hechos, sin embargo, los
que hacían los sacerdotes y los escribas, y los principales del pueblo era
tratar de matarlo. Sin embargo, como todos los días enseñaba en el Templo,
recibió una numerosa multitud de creyentes que lo alababan con himnos
celestiales. Estos versículos de San Marcos,
relatan que buscaban la forma de matarlo, porque aún no sabían cómo hacerlo,
porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras, estaba
maravillado de su enseñanza. Entonces sabemos que el pueblo le tenía más
estimación a Jesús que a los escribas, los fariseos, y los príncipes de los
judíos, los que, como no aceptaban la fe de Jesús, reprendían a los demás.
Del mismo modo ocurre hoy, donde los fariseos de este tiempo, tratan de que
no concurramos a nuestros Templos, no aceptan nuestra fe y hacen lo posible
para que no concurramos a la Casa de Dios, para oír las maravillas de la
Palabra del Señor. 4.
CONVIRTAMOS EL TEMPLO EN NUESTRA SEGUNDA CASA Jesús se dedicó a enseñar a la
gente la doctrina evangélica y las personas aprovechaban esta oportunidad de
oírlo. Hoy nosotros no podemos perder la oportunidad de oír los que nos dice
el Señor, por eso estamos atentos cuando se proclama el Evangelio, lo oímos
de píe y con devoción, y se nos ensancha el corazón para decir: “Gloria a Ti
Señor Jesús” Es así, como los Evangelios nos
enseñan que el Templo es la casa Dios, allí en esa morada especial, es un
lugar donde desea ser adorado, de un modo especial, considerando su
presencia. Por ese motivo los comerciantes que había profanado el Templo
fueron reprendidos por el mismo Jesús. Este ejemplo nos enseña cómo
debemos actuar hoy cuando estamos en el Templo, debemos hacerlo con actitud
de respeto y reverencia, guardando el debido silencio, que exige la presencia
del Señor en el Sagrario. Es entonces una obligación de nuestra fe, hacer que
el Templo sea una casa de oración, y de silencio para oír la Palabra de Dios. Convirtamos el Templo en nuestra
segunda casa, hagamos del Templo el segundo lugar más visitado, allí siempre
encontraremos paz y tranquilidad para hablar con Dios y recibir su luz. 5. OREMOS
CON LOS SALMOS “Más
yo, por la abundancia de tu amor, entro en tu Casa; en tu santo Templo me
arrodillo, lleno de tu temor”. (Salmos
5,8). “El Señor en su Templo santo,
Señor, su trono está en los cielos; ven sus ojos el mundo, sus párpados
exploran a los hijos de Adán” (Salmos
11,4). “Clamé al Señor en mi angustia,
a mi Dios invoqué; y escuchó mi voz desde su Templo, resonó mi llamada en sus
oídos.” (Salmos 18,7). “Una cosa he pedido al Señor, una cosa estoy buscando:
morar en la Casa del Señor, todos los días de mi vida, para gustar la dulzura
del Señor y cuidar de su Templo”. (Salmos 27,4). “Tu amor, oh Dios, evocamos
en medio de tu Templo; (Salmos 48,10).
¡Oh, hartémonos de los bienes de tu Casa, de las cosas santas de tu Templo!” (Salmos 65,5) El Espíritu Santo hace de la
Iglesia "el Templo del Dios
vivo" (2Co 6,16) La paz del Señor viva en nosotros Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Publicado
en mi página WEB www.caminando.con-jesus.org
en esta sección: REFLEXIONES
INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS Agosto 2013 |
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