“ÉSTE ES MI HIJO MUY QUERIDO, ESCÚCHENLO”

Mc 9, 2-10

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

1.           A TU HIJO ÚNICO, EL QUE TANTO AMAS

Jesucristo es la figura central de las Sagradas Escrituras, situado en la cúspide misma, allí donde culmina el Antiguo y el Nuevo Testamento. Los dos Testamentos tienen en él explicación consumada o dicha de otra forma cumplida. Porque, en definitiva, si leemos con contemplación ambos textos, uno y otro se refieren al Mesías, a Cristo, el Salvador, es decir a El únicamente. No puede caber duda, todo el Antiguo Testamento hace referencia al Nuevo. No se puede entender en plenitud el Antiguo sin la luz del Nuevo. Y si alguien no quiere considerar o desea ignorar el Antiguo, no le va a ser posible entender verdaderamente el Nuevo.

Las Sagradas Escrituras, la Biblia entera, desde sus primeras páginas hasta las últimas, nos hablan de múltiples maneras y de forma variada, de Jesucristo, Nuestro Señor.

San Jerónimo dijo que: “que ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo” Ahora invirtamos la frase, leámosla de nuestra perspectiva cristiana diciendo: Conocer las Sagradas Escrituras es conocer a Cristo, contemplarla, es contemplar al Señor.

Los primeros pasos se inician, como siempre, en el Viejo Testamento y exactamente en el sacrificio de Abrahán Por obedecer a Dios, Abrahán a sus setenta y cinco años había tenido la valentía de abandonar tierra, casa, costumbres, todo; ahora, ya cargado de larga ancianidad, aventura su fe hasta el mismo sacrificio de su único hijo. “Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, Isaac; vete.., y ofrécelo en holocausto,, (Gn 22, 2). Era éste un precepto doloroso para el corazón de un padre, y no menos terrible para la fe de un hombre que de ninguna manera quiere dudar de su Dios. Isaac es la única esperanza para que se puedan cumplir las promesas divinas; y no obstante esto Abrahán obedece y sigue creyendo que Dios mantendrá la palabra dada.

2.           ISAAC QUE SUBE AL MONTE, ES FIGURA DE CRISTO QUE SUBE AL CALVARIO CARGANDO EL LEÑO DE LA CRUZ

Dios no quería la muerte de Isaac, pero sí ciertamente la fe y la obediencia sin discusión de Abrahán. Isaac va a tener un papel singular en la historia de la salvación: anticipar la figura de Jesús, el Hijo único de Dios que un día será sacrificado por la redención del mundo. Lo que Abrahán, por intervención divina, ha dejado sin cumplir, lo cumplirá Dios mismo, “El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Rom 8, 31-34).

Isaac que sube al monte llevando sobre sus espaldas la leña del sacrificio y que se deja atar dócilmente sobre el montón de leña, es figura de Cristo que sube al Calvario cargando el leño de la Cruz y sobre aquel madero extiende su cuerpo “ofreciéndose libremente a su pasión” (Pleg. Euc, II). Así como en Isaac, liberado de la muerte, se cumplieron las promesas divinas, también en Cristo resucitado de la muerte brotan la vida y la salvación para toda la humanidad, Nadie puede dudarlo, porque: “Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros? (Rm 8,34) (Comentario de Intimidad Divina, Padre Gabriel de SMM ocd.)

3.           CRISTO SUBIÓ A LA MONTAÑA PARA ORAR.

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él, Marcos relata que: los condujo solos a un monte alto y apartado. No precisa el nombre del lugar, por otra parte Mateo dice que es un monte elevado, pero la tradición lo ha localizado en el Tabor, de aproximadamente 600 metros de altura sobre la llanura.

En otra ocasiones, Jesús ha subido al monte a orar solo, (Mt 14, 23) en esta ocasión ha invitado a tres de sus apóstoles y, los ha escogido como testigos para una gran acontecimiento. Ellos son los mismos apóstoles que luego serán testigo de de su agonía en Getsemani. Se podría pensar que ocupaban un lugar privilegiado de entre sus apóstoles.

La primera enseñanza importante es, que Jesús ha subido orar, él siempre lo esta haciendo, es un modelo que debemos hacerlo parte de nuestra vida diaria, orar al Padre. En esta ocasión invita tres de sus amigos íntimos, entregándonos una gran oportunidad para aprender de este ejemplo, cuando Jesús invita a seguirlo, es porque nos esta dando la oportunidad de ser testigo de las maravillas del Señor, como para darnos a conocer cada instante de su vida. Prestemos atención a las invitaciones que nos hace Jesús, tengamos disposición de atender sus palabras, y guardar silencio para oírlo.

4.           JESÚS NOS TRANSFIGURA NUESTRA VIDA

De acuerdo al relato de Lucas, mientras Jesús oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Ahí se transfiguró en presencia de sus apóstoles, y como dice Mateo, su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. San Marcos nos dice que: “Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.” Y de pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús, según Lucas, también aparecen resplandecientes.

La transfiguración, es una experiencia profunda de fe tenida por Pedro, Juan y Santiago, los amigos más íntimos de Jesús. Así es, que como para llegar a conocer los momentos más transcendentes de Jesús, necesitamos ser sus amigos íntimos, con una comunicación profunda, como la que ellos tuvieron para percibir a Jesús en su verdadera identidad.

Debe haber sido un instante de éxtasis, vieron la realidad gloriosa de Jesús, aunque no se les mostró en toda su magnitud, porque para llegar a entenderlo, tuvieron que conocer a través de la vida, pasión y muerte y de sus propios sufrimientos y muerte, que hay que pasar por esta última, la muerte, para llegar a la vida.

Jesús nos transfigura nuestra vida, El nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en nosotros y nos llama a ser sus testigos ante un mundo de contradicciones.

5.           “ÉSTE ES MI HIJO MUY QUERIDO, ESCÚCHENLO”

Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Rabí, bueno es estar aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, una para Moisés y una para Elías. Muchas veces soñamos con grandes templos y majestuosos, no preocupamos por construir bellas Iglesias o templos muy bien ambientados para Dios, sin embargo siempre debemos recordar que el lugar favorito de El no deja de ser aquí entre nosotros, en el corazón de todos los hombres, en nuestra familia, junto a los niños, a los trabajadores, a los religiosos, sacerdotes, laicos, y con gran privilegio donde la calidez del amor esta presente.

Cuando aún estaba hablando, se formó una nube que los cubrió con su sombra, y se dejó oír desde la nube una voz: “éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. La manifestación de esta nube luminosa, es una revelación de la divinidad, lo que los teólogos llaman teofanía, es el símbolo de la presencia de Dios, y en ese momento sucede allí. Dice el Evangelio según san Mateo que al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor, esto es porque en el Antiguo Testamento se decía que no se podía ver a Dios y vivir (Ex 33:19; Lev 14:13; etc.). Esto es lo que se acusa aquí. Con relación a los otros Evangelios, en san marco es más sobrio el relato, porque solo dice: Luego mirando en derredor, no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.

Pero debemos comprender, que esta es nuestra gran instrucción que nos solicita Dios, escuchar a su Hijo amado, y eso nos debe caracterizar para ser un servidor de verdad, oír siempre a Jesús, esta actitud receptiva es para la palabra y la total aceptación de Cristo, es una invitación a descubrir lo divino de sus enseñanzas y toda su obra. En esta proclamación que hace el Padre de su Hijo, lo muestra como Dios, revelando la filiación divina de Jesús.

Por esos, la transfiguración consiste esencialmente en la toma de conciencia, por parte de los tres apóstoles, de que Jesús es verdaderamente el Mesías y además también revela que la persona de Jesús, es el Hijo muy amado del Padre y trascendente que posee su misma gloria divina.

Estamos llamados también a transfigurarnos cada vez más por la acción del Señor, la sociedad, el mundo, y nosotros en él, se transformara cada vez que aceptamos la voz del Padre en su Hijo, cuando escuchamos su Palabra y la llevamos a la vida. Aceptar las palabras de Jesús, es una invitación a transfigurarnos, es decir a transformarnos en hombres buenos, y salir al mundo a hacer el bien

6.           “RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS”

Bajando del monte, les prohibió contar a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitase de entre los muertos.  El Evangelio nos muestra que los apóstoles ignoraban lo que era la resurrección, por eso dice que se preguntaban qué significaría “resucitar de entre los muertos”.

Nuestro Señor Jesucristo, resucitó de entre los muertos y así muriendo  venció a la muerte. “Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe.”  (1 Cor 15)

La resurrección de Cristo, alienta nuestra esperanza en nuestra propia resurrección. “Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios.”  (Romanos 6)

El que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. (cf Rom 8,34)

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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