“TENEMOS UNA FIESTA, EL SEÑOR INVITA”

Mt 22, 1-14

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

1.      DICHOSOS LOS LLAMADOS AL BANQUETE DEL SEÑOR

Dios nos presenta a través del Profeta Isaías, (Is 25, 6-10) que el Reino de Dios no es tristeza ni escasez, al contrario, el Reino de Dios es un banquete. Este Banquete es preparado por el mismo Dios y es para los hombres que El tanto ama. En efecto, con la imagen de un banquete, el Señor anuncia a todos los pueblos la felicidad eterna del cielo: “El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados”.

El banquete, a todo dar y regio, muestra la suntuosidad del que da el festín, y es un distintivo de la salvación que El quiere para nosotros. “Él arrancará sobre esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor.”

Tan grande es el Señor, que llegará el día donde con una dilatación enorme del corazón algunos hombre dirán: “Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación” (Is 25, 6-10) y conocerán a su Hijo Jesucristo, el Mesías, como anuncia san Juan: “es el Señor” (Jn 21,6), en quien nosotros esperábamos; “¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!” (Is 25, 6-10)  “Los discípulos se alegraron de ver al Señor” (Jn 20, 20) Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña. Y lo ratifica San Pablo: “Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús” (Flp 4, 19)

2.      "MI BANQUETE ESTÁ PREPARADO”

Y nuevamente, en le Evangelio de san Mateo, se nos presenta un invitación de salvación, pero ahora con un carácter nupcial. Jesús se dirige a los sumos sacerdotes y fariseos, diciendo esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo”. El rey, es Dios, y el Hijo es Jesucristo. El banquete esta preparado, es decir la alegría y felicidad del Reino. Y continúa la parábola: “Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados”. Esto servidores son los profetas, y a quienes les van avisar como invitados es a los judíos, y añade: pero éstos se negaron a ir. De este modo fue como después envió a otros servidores, es este caso los apóstoles, con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado”, El banquete es la felicidad mesiánica. Si embargo observamos que estos invitados no se dieron cuenta o despreciaron que el banquete era la salvación y quien la traía, era el mismo Hijo de Dios.

Y así fue como ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; Es decir, estos malagradecidos consideraron más importante que aceptar la invitación, dedicarse a sus asuntos económicos, preocuparse de su apego a lo material, sus cosas personales, sus propiedades, todo ello mucho más interesante que asistir a tan bella invitación. Así fue, como por preferir las comodidades, estos se hicieron indignos y no merecedores del Reino de los Cielos.

También se acusa, que hubo otros que aumentaron su error, es decir quedaron en una situación que no podía ser peor, pues se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. En uno de estos caso es lo que le sucedió a Juan Bautista, quien fue decapitado por orden de Herodes Antipas a fin de complacer a su ilegal relación con Herodías y la hija de esta Salome.

Y prosigue el relato: Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad y luego dijo a sus servidores, es decir los apóstoles: "El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.

3.      “SALGAN A LOS CRUCES DE LOS CAMINOS E INVITEN A TODOS LOS QUE ENCUENTREN".

Y entonces el Rey le ordena: “Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren". Entonces, cumpliendo el mandato del rey, reunieron e invitaron a todo los que vivían en las cercanías, a los caminantes, a los gentiles y, a cuanta persona encontraron, siendo estas personas buenas y también malas, y la sala de fiesta se llenó de una gran variedad de convidados.

Un pequeño detalle que hay que destacar, es que El, esta ofreciendo todo un convite, como ya se comento, “a todo dar”, y no esta exigiendo nada, es decir los que declinaron ir, se lo perdieron todo y lo triste es que se perdieron para siempre algo ofrecido con mucho cariño y bondad, en otra palabras, al negarse a ir, no aceptaron el amor de Dios.

Otro detalle a destacar, es que cuando el rey, (Dios) entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta y le pregunto "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?". Lo que esta representando esta pregunta, es que este invitado no esta investido de la gracia, la piedad, la bondad, la justicia y la fe, y como este permaneció en silencio, entonces el rey, (Dios) dijo a los guardias, es decir a los ángeles: "Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes". Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.

4.      DIOS INVITA A TODOS

Al dirigirse en esta parábola, Jesús se dirige a los sumos sacerdotes y fariseos, es decir a lo judíos y lo hace de forma insistente, como es la llamada de Dios a su pueblo que al parecer esta sordo. Para mayor gravedad, los judíos no solo parecen faltos de interés por el llamado de Dios, además no muestran provecho en oír a su Dios. Lo que hace Dios es de toda lógica, esto es, considerar que el primer pueblo que es invitado es Israel, y esto es natural, por que Dios primero cumple su promesa con su pueblo.

Sin embargo ante el rechazo de los judíos, Dios invita a todos, incluso a los pecadores a disfrutar de su reino, pero no basta aceptar la invitación e ir, además el invitado deberá entrar con las debidas disposiciones espirituales, es decir con una vida de gracia y rectitud.

Jesucristo Nuestro Señor, nos invita en cada Eucaristía a su banquete, y a el debemos llegar con la gracia. Jesús, a todos quien lo acepta le da su consuelo espiritual, a todo quien responde a su llamado, a todo el que va a El y se entrega aceptando el llamado radical, incondicional, si reservas, esto es con todo el alma, dando todo de sí, El le tiene un buen sitio en el banquete, este es el festín del Reino de los Cielos.

Sin embargo lo triste es que de los invitados hay muchos que están muy preocupados de muchos problemas o situaciones que acaparan su atención o consideran que es más importante que la fe y con ello renuncian a la posibilidad de participar en la Vida Eterna. Es en muchos casos la actitud del que esta convencido de que no necesita de Dios o de la salvación, o de otros que están preocupados de conseguir solo bienes terrenales, frivolidades y situaciones faranduleras, entonces les resulta perder el tiempo pensar en Dios.

Y podemos concluir a través de esta parábola, que nuestro Señor Jesucristo nos quiere enseñar como Dios hace todo lo necesario para que vayan muchos invitados a su fiesta, gente de toda índole, no hay distinción ni por raza, ni por su situación socio-económica, sexo o edad, si es bueno o si su conducta es reprobable. Pero del mismo modo, el nos advierte que no todos serán elegidos y una de las condiciones, depende de cómo llegue en su actitud el invitado, porque este puede ser un pecador que ha asumido de corazón el arrepentimiento y busca la gracia de Dios, con la esperanza de su bondad y misericordia y el Señor que ve los corazones, sabrá bien como atender con amor compasivo. Como también puede suceder, que alguien crea que va revestido de gran bondad, pero su corazón no abandona la soberbia y no tiene amor por sus hermanos sin distinción y solo lo hace por los que el estima semejantes, entonces puede que no sea favorecido, porque muchos son llamados, pero pocos los elegidos.

Por tanto hay que animarse ardorosamente en procurar una invitación, como la que nos hace el Señor, en la cual es un gran honor ir a vivir en su intimidad, pero no nos bastará responder, también es preciso la entrega sin reserva.

5.      Y CANTEMOS JUNTO AL SALMISTA CON ALEGRÍA:

Y cantemos junto al Salmista con alegría: “El Señor nos prepara una mesa….nada me puede faltar…..me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas…Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza….Tú preparas ante mí una mesa……Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.”.

6.      ORACIÓN

Te pido Señor, no caer en excusas sin sentido cada vez que me invitas a participar a tu fiesta a alimentarnos con tu cuerpo y  tu sangre, que no me domine el orgullo ni la soberbia, que no caiga en el entusiasmo por cosas mundana a cambio de las celestiales. Dame Señor, una vida en la cual tenga siempre las debidas disposiciones espirituales, es decir una vida de gracia y rectitud, para poder llegar a estar entre tus elegidos.

 

 

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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