Jacques-Louis
David (1748-1825): “Belisario pidiendo limosna” HACER
EL BIEN SOLO POR DIOS Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
HACER EL BIEN SOLO POR DIOS Esta
reflexión tiene su inspiración en un hecho real que he visto recientemente. Vi
a un hombre pedir limosna para comer, y observe algunos que pasaban de largo,
otros metían su mano al bolsillo o cartera y le daban algo, pero me llamó la
atención un señor mayor de edad que venía con un bolso y se llevó hacia un
lugar más reservado al hombre que pedía ayuda. Le seguí con la vista, y en
forma muy reservada vi que le regalo su bolso y le dio un dinero, le abrazo y
se fue. El mendigo regreso y me di el trabajo de preguntarle si le conocía, y
me dijo, que no le había visto nunca, pero que estaba feliz de lo que le dijo
e hizo. Hacer el bien solo por Dios, esa fue mi conclusión
y me recordé que el Señor nos pone severas advertencias y nos llama a ponernos
en guardia ante el amor desordenado a la gloria terrena, al egoísmo, a las
ambiciones de este mundo. Ciertamente
Jesús condena la actitud de los hipócritas, que sólo desean el aplauso y la
vanagloria, que realizan obras de justicia con la única finalidad de obtener
la admiración de los otros. Este amor a la publicidad y a los primeros
puestos es típico de los escribas y de los fariseos del tiempo que se relatan
los evangelios, pero también de este tiempo nuestro, y nos hace bien
reflexionar sobre este punto si buscamos vivir conforme a lo que los
evangelios nos enseñan. Enseña y advierte el Señor: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de
los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa
de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas
trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las
calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya
reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu derecha; así
tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.” (Mt 6, 1-4) “Cuidad de no practicar vuestra justicia
delante de los hombres para ser vistos por ellos de lo contrario no tendréis
recompensa de vuestro Padre celestial.”. El Señor nos pide
que no debemos practicar las buenas obras si lo
hacemos solo para ser vistos por los
hombres. La virtud se practica por amor a Dios. Sólo así se tendrá
“recompensa” o el premio en justicia, por tanto el que quiere hacer
ostentación de su virtud, no trabaja por la virtud, sino por la fama, por eso
los que así obran recibieron ya su paga o recompensa. En efecto, Jesucristo
nos anima a que hagamos el bien y que cumplamos los preceptos de Dios por el
premio celestial, no por las recompensas de la tierra. Sin embargo, muchas veces caemos en la
tentación de hacer alguna cosa que nos sirva para mejorar nuestra imagen y
nuestra fama, allí encontramos con más facilidad una buena ocasión de
gloriarnos. Y por ello el Señor comprendió que entre todos los defectos
humanos el más peligroso para los hombres era éste de gloriarse, ese así como
nos advierte lo que debemos tener en cuenta como algo negativo. San Pablo nos
enseña: “Porque ¿busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O es
que intento agradar a los hombres? Si todavía tratara de agradar a los
hombres, ya no sería siervo de Cristo.” (Gálatas 1, 10) “Por tanto, cuando hagas limosna, no lo
vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas”. Se entiende el ir
trompeteando toda acción o palabra con que se demuestra jactancia por alguna
obra buena que hayamos hecho, como sucede cuando uno da limosna, fijándose en
alguien que tenga delante y que pueda ver lo que hacemos, o cuando se lo dice
a otro, o cuando se lo da a persona que pueda devolvérsela. Y si no fuera por
estas causas no daría o no lo haría, más aun cuando lo hiciere en un lugar
donde nadie me ve. Ahora, siempre que el dar algo se busque un motivo de
alabanza para nosotros, eso es estar trompeteando. Por eso el que toca la
trompeta cuando hace alguna limosna es un hipócrita, y por esto dice el
Señor: "como hacen los hipócritas". El hipócrita es un farsante, que por lo
general lleva en su cara una máscara. Un hipócrita es un simulador y es todo
aquel que quiere aparentar lo que no es,
y simula ser justo frente a los demás sin serlo. 2. Y TU PADRE, QUE VE EN LO SECRETO Y
pide el Señor: “Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda
lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve
en lo secreto, te recompensar”, es decir si es posible, que tú mismo
lo ignores y que tus mismas manos desconozcan lo que haces, porque no es para
que te auto ensalces, por tanto debes practicar esta acciones cuidadosamente.
Puede ser que nos venga una costumbre de
santificación, pero no alcancemos el mérito de la perfección, y esto puede
ser porque sin darnos cuenta nos consideren como incluidos en el grupo de los
hipócritas, esto puede ser porque pecamos de fragilidad o porque pecamos de
sutiles. Por eso los que pecan por simulación no recibirán el premio de Dios
que ve sus corazones, sino que recibirán la sanción o la condena que les
corresponde por su falsedad, ese es el motivo por cual el Señor nos dice: “en
verdad os digo que ya reciben su paga.” Quizás
no sea fácil comprender esto, porque pensamos que no se nos debe culpar por
querer agradar a los demás y que se nos diga que no hagamos nuestras buenas
obras en la halago de los hombres, sean quienes fueren. No obstante, confieso
que me parece interesante que se hagan obras para que otros se animen a
imitar estas acciones, y de ahí que puede ser
importante practicar las buenas obras no sólo en presencia de los
creyentes sino también de quienes no creen, o en quienes se siente no
incluidos en el amor de Dios, cosa que les pasa a mucho que andan por ahí
mendigando. Pero siempre debemos tener presente que hacemos estas buenas
acciones para ganar más almas para el
Señor, entonces nos damos el gusto de saber lo que dice el Señor; “Tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. Esto
es, que si queremos tener testigos o espectadores de las cosas que hacemos,
confiemos también que son testigos de estas obras no sólo los ángeles y
arcángeles, sino también el mismo Dios, que ve el corazón de sus hijos, es
decir, hacer el bien solo por Dios,
porque “tu Padre,
que ve en lo secreto”, es aquel que está presente y es providente,
aquel que es el único a quien hay que amar con todo el corazón, aquel por el
cual hacer el bien a los demás, algo no cuesta hacer. Dios nos ayude Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Textos
Bíblicos tomados de la Sagrada Biblia de Jerusalén (SBJ) Algunos
datos desde el Diccionario Teológico RAVASI y Opiniones de los Padres de la Iglesia
en Catena Aurea. Publicado
en mi página WEB www.caminando.con-jesus.org en
esta sección: REFLEXIONES
INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS Junio 2015 |
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