“Jesús sanó a muchos enfermos,
que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios” Mc 1, 29-39 Autor: Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant 1.
LA VIDA HUMANA ESTÁ SUJETA A LA LEY
DEL DOLOR Job
va a dirigirse al mismo Dios, que es el responsable de todo lo que le pasa.
Su caso no es más que uno de tantos de la miserable vida humana. Las
argumentaciones son elocuentes; y llenas de vigor. (Jb
7, 1-4. 6-7). Job habló diciendo: ¿No es una
servidumbre la vida del hombre sobre la tierra? ¿No son sus jornadas las de
un asalariado? Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado
que espera su jornal, así. Se lamenta
Job, en el dolor de sus sinsabores. Job se siente anhelante y ansioso de que
todo termine, como el siervo, que, expuesto a los crueles rayos del sol,
ansia ponerse a la sombra, o como el jornalero, que espera su salario. “Me han tocado en herencia
meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor. y
que mis ojos no verán más la felicidad.”Durante
meses ha sido preso de la decepción y del desencanto, pues los encuentra
vacíos y sin sentido para su vida; ha esperado mucho tiempo que su condición
mejorara, pero en vano; y esto llena de amargura su alma. Particularmente en
las noches largas de insomnio y meditación se ha visto preso del dolor y de
la melancolía. Al acostarme, pienso: “¿Cuándo
me levantaré?”.Como
enfermo, inaguantable a sí mismo, ansia que la noche pase pronto para
levantarse, y, una vez que viene la aurora, se le hace interminable el día.
Mientras tanto, su espíritu se agita y divaga hasta el crepúsculo. Las
pinceladas descriptivas son maestras y reflejan bien la psicología del que
sufre sin esperanza de sanar. “Mis días corrieron más veloces
que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su fin.” La vida del hombre es como el tejido
que se va formando en manos de la tejedora, pero sus días corren más aprisa
que la misma lanzadera. Ezequías, en su lecho de muerte, declara gimiendo:
“Mi morada es arrancada, llevada lejos de mí, como tienda de pastores. Como
el tejedor, corta el hilo de mi vida y la separa de su trama.” El pensamiento
de Job parece ser que los días del hombre — que constituyen el hilo del
futuro tejido — van más aprisa que la lanzadera, y así, los días no llegan a
tiempo para hacer el tejido normal. Su vida, pues, ha quedado tronchada y sin
rematar. “Recuerda que mi vida es un
soplo y que mis ojos no verán más la felicidad.” Después el paciente se dirige a Dios,
recordándole que la vida depende de un soplo, y, por tanto, su felicidad es
totalmente pasajera. La felicidad no volverá a presentarse a sus ojos, ya que
la vida en ultratumba no merece el nombre de verdadera vida, pues no hay
retribución ni satisfacciones dignas del hombre. En el libro de Job no
encontramos todavía la esperanza de una vida dichosa en el más allá, como la
hallamos en el libro de la Sabiduría. En su perspectiva, Job piensa sólo en
la felicidad relativa que se puede conseguir en esta vida, y para él todo ha
terminado. La muerte es el fin de su existencia: nadie volverá a verle. Sin
embargo, este lamento de Job, en el dolor de sus sinsabores, no es
infructuoso, Dios no nos abandona, se compadecerá del hombre enviando al
Redentor, nuestro Señor Jesucristo, para aliviar los sufrimientos, para abrir
los corazones a una nueva esperanza. 2.
JESÚS, VINO A CURAR A LOS ENFERMOS,
LIBRAR A LOS OPRIMIDOS POR LOS ESPÍRITUS IMPUROS. En
muchos relatos de los Evangelios, podemos descubrir que Jesús se intereso
siempre por todo lo que le sucedía a los hombres, El siempre estuvo
preocupado del espíritu, el alma y cuerpo, para todos ellos, El quería la
sanación. Recordemos algunos sucesos, La mujer enferma de hemorragias primero
creyó en El y luego recibió la curación física (Marcos 5, 25-34); el ciego
sanó físicamente y luego conoció a Jesús como su Señor (Juan 9, 1-38), y
muchos empezaron a creer en El por las curaciones milagrosas que
presenciaron. En
efecto, Jesús, vino a curar a los enfermos, librar a los oprimidos por los espíritus
impuros, El nos trajo la buena noticia, El nos enseño lo mucho que nos ama
nuestro Padre Bueno, pero una de las cosas más importante que hizo por
nosotros, es enseñarnos a orar y darnos ejemplo de cómo orar, El, los hacia
en un lugar tranquilo, apartado y siempre antes de algo importante, se
retiraba a orar. Con la oración, podemos acercar la sanación de muchos males,
solo debemos poner toda nuestra confianza, con toda nuestra fe, creyendo
incondicionalmente en El. Cierto día, Jesús, puesto en pie, exclamó con voz
potente: “El que tenga sed, que venga
a mí, y que beba el que cree en mí.” Lo dice la Escritura: De él saldrán ríos de agua viva. (Jn 7; 37-38) Es
innegable, Dios tiene el poder de curar a los enfermos y lo puede hacer a
través de sus hijos, nosotros mismos, con nuestra oración. Cuando un amigo
nuestro, un familiar este enfermo, oremos por él y con él. Los milagros del
Señor son sorprendentes, solo se necesita amor y fe. En efecto, por amor a
nuestros hermanos y al Señor, con mucha esperanza y confianza dirijamos
nuestras plegarias por aquellos que necesitan curarse de algún mal, y si nos
flaquean las fuerzas por que dudamos, pidamos al Señor, que nos de más fe y
que nos conceda un espíritu de confianza. 3.
JESÚS SANÓ A MUCHOS ENFERMOS, QUE SUFRÍAN
DE DIVERSOS MALES, Y EXPULSÓ A MUCHOS DEMONIOS El
fragmento de este evangelio de San Marcos, en su primera parte tiene un breve
relato en la casa de Pedro. Luego, llegado el atardecer, “puesto ya el sol”,
en la puerta de la casa de Pedro, llegaron muchos enfermos y endemoniados. Como
esta actividad se realiza en sábado, se enfatiza que fue al atardecer y
puesto ya el sol, para indicar que el reposo sabático había concluido, por
tanto era lícito trasladar los enfermos. La grandeza de Jesús es muy grande,
impactante, la ciudad entera se reunió delante de la puerta. La multitud
reunida, esta conmovida. Los
enfermos son traídos en dos grupos: “le
llevaron a todos los enfermos y endemoniado” Y la curación se da
destacando específicamente que fueron “muchos” de estos dos grupos La
insistencia, especialmente destacada, sobre los “endemoniados,” a los “que
(demonios) no les permitía hablar, porque le conocían” como Mesías, queriendo
hacernos ver el poder de Cristo sobre los “espíritus impuros,” como prueba de
su poder y realidad mesiánica y evitar conmociones improcedentes en el
pueblo. A
la mañana siguiente al sábado, fue a orar a un lugar desierto cercano a Cafarnaúm. Las curaciones del día anterior hacen que la
gente le buscase. Luego San Marcos, nos presenta un cuadro esquemático de la
predicación de Jesús por las sinagogas de Galilea. Marcos se complace todavía
en poner como una nueva rúbrica al mesianismo de Cristo, al destacar que en
estas actividades apostólicas expulsaba los demonios, destacando su poder y
realidad de Mesías. Hemos
visto como en la sinagoga de Nazaret, Jesús desagradó sumamente a unos
oyentes que no querían oír hablar de la buena noticia de su liberación
dirigida a los pobres, a los cautivos, a los ciegos y a los oprimidos, de una
amnistía general de Dios, del perdón otorgado a la humanidad entera, luego
predica en la sinagoga de Cafarnaún, situada algo
mas al oriente, pero siempre en Galilea, allí para un endemoniado, como para
otros presentes, Jesús no ha venido a liberarlos, sino a destruirlos. Ahora,
después de estar en la sinagoga, Jesús fue a la casa de Simón, allí encontró
que la suegra de Simón (Pedro) tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera
algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta
desapareció, ella en seguida, se levantó y se puso a servirlos. La suegra de
Pedro no hace una bella enseñanza, que es la actitud de los seguidores de
Cristo, al ponerse inmediatamente al servicio del Señor Jesús. Jesús
se ha dedicado a curar a los enfermos y a las personas que están dominadas
por un espíritu maligno, y lo hace en forma individual, es así, como al
atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se
los llevaron, y Él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
El no hacer curaciones masivas, sino que personalmente, es una actitud de
mucho respeto hacia la personalidad de cada enfermo. Y
los que estaban dominados por un espíritu maligno, poseídos por los demonios,
también quedaban curados. Pero él los increpaba y no los dejaba hablar,
porque ellos sabían que era el Mesías y Jesús no quiere que a El se le de un
carácter distinto al que vino, porque El ha venido para servir y no para
dominar; por eso quien se encuentra con él, como la suegra de Simón, se
libera para el servicio. 4.
“VENGAN A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁN AFLIGIDOS
Y AGOBIADOS Y YO LOS ALIVIARÉ” (MT 11,28) Porque
Jesús es el refugio de todas las necesidades y de las enfermedades su
medicina, Jesús es la calma para los angustiados, los que lo siguen, saben
que en El encontraran alivio, no solo a las cosas de salud, además a las del
alma, por eso cuando gozamos de buena salud, también acudimos a El, y para
cualquier caso, acudamos a El, como lo hacían los enfermos que rodeaban a
Jesús, con sencillez y con gran confianza. Nos
enseña también Jesús que ha venido a salvar a todos los hombres, así cura a
los enfermos de todas las dolencias, si exceptuar a los mismos poseídos por
el demonio. Que
bueno es saber, que para cualquier dolencia que nos aqueje, para las
angustias que nos oprimen, o para los males del espíritu, tenemos a quien
acudir, 5.
“VAYAMOS A OTRA PARTE, A PREDICAR
TAMBIÉN EN LAS POBLACIONES VECINAS, PORQUE PARA ESO HE SALIDO” En
la segunda parte, el Evangelio nos relata que: Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a
un lugar desierto; allí estuvo orando. Por eso, cuando la gente supo que
cuando amaneció, Jesús se fue a un lugar desierto, comenzaron a buscarlo y,
cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos.
Pero él les dijo: --Vayamos a otra parte, a predicar también en las
poblaciones vecinas, porque para eso he salido --" Los
apóstoles le dijeron a Jesús, --Todos te andan buscando --, indicándonos, la
necesidad de Jesús que tenían las gentes, la misma que tenemos hoy de nuestro
Señor, necesidad de su Mirada, su cercanía y su Palabra, y especialmente en
ese tiempo de oír su Voz. La mirada de Jesús nos conmueve, nos convierte, nos
cambia, no hace arrepentirnos, su suave susurro que nos llega al ponernos en
su presencia, nos encanta y nos da paz. ¿Entonces como no buscarlo?. Busquemos también a Jesús, en cada instante de nuestra
vida, para servirlo y conocerlo más, al encontrarlo, tendremos paz, alegría
en el corazón y su gracia por siempre. El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio
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