¡JESÚS VIVE! Comentario sobre la
Resurrección y Apariciones de Jesús Resucitado Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds 1. ¡JESÚS VIVE! Dijo entonces Jesús: Aún estaré con vosotros un poco de
tiempo, y me iré al que me ha enviado (Jn 7:33). También dijo: y Yo, si fuere
levantado de la tierra, atraeré a todos a mí (Jn 12:32). Los apóstoles, fueron lo primero en reconocer y hablar
sobre la resurrección de Jesús, y así se lo hicieron saber a los primeros
cristianos, Pedro en su discurso dice que a Jesús lo alzaron en la cruz:
“Pero Dios, rotas las ataduras de la muerte, le resucitó” San Pablo en la cartas a los Corintios, 15: 3-8 les dice: Pues, a la verdad, os he
transmitido, en primer lugar, lo que yo mismo he recibido, que Cristo murió
por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, que resucitó
al tercer día, según las Escrituras, y que se apareció a Cefas,
luego a los Doce. Después se apareció una vez a más de quinientos hermanos,
de los cuales muchos viven todavía, y algunos murieron; luego se apareció a
Santiago, luego a todos los apóstoles;
y después de todos, como a un aborto, se me apareció también a mí.” Jesús al enseñarnos el Padrenuestro, nos enseño que le
pidamos Dios que se haga su voluntad aquí en la tierra como en el cielo. Así
es como fue Jesús resucitado por la voluntad de Dios. Rezamos en el Credo:
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió
a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso, desde
allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Esa es nuestra fe, así es
nuestra vida espiritual, llena del amor de Dios y de la convicción que Jesús
vive para los hombres, esa fe, nos hace sentir que ¡Jesús Vive! 2. LA RESURRECCIÓN, NARRADA POR LOS
EVANGELISTAS Según san Mateo
28:2-7 De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Angel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar
la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su
vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron
a temblar y se quedaron como muertos. El Angel se
dirigió a las mujeres y les dijo: “ Vosotras no
temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado,
como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha
resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le
veréis." Ya os lo he dicho. “ Según san Marcos
16:5-7 Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el
lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les
dice: “No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha
resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de
vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.” Según san Lucas
24:2-7 Pero encontraron que la piedra había sido retirada del
sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían
que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos
resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les
dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí,
ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea,
diciendo: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de
los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite." Según san Juan 20:
11-14 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras
lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados
donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
Dícenle ellos: “Mujer, ¿por qué lloras?” Ella les respondió: “Porque se han
llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.” Dicho esto, se volvió y vio
a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 3. LA TUMBA VACÍA En los cuatro relatos, nos encontramos con la tumba vacía,
san Mateo dice; “sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí, ha
resucitado”, san Marcos dice: Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha
resucitado, no está aquí; mirad el sitio en que le pusieron, san Lucas dice: y, entrando, no hallaron el
cuerpo del Señor Jesús, san Juan dice: Porque han tomado a mi Señor y no sé
dónde lo han puesto. Y diciendo esto, se volvió para atrás y vio a Jesús que
estaba allí. 4. EL MENSAJE DE DIOS A TRAVÉS DE LOS
ÁNGELES Hemos aprendido que un ángel habla cuando se formula en
palabras un mensaje de Dios, y ese mensaje en estos relatos en de la
resurrección. San Mateo dice; El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No
temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado…. Id luego y decid a sus discípulos que ha resucitado de
entre los muertos. San Marcos, no trae la palabra Ángel, pero los describe
con las vestiduras que utilizaban los Ángeles, y lo relata así; vieron un
joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca. San Lucas, tampoco
menciona la palabra ángeles, pero al igual que san Marcos da entender que si
lo son, el los relata así: Estando ellas perplejas sobre esto, se les
presentaron dos hombres vestidos de vestiduras deslumbrantes. San Juan lo
narra de esta forma: y vio a dos ángeles vestidos de blanco, uno a la cabecera
y otro a los pies de donde había estado el cuerpo de Jesús. El mensaje de la
resurrección, nos llega como un mensaje de Dios. 5. PROCLAMAR LA RESURRECCIÓN Decimos y anunciamos, con claridad y sin equívoco, es
decir proclamamos la resurrección de Jesús, es decir esta no se puede
describir, sino sólo proclamar. En efecto, ninguno de los Evangelios describe
como fue, san Mateo dice que: “sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del
Señor bajó del cielo y, acercándose, removió la piedra del sepulcro y se
sentó sobre ella.” La expresión el “gran terremoto” procede de la idea del
antiguo vocabulario bíblico para explicar los “signos de la teofanía”, es
decir una manifestación de la divinidad, en otras palabras, ha ocurrido una manifestación de Dios. San
Marcos tampoco explica como fue la resurrección, solo dice que: Muy de
madrugada, el primer día después del sábado, en cuanto salió el sol, vinieron
al monumento. Se decían entre sí: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada
del monumento? Y mirando, vieron que la piedra estaba removida; era muy
grande. (Mc 16; 2-4). Esto es Jesús no estaba ya allí, porque no estaba
muerto. El mensaje de resurrección de la tumba vacía. Dios manifiesto así sus
misterios. 6. LAS MUJERES VAN A LA TUMBA Según san Mateo, dice que: Pasado el sábado, ya para
alborear el día primero de la semana, vino María Magdalena, con la otra
María, a ver el sepulcro. (Mt 28:1). ¿Cuál es la finalidad de la visita de
estas mujeres al sepulcro? Según Mateo, vinieron “para verlo.” San Marcos aclara
algo mas, el dice que eran tres mujeres y venían para ungirle “Pasado el
sábado, María Magdalena, y María la de Santiago, y Salomé compraron aromas
para ir a ungirle” (Mc 16:1), san Lucas dice que: vinieron al monumento,
trayendo los aromas que habían preparado, (Lc 24: 1, 10) y luego dice: Eran
María la Magdalena, Juana y María de Santiago y las demás que estaban con
ellas. La rapidez con que se había embalsamado el viernes el cuerpo del Señor
debió de ser un poco precipitada y provisional. Precisamente aquella misma
tarde, las mujeres habían preparado aromas y mirra, así lo relata san Lucas
(Lc 23:55-56) Las mujeres que habían venido con El de Galilea le siguieron y
vieron el monumento y cómo fue depositado su cuerpo. A la vuelta prepararon
aromas y mirra. Durante el sábado estuvieron quietas por causa del precepto.
Es decir ellas vinieron a terminar aquella obra de amor a su Maestro. 7. PEDRO Y JUAN VAN AL SEPULCRO, EVANGELIO
SEGÚN SAN JUAN 20:3-10. Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al
sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante
más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las
vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole,
entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su
cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro;
vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura
Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Los discípulos, entonces, volvieron a casa. Pedro y Juan debieron de salir enseguida de recibir esta
noticia, pues ambos “corrían.” San Juan nos revela en este relato rasgos
interesantes, dice: “el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro”. En
efecto, Pedro debía de estar sobre la mitad de su edad, sobre los cincuenta
años (Jn 21:18.19), y, según San Ireneo, vivió hasta el tiempo de Trajano
(98-117). Esto hace suponer que San Juan pudiese tener entonces sobre
veinticinco o treinta años, él por su juventud y su fuerte ímpetu de amor a
Cristo, “corrió más aprisa” y llegó primero al sepulcro. Pero “no entró.”
Sólo se “inclinó” para ver el interior. Teniendo el sepulcro la entrada en lo
bajo y teniendo que agacharse para entrar, es decir san Juan, para poder
echar una ojeada al interior, tenía que “inclinarse.” Además san Juan no
entró, esperando a Pedro. ¿Por qué esto?, no lo dice. Pedro es el primero que
entra en el sepulcro. El evangelista insiste en lo que vio: los “lienzos” en
que había sido envuelto estaban allí; y el “sudario” en que se había envuelto
su cabeza no estaba con los “lienzos,” sino que estaba “enrollado” y puesto
aparte. El evangelista, al recoger estos datos, pretende, manifiestamente,
hacer ver que no se trata de un robo; de haber sido esto, los que lo hubiesen
robado no se hubiesen entretenido en llevar un cuerpo muerto sin su mortaja,
ni en haber cuidado de dejar “lienzos” y “sudario” puestos cuidadosamente en
sus sitios respectivos (Lc 24:12). A este propósito, el caso de Lázaro al
salir del sepulcro, “fajado” de pies y manos y envuelta su cabeza en el
“sudario,” antes descrito por el evangelista, era aleccionador (Jn 11:44).
San Juan pone luego el testimonio de fe. También él entró “y vio, y creyó.”
Vio el sepulcro vacío, sin que hubiese habido robo. Y “creyó.” 8. LAS APARICIONES DE JESÚS. A primera vista las apariciones de Jesús resucitado son
simplemente dichas, es decir se expresan que Jesús simplemente esta o estaba
ahí. Jesús vive. Los relatos expresan la existencia postpascual
de Jesús con medios muy terrenos: no dicen que llegó como un “espíritu,” sino
que comió con sus discípulos; Tomás pudo tocar los agujeros de sus llagas.
Pese a lo cual la manera y naturaleza de ese cuerpo resucitado de Jesús
contradice en los relatos las leyes de los cuerpos materiales; para él ni los
muros ni las puertas cerradas constituyen un impedimento; para él no existían
las distancias. Esta idea es importante porque refrenda la realidad espiritual
de las apariciones. Los apóstoles, los discípulos y hombres como Santiago y
Pablo, que en manera alguna propendían al reconocimiento de Jesús como
Mesías, dejaron de lado su desconfianza y creyeron. Quienes fueron honrados
con alguna de las apariciones referidas de Jesús se convirtieron en testigos:
del Resucitado que vivía. Por ello en las historias de apariciones que
relatan los Evangelios Sinópticos las mujeres pasan a un segundo plano. No es
que no las hayan tenido en absoluto, sino que los Sinópticos no conceden gran
valor a su testimonio. Las mujeres, en efecto, no podían actuar en los
tribunales como testigos. Marcos sólo menciona de paso a María Magdalena
(16:9). Y cuando la propia María Magdalena les refirió a los apóstoles la
aparición de Jesús, “ellos se resistieron a creer” (Mc 16:11). Pero Juan
relata ampliamente una aparición a María Magdalena (Jn 20:11-18) y presenta
así la doctrina explícita de que el Cristo terreno y el Jesús resucitado y
transfigurado son la misma persona. La misma tendencia de la buena nueva de la salvación
(muerte y resurrección de Cristo), fundamento de la fe cristiana, late en los
relatos de la aparición de Jesús a Tomás y en el lago de Genesaret;
en ambas apariciones se destaca con fuerza la vinculación con la vida terrena
de Jesús: en la de Tomás, mediante las heridas de la crucifixión de Jesús; en
la del lago, mediante la situación que crea la pesca milagrosa y con la
llamada a Pedro y el recuerdo de su negación. De lo que se trata en esas
historias es de proclamar la identidad del Resucitado con el Jesús que había
vivido sobre la tierra. Ni los relatos sobre la tumba vacía ni sobre las
apariciones de Jesús intentan ser relatos de hechos evidentes; más bien
quieren expresar en palabras las experiencias intelectual-espirituales
(Cuando la Biblia califica de “apariciones” esos encuentros con el
Resucitado, quiere decir que se trata de encuentros de tipo
intelectual-espiritual, por lo demás descritos casi siempre con un
vocabulario tomado del mundo sensible)
de las mujeres, los apóstoles y los discípulos con el Cristo vivo a
pesar de la muerte y de la sepultura. Es así como esos relatos están
dispuestas de tal modo que en las formas más diferentes se habla de un único
“ver a Jesús”: se dejó ver por ellos, se les apareció. Jesús nos muestra aquí
su gran amor por sus amigos, por que ellos le habían abandonado. 9. LOS SANEDRITAS SE ENTERAN DE LA
RESURRECCIÓN DE CRISTO Evangelio según san
Mateo 28:11-15. Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la
ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado. Estos,
reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de
dinero a los soldados, advirtiéndoles: «Decid: "Sus discípulos vinieron
de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos." Y si la cosa llega a
oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos
complicaciones.» Ellos tomaron el dinero y procedieron según las
instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos, hasta el
día de hoy. Según el relato, la guardia romana puesta en el sepulcro
huye, ante el hecho del ángel aterrador y el sepulcro abierto, a comunicar la
noticia y justificarse. Había que dar una explicación de alguna manera de
aquel suceso. Hay una reunión de gentes sanedritas y se apela al dinero. Aquella soldadesca
mercenaria aceptaba fácilmente aquella propuesta: mientras dormían, habían
robado el cuerpo. Mas a quien lo pensase, no le parecería verosímil: ¿cómo
dormir en una custodia, que era gravemente punible en el código militar?
¿Cómo atreverse nadie ante la tropa, máxime sus discípulos, a intentar violar
un sepulcro? ¿Cómo no despertar ante el ruido de gentes y de instrumentos y
del rodaje de la piedra sepulcral? Alguna explicación había de darse. Las
gentes sanedritas se comprometían a apaciguar al
procurador si la noticia llegaba a él. Si a ellos no les interesaba el
asunto, menos había de preocuparle aquel enojoso asunto a Pilato. 10. ¿CUÁNDO Y A QUE HORA FUE LA RESURRECCIÓN
DEL SEÑOR? ¿Cuándo fue la resurrección del Señor? Su hora no se sabe.
No se puede estrechar la vinculación de la acción del ángel con la ida de las
mujeres al sepulcro. En todo caso, debió de ser en la noche, a juzgar por las
descripciones horarias evangélicas de la ida de las mujeres al sepulcro, y ésta
ya había sido antes de su llegada. Enterrado Jesús el viernes, permaneció en el sepulcro todo
el sábado y resucitó el domingo. Los tres días de su anuncio se cumplieron.
No había que tomarlos por días de veinticuatro horas. Tres días y tres noches
era una expresión ya hecha para designar tres días, sin que requiriese esto
el que fuesen días completos. Era un principio corriente que un día
comenzado, o parte de un día, contaba para ciertas cosas como un día entero.
Así se lee en la literatura rabínica que rabí Eleazar (sobre el año 100 d.C.) decía: “Un día y una noche hacen una kona (aquí veinticuatro horas); pero una Ona comenzada vale como una kona
entera.” Y también decían: “Una fracción de día vale por un día entero.” Y
estos aforismos se aplican también al mes y al año. 11. “HA RESUCITADO” “HA RESUCITADO”. Así, con mayúsculas, aparece en el
Leccionario. Esta palabra es común a los tres sinópticos y aparece por tanto
en los tres ciclos. Es la noticia. La Iglesia vive de ella. Millones de
cristianos a lo largo de veinte siglos han vivido de ella. Es la noticia que
ha cambiado la historia: el Crucificado vive, ha vencido la muerte y el mal.
Es el grito que inunda esta noche santa como una luz potente que rasga las
tinieblas. ¿En qué medida vivo yo de este anuncio? ¿En qué medida soy
portavoz de esta noticia para los que aún no la conocen? “Consideraos muertos al pecado y vivos para Dios”. La
resurrección de Cristo es también la nuestra. Él no sólo ha destruido la
muerte, sino también el pecado, que es la verdadera muerte y causa de ella.
La resurrección de Cristo es capaz de levantarnos para hacernos llevar una
vida de resucitados. Ya no somos esclavos del pecado. Podemos vivir desde
ahora en la pertenencia a Dios, como Cristo. Podemos caminar en novedad de vida. “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la
piedra angular”. Las lecturas del A.T. son una síntesis de la historia de la
salvación, que culmina en Cristo. El Resucitado es la clave de todo. Todo se
ilumina desde Él. Sin Él, todo permanece confuso y sin sentido. ¿Le permito
yo que ilumine mi vida? ¿Soy capaz de acoger la presencia del Resucitado para
entender toda mi vida como historia de salvación? (FGD) El Señor nos Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds Domingo de Resurrección |
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