“conozco
a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí” Jn 10, 11-18: 1.
JESÚS ES LA PUERTA DEL REDIL En el Capitulo anterior de este Evangelio, (Jn 10,1-10),
Jesús es la Puerta del redil, en una parábola que es una alegoría, es decir
algo figurativo en una vida pastoril. Puerta para ir, en la hora mesiánica,
al pueblo, y el único Pastor al que han de seguir todos, como rebaño, para
salvarse. Jesús comienza identificándose, alegóricamente, con la puerta del
redil. Este es Israel, El es la puerta de las ovejas. Pero el contexto exige
que se refiera no a las ovejas, Israel, que entren o salgan por él, sino a
los pastores que se acercan o quieren regir, religiosamente, a Israel y que
boicotean el ingreso del pueblo en la fe de Jesús Mesías — en el redil
cristiano de Israel — Mientras que el ladrón del rebaño (los fariseos), no
entra por la puerta del redil, porque entra clandestinamente para perjudicar,
así aquí, en cambio, siendo El la puerta, el que entra en el rebaño de Israel
por medio de Jesús, que es con su fe y autoridad, ése será salvo, irá y
vendrá, y encontrará pasto, el buen pasto espiritual, para su rebaño. 2.
“YO SOY EL BUEN PASTOR” En segunda parte, el Evangelio de hoy, Jesús nos presenta,
alegorizando la parábola base, el anunciarse El como el Buen Pastor. El se
presenta como el Pastor, el bueno. Con ello quiere decir que en El se
encuentran las condiciones eminentes de un pastor; es decir, de un pastor
espiritual digno de este nombre. Jesús, es el buen pastor que da su vida por sus ovejas. Si
en absoluta exigencia moral no se exigiese tanto, con ello se expresa la
solicitud del Buen Pastor, Jesús, apuntándose con ello elementos alegóricos.
Acaso esté inspirado en lo que David, tipo del Mesías, cuenta de sí mismo
cuando era pastor: que perseguía al león o al oso que le había robado una
oveja, hasta quitársela de sus fauces (1 Sam 17:34-36; cf. Ez 34:23; Is
31:4). 3.
EL ASALARIADO, EN CAMBIO, QUE NO ES
EL PASTOR. Dice Jesús: El asalariado, en cambio, que no es el pastor.
Pero frente al buen pastor está el pastor asalariado, que no puede tener,
naturalmente, esta estimación por el rebaño. Y así, al ver venir al lobo, que
es el enemigo tradicional de las ovejas, (Vayan, pero sepan que los envío
como corderos en medio de lobos, san Lucas 10,3), abandona el rebaño,
poniéndose a salvo, y el lobo las arrebata y las dispersa. Leyendo a san Agustín, me doy cuenta que pensaba que en el
pastor asalariado se representaba a los fariseos, y en el lobo que arrebata
dispersa las ovejas, se significaba al diablo. Tratándose fundamentalmente de
una parábola alegorizante, se ve ya que no todos los elementos exigen una
interpretación alegórica. Aunque en el Νuevo Testamento, se usa la
imagen de lobos rapaces para indicar las infiltraciones heréticas (Hech 20:28
ss), aquí parece ser un elemento más para la descripción del tipo, como no
pasan, probablemente, de serlo los osos y los leones que David mataba (1 Sam
17:34-36). No lo es, en cambio, el ver en la pintura del pastor asalariado,
no un simple recurso literario, sino una alusión intencionada a los malos
pastores de entonces en Israel, los fariseos, ya que instintivamente se
piensa en ellos por la estructura del relato. 4.
CONOZCO A MIS OVEJAS, Y MIS OVEJAS ME
CONOCEN A MÍ Frente a estos malos pastores, que huyen ante los peligros
de su rebaño, Jesús es para su rebaño de Israel el buen pastor, que de tal
manera lo vigila, lo apacienta y que
hasta llega a dar su vida en provecho de sus ovejas. Lo que aquí dice,
sapiencialmente, como condición de todo buen pastor, con el que se
identifica, como los indica en este evangelio. Es la enseñanza y profecía de
la muerte redentora de Jesús. Dice Jesús; Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y
mis ovejas me conocen a mí. También Jesús, nos enseña un segundo aspecto de
su obra de buen pastor, es el conocimiento que El tiene de sus ovejas, lo
mismo que el que ellas tienen de El. Y esto en su doble aspecto, es decir las
ovejas de Israel y las de los gentiles. 5.
COMO EL PADRE ME CONOCE A MÍ Y YO
CONOZCO AL PADRE Luego Jesús agrega: -como el Padre me conoce a mí y yo
conozco al Padre- Entre Jesús y sus ovejas hay un conocimiento recíproco.
Pero el conocimiento universal y sobrenatural de Jesús a las ovejas de su
rebaño está muy evidente. No es por alguna señal externa, sino por algo más
íntimo, más profundo y auténtico, basado en una semejanza de como el Padre y
el Hijo se conocen, que no es solamente por un conocimiento intelectual, sino
por un conocimiento a la vez intelectual y amoroso. No se trata aquí de las relaciones metafísicas del Padre y
el Verbo, sino de las relaciones mutuas del Padre y el Hijo encarnado —
conocimiento y amor recíproco de ambos (Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y
nadie conoce al Padre sino el Hijo, Mt 11:27) —, que es el tema del evangelio
de San Juan, y cómo podrá el Hijo dar su vida por las ovejas. San Juan dice
en otro pasaje, suponiendo este conocimiento amoroso: “Y todo aquel que ama
ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor” (1 Jn 4, 7.8;). Calcado este conocimiento y amor en el
conocimiento amoroso del Padre y del Hijo encarnado, se sigue que, en sus
ovejas, este conocimiento es sobrenatural, y este amor es de caridad. Estas
ovejas aman a Jesús como al Hijo de Dios encarnado. 6.
LA TERNURA CON QUE JESÚS CONOCE Y
AMA. Si en el fondo de todo este conocimiento amoroso hay una
predestinación (Jn 6:44.65), lo que resalta inmediatamente es la ternura con que
Jesús conoce y ama. Y son las ovejas que conocen su voz, y El va delante de
ellas en su vida y las llama por su nombre. Así llamó a sus apóstoles e
incluso materialmente a Pedro, cambiándole el nombre y preguntándole un día
por su amor, Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón,
hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? (Jn 21:15), lo mismo que llamó por su
nombre a María Magdalena (Jn 20:16). Pero, diciendo aquí que conoce a sus ovejas, y que éstas,
y no habla de otras, le conocen, al modo amoroso que indica, hace ver que se
refiere a sus discípulos. Es ya un conocimiento amoroso actual. Por tanto,
saben quién es El — el Hijo de Dios —; y así le aman. Y amándole como a tal,
le siguen: son sus discípulos. 7.
EL PADRE ME AMA PORQUE YO DOY MI VIDA
PARA RECOBRARLA Dice Jesús: Tengo, además, otras ovejas que no son de este
corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un
solo rebaño y un solo Pastor. Un aspecto de gran importancia, de este Buen
Pastor, es que tiene que extender su solicitud a la universalidad del rebaño,
Por eso lo proclama con el ansia del verdadero Buen Pastor. Las otras ovejas,
contrapuestas a las que ya tiene en el redil del cristiano Israel, el redil
que estaba bajo la conducción del Pastor divino, son los gentiles. Dice Jesús: “El Padre me ama porque yo doy mi vida para
recobrarla”. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder
de darla y de recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre”. Para
esta obra, Jesús tiene un mandato del Padre. Jesús en toda su obra no hace
más que obedecer el plan del Padre. El mismo dirá, valorando este mandato
recibido: Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he
cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor, (Jn 15,10). Es
la doctrina que el Νuevo Testamento enseña sobre Jesús: su obediencia a
los mandatos del Padre. Y así, por esta obediencia y sumisión total a los
planes del Padre, por todo esto, Jesús está siendo también siempre amado por
el Padre (Jn 5:20). 8.
NO HABRÁ MÁS QUE UN PASTOR, EL ÚNICO,
EL BUEN PASTOR El Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, un Pastor
para todos y que lo da todo, pero en el sentido de ser necesario, como es tan
frecuente en San Juan, por ser los planes de Dios, que a todos los tenga en
su rebaño; que oigan, eficazmente, su voz, que le conozcan amorosamente, como
las ovejas cristianas del otro redil, a fin de que El las conduzca como
rebaño único, que El guía a la vida eterna, que abundantemente les da. Y así
no habrá más que un Pastor, el único, el Buen Pastor, que conduce al cielo, a
la vida, a un único rebaño, compuesto de los fieles de Israel y de todo el
mundo. Es a un tiempo la enseñanza de la vocación universal de las gentes y
la profecía de su incorporación al rebaño de Jesús. Es el tema que Juan se
complace en destacar. La Iglesia es el rebaño a que se refiere Jesús, nosotros
podemos pensar en verdad que somos las ovejas del rebaño de Jesús, el Buen
Pastor, por tanto, podemos tener confianza y esperanza, estas, fundadas en la
palabras y promesas del Buen Jesús, el nos cuida y nos cuidará, nos dará en
las verdes praderas, buenos pastos espirituales, nos defenderá de nuestro
enemigos, nos ayudará en nuestros cansancios y nos permitirá descansar junto
a El. Que Cristo
Resucitado, viva en sus corazones Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant Cuarto Domingo de Pascua |
|
---