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JESÚS ES EL GRANO QUE MUERE PARA DAR VIDA A TODOS,

CON SUS SUFRIMIENTOS, FUE CAUSA DE SALVACIÓN ETERNA PARA TODOS.

Jn 12, 20-33

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

1.         PONDRÉ MI LEY DENTRO DE ELLOS, Y LA ESCRIBIRÉ EN SUS CORAZONES

Por su extrema culminación, Cristo es el Sumo Sacerdote que reconcilia con la propia sangre a los hombres con Dios, estipulando de este modo aquella “nueva alianza” de la que habla Jeremías (Jer 31, 31-34): “Llegarán los días —oráculo del Señor— en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá.” Por medio de ella, el hombre se renueva en su ser más intimo; la ley de Dios no es ya una simple ley externa grabada en tablas de piedra, sino una ley interior escrita en el corazón por el amor y con la sangre de Cristo. Por la pasión de Cristo, en efecto, llegaron los días de los que Dios había dicho: “Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días —oráculo del Señor—: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones.”

Pero, al mismo tiempo, refrenda el amor y misericordia del Señor para perdonar y recomponer. “Yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: “Conozcan al Señor”. Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande.”

Y Dios promete su Nueva y Eterna Alianza con nosotros asegurando haber perdonado nuestras iniquidades. “Porque Yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.”

2.         JESUCRISTO, CON SUS SUFRIMIENTOS, FUE CAUSA DE SALVACIÓN ETERNA PARA TODOS.

“Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a Aquél que podía salvarlo de la muerte” (Heb 5, 7-9). Con gran sensibilidad Pablo nos describe las angustias de Cristo, con una humanidad que impresiona, cuando con gritos y con lágrimas, presentó nuestro Señor Jesucristo sus oraciones y súplicas al que podía salvarlo, aludiendo a los lamentos del Señor en Getsemaní. El es Hijo, pero el Padre no le perdona porque le ha entregado para la salvación del mundo (Jn 3, 16); “Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer” y el Hijo acepta voluntariamente la voluntad del Padre aprendiendo, sufriendo y obedeciendo: “De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.”.

3.         ES NECESARIO OBEDECER NEGÁNDOSE A SI MISMO.

Siendo Hijo de Dios, no tenía necesidad alguna de someterse a la muerte ni de obedecer a través del sufrimiento, pero abrazó ambas cosas para convertirse para todos los que le obedecen en autor de “salvación eterna”.

La pasión revela así, del modo más elocuente, la sublimidad del amor del Padre y de Cristo hacia los hombres; y revela también que para ser salvados por aquel que consumó el holocausto de la obediencia en la muerte de cruz, es necesario obedecer negándose a si mismo. (Comentario de Intimidad Divina, Padre Gabriel de SMM ocd.)

4.         HA LLEGADO LA HORA EN QUE EL HIJO DEL HOMBRE VA A SER GLORIFICADO

La hora de la muerte de Jesucristo ya es inminente. Hecha la entrada mesiánica en Jerusalén, el período para su muerte está ya en marcha. Esta es la hora tantas veces anunciada, así esta relatada en el Evangelio de San Juan (Jn 2:4; 7:30; 8:20; 13:1; 17:1) y la que sistematizó su vida.

Pero esta hora es “la hora en que el Hijo del hombre será glorificado.” San Juan, es el evangelista que por excelencia, destaca la muerte de Jesucristo como su triunfo: no sólo victoria sobre el pecado, sino paso, pascua, al Padre (Jn 13:1) e ingreso de su humanidad en la plenitud de sus derechos divinos (Jn 17:1b.5.24).

Este fragmento del Evangelio, (Jn 12, 20-33),  nos ilustra este triunfo, es la comparación parabólica con el grano de trigo. Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. Lo que Cristo enseña con una semejanza es la riqueza del fruto universal (Jn 11:52) de su muerte.

Así es, como en esta ocasión, Jesús por medio de esta metáfora, nos anuncia su glorificación por su propia muerte por medio de la comparación con el grano de trigo, con lo cual nos hace ver que su muerte no será un fracaso, al contrario será los que nos permitirá una vida nueva.

5.         LES ASEGURO QUE SI EL GRANO DE TRIGO QUE CAE EN LA TIERRA NO MUERE, QUEDA SOLO; PERO SI MUERE, DA MUCHO FRUTO.

Como es habitual en El, Jesús es un hombre sencillo para comunicarse con los suyos, y emplea un lenguaje que no difícil de entender. En esta ocasión los hace con metáforas de la vida ordinaria como en este caso de la semilla del trigo, todo campesino sabe muy bien que al sembrar el grano en la buena tierra, este muere, esto es, se pudre, pero como consecuencia de esto de el surge una nueva planta que crece y luego bien regada da muchos granos más, y su siembra resultaría un verdadero fracaso si el grano no muriera.

Es así, como no sirve un grano de trigo sin germinar, pero la germinación de vida supone entrar él mismo en la muerte, como la muerte de Jesucristo y de los que estamos unidos a Él por la fe y el Bautismo, es como la muerte del grano de trigo y de esa muerte nace Vida Nueva. Para seguir a Cristo, no podemos evitar la cruz, si lo hiciéramos, estaríamos siendo como el grano sin germinar.

6.         EL QUE QUIERA SERVIRME, QUE ME SIGA, Y DONDE YO ESTÉ, ESTARÁ TAMBIÉN MI SERVIDOR.

Jesús nos invita a seguirle y nos pide siempre entrega total. Nos invita a tener una actitud de confianza completa y sin reservas a la salvación del reinado de Dios, siguiendo a Cristo perderemos muchas cosas superfluas de esta sociedad, pero se convertirán en ganancia en fuente de vida. Jesús siempre nos pide una entrega radical y nos pide una vida sin egoísmo y sin pensar en asegurar nuestra propia existencia, tenemos que olvidarnos por completo de si mismo, como el lo hizo y sin palabra, el lo hizo con su vida en la cruz.

El que sirve a Cristo, ha de seguirle. Donde Cristo está, también deberá estar él. Si El está ahora en la muerte, también el servidor ha de seguirle por este camino. “El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16:24 par.). La enseñanza no se limita a solos los apóstoles o discípulos; es universalmente para todos. Esto exige, en orden a la vida eterna, perder su alma en este mundo. Cuando leemos los Evangelios de san Juan, el mundo tiene el sentido de los hombres malos. Por eso, el que quiera guardarla intacta y preservarla (Jn 17:12) para la vida eterna, ha de perderla para la vida de este mundo malo.

7.         EL QUE QUIERA SERVIRME, SERÁ HONRADO POR MI PADRE

El Evangelio siempre nos pide un cambio y un compromiso, si miramos como está la sociedad hoy día, encontramos ese mundo malo del que habla Juan, donde cada vez hay menos interés por vivir como nos ha enseñado Jesús, donde se pierde fácilmente el estimulo por ser solidario con los mas pobres, un mundo que le es difícil amar y entregarse incondicionalmente al prójimo de la forma como Jesús nos ha pedido, una sociedad olvidada de orar. Entonces nos preguntamos ¿Qué frutos se pueden esperar con esta forma de vida? Para dar buenos frutos, hace falta entregarse como semilla, hace falta comprometerse por lo que uno cree, entonces si queremos dar fruto, debemos ser capaces de darnos, de entregarnos, de morir por aquello que estamos convencidos que es bueno.

A los cristianos se nos exige renunciar a nosotros mismo, renunciar a nosotros mismos en el servicio. “Servir” y “seguir”, son dos palabras que se usan frecuentemente para decir que somos cristianos: se sirve al Señor y se sigue al Señor y si seguimos a Cristo en todo momento y en todas las circunstancia, muriendo con Cristo, también seremos glorificados con Él. Así es, como el premio a este “servicio” y “seguimiento” a Cristo, será como nos anuncia El mismo: será honrado por mi Padre".

8.         ORACION

Es así como oramos y damos al Señor Jesús, ya que su muerte en la cruz, es fuente de vida, gracias a esta generosa entrega de su parte, y ha permitido que muchos hombres hayan recibido y recibirán la vida eterna. Su sufrimiento lleno de amor y por amor extremo a nosotros es fecundo, de su pasión, somos frutos nosotros.

¡OH!, Cristo, que la contemplación de ti crucificado, encienda en nosotros el deseo de acompañarte en la cruz para dar vida al mundo; “os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca. (Jn 15, 16)

¡OH!, Cristo, que crucificado atrae irresistiblemente las miradas y los corazones, rogamos que sea fácil para nosotros comprender que la cruz es expresión del amor del Padre a su Hijo: “Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. (Jn 10,17)

¡OH!, Cristo, por amor a nosotros, no rehúye la cruz, porque “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo:  (Jn 38,37), por todo esto, “Gracias Señor”

Comos Santa Teresa de Jesús, decimos: Vuestra soy, para Vos nací, ¿Qué mandáis hacer de mí?

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

   QUINTO DOMINGO DE CUARESMA, Ciclo B

 

 

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