“El que
permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada
pueden hacer” Jn 15, 1-8 Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant 1.
YO SOY LA VERDADERA VID Y MI PADRE ES
EL VIÑADOR. Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi
Padre es el viñador. Esta expresión de Jesús, es una alegoría dentro de un
fragmento evangélico de tendencia a ser parábola. Jesús se presenta como la
verdadera vid. Es vid verdadera en cuanto se trasladan a él, en el orden
espiritual, las propiedades de la vid. Al Padre se lo representa como el que
trabaja esta viña: el viñador. Lo que aquí se quiere expresar es que Jesús,
Dios-hombre, influye directamente, por la gracia, en los sarmientos. El
Padre, en cambio, es el que tiene el gobierno y providencia exterior de la
viña. 2.
PERMANEZCAN EN MÍ, COMO YO PERMANEZCO
EN USTEDES El tema central es la necesidad de estar unidos a Jesús;
“Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes”. Pero hay dos modos de
estar unidos a Jesús. Se habla de los fieles en general, tal como está
redactado, aunque aquí apunta, originariamente a los apóstoles porque
dice:”La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y
así sean mis discípulos”. Un modo es por la fe, bautismo, pero sin obras. “Él corta
todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé
más todavía”. Al que así se comporta, el Padre lo cortará de la Vid-Jesús. El
Padre, que ejerce el gobierno y providencia exterior, consumará la separación
que, culpablemente, tenga ese sarmiento. Es efecto de la fe sin obras, que es
fe muerta (Sant 2:17). La fe que no opera por la caridad (Gal 5:6). Así se
anuncia el peligro trascendental en que están estos sarmientos. Dice el
Señor: “Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto”, Y nos preguntamos,
¿Cuándo serán separados de Jesús? El relato no lo dice. Suponemos entonces en
la muerte y/o por la pérdida de la fe. 3.
EL QUE NO PERMANECE EN MÍ, ES COMO EL
SARMIENTO QUE SE TIRA Y SE SECA Dice Jesús: “Pero el que no permanece en mí, es como el
sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y
arde”. Cuando dice de los sarmientos cortados y echados al fuego, posiblemente se refiera especialmente al
juicio final, como se ve en los sinópticos (Mt 13:40.42; 25.41). También se
hace ver la libertad del hombre y la culpabilidad de su no cooperación a la
gracia, “El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados
de mí, nada pueden hacer”. La forma sapiencial en que es anunciado y el
hablarse según la naturaleza de las cosas, no considera el caso en que el
sarmiento desprendido pueda ser nuevamente injertado; lo que sería aquí el
arrepentimiento y penitencia. 4.
AL QUE DA FRUTO, LO PODA PARA QUE DÉ
MÁS TODAVÍA Pero hay otra forma de estar unido a Jesús: por la fe, el
bautismo y la fructificación en obras. Al que así
está, el Padre lo poda para que dé más todavía. Cuando en las vides los
sarmientos son excesivos, hay que podarlos para que la demasiada
proliferación no reste vigor a la savia. A su semejanza se hará con el fiel
sarmiento que poda, se le quitarán los obstáculos que le impiden a la savia
de la gracia fructificar y expansionarse. Pero aquí esta comparación es
parabólica, pues la savia de la gracia no se agota en Jesús ni la
proliferación de los cristianos es obstáculo al vigor de la savia. Se enseña
aquí entonces la gran doctrina de las purificaciones, en general, será el
negarse a sí mismo o todo lo que es apego egoísta e impedimento a la fructificación de la gracia. Esta enseñanza de Jesús
es el mejor comentario al libro de Job: por qué sufre el justo. 5.
USTEDES YA ESTÁN LIMPIOS POR LA
PALABRA QUE YO LES ANUNCIÉ La doctrina general — sapiencial — encuentra en al decir;
“Ustedes ya están limpios", es una aplicación directa a los apóstoles.
La obra de purificación a que aludió evoca la limpieza en que ellos estaban a
la hora del lavatorio de los pies (Jn 13:10). Tienen fundamentalmente esa
pureza a causa de la palabra que Yo les anuncié, la palabra que les he
hablado, es decir, el Evangelio: toda la enseñanza que Jesús les hizo, ya que
sus palabras son espíritu y vida. 6.
PERMANEZCAN EN MÍ, COMO YO PERMANEZCO
EN USTEDES Estando ya unidos a la Vid, sólo necesitan, pues, tener
toda esa vitalidad, permanecer en ella y en Él. Es permanencia mutua: Él en
ellos y ellos en Él. Este verbo, permanecer, es un término muy propio de san
Juan. Lo usa 40 veces en su evangelio y 23 en su primera epístola. Y formula
aquí con él la íntima, permanente y vital unión de los fieles con Jesús. Es
la palabra que usa para expresar el efecto eucarístico de unión: “El que come
mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.” (Juan (SBJ) 6,
56-57). La expresión puede tener un sentido reglado o condicional: permanece
o permanecer para. Fundamentalmente el sentido no cambia. Lo esencial es
estar unidos a Jesús, así es como dice, “porque separados de mí, nada pueden
hacer”, siendo esta es la sentencia fundamental de todo el fragmento. Este es uno de los textos donde se enseña la absoluta
necesidad de la dependencia sobrenatural de Jesús. “El que permanece en
mí, y yo en él, da mucho fruto”. El
pensamiento progresa. No solamente sin la unión a Jesús no se puede nada —
aspecto negativo —, sino que, permaneciendo en El — aspecto positivo —, se da
mucho fruto. La acción de la savia-gracia tiende a expansionarse. Cuando el
cristiano responde a las mociones de la misma, da fruto y el Padre le poda
para que se expansione más la gracia, dé mucho fruto. 7.
SI USTEDES PERMANECEN EN MÍ Y MIS
PALABRAS PERMANECEN EN USTEDES. Dice Jesús: “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán”, en esta promesa,
Jesús nos da la clave para permanecer unidos a El, esta unión es con el
recurso de la oración. La formulación que hace es universal. Se nos dará
cualquier cosa que pidamos, si le pedimos algo conforme a su voluntad, El nos
oye. Pues es oración que se hace permaneciendo unidos a Jesús, y, movidos por
su savia, nada se pediría que no convenga; “Y todo lo que pidáis en mi
nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (Juan (SBJ)
14,13). 8.
LA GLORIA DE MI PADRE CONSISTE EN QUE
USTEDES DEN FRUTO ABUNDANTE. Y no destaca Jesús: “La gloria de mi Padre consiste en que
ustedes den fruto abundante”, Es decir, en esto será glorificado mi Padre: en
que ustedes den fruto. La misión de Jesús es glorificar al Padre. La
glorificación, pues, del Padre está justamente en esto, que demos muchos
frutos. Es la valoración a la santidad, sea general, sea, en concreto, a la
del apostolado. Por eso dice: “y así sean mis discípulos” El fruto que Dios espera de nosotros, es la santidad de
una vida fiel a los mandamientos, especialmente en el amor. Nosotros, principalmente
por el bautismo, estamos injertados a Jesús, somos sus sarmientos, de El
tomamos la savia, que es la vida divina, la gracia santificante. Pero tal
como crece el sarmiento, ese crecimiento lo debemos hacer en Jesús, por medio
de la santidad. Crecer en Jesús, es permanecer en El, es tener vida intima
con El, cobrando conciencia de que El Vive en nosotros y nosotros en El.
Permanecer y estar unidos a Jesús, es pesar y amar con El, hacer una vida
agradable a Dios. El discípulo de Jesús, cuando es verdadero, Glorifica al
Padre. Cristo Resucitado, viva en sus corazones Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Quinto Domingo
de Pascua |
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