“Señor, Tú lo sabes
todo; sabes que te quiero”. Jn 21, 1-19 Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant 1 SE APARECIÓ OTRA
VEZ A LOS DISCÍPULOS A ORILLAS DEL MAR DE TIBERÍADES
Sin decir más, san Juan sitúa a los apóstoles
en Galilea, El que los apóstoles estén en Galilea, sin decirse más, es decir
no expresa o no se dice formalmente, pero se supone una relación histórica de
la narración de san Juan con los otros evangelios, los sinópticos. En éstos,
Jesús primero les había anunciado según san Mateo 26:32; san Marcos 14:28 y
luego les había ordenado por el ángel en san Mateo 28:7-10; y san Marcos 16:7
ir a Galilea después de su resurrección, en donde le verían. Alejados de los
peligros de Jerusalén, tendrían allí el reposo para recibir instrucciones
sobre el reino por espacio de cuarenta días. Los apóstoles debieron de volver, de momento,
a sus antiguas ocupaciones. Sin Jesús a junto a ellos, se encontraban
desconcertados hasta recibir nuevas instrucciones. Es lo que se ve en esta
escena. Pedro debió de volver a su casa de Cafarnaúm. San Juan, dice que
estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael,
el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos también
apóstoles, ya que allí estaban conforme a la orden del Señor de volver a
Galilea. Como nota al margen, es extraño en este
pasaje el que se diga de Natanael que era de Cana
de Galilea, cuando ya antes lo expuso, con cierta amplitud san Juan 1:44,
donde dice Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. Su
presencia entre el grupo de los apóstoles se explicaría mejor admitiendo que
también se le conoce como Bartolomé, así le llaman los otros evangelistas.
También es notorio que san Juan, nunca había citado los hijos del Zebedeo,
que son Juan y Santiago el Mayor de esta forma, cuyo silencio y anonimato
confirma la tesis de ser él el autor del cuarto evangelio. Estas
contradicciones, hace que algunos digan que la redacción de este capítulo no
es toda de san Juan. 2 MUCHACHOS,
¿TIENEN ALGO PARA COMER?
Pedro aparece con la iniciativa, dice el
Evangelio; Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Al anuncio de ir a pescar, se
le suman también los otros, pues ellos le respondieron: Vamos también
nosotros. Habían vuelto al trabajo. Debía de ser ya el atardecer cuando
salieron en la barca, pues aquella noche no pescaron nada. La noche era
tiempo propicio para la pesca. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche
no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los
discípulos no sabían que era él. Ellos no lo conocieron, sea por la
distancia, sea por su aspecto, como no le conoció Magdalena ni los peregrinos
de Emaús. Tal vez pensaron que era un espectador. Jesús se expresa como quien
tiene gran interés por ellos, y les habla en tono animado. Les pregunta si
tienen algo de pesca para comer. Jesús les dijo: Muchachos, ¿tienen algo para
comer?. Acaso piensan en algún mercader que se
interese por la marcha de la pesca para comprarla. A su respuesta negativa,
les da el consejo Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán. Ante
el fracaso nocturno, se decidieron a seguir el consejo. Siempre había gentes experimentadas en las
cosas del mar. En el Tiberíades también hay verdaderos. De suyo no suponía
esto un conocimiento sobrenatural. Desde la orilla, un hombre en pie puede
ver un banco de peces que no se perciben desde la barca. Echada la red, ya no
podían arrastrarla por la multitud de la pesca obtenida. Esta sobreabundancia
o plenitud es un rasgo en el que san Juan insiste en su evangelio: tal en
Cana (2:6); en el agua viva (4:14; 7:37ss); en la primera multiplicación de
los panes (6:11); en la vida abundante que da el Buen Pastor (10:10); lo
mismo que en destacar que el Espíritu había sido dado a Jesús en plenitud
(3:34). 3 SIMÓN PEDRO OYÓ
QUE ERA EL SEÑOR
En el Evangelio de San Lucas, 5:4-11
encontramos este relato; Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la
barca mar adentro y echen las redes para pescar. Simón respondió: Maestro,
por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tú
lo dices, echaré las redes. Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de
peces, que las redes casi se rompían. Es fácil entonces, pensar si este
relato de la pesca milagrosa de san Juan es sustancialmente el mismo de la
pesca milagrosa que relata san Lucas. La confrontación de ambos hace ver
puntos de contacto. Naturalmente que pueden ser escenas distintas. Pero para
quien conoce los usos de los evangelistas y cómo las tradiciones se mezclan,
se puede preguntar si no hay aquí una misma tradición que encontró dos
expresiones diferentes. En este caso, retocadas, o san Lucas la habría adelantado
para ponerla en función de las escenas de vocación de discípulos, o san Juan
la retrasa o la mantiene en su situación histórica, como preludio a la
importante aparición de Jesús, y destacándola con valor histórico-simbolista. Ante esta aparición y en aquel ambiente de la
resurrección, san Juan percibió algo, evocado acaso por la primera pesca
milagrosa (Lc 5:1-11), y al punto comprendió que aquella persona de la orilla
era el mismo Jesús. Esto fue también revelación para Pedro. El dolor del
pasado y el ímpetu de su amor — el carácter y la psicología de Pedro — le
hicieron arrojarse al mar para ir enseguida a Jesús. El peso de la pesca le
hizo ver el retraso de la maniobra para atracar, Simón Pedro oyó que era el
Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al
agua San Juan hace una precisión, se ciñó la
túnica. Estudiando las tradiciones de la época, dicen que en el lago de
Genesaret el agua y el aire se conservan calientes en aquella estación del
año aun durante la noche. Los pescadores suelen quitarse los vestidos
ordinarios y echarse encima una especie de túnica ligera de pescador, sin
ceñírsela con el cíngulo; de ese modo, en caso de necesidad, están dispuestos
a nadar. Los pescadores entonces no tienen dificultad en dejar los vestidos
ordinarios durante la faenas y evitan comparecer en
traje de trabajo delante de los que no son iguales a ellos. Dice el
Evangelio; que era lo único que llevaba puesto, es
decir, no completamente vestido, cuando san Juan le dijo: Es el Señor. Entonces
podemos decir, que no sólo para nadar con más seguridad, sino también por
cierto sentimiento de decencia, antes de echarse al agua se ciñó Pedro la
túnica con el cíngulo. 4 TRAIGAN ALGUNOS
DE LOS PESCADOS QUE ACABAN DE SACAR.
Los otros discípulos vinieron en la barca,
arrastrando la red cargada de pesca, ya que no estaban lejos de la costa.
Estaban como a unos 200 codos, sobre unos 90 metros. Al bajar a tierra vieron
que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Pero, cuando ya
están estos discípulos en tierra, Jesús les manda traer los peces que acaban
de pescar. Jesús les dijo: Traigan algunos de los pescados que acaban de
sacar. Para esto, Pedro, espontáneamente, acaso por
ser el dueño de la barca, subió a ella y arrastró la red a tierra. Se hizo el
recuento y habían pescado 153 peces grandes. Posiblemente se quiera decir con
esto que, en el recuento global, éstas eran las mejores piezas. Preguntándome
porque San Juan es tan preciso en la cantidad, no encontré mucha consistencia.
Por eso me inclino que tiene un valor
simplemente representativo. El evangelista destaca, sin duda con este valor
simbolista, el que, con ser tantos los peces capturados, no se rompió la red. 5 JESÚS LES INVITA
A COMER.
El mismo tomó el pan al que acaba de aludir,
e igualmente el pez, y les dio ambas cosas para comer. ¿Qué significan este
pan y este pez sobre esas brasas, que Jesús — milagrosamente — les preparara y que luego les da a comer? Se piensa en que
tiene un triple sentido, como afectivo: Jesús muestra su caridad; O como
apologético: Jesús quiere demostrar con ello la realidad de su resurrección,
como lo hizo en otras ocasiones (Lc 24:41-43; Hech 1:4), en las que El mismo
comió como garantía de la verdad de su cuerpo; aquí, sin embargo, el
evangelista omitió que Jesús hubiese también comido, para destacar el aspecto
simbolista; esa comida dada por su misma mano a ellos les hacía ver la
realidad del cuerpo de Jesús. Era el mismo Jesús que había multiplicado, en
otras ocasiones, los panes y los peces, como seguramente aquí también
multiplicó un pez y un pan para alimentar a siete discípulos; como allí era
realmente El quien les daba el pan y peces que multiplicó, aquí también era
realmente El mismo; y finalmente es un sentido simbólico. En todo esto destaca el autor que ninguno se
atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Era un motivo
de respeto hacía El, como ya lo habían tenido, en forma igual, cuando hablaba
con la Samaritana (Jn 4:27), máxime aquí, al encontrarse con El resucitado y
en una atmósfera distinta. Por eso no se atreven a profundizar más el
misterio San Juan aclara que ésta fue la tercera vez
que Jesús se apareció resucitado a sus discípulos, conforme al esquema
literario del evangelio de san Juan. Las otras dos veces fue en Jerusalén, la
tarde misma de la resurrección, y la segunda, en las mismas condiciones, a
los ocho días (Jn 20:19-29). 6 LOS SIMBOLISMOS
DE ESTA NARRACIÓN
San Juan, como he comentado, nos acusa muchos
simbolismos en sus narraciones, como por ejemplo en este capítulo, acusa en
su estructuración toda una honda evocación simbolista, especialmente en torno
a Pedro. Pedro se propone pescar. Suben a su barca otros discípulos. El
número de los pescadores que van en la barca de Pedro es de siete, número de
universalidad. Por sus solos esfuerzos nada logran en la noche de pesca. Pero
Jesús vigila desde lugar seguro por la barca de Pedro y de los que van en
ella, lo mismo que por su obra. Por eso, les dice cómo deben pescar. El
mandarles tirar la red a la derecha pudiera tener acaso un sentido de
orientación a los elegidos (Mt 25:33). La barca de Pedro sigue ahora las
indicaciones de Jesús; Pedro es guiado por Jesús. Jesús orienta la barca de
Pedro en su tarea, en su marcha. Y entonces la pesca es abundantísima. La
Iglesia es guiada por Jesús. La red es símbolo de la del reino (Mt 4:19
par.), de la Iglesia, como la pesca milagrosa fue ya símbolo de la
predicación de los apóstoles (Lc 5:10). Terminadas sus faenas, en nombre de
Jesús — faenas apostólicas — todos vienen a Jesús. Es a Él a quien han de
rendírsele los frutos de esta labor de apostolado. 7 JESÚS MIRA POR
LOS SUYOS, POR SUS TAREAS Y FATIGAS.
Pan y peces fue el alimento que El multiplicó
dos veces. Él les tiene preparado un alimento que los repara y los
apostoliza. El mismo se lo da. Evoca esto la sentencia de Jesús: Venid a mí
todos los que estéis cansados y cargados, que yo os aliviaré (Mt 11:28). El
que Él lo tomó γ se lo dio parecería orientar simbólicamente a la
eucaristía. El que esté un pez sobre brasas indica la solicitud de Jesús por
ellos al asarles así la pesca, encuadrado también en el valor
histórico-simbolista de la escena. Si les manda traer de los peces que han
pescado y unirlos al suyo, hace ver que todo alimento apostólico se ha de
unir al que Jesús dispensa (Jn 4:36-38). Acaso también se pudiera ver un simbolismo en
la frase de no preguntarle quién era, sabiendo todos que era el Señor. En la
tarea apostólica, el apóstol sabe que Jesús está con él, lo siente y lo ve en
toda su obra. También se piensa si podría ser un rasgo simbolista el que no
pesquen nada en la noche, sino en la mañana, a la luz de Jesús. 8
¿ME AMAS MÁS QUE ÉSTOS?
Después de la aparición a la orilla del lago,
Jesús resucitado dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que
éstos? Esta escena tiene lugar poco antes de subir Jesús al Padre, es muy
conmovedora, Pedro pasa por un examen de amor, Jesús lo pone a prueba, y
Pedro la pasa. Pedro experimenta una situación especial, Recordemos que Pedro
había negado tres veces a Jesús, y lo hizo en público, sin embargo ahora
Jesús mira con gran bondad a su discípulo. Como vemos en este fragmento del Evangelio,
antes de confiar a Pedro la misión pastoral de la Iglesia, Jesús le pregunta
una triple confesión de amor. Pero para Pedro, es como una forma de
rehabilitación, ante su triple negación durante la pasión del Señor. Jesús, emplea dos formas amar y querer. El pregunta por dos veces ¿me amas? amor de caridad y
misericordioso, que refleja en cierto modo el amor de Dios. Pedro responde
humildemente Sí, Señor, sabes que te quiero, que es el verbo del afecto, de
la amistad sincera. La tercera vez, sin embargo, Jesús pregunta Simón, hijo
de Juan, ¿me quieres?, así se pone a la altura de Pedro, condescendiendo
amorosamente al nivel de Pedro. Entonces es cuando Pedro se entristece, al
comprobar el amor inmenso del Maestro que no duda en ponerse a su misma
altura. Hermosa forma de establecer confianza, de
comunión y de auténtico amor hacia Jesús. Luego le pasa a Pedro su misma
misión: Apacienta mis ovejas. 9 AMAR ES DARSE,
PERO DARSE COMO JESÚS, SIN NINGUNA MEDIDA
El amor del apóstol se manifestará en su
docilidad a los caminos de Dios en el servicio eclesial. El apóstol verdadero
está siempre dispuesto a servir en cualquier circunstancia con obediencia y
prontitud y sin olvidar que no hay amor más grande que dar la vida por sus
amigos (Jn 15,13), como Jesús. ¿Cómo estamos nosotros para pasar la prueba?
Si Jesús no examinara en esta materia, ¿la aprobaríamos? El cristianismo es
amor, amar es darse, pero darse como Jesús, sin ninguna medida, porque el
amor no tiene límites ni fronteras, menos tiempo de espera. Pedro, respondió con generosidad y humildad,
él estaba dispuesto a todo por Jesús. Pero él sabía que había negado al
Maestro tres veces y en público y sin embargo el amor de Jesús,
es inmenso, mira a su apóstol con ojos de infinita bondad, y estos hicieron
surgir en su corazón sentimientos de sincera convicción; las lágrimas
derramadas por Pedro le habían obtenido el perdón de Jesús. Pero para que el
apóstol no abrigara ya ninguna duda del perdón y el recuerdo del pecado
cometido no lo torturase más, quiso Jesús que públicamente le confesara su
amor también tres veces. 10 SEÑOR, TÚ LO SABES TODO; SABES QUE
TE QUIERO
Sin embargo, Pedro se entristeció de que por
tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: Señor, tú lo sabes todo;
sabes que te quiero. En esta respuesta Pedro ya está cambiando, ya no presume
y se entristece al llegar a la pregunta número tres, cargada de alusiones
dolorosas. En este examen de amor, por que cual Jesús
nos examina día a día, tenemos que responder personalmente ante El, es a
nosotros a quien corresponde responder, nosotros somos los preguntados, no
podemos refugiarnos en las respuestas de los demás, nosotros somos los únicos
que sabemos si podemos responder: Señor, tú lo sabes todo; sabes que te
quiero. Es así como también el Señor conoce muy bien
la debilidad de Pedro y conoce la nuestra, pero Pedro apela a ese
conocimiento aún más profundo que Jesús tiene de él: sabes que te quiero.
Pero al responder Pedro, con esta respuesta de amor, asume un gran
compromiso, ya que amas a Dios, tienes la responsabilidad de ser pastor de
los demás y conducirlos a verdes praderas. El primado de Pedro, su
responsabilidad sobre sus hermanos, es una carga que
Jesús le confió, y que se apoya en una profesión de amor: Jesús le ha pedido
incluso ser superior en el amor, ¿me amas más que éstos? En esta prueba del amor de Jesús, nadie debe
tratar de sustraerse al interrogante que Jesús nos hace en la persona de
Pedro. Nos encanta estar al lado del Señor, nos entusiasma ser amigos suyos,
nos emociona tener fe, nos maravillamos al oír su palabra, nos gusta saborear
las maravillas de su amor misericordioso, pero en pocas ocasiones nos habrá
examinado Jesús tan a fondo como lo hace hoy preguntándonos por el grado de
nuestro amor y por la seriedad de nuestros compromisos de vida. Entonces no
desperdiciemos esta oportunidad que nos da hoy Jesús de provocar en nosotros
mismos un cambio radical y un reencuentro con el Señor que sea fecundo en
gracia. La alegría de Cristo resucitado vivan en sus
corazones Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant III
DOMINGO DE PASCUA C |
|
---