“Señor,
¿a quién iremos? Jn 6,
60-69 Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
UNAS AFIRMACIONES DIFÍCILES DE
ACEPTAR DESDE EL PUNTO DE VISTA HUMANO. Tras la
extensa revelación de Jesús sobre el pan de vida en la sinagoga de Cafarnaúm,
los discípulos muestran su malestar por las afirmaciones “irracionales” de su
Maestro, unas afirmaciones difíciles de aceptar desde el punto de vista
humano. Jesús, frente al escándalo y la murmuración de sus discípulos,
precisa que no hay que creer en él sólo después de contemplar su ascensión al
cielo, al modo de Elías y de Enoc, porque eso significaría no aceptar su
origen divino, algo carente de sentido, puesto que él, “Preexistente”, viene
precisamente del cielo (cf. Jn 3,13-15). La
incredulidad de los discípulos respecto a Jesús, sin embargo, se pone de
manifiesto por el hecho de que; “El Espíritu es el que da Vida, la carne
de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida”. Juan
afirma que tan real como la carne de Jesús es la verdad eucarística. Ambas
son un don que tiene el mismo efecto: dar la vida al hombre. Con todo, muchos
discípulos no quisieron creer y no dieron un paso adelante hacia una
confianza en el Espíritu, no logrando liberarse de la esclavitud de la carne. A Jesús no le
toma por sorpresa esta actitud por parte de los que dejan de seguirle. Conoce
a sus discípulos, sus corazones, y sus opciones secretas. Adherirse a su
persona y su mensaje a través de la fe es un don que nadie puede darse a sí
mismo. Sólo lo da el Padre. El hombre, que es dueño de su propio destino,
siempre es libre de rechazar el don de Dios y la comunión de vida con Jesús.
Sólo quien ha nacido y ha sido vivificado por el Espíritu y no obra según la
carne comprende la revelación de Jesús y es introducido en la vida de Dios.
Es a través de la fe como el discípulo debe acoger al Espíritu y al mismo
Jesús, pan eucarístico, sacramento que comunica el Espíritu y transforma la
carne. 2.
“ES DURO ESTE LENGUAJE. ¿QUIÉN PUEDE
ESCUCHARLO?” Después de
escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién
puede escucharlo?” Esta doble enseñanza de Jesús produce escándalo en los discípulos. Estos
están contrapuestos a los apóstoles, y por este relato se sabe que eran
muchos. En diversas ocasiones, los evangelios hablan de discípulos de Jesús,
de cómo eran y lo que pensaban. “Jesús, sabiendo lo que sus
discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza?” Para ellos era esta una enseñanza dura, no de comprender, sino de
admitir; pues por comprenderla es por lo que no quisieron admitirla. Era
doble: que él bajó del cielo — su preexistencia divina — y que daba a comer
su carne. Jesús les
responde con algo que es diversamente interpretado: “¿Qué pasará, entonces, cuando
vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?”. Es decir, si esto es escándalo para ellos,
¿qué opinarían entonces si lo vieran subir a donde estaba antes? Por la forma
como lo dice, hace ver su origen divino: -donde
estaba antes era en el cielo (San Juan 17:5.24)-, de donde bajó por la
encarnación. Esta respuesta de Jesús, para unos vendría a aumentarles el
escándalo, al ver subir al cielo al que, por lo que decía y exigía, venían a
considerar por blasfemo. Para otros, estas palabras que se refieren a la.
ascensión serían un principio de solución: verían un cuerpo no sometido a ley
de la gravedad; por lo que a un tiempo demostraba, subiendo a donde estaba
antes, que era Dios, y que podía dar a comer su carne de modo prodigioso —
eucarístico — sin tener que ser carne partida y sangrante. 3.
SOMOS FRÁGILES, NUESTRO CORAZÓN
VACILA CON FRECUENCIA El lenguaje
de Jesús es duro no porque sea incomprensible, sino porque resulta difícil de
aceptar, sobre todo por las consecuencias que implica. La cuestión del
lenguaje en la transmisión de la fe es importante, pero la realidad de la fe,
aunque sea expuesta en el lenguaje más actualizado, será siempre duro. En
estos años se ha introducido la lengua hablada en la liturgia, aunque no por
ello han aumentado los que participan. Y no es sólo por una cierta extrañeza
cultural del mundo bíblico, no es por ignorancia de las escrituras, sino
porque la Palabra resuena con toda su dureza. La Palabra, en su contenido
esencial, envuelve una elección, una alianza del tipo de la propuesta por
Josué; “elijan hoy a quién quieren servir”, todo esto involucra
elecciones no siempre fáciles ni siempre insensibles. Y frente a los
compromisos que dan la impresión de echar a perder la vida, nos sentimos
tentados, también nosotros los actuales discípulos a pensar como la mayoría,
es así como se oye decir, la Iglesia dramatiza en sus demandas, no se
actualiza, que no acepta los nuevos tiempos, etc., es decir, la iglesia nos
quiere complicar la vida y hasta algunos reclaman que la Palabra ha de ser
interpretada según es la vida hoy y que las nuevas condiciones de la sociedad
no permiten vivir siguiendo ciertos parámetros del pasado. ¿Somos partidarios
de esta opinión?... El evangelio,
es para todos, pero principalmente hoy para nosotros nos está demandando, a
ti y a mí, nos dice hoy el Señor, todavía con mayor claridad y dureza, que es
preciso estar con él o dejarle. Ahora bien, a nosotros, a ti y a mí, nos ha
dado hoy el Padre la posibilidad y el atrevimiento de repetir las palabras de
Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.”.
Somos frágiles, nuestro corazón vacila con frecuencia, nuestra mente duda,
pero hemos de repetir constantemente la afirmación de Pedro, porque sólo el
Señor tiene palabras de vida eterna. 4.
EL ESPÍRITU ES EL QUE DA VIDA; LA
CARNE NO SIRVE PARA NADA. Jesús dice: “El
Espíritu es el que da vida, la carne de nada sirve”. En la
perspectiva literaria de San Juan, probablemente se refiere a ambas cosas.
Para precisar más el pensamiento, les dice que el espíritu es el que da vida,
mientras que la carne no aprovecha para nada. De esta frase se pueden dar dos
interpretaciones: Pudiera, a
primera vista, parecer esta frase un proverbio, ya que Jesús no dice mi
carne. Sin embargo, en la psicología judía, el principio vivificador de la
carne, de la vida sensitivo-vegetativa — aunque no muy precisa —, no era el
espíritu sino el alma. Por eso, si la expresión procediese de un proverbio,
éste estaría modificado aquí por Jesús, con objeto de que sobre él se
aplicase esta sentencia. Así como la
carne sin vida no aprovecha, “de nada sirve” dice Jesús, pues el alma, el espíritu
vital, es el que la vitaliza, así aquí, en esta recepción de la carne
eucarística de Jesús, que no es carne sangrante ni partida, ella sola nada
aprovecharía; pero es carne vitalizada por una realidad espiritual, divina,
que es el principio vitalizador de esa carne eucarística, y, en consecuencia,
de la nutrición espiritual que causa en los que la reciben. Sería una
interpretación en función de lo que se lee en el mismo San Juan: “Lo que nace de la carne, es carne; pero lo
que nace del Espíritu, es espíritu” (San Juan 3:6). Jesús, contrapone
el espíritu a la carne, que es materia, por eso dice que “la carne no sirve para nada”,
mientras que es el espíritu el que da la vida, y las palabras que dice el
espíritu también son palabras de vida. La Eucaristía es la carne de Dios,
que, por lo mismo, vivifica. Por eso, el concilio de Efeso condenó al que
negase que la carne del Señor no sea vivificadora, pues fue hecha propia del
Verbo poderoso para vivificar todas las cosas. 5.
LAS PALABRAS QUE LES DIJE SON
ESPÍRITU Y VIDA La otra
interpretación está basada en que sólo se afirma con ello la imposibilidad
humana de penetrar el misterio encerrado en estas palabras de Jesús. Carne o
carne y sangre son expresiones usuales para expresar el hombre en su sentido
de debilidad e impotencia (San Juan 1:14; Mt 16:17, etc.). Aquí la carne, el
hombre que entiende esto al modo carnal, no logra alcanzar el misterio que
encierra; sólo se lo da la revelación del Espíritu. En función de
la interpretación que se adopte está igualmente la valoración del versículo siguiente:
“Las
palabras que les dije son Espíritu y Vida”. En el segundo
caso, el sentido de éstas es: aunque el hombre por sus solas fuerzas no puede
penetrar el misterio de esta enseñanza de Jesús si no es por revelación del
Espíritu, éste, por Jesús, dice que estas palabras son “espíritu y vida”,
porque son portadoras o causadoras para el ser humano de una vida espiritual
y divina. En el primer
caso, el sentido es que las enseñanzas eucarísticas de Jesús, “Las palabras que les dije”, son
vida espiritual, porque esa carne está vitalizada por una realidad espiritual
y divina, que es el Verbo hecho carne (San Juan 1:14). Pero estas
enseñanzas de Jesús no encontraron en muchos de sus discípulos la actitud de
fe y sumisión que requerían. Y las palabras que ellos llamaron duras, les
endurecieron la vida, y no creyeron en El; “Desde ese momento, muchos de
sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo”. En un momento rompieron con El,
retrocedieron, y ya no le seguían en sus misiones efectuadas por Galilea.
Pero san Juan, conforme a su costumbre, destaca que esto no fue sorpresa para
Jesús, pues Él sabía desde el principio quiénes eran los no creyentes, lo
mismo que quién le había de entregar. Es, pues, la ciencia sobrenatural de
Jesús la que aquí destaca de una manera terminante. Este desde ese momento,
hace ver que se trata del momento en que cada uno de ellos fue llamado por
Jesús al apostolado. 6.
¿A QUIÉN IREMOS? TÚ TIENES PALABRAS
DE VIDA ETERNA Y nos habla
este relato que desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él
y dejaron de acompañarlo. “¿También ustedes quieren irse?”. Simón
Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida
eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. San Juan, nos
pone ahora la cuestión de fidelidad que Jesús plantea a los apóstoles. Jesús
plantea abiertamente el problema de su fidelidad ante El, a causa de esto a
sus apóstoles. La partícula interrogativa con que se lo pregunta supone una
respuesta negativa. No dudaba Jesús de ellos, pero habían de hacer esta
confesión en uno de esos momentos trascendentales de la vida. Y Pedro le
confiesa que no pueden ir a otro lado, pues sólo Él tiene palabras de vida
eterna, porque la enseñan y la confieren, como relatan los evangelios. Y le
confiesa; “sabemos que eres el Santo de Dios”, que es equivalente al Mesías (Jn 10:36; Mc
1:24). No deja de ser un buen índice de fidelidad histórica, y del vínculo de
san Juan con los sinópticos, el que aquí, en este evangelio del Hijo de Dios
(Jn 20:31), se conserve esta expresión. Y ante el “Santo de Dios”, el
Mesías, no cabe más que oírle y obedecerle. Ya no bastan Moisés ni los
profetas. Aquí se
contrapone acusadamente su fe en El por los apóstoles; “Nosotros hemos creído y sabemos”,
frente a la incredulidad ligera de los discípulos que le abandonaron (Jn
17:8). La confesión
de Pedro en nombre de todos era maravillosa, es modelo para cualquier
creyente. Esta confesión, nace de una discusión entre Jesús y sus oyentes.
Jesús expone sus enseñanzas sobre el Pan de Vida y sobre la necesidad de
comer su carne y beber su sangre para tener vida, los oyentes se mostraron
escépticos, entonces Jesús les repitió el mensaje con más fuerza y ellos
encontraron duro el mensaje y se alejaron de Él. Hoy sucede lo mismo, hay
quienes se apartan del seguimiento de Jesús por lo exigente del mensaje,
porque les compromete toda la vida y en todos los ámbitos. Entonces Jesús,
sin ceder nos interroga ¿También
ustedes quieren irse?, respondámosle igual que Pedro, resueltos a
seguirle siempre, pues El, y solo Él tiene “palabras de Vida Eterna”; Apartarse de Jesús, es ir a la muerte. Cristo
Jesús, vivan en nuestros corazones. Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant XXI Domingo
Ciclo B |
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