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“Hemos encontrado al Mesías, que traducido significa
Cristo” Juan 1, 35-42 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. AL OÍR QUE ERA EL CORDERO DE DIOS
SIGUIERON A JESÚS Nuevamente, la escena es situada cronológicamente
al día siguiente, es un relato algo esquemático, pero muy atractivo. El
Bautista tiene ante sí una sí una concurrencia que no se precisa,
posiblemente gentes que venían a su
bautismo. Sin embargo, se detalla que con él estaban dos de sus discípulos.
Es conocido a través de los evangelios la existencia de un círculo de
discípulos del Bautista. Ante ellos, el Bautista, viendo que Jesús pasaba por
allí cerca, fijó los ojos en El, y testificó ante estos discípulos que era el
Cordero de Dios. Esta testificación ante estos dos discípulos parece ser un
indicio de que éstos no estaban con él cuando testificó lo mismo ante una
asistencia sin denominación, ya que, al mostrarlo así como el Mesías, le hubiese,
probablemente, seguido entonces. Al punto de oír proclamar al Bautista a
Cristo como el Cordero de Dios siguieron a Jesús. Seguir a uno, ir detrás de,
era sinónimo, en los medios rabínicos, de ir a su escuela, ser su discípulo.
La forma de aoristo en que se encuentra el verbo, lo siguieron, lo mismo que
el simbolismo intentado por el evangelista en la redacción de sus relatos
históricos, parece sugerir, más que el hecho de una curiosidad por conocer al
Mesías, al haberse hecho sus discípulos (Mt 4:18.19.22 par.; Jn 1:43). Es
además, un doble sentido que tiene el verbo seguir en este relato de San
Juan. Podría haber también en ello una anticipación de este primer contacto,
conjugado con la vocación definitiva y elección oficial, que narran los
sinópticos y omite Juan. Lo mismo puede decirse de las otras vocaciones aquí
narradas. 2. “¿QUÉ BUSCÁIS?” Conociendo Cristo, al volverse, que le
seguían, pero un seguirle que le hizo saber que le buscaban a Él, les
preguntó: “¿Qué buscáis?” Le dijeron: “Rabí,” y el
evangelista, interpretándolo para sus lectores asiáticos, lo vierte: “que
quiere decir Maestro, ¿dónde vives?” El título de rabí o maestro de
la Ley sólo lo tenían oficialmente los rabís que lo habían recibido de la
autoridad religiosa después de un largo aprendizaje de años. Pero todo el que
tenía discípulos era llamado rabí. Se lo usa como título de cortesía.
Frecuentemente aparece Cristo llamado así por diversas gentes (Mt 17:24,
etc.). Aquellos discípulos del Bautista requerían
tiempo y profunda intimidad en lo que querían tratar con él. No era oportuno
tratarlo allí entre las afluencias que venían al bautismo de Juan. ¿Sería
ello un indicio de ofrecimiento indirecto a seguirle como discípulos? Se
diría lo más probable. Pues viviendo en un círculo de orientación al Mesías,
bajo la dependencia del Bautista, se explicaría bien que, al ser mostrado por
éste, se quisieran incorporar a lo que orientaba su vida de discípulos de
Juan. La respuesta de Cristo fue: “Vengan y lo verán”, Era la
fórmula usual en curso: “Ven y ve, “tanto en el medio bíblico (Sal 46:9) como
en el neotestamentario (Jn 1:46; 11:34) y rabínico. 3. ESTOS DISCÍPULOS FUERON Y SE QUEDARON
CON EL Ante esta invitación, estos discípulos fueron
y se quedaron con El aquel día. Y se señala que era como la hora décima. Su morada debía de ser una de aquellas
cabañas improvisadas, de cañas y follaje, en que pasar la noche. La hora décima era sobre las cuatro de la
tarde. Los judíos dividían el día en doce horas (Jn 4:6.52; 19:14), aunque
vulgarmente, por dificultad de precisar estas horas, solían dividirlo en
cuatro períodos u horas. Si esta escena tiene lugar uno o dos meses antes de
la Pascua que cita luego (Jn 2:13ss), sería en febrero-marzo, en que el sol
se pone unas dos horas después de la hora citada. En Jerusalén, la puesta del
sol del 7 de abril, como se dice a propósito de la muerte de Cristo, es a las
6:23. Conforme a las costumbres de Oriente, hubieron de pasar aquella noche
con El, pues ya declinaba el día (Lc 24:29). El evangelista da el nombre de uno de estos
dos discípulos del Bautista. Era Andrés, hermano de Simón Pedro. 4. ¿QUIÉN ERA EL OTRO DISCIPULO? Del otro no se da el nombre. ¿Quién era? A
partir de San Juan Crisóstomo se suele
admitir, generalmente, que se identifica con el otro discípulo anónimo del
que se dice varias veces en este evangelio que era el discípulo al que amaba
el Señor. A esto suelen añadir la vivacidad del relato, el fijar la hora en
que sucedió; todo lo cual indicaría un testigo ocular. El anonimato en que
queda sería como el signo que indica al autor mismo. Pero no puede decirse
que sean razones decisivas. Otra tendencia moderna tiende a identificarlo
con el apóstol Felipe. Este y Andrés aparecen juntos en algunas listas
apostólicas (Mc 3:18; ti. Hechos 1:13). En el cuarto evangelio, Felipe
aparece frecuentemente al lado de Andrés (Jn 6:5-9; 12:20.21). Sin embargo,
el encuentro que tiene al otro día Cristo con Felipe, al que manda
seguirle, hace difícil esto (v.43). 5. “HEMOS ENCONTRADO AL MESÍAS, QUE
TRADUCIDO SIGNIFICA CRISTO” Tal como comentaba al principio, el relato es
esquemático, porque faltan detalles,
la ausencia del lugar geográfico y tema de aquella conversación, lo
que si queda claro son tres acciones, se sigue a Cristo, se va donde él está
y se queda con EL. A esto llevaría también la pregunta de
Cristo: “¿Qué quieren?” Se le llama aquí Rabí, y se le interpreta
Maestro. Sería, en evocación del A.T., Cristo-Sabiduría, que llama a los
hombres a sí para enseñarles. A esta pregunta de Cristo se respondería por
estos dos discípulos, máxime si Felipe era el otro que fue a hablar con
Cristo: “Hemos” encontrado al Mesías (v.41). Sería el tema del A.T.,
realizado ahora por Cristo: hay que buscar la Sabiduría para encontrarla. El hermano de Pedro, Andrés, después de venir
de estar con Cristo, encontró a Pedro. La presentación que de Cristo hizo el
Bautista a Andrés, como el Cordero de Dios,
fórmula mesiánica, y la confirmación que de su mesianismo tuvo en su
conversión, le hizo volcarse, con todo el ardor de su nueva fe y con el fuego
de su temperamento Galileo, en entusiasmo y apostolado. Y, al encontrar a
Pedro, le dijo con plena convicción: “Hemos encontrado al Mesías.” Y el
evangelista vierte el término para sus lectores griegos: “que significa decir el
Cristo.” 6. AL LLEGAR A SU PRESENCIA, CRISTO LE
MIRÓ FIJAMENTE Pero no quedó su fe en esta sola confesión. Andrés le condujo a Jesús. Al llegar a su presencia, Cristo le miró
fijamente. Este verbo significa aquí un mirar profundo de Cristo, con el que
sondea el corazón de Pedro y lo sabe apto para el apostolado y para la misión
pontifical que le comunicará. Es el “mirar” de Cristo, con el que descubrirá
en seguida a Natanael un misterio de su vida. Y, mirándole así, le dijo: “Tú
eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas”, que traducido significa Pedro.” El nombre de Simón era usual en Israel. Pero
aquí le dice que es hijo de Juan mientras que en Mt le dice ser hijo de Jonás
(cf. Mt 16:17). El nombre de Cefas corresponde al arameo
Kepha, roca, piedra. En Mc (3:16) y Lc (6:14), Cristo le da a Simón el nombre
de Pedro al hacer la institución de los apóstoles en el sermón del Monte. En
cambio, en Mt, en la lista de los apóstoles, se habla de “Simón, llamado
Pedro” (Mt 10:2). Este anuncio del cambio de su nombre que se hace aquí ahora
en este pasaje del cuarto evangelio. 7. HABLA DE JESÚS A SU DISCÍPULOS Y SE LOS
MUESTRA Juan Bautista se nos muestra en este
evangelio como un hombre generoso y no egoísta, habla de Jesús a sus
discípulos y se los muestra, con esta acción los impulsa a seguirlo. Así como
los discípulos de Juan siguieron a Jesús, nosotros también podemos seguirlo y
convertirnos en sus discípulos. Pero no es suficiente con seguir a Cristo, es
preciso convertirse de discípulo a apóstol para darlo a conocer y mostrársele
a los demás, con nuestro testimonio de vida, con nuestras acciones, con
nuestras palabras. No tengamos miedo, Jesús se deja apreciar por
todo aquel que lo quiere seguir, por todo aquel que lo busca, vayamos a Él
con sencillez y Él nos hará sentir su Espíritu, nos llenara de su gracia, y
seguro que saldremos entusiasmados, como Andrés a invitar a otro para que le
conozca. El Señor les Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant |
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