“Su
padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y
lo besó”. Lucas
15, 1-3. 11-32 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds 1. EL AMOR DE DIOS Y LA INGRATITUD DEL PECADOREs de común acuerdo,
que la parábola del hijo pródigo es una de las más bellas del Evangelio,
algunos dicen que es un “clásico” de Lucas, porque ha entrado a formar parte
de la tradición por su importancia y por su calidad en los Evangelios y,
porque expresa más efusivamente la misericordia de Dios sobre el pecador
arrepentido. No hay otra parábola que muestre tan hermosamente el amor de
Dios y al mismo tiempo la ingratitud del pecador y la indigencia en la que
cae por el pecado. Todos los elementos de su desarrollo están mostrando esta
solicitud de Dios por el pecador para perdonarlo. Los detalles de esta
solicitud son acusadísimos. 2. ¿A QUIÉNES REPRESENTAN LOS HIJOS “MAYOR” Y “MENOR”?Es evidente que este
“padre” de la parábola es Dios. Pero ¿a quiénes representan los hijos “mayor”
y “menor”? Es seguro que el
“hijo menor” estaba alegóricamente por los “publícanos y pecadores,” ya que
éstos eran gentes que no se preocupaban gran cosa de no incurrir en la
impureza “legal,” o acaso, máxime en la proyección de Lucas “moralizante,”
que mira a la gentilidad, a los pecadores en general, sin estas
especificaciones judías. El hijo menor se
marchó a un país lejano. Se separó de Dios, no por el lugar, pues Dios está
en todas partes, sino por el afecto; así huye el pecador de Dios y se pone
lejos de Él. Pero el “hijo
mayor,” ¿a quién representa? Algunos piensan que a los fariseos, esto no es
posible, porque en esta parábola el “hijo mayor,” que está siempre en la casa
de su padre y en todo le obedece, por eso, resulta más lógico identificarlo
con “los justos,” que en esta redacción de Lucas se extiende a los
cristianos. Podrá extrañar que éstos protesten, personificados en el “hijo mayor,” de la
conducta misericordiosa de Dios con el pecador. No olvidemos que es un rasgo
pedagógico de la parábola para más resaltar estos planes de Dios. El “hijo
mayor” está “por los justos que, al modo humano, muestran no comprender los
misterios de la divina misericordia”. En esto, puede haber una cierta ironía
contra los cristianos. Pero también, los dos hijos pueden estar, sin más
matices de ambiente judío, por justos y pecadores. 3. EL QUE VUELVE A EL, (DIOS) EN BUSCA DEL PERDÓN, ENCONTRARA LO QUE BUSCA.Así es, como esta parábola, nos muestra
el modo y la forma que siguen los hombres al caer en el pecado. También nos
hace ver con mucha claridad, la vida miserable que alcanza el pecador. Pero
hay algo muy importante, que debe destacarse, esto es, el regreso del pecador
a Dios, y cuando así sucede, nos encontramos con la infinita bondad y con la
mayor de todas las misericordias, con la que Dios recibe a los arrepentidos
de sus faltas y pecados. El que vuelve a EL, (Dios) en busca del perdón,
encontrara lo que busca. El hijo menor había despreciado a su
padre marchándose de su lado y había disipado su patrimonio; pero cuando hubo
pasado tiempo y se vio abrumado por los trabajos, viéndose convertido en un
criado y alimentándose de lo mismo que los cerdos, volvió castigado a la casa
de su padre. Al haberse alejado de su padre, se encontró consigo mismo, pero
con su propio yo vacío y se sometió a los sufrimientos de la indigencia
material y espiritual que lo humilló, entonces se desesperó y sintió la
necesidad del regreso a casa. 4. SU PADRE LO VIO Y SE CONMOVIÓ PROFUNDAMENTEDice Jesús; “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió
profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó”, sale su
padre, y, lo compadecido, corrió a él, llenándole de cariño, es alegoría de
la providencia misericordiosa de Dios. El beso es signo de perdón. La
misericordia de Dios, no solamente no castiga al pecador, sino que lo espera,
le ofrece el perdón. Cuando vuelve al Padre, este, lo recibe brazos abiertos
y no le pregunta nada, no le echa en cara su mala conducta anterior, no le
recuerda que fue ingrato, al contrario, siente compasión y lo hace antes del
arrepentimiento de su hijo. Sigue el Evangelio; "El padre dijo a
sus servidores: "Traigan
enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias
en los pies”. El mandar ponerle el vestido, el anillo y las
sandalias, expresa, probablemente y globalmente, su restitución al estado de
hijo en la casa, pero con atuendo festivo y de honor. 5. SU PADRE SALIÓ PARA ROGARLE QUE ENTRARAEl hijo mayor estaba en el campo. Al
volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la
danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso.
Él le respondió: "Tu hermano
ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha
recobrado sano y salvo". Él se enojó y no quiso entrar. El
hermano mayor, que era el pueblo de Israel, tuvo envidia del hijo menor (esto
es, del pueblo gentil), por el beneficio de la bendición paterna, lo mismo
que los judíos cuando Jesucristo comía con los gentiles. Pero su padre salió para rogarle que
entrara, pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo, sin haber
desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito
para hacer una fiesta con mis amigos. Todavía sigue indignándose y no quiere
entrar. Pero cuando haya entrado la totalidad de los gentiles, saldrá
oportunamente su Padre para la salvación de todo el pueblo de Israel. Esto
sucederá cuando sean llamados abiertamente los judíos a la salvación del
Evangelio, cuya manifiesta vocación está figurada por la salida del padre a
rogar al hijo mayor. 6. HIJO MÍO, TÚ ESTÁS SIEMPRE CONMIGO“¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de
haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero
engordado!" Pero el padre le dijo: "Hijo
mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya
fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida,
estaba perdido y ha sido encontrado". La bondad de Dios, con los pecadores es
inmensa, — sin distinción de gravedades — tiene sobre sí el perdón de Dios,
“su Padre.” Así como el tema central es “el hijo pródigo,” es también el
permanente perdón de Dios. Siempre que nos alejemos de Dios, nos
estamos alejando de la felicidad, de la fuente del amor, entonces luego
caemos. Cuantas veces Dios, nuestro Padre, nos ha
recibido como el hijo pródigo, con los brazos abiertos a la reconciliación,
al perdón, a la paz y a su bondad. En verdad, no podemos hacer esperar más
tiempo a Dios, dejemos abrazarnos por sus brazos, pidamos perdón con
sencillez, humildad y confianza. El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds IV DOMINGO DE CUARESMA CICLO
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