“Habrá más alegría en el cielo por un solo pescador que se convierta” Lc 15, 1-32 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. SOBRE LA PERSONALIDAD DE JESUCRISTO Ninguno de nosotros ha visto a Jesucristo, y todas las imágenes que de Él
existen, son una creatividad que en muchos casos, son parte del amor que le
tenemos, entonces pensamos que debe haber sido así o parecido. Pero si nos
ponemos a reflexionar sobre la personalidad de Jesucristo, de cómo era, como
hablaba o se acercaba a las gentes, tenemos que concluir que debe haber sido
muy atrayente, y haber tenido unos ojos cautivantes, considerando que los
evangelios revelan que miraba el corazón de los hombres. Jesús, debió de
tener una presencia agradable, amable para que muchos acudieran a Él, y le
llevaran niños para que les impusiera las manos; unos modales dignos que
inspiraban el afecto de personas de toda condición; una mirada que removió a
los Apóstoles para que lo siguieran dejando todas las cosas. 2. ESTE ACOGE A LOS PECADORES Y COME CON ELLOS. En efecto, la forma de hablar y dirigirse a las gentes debe haber sido
impactante y con un gran atractivo, con un especial magnetismo para las
personas y, por lo que hemos leído en los Evangelios, todos querían
acercársele, tocar su manto e incluso se conformaban con tocar la sombra del
Señor. Aún más, Jesucristo buscaba estar con las gentes y sin ninguna
discriminación. Es así, como se acercaban a Él todos los publícanos y
pecadores para oírle, y los fariseos y escribas murmuraban, diciendo: “Este
hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. 3. ACUDÍAN A CRISTO PARA OÍRLE, PARA APRENDER, PARA
SABOREAR LA PALABRA DEL SEÑOR En estos dos versículos, y con una amplificación manifiesta, “todos
los publícanos,” dice Lucas, se acercan a quien es solo misericordia.
Estos publícanos y pecadores — gentes que no se preocupaban de la pureza
“legal” farisaica — acudían a Cristo para oírle, para aprender, para saborear
la Palabra del Señor y, esto levantó, una vez más, la censura de los fariseos
y escribas para murmurar de Él, porque comía y acogía a los pecadores. Pero
la respuesta de Cristo la articula Lucas en estas parábolas, que con
desarrollo distinto, tienen la misma finalidad: la misión y el gozo de Cristo
por salvar a los pecadores. 4. JESÚS BUSCA AL PECADOR Del mismo modo como en esta bella parábola el pastor busca la oveja
perdida, Jesús busca al pecador, es la prueba clara de que es voluntad de
Dios que no se pierda ninguno de sus hijos. El tema directamente es la
misericordia de Dios sobre el pecador. Esta es tal, que Dios no sólo ofrece
el perdón, sino que tiene sobre él una misericordia dinámica: lo “busca”
de mil maneras, “hasta” que halle a
esta oveja perdida. Y se confirma por el “alegría en el cielo”. Luego el traerla sobre sus hombros es un detalle más del gozo de Dios por
el pecador convertido. El rasgo de llamar a “amigos y vecinos,”
para que se “alegren” con él por el hallazgo, es un rasgo parabólicamente
irreal, pero que en su mismo uso indica una finalidad superior. Y ésta es la
solicitud y gozo de Dios en la busca y conversión del pecador. Como en los
grandes éxitos familiares se convida, para celebrarlos, a la vecindad y los amigos. 5. EN EL CIELO “SERÁ MAYOR LA ALEGRÍA Esta parábola no solo subraya la idea de buscar, es más profundo, se
quiere destacar la alegría de encontrar. Y aun este gozo por la conversión
del pecador cobra un nuevo rasgo y una nueva perspectiva: su eco en el cielo.
La frase que en el cielo “habrá más alegría” por un pecador
que se convierta que “por noventa y nueve justos que no
necesitan convertirse”, es una paradoja. Sin duda, Dios no ama menos
a los justos que al pecador arrepentido; pero a este pecador Dios lo ha
buscado, perseguido con su gracia, como el pastor ha hecho con su oveja, y el
resultado, la conversión, da a Dios una ocasión de alegría que no le ofrecen
los justos. Hasta se diría que, usándose aquí de un antropomorfismo, “la
fidelidad de los justos produce una alegría discreta, completamente íntima;
pero la conversión de los pecadores causa un alegría inmensa”. 6. SOLICITUD Y GOZO DE DIOS POR LA CONVERSIÓN DE UN
PECADOR En la segunda parábola de la moneda perdida, (dracma) dice que será la
alegría entre “los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”.
Con la misma finalidad de la solicitud y gozo de Dios por la conversión de un
pecador se expone por Cristo esta parábola. La descripción es minuciosa,
viva. La moneda de plata perdida es el dracma, que
tenía un valor equivalente al denario. La mujer barre y revuelve todo para
encontrarla; en las casas pobres, el suelo era de tierra pisada. Tal es el
gozo de esta pobre mujer por aquella dracma que para ella le era cosa tan
preciada — como para Dios el pecador convertido —, que convoca a la vecindad
para que la feliciten y se alegren con ella. Así habrá alegría “entre los ángeles de Dios” por un
pecador que se convierta. Los “ángeles de Dios” es una forma
sinónima de la “alegría que hay en el cielo” de la parábola anterior. El
pecador convertido pertenece a la familia del cielo, y hay gozo cuando el
pecador vuelve a esta familia. 7. JESÚS PERDONA DE CORAZÓN, A TODO AQUEL QUE SE
ARREPIENTE Cristo ha venido a establecer y a instituir la gracia, él sabe de
misericordia, ha venido a reconciliarnos con el Padre, Jesús perdona de
corazón, a todo aquel que se arrepiente, y como sabemos el solo pide, no
pecar más. Pidámosle al Señor, contagiarnos de esa natural inclinación a la
bondad, a la compasión y a la misericordia que él tiene, y aprendamos de Él,
que se sienta a comer con todos si discriminar a los hombres por su origen o
por su faltas. Él es el único maestro del cual debemos aprender, al él
debemos seguir y nosotros somos todos hermanos iguales ante los ojos de Dios.
8. EL AMOR DE DIOS Y LA INGRATITUD DEL PECADOR Es de común acuerdo, que la parábola del hijo pródigo es una de las más
bellas del Evangelio, algunos dicen que es un “clásico” de Lucas, porque ha
entrado a formar parte de la tradición por su importancia y por su calidad en
los Evangelios y, porque expresa más efusivamente la misericordia de Dios
sobre el pecador arrepentido. No hay otra parábola que muestre tan
hermosamente el amor de Dios y al mismo tiempo la ingratitud del pecador y la
indigencia en la que cae por el pecado. Todos los elementos de su desarrollo
están mostrando esta solicitud de Dios por el pecador para perdonarlo. Los
detalles de esta solicitud son acusadísimos. 9. ¿A QUIÉNES REPRESENTAN LOS HIJOS “MAYOR” Y
“MENOR”? Es evidente que este “padre” de la parábola es Dios. Pero ¿a quiénes
representan los hijos “mayor” y “menor”? Es seguro que el “hijo menor” estaba alegóricamente por los “publícanos y
pecadores,” ya que éstos eran gentes que no se preocupaban gran cosa de no
incurrir en la impureza “legal,” o acaso, máxime en la proyección de Lucas
“moralizante,” que mira a la gentilidad, a los pecadores en general, sin
estas especificaciones judías. “El hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue aun país lejano”. Se separó de Dios, no por el lugar, pues Dios
está en todas partes, sino por el afecto; así huye el pecador de Dios y se
pone lejos de Él. Pero el “hijo mayor,” ¿a quién representa? Algunos piensan que a los
fariseos, esto no es posible, porque en esta parábola el “hijo mayor,” que está
siempre en la casa de su padre y en todo le obedece, por eso, resulta más
lógico identificarlo con “los justos,” que en esta redacción de Lucas se
extiende a los cristianos. Podrá extrañar que éstos protesten, personificados
en el “hijo mayor,” de la conducta misericordiosa de Dios con el
pecador. No olvidemos que es un rasgo pedagógico de la parábola para más
resaltar estos planes de Dios. El “hijo mayor” está “por los justos
que, al modo humano, muestran no comprender los misterios de la divina
misericordia”. En esto, puede haber una cierta ironía contra los cristianos.
Pero también, los dos hijos pueden estar, sin más matices de ambiente judío,
por justos y pecadores. 10. EL QUE VUELVE A EL, (DIOS) EN BUSCA DEL PERDÓN,
ENCONTRARA LO QUE BUSCA. Así es, como esta parábola, nos muestra el modo y la forma que siguen los
hombres al caer en el pecado. También nos hace ver con mucha claridad, la
vida miserable que alcanza el pecador. Pero hay algo muy importante, que debe
destacarse, esto es, el regreso del pecador a Dios, y cuando así sucede, nos
encontramos con la infinita bondad y con la mayor de todas las misericordias,
con la que Dios recibe a los arrepentidos de sus faltas y pecados. El que
vuelve a EL, (Dios) en busca del perdón, encontrara lo que busca. El hijo menor había despreciado a su padre marchándose de su lado y había
disipado su patrimonio; pero cuando hubo pasado tiempo y se vio abrumado por
los trabajos, viéndose convertido en un criado y alimentándose de lo mismo
que los cerdos, volvió castigado a la casa de su padre. Al haberse alejado de
su padre, se encontró consigo mismo, pero con su propio yo vacío y se sometió
a los sufrimientos de la indigencia material y espiritual que lo humilló,
entonces se desesperó y sintió la necesidad del regreso a casa. 11. SU PADRE LO VIO Y SE CONMOVIÓ PROFUNDAMENTE Dice Jesús; “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió
profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó”, sale su
padre, y, lo compadecido, corrió a él, llenándole de cariño, es alegoría de
la providencia misericordiosa de Dios. El beso es signo de perdón. La
misericordia de Dios, no solamente no castiga al pecador, sino que lo espera,
le ofrece el perdón. Cuando vuelve al Padre, este, lo recibe brazos abiertos
y no le pregunta nada, no le echa en cara su mala conducta anterior, no le
recuerda que fue ingrato, al contrario, siente compasión y lo hace antes del
arrepentimiento de su hijo. Sigue el Evangelio; “Pero el padre dijo a sus servidores: en
el dedo y sandalias en los pies”. El mandar ponerle el vestido, el anillo y
las sandalias, expresa, probablemente y globalmente, su restitución al estado
de hijo en la casa, pero con atuendo festivo y de honor. 12. PADRE SALIÓ PARA ROGARLE QUE ENTRARA El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la
música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los
sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: “Tu
hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo
haré cobrado sano y salvo”. Él se enojó y no quiso entrar. El hermano
mayor, que era el pueblo de Israel, tuvo envidia del hijo menor (esto es, del
pueblo gentil), por el beneficio de la bendición paterna, lo mismo que los
judíos cuando Jesucristo comía con los gentiles. Pero su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace
tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus
órdenes, y nunca mediste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos”. Todavía
sigue indignándose y no quiere entrar. Pero cuando haya entrado la totalidad
de los gentiles, saldrá oportunamente su Padre para la salvación de todo el
pueblo de Israel. Esto sucederá cuando sean llamados abiertamente los judíos
a la salvación del Evangelio, cuya manifiesta vocación está figurada por la
salida del padre a rogar al hijo mayor. 13. HIJO MÍO, TÚ ESTÁS SIEMPRE CONMIGO ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes
con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!" Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás
siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría,
porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha
sido encontrado"". La bondad de Dios, con los pecadores es inmensa, — sin distinción de
gravedades — tiene sobre sí el perdón de Dios, “su Padre.” Así como el tema
central es “el hijo pródigo,” es también el permanente perdón de Dios. Siempre que nos alejemos de Dios, nos estamos alejando de la felicidad,
de la fuente del amor, entonces luego caemos. Cuantas veces Dios, nuestro Padre, nos ha recibido como el hijo pródigo,
con los brazos abiertos a la reconciliación, al perdón, a la paz y a su
bondad. En verdad, no podemos hacer esperar más tiempo a Dios, dejemos
abrazarnos por sus brazos, pidamos perdón con sencillez, humildad y
confianza. El Señor les Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO
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