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¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? Mc 1, 21-28 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. FUE A LA SINAGOGA Y COMENZÓ A ENSEÑAR. Jesús entró en Cafarnaúm, y cuando llegó el
sábado, fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Jesús comenzó en las sinagogas
de Galilea. Está rodeado, como los maestros de la Ley, de un grupo de
discípulos y, como ellos, también les explica las Escrituras durante la
liturgia sinagogal del sábado; sin embargo, algo
sorprende en su manera de hablar, Jesús trae una forma novedosa de hablar e induce a la gente
a afirmar que Jesús no es un maestro como los otros rabinos; “¡Enseña de una manera nueva,
llena de autoridad!” La novedad no está sólo en el hecho de que
la predicación de Jesús se parezca más a la profecía que a la enseñanza
sapiencial, fruto del estudio y de la reflexión sobre el patrimonio de la
tradición; la novedad consiste más bien, fundamentalmente, en la irresistible
autoridad de la enseñanza. La “autoridad” de sus palabras le
viene, en efecto, de su experiencia bautismal: Dios es un Padre atento y muy
próximo a la humanidad, a pesar de que esté herida por el pecado. 2. TODOS ESTABAN ASOMBRADOS Todos quedaron asombrados y se preguntaban
unos a otros: “Qué es esto? enseña de una manera nueva,
llena de autoridad”. Las palabras y la actitud de Jesús asombraban a
sus contemporáneos y nos hoy sigue asombrando a nosotros, las enseñanzas de
Cristo y sus palabras nos cautivan. Es así,
como acompañado de los primeros discípulos, Jesús llega a Cafarnaúm y
pocos días después de su llegada, y en un día sábado, comenzó su docencia en
las sinagogas de Galilea. Aquel sábado Jesús asistió, como de costumbre a los
actos que se realizaban en las sinagogas, las que existían en todos los
pueblos y casi en todas las pequeñas villas.
Estos oficios tenían dos partes: una oración, otra lectura y
exposición de la Escritura: primero de la Ley y luego de los Profetas. Esta
exposición estaba a cargo de un sacerdote, el jefe de la sinagoga, o a quien
invitase éste entre las personas que juzgase capaces de hacer una exposición. Hacia el centro de la sinagoga había una plataforma o tribuna,
donde tenía su asiento el jefe y los miembros más respetables de la misma.
Allí estaba también el sitio del lector y del que iba a hacer la exposición.
Desde allí enseñó Jesús, donde “todos estaban asombrados de su enseñanza,
porque les enseñaba” Lo que causa “admiración” en los
asistentes, y es porque “enseñaba como quien tiene autoridad y no como los
escribas” No sólo la sorpresa de los oyentes está en el método que atienden,
sino también en la nueva doctrina que presenta, y que está expuesta con el
método nuevo de su propia autoridad. Todos estaban asombrados de sus
enseñanzas, Jesús nuevamente sorprende a los asistentes de la sinagoga, donde
la gente acude para oír la palabra de Dios y sentirse liberados de toda clase
de esclavitud. 3. PALABRA DE VIDA Los expositores de la Ley y los Profetas,
tenían que fundamentar ésta en la Escritura y en la “tradición,” que eran las
sentencias de los rabinos. Este método no era más que una cadena de dichos
tales como, se dijo tal cosa y lo dijo tal persona, etc. Pero el método de Jesús fue distinto, el
interpreto con su autoridad, el prescindió de estas sentencias sin mucho
sentido, y dictaminó por sí mismo. No pudo ser de otro modo, la Escritura era
palabra de Dios. ¿Quién podía interpretarla con autoridad propia sino Dios?
Un profeta hablará en nombre de Dios. Pero Jesús hablaba de la Ley de Dios,
interpretándola, exponiéndola, con autoridad propia. La Palabra
de Jesús, no era una palabra sin sentido, vacía o hueca, es una
“Palabra de Vida”, porque antes de ser palabra, había sido vida y porque la
palabra de Jesús causa y origina la verdadera Vida, porque su Palabra es la
Verdad. Por tanto la curación de un enfermo
presente en la sinagoga, “un hombre poseído de un espíritu impuro”,
descubre esa íntima convicción de Jesús y es según la teología de Marcos, un
comentario en acción a su Palabra, que debe comunicar con la fuerza de los
hechos la verdad de la venida del Reino de Dios como liberación de la
humanidad. 4. ¿QUÉ QUIERES DE NOSOTROS, JESÚS NAZARENO? En la sinagoga había un hombre que estaba
poseído por el espíritu de un demonio impuro, esto es, se encuentra nada
menos que un hombre esclavizado por el demonio, podemos decir también que es
un hombre poseído por un conjunto de ideas o valores que caracterizan una
forma de pensar o que marca una línea de actuación ideológica que le enajena
completamente la libertad y lo hace hablar como instrumento de otros. Este “hombre poseído de un espíritu impuro”,
es decir, por el “espíritu de un demonio impuro, comenzó a gritar: “¿Qué quieres de nosotros,
Jesús Nazareno?” Luego este “endemoniado” grita, en la
asamblea, ante la enseñanza de Jesús: “¿Has venido para acabar con nosotros? Ya
sé quién eres: el Santo de Dios”.
Así entonces, este “endemoniado” increpa a Jesús con
el nombre con el que era usualmente conocido, “Jesús Nazareno”, para decirle
que no tiene nada que ver con él, por eso dice “nosotros” y piensa que viene
a acabarlo. Pero él
sabe que Jesús es “el Santo de Dios”
Luego Jesús lo increpa diciendo: Cállate y sal de este hombre. Jesús le mando “callar,” como lo hizo, y por
el mismo motivo, en otras ocasiones, con objeto de no divulgar
anticipadamente su mesianismo, y lo hizo “salir de él.” El espíritu impuro lo
sacudió violentamente y, dando un alarido, salió de ese hombre. Aquel pobre
hombre experimentó, ante esta orden, una “agitación violenta,” por eso todos
quedaron asombrados. 5. LA DOCTRINA NUEVA LLENA DE AUTORIDAD QUE SORPRENDE La curación de este “hombre poseído de un espíritu
impuro”, es decir de un endemoniado, más allá de comunicar algo de
las extraordinarias dotes prodigiosas de Jesús, revela la realidad del Reino
que anuncia como victoria sobre el mal en sus diferentes formas, precisamente
tal como aparece en el plural usado por el hombre impuro, “¿Qué quieres de
nosotros, Jesús Nazareno?, ¿Has venido para acabar con nosotros?”.
Adviértase, por último, que el demonio daría la impresión de tener ventaja
sobre Jesús, una ventaja puesta de manifiesto por el “saber”: “Ya
sé quién eres: el Santo de Dios”; sin embargo, no sabe precisamente
lo esencial: Dios quiere comunicar su santidad justamente a la humanidad
desgarrada y dominada por fuerzas alienantes. Esta es la “enseñanza nueva
llena de autoridad” que sorprende y muestra en Jesús al “más fuerte”,
anunciado previamente por el Bautista. Entonces ahora nos corresponde preguntarnos
y reflexionar, ¿Y yo?, ¿Estoy sorprendido por las palabras de Jesús? Oímos en
cada misa, y talvez desde hace ya muchos años las palabras del Señor, pero;
¿somos reflexivos de nuestra verdadera condición de hombre poseído por un
“espíritu impuro?. Quizá hasta hoy no habíamos reflexionado sobre esto, y es
posible que ninguna persona me haya comentado sobre este punto, por tanto
entonces se me hacía fácil esconder mi verdadera condición bajo la máscara
religiosa. Es bueno entonces que me dé cuenta que hay algo que no está bien y de
este modo darnos cuenta que Jesús, “el Santo de Dios”, nos está pidiendo una
transformación, es decir, un modo de entender la vida completamente nueva. 6. JESÚS VINO A PREDICARNOS Y ATRAERNOS UN NUEVO MUNDO Es importante tener claro que el evangelio
presenta a este enfermo como un endemoniado, porque la cultura de aquel
tiempo atribuía con frecuencia las enfermedades psíquicas y físicas al
influjo de alguna fuerza misteriosa, diabólica. Como también es importante
considerar que la atención del relato evangélico no se dirige en todo caso a
clarificar la identidad de esa fuerza maligna, sino que se concentra en Jesús
y en su firme voluntad de derrotar al mal presente en el hombre. La
liberación del endemoniado es una prueba para lo cual ha venido Jesús. Él ha venido a
liberar no sólo a pobres, ciegos y cautivos del cuerpo, sino también a
cuantos están esclavizados y alienados por una idea que todavía piensa en un
Dios de venganza y de revancha. Y nos da a entender este relato, que el
temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: “¿Qué es esto?
¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus
impuros, y éstos le obedecen!” Y su fama se extendió rápidamente
por todas partes, en toda la región de Galilea. Fama, no solo por el dominio
sobre el mal, también por la doctrina nueva, por su contenido y la forma de
exponerla. Esto es lo que nos revela
este Evangelio como todos, Jesús vino a predicarnos y atraernos un nuevo
mundo, el nuevo Reino del Padre, y frente a Jesús, los espíritus del mal confiesan
su derrota. “Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!", expresaron los Judíos allí en la
sinagoga, en efecto, las palabras de Jesús causaron impacto, porque
independientemente de quien lo exponía, era un mensaje nuevo, hasta ese
momento nunca oído, además, de una palabras convincentes, de alguien que sabe
perfectamente lo que dice. 7. ANUNCIAR EL REINO DE DIOS A TODO LUGAR “Cállate y sal de este hombre”, increpa Jesús al
hombre enfermo, con esto, tenemos la gran seguridad que sin la Palabra
poderosa de Jesús, de ningún modo puede dominarse y destruirse la carga
opresiva a la cual nos somete el “espíritu impuro”. En bueno entonces darse
cuenta de nuestra imposibilidad para cambiar las cosas sin la ayuda de Jesús,
para descubrir la dominación del “espíritu impuro”. Jesús pronuncia la
palabra poderosa, “Cállate y sal de este hombre”. Y pedimos a Jesús, su ayuda y
lo hacemos con la oración, para que no nos ocurra como a sus discípulos;
“¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?” Les dijo: Esta clase con nada
puede ser arrojada sino con la oración.
(Marcos 9, 28.29) Por tanto, este ejemplo debe ser motivarnos
a actuar como lo hizo Jesús, anunciar el Reino de Dios a todo lugar, pero no
en nombre propio, siempre en nombre de Jesús, y no es con nuestro pensamiento,
ni como creemos que debe ser, sino con
las enseñanzas, la actitud, la bondad y el pensamiento del Señor. Esto
es, no se fundamenta con nuestras palabras, se hace con la fuerza de la
Palabra de Jesús, que es irresistible para las personas, sin lazos afectivos
ni intereses que lo liguen al lugar o al medio en el que está, o los
alienados de espíritu que han perdido la capacidad de pensar por sí mismos y
son esclavos de ideas y formas de ser perdidas, incapaces de pensar y actuar
por uno mismo, como a aquel pobre endemoniado. El
Señor nos Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
IV DOMINGO, Ciclo B año Tiempo Ordinario |
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