“El
que quiera seguirme” Mt
16, 21-27 Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1)
COMENZÓ JESÚS A ANUNCIAR A SUS DISCÍPULOS
QUE TENÍA QUE IR A JERUSALÉN PARA PADECER ALLÍ Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que tenía que ir
a Jerusalén para padecer allí mucho por parte de los ancianos, de los sumos
sacerdotes y de los escribas; Este entonces, no significa en Mateo una
proximidad inmediata, solo que a partir de esa época es cuando Jesús comienza
a anunciarles su muerte. Era un momento ya oportuno. Había que corregirles a
sus discípulos el concepto erróneo del medio ambiente. Jesús no era el Mesías
político nacionalista que los judíos y ellos esperaban (Hech 1:6). Jesús era el Mesías profético del dolor: el “Siervo de
Yahvé” de Isaías. Por eso les anuncia: Que éste es el plan de Dios, para esto
ha de ir a Jerusalén: “No puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén”
(Lc 13:33), y que allí será condenado por “los ancianos, los sumos sacerdotes
y los escribas” (Mateos), además allí “sufrirá mucho” y será “entregado a la
muerte.” Pero “al tercer día resucitará. 2)
NO LO PERMITA DIOS, SEÑOR; ESO NO TE
PUEDE SUCEDER A TI Entonces Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo,
diciéndole: “No lo permita Dios, Señor; eso no te puede suceder a ti”. Pero
Jesús se volvió y le dijo a Pedro: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes
hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios,
sino el de los hombres!” La respuesta de Jesús a Pedro es que no sea para El un
Satanás, el gran enemigo del reino. Por eso, la proposición de Pedro, nacida
de ignorancia y de afecto, era para el Señor un obstáculo de seguirla, para
no cumplir el mesianismo de dolor, que era el plan del Padre. No es de
extrañar en Pedro una dificultad para aceptar aquellas profecías de Jesús.
Pedro conocía y confesaba la mesianidad de Jesús, pero algo deformada por los
prejuicios rabínicos que el antes había oído sobre un Mesías triunfador y
nacionalista, entonces no le era fácil aceptar la imagen de un Mesías
doliente, humillado y crucificado por los jefes de la nación. Así es como
Jesús le hace ver que habla al modo humano y, que elude el dolor. 3)
JESÚS DEBÍA PADECER Y MORIR, ESE ERA
EL PLAN DE DIOS Jesús debía padecer y morir, ese era el Plan de Dios, pero
ese sufrimiento había de ser la causa de nuestra salvación. Como a Pedro, el no entendía las cosas de Dios, y muchas
veces a nosotros nos sucede lo mismo, del mismo modo, como le sucedió a él,
por no situarnos en el Plan del Padre, se nos hace difícil entender sus
obras. Tenemos necesidad de despojarnos de los criterios del hombre y adoptar
solo y únicamente el de Jesucristo, algo que se nos hace difícil, pero es una
tarea que debemos emprender. 4)
Expuesto el anuncio de la pasión y muerte, ahora les
advierte a los discípulos que han de imitarle. Luego que Jesús había predicho
a sus discípulos lo conveniente que era el que El sufriese las calumnias de
los judíos, que fuese muerto y que resucitase al tercer día, no hace ver a
todos de que forma podemos participar de su gloria. La primera enseñanza es que el hombre renuncie a sí mismo,
y esto, “El que quiera venir conmigo”. Y, además, que tome su cruz y me siga.
Lucas dice en su relato, “cargue con su cruz cada día y se venga conmigo” (Lc
9; 23-26); La doctrina del Reino, nos exige negarse a un mundo de exigencias personales
y cómodas. Es una vida moral nueva, que lleva consigo un sacrificio frente a
las cosas mundanas, pero que al final tiene su ganancia eterna. El discípulo
de Jesús ha de estar dispuesto a toda persecución y muerte. El Reino le puede
exigir esto. Pero al que ante el Reino tomase una actitud de vergüenza por
seguirlo, le aguarda el Hijo del hombre, presentado como Juez del mundo, en
su parusía, con la condena de avergonzarse de él. 5)
A LOS QUE QUIEREN SEGUIRLO Sin embargo, Jesús, bueno y piadoso, algo natural en El,
no quiso tener ninguno que lo sirviese como obligado, por el contrario, hace
que lo sirviesen espontáneamente y le agradeciesen el poderlo servir. No
obligando ni imponiéndose a nadie, sino persuadiendo y haciendo el bien, esa
es la forma como atrae a todos los que quieren venir, diciendo: “El que
quiera seguirme”. ¿Alguno de nosotros ha sentido este llamado?, ¿Qué estamos
dispuesto a responder si este llega a nuestro corazón? Cuando Jesús dice: que renuncie a sí mismo, propone -a los
que quieren seguirlo- su propia vida como modelo de una vida perfecta, con
una imitación fiel de su vida, según la medida de nuestras fuerzas. Si alguno
no renuncia a sí mismo, no se acerca al que está sobre El. La renuncia a sí
mismo, quiere decir el olvido absoluto de lo pasado y la renuncia de la
propia voluntad. Se niega a sí mismo uno cuando la vida pasada en el mal se
convierte en una vida buena y de nuevas costumbres, especialmente en una vida
de oración. Porque el que ha vivido la vida del pecado deshonesto se niega a
sí mismo cuando se vuelve a una vida sana. Del mismo modo, se llama negarse a
sí mismo abstenerse de cualquier clase de pecado. 6)
3. QUE TOME SU CRUZ Y ME SIGA Y agrega Jesús: que tome su cruz y me siga, o como dice
Lucas: “Que cargue con su cruz cada día y me siga” es el deseo de sufrir la
muerte por Cristo, mortificándose por El mientras se vive de paso en la
tierra, es el estar dispuesto a enfrentar cualquier peligro por dedicarse al
Señor y no aficionarse a las cosas mundanas de esta vida, es lo que se llama
tomar su cruz. El que quiera seguir a Cristo no debe huir el padecer por El.
La cruz puede llevarse de diversos modos, con ayuno, abstinencia y
penitencia, es decir cuando sentimos pena por pecar, pero también se lleva la
cruz, cuando el alma se empapa de la compasión por los demás. 7)
EL QUE QUIERA SALVAR SU VIDA Nos dice Jesús: “Pues el que quiera salvar su vida, la
perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará”. Esto es, el que
quiere vivir según esta el mundo y continuar gozando de las cosas temporales
que la vida terrenal ofrece, éste la perderá, porque no la conduce a los
términos expresado por el Señor en la bienaventuranza. Y por el contrario,
añade: “el que pierda su vida por mí, la encontrará”. Es decir, el que menosprecia
las cosas terrenas y temporales, prefiriendo la verdad, la vida recta, el
trabajo solidario por sus semejantes, la incasable tarea por los derechos del
hombre entregados por Dios, la búsqueda de la paz, la vida según los
evangelios, aún exponiéndose a la muerte, en otras palabras, pierde su alma
por las enseñanzas de Cristo, más bien la salvará. 8)
¿DE QUÉ LE SIRVE A UNO GANAR EL MUNDO
ENTERO, SI PIERDE SU VIDA? A continuación Jesús nos dice: “¿De qué le sirve a uno
ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para
recobrarla?” Como si dijese: cuando alguno, considerando los placeres y los
bienes presentes, rehúsa sufrir y elige vivir de una manera cómoda y
espléndida, si es rico, ¿de qué le aprovechará todo esto, si pierde su alma?
Pasan las grandezas de esta vida y sus delicias como pasa una sombra. Esta “vida” del texto evangélico no se refiere a la simple
pérdida de la vida física, sino de la “vida” eterna. Constantemente el Señor,
a la vez que nos invita a merecer la vida eterna, la felicidad por siempre,
nos enseña a menospreciar las cosas de la tierra. Por ello robustece la
humana debilidad, ofreciendo un premio seguro y verdadero, por los
sufrimientos y penalidades de la vida presente. 9)
EL HIJO DEL HOMBRE HA DE VENIR RODEADO
DE “Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la
gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles”. Jesús se presenta aquí como
dueño de la humanidad, como Señor de los ángeles, y viniendo en la “gloria de
su Padre.” Con todo lo cual se acusa su grandeza, su trascendencia divina:
“su gloria.” Aquella “gloria” del Señor que ahora a El se aplica (Jn 1:14). En esa hora dará a cada uno lo que merecen sus obras. Es
entonces la responsabilidad personal es la que entra en juego. Porque no es
fácil tomar la cruz y seguir a Cristo, es un camino duro, arduo, hay que
estar dispuesto a cumplir con todo lo que el Señor nos enseño, hay que tener
dispuesta la vida contra los sufrimientos, contra los peligros y ofrecerse
hasta la muerte. Así como lo han hecho muchos, dejar lo conocido por lo
desconocido, abandonar las cosas del presente, por las futuras y del Reino
prometido. 10) JESÚS
DESEA QUE VAYAMOS TRAS DE EL Pero El buen Maestro, para que ninguno se deje abatir por
la desesperación o el tedio, nos promete a continuación a los fieles que lo
veremos, pero el nos ha advertido: Yo les aseguro que algunos de los aquí
presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como
rey. Nos enseña este fragmento del Evangelio, que esta en
nosotros, el encontrarnos con el Señor, el ya nos ha dicho el que quiera
venir detrás de mi, Jesús desea que vayamos tras de El, pero no obliga a
nadie a que le sirva, pero si espera que espontáneamente, tomemos la decisión
de servirle. Seguir al Señor, caminar con El, junto a El, sintiendo su
presencia junto a nosotros, es un agradable caminar, es vivir en paz
espiritual y es una mano que nos saca del peligro en las turbulencias, pero
es necesario para seguir sus pasos, ser como El, empaparse de sus sentimientos,
y aceptar la voluntad del Padre, quien solo quiere lo mejor para sus hijos. El Señor les
Bendiga Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant Domingo
XXII del Tiempo Ordinario Ciclo A |
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