“Las Bienaventuranzas" Mt 5, 1-12 Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant 1. FELICES LOS QUE
TIENEN EL ESPÍRITU DEL POBRE, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS. Este término
“Pobre”, designa a los hombres que no poseen tierras u otros bienes en el
sentido material. Como sabemos, no porque alguien nos cuente, sino porque
somos sensibles y vemos, es gente sin apoyo ni influencia social. Ahí en esa
calificación están por lo general las gentes explotadas y humilladas. Aunque
no es éste el exclusivo aspecto que tiene aquí esta palabra. La frase del
evangelio dice “espíritu del pobre”. Pero por esta afinidad de conceptos se
hacen sinónimos en el paralelismo poético, y se interpretan indistintamente
también, por las palabras correspondientes al “pobre” o al “humillado”. Pero también es
cierto, que a la gente pobre, se le reconoce como la persona que confía en
Dios, Ellos son los que se aproximan primero, ellos además conocen muy de
cerca el concepto de la piedad. De este modo, el pobre, humilde y muchas
veces humillado por su pobreza, se enriquece en su pobreza con la fe en Dios
y su constante necesidad de pedir auxilio. Dios siempre ha
visto con mucho afecto y agrado al que ha vivido en la pobreza material,
aceptada libremente y no considerada como un castigo. Así es como Jesús, a
los pobres no les promete un simple premio, sino que el mejor de todos, un
premio que no es un bien temporal, esto es el Reino de los Cielos. Se equivocan los
que creen que el Reino ya les pertenece, más aún, se equivocan los que
piensan que es patrimonio exclusivo del rico, del que se auto considera
sabio, poderoso, influyente o cercano materialmente a alguna institución
religiosa, mucha veces considerado por ellos como algo bueno, nadie entra en
el reino por derecho propio, en otras palabras, solo Dios sabe quién tiene
méritos para entrar. Si la pobreza está situada, está en el plan de Dios, El
prepara, meritoria y agrandadamente el ingreso de los pobres en el Reino. El premio que
tendrán los que tienen “el espíritu del pobre” es que de ellos “es” el Reino.
“Porque a ellos les pertenece” 2. FELICES LOS QUE
LLORAN, PORQUE RECIBIRÁN CONSUELO. Lloramos porque nos
invade una amargura muy profunda. Es el “llanto” de la vida, producto de las
tristezas, desgracias y dolores. Este es el llanto que hacemos ante Dios
Padre e Hijo. Jesús abre al “dolor” una perspectiva distinta, este nos es
considerado como castigo a los pecados, es un dolor que tiene una misión de
purificación y mérito. El que llora ante Dios, no está abandonado y tiene
como premio la “consolación.” Los que lloran
recibirán un gran consuelo. Todos buscamos y deseamos ser consolados, pero no
todos encontramos consuelo en esta vida, pero Jesús nos da esperanza y nos
promete con seguridad que lo tendremos, ¿Cuándo? En el momento que nos
acercamos íntimamente al Señor, porque en El encontramos la verdadera
esperanza, que es la confiada espera que Dios concede de los bienes
prometidos. Jesús vino a consolar a los tristes y vino a enseñarnos un norma
de vida, quien siga el camino por El trazado, a pesar de su tristeza que
podemos llevar por las distintitas situaciones de esta vida que mucha veces
no es fácil para nosotros, recibirá finalmente el consuelo de su amor
abriéndole las Puertas del Reino de los Cielos, allí donde no habrá más
llantos. Felices los que
lloran porque recibirán consuelo, esta es una esperanza, virtud que capacita
al hombre para tener confianza y plena certeza de que va a conseguir la vida
eterna apoyada en el auxilio omnipotente de Dios 3. FELICES LOS
PACIENTES, PORQUE RECIBIRÁN LA TIERRA EN HERENCIA La paciencia, es la
mansedumbre, es la capacidad para sufrir o soportar las penas y los
infortunios sin perturbarse, es también la capacidad para hacer trabajos
minuciosos o pesados, es calma y tranquilidad cuando se espera algo que se
desea. Ser manso, es ser también dulce de corazón, es el que sabe llevar su
suerte con resignación y paz, es decir con “mansedumbre.” La “mansedumbre” es
la carencia de violencia, resignación, es también benevolencia y compasión.
Pero, además, es esencialmente modestia, teniendo una afinidad particular con
la humildad, de una parte, y con la benignidad o compasión, de otra. El
paciente es bueno y enemigo de la ira vengativa, como del orgullo extremo. Para los pacientes,
los mansos, también Dios les tiene el gran premio, es así como si sabemos ser
pacientes y benevolente hacia los demás, el premio será la “tierra en
herencia”, esta retribución, es la tierra prometida, la tierra ideal, esa
está en el Reino de los Cielos. Lo más bello, es que esta herencia prometida,
no hace coherederos con Jesucristo, es decir estaremos reunidos y en su
compañía. Felices los
pacientes, felices los mansos de corazón, felices los suaves y dócil en el
trato con los demás, feliz el que es tranquilo y apacible con su hermano,
porque recibirán la herencia de Dios. 4. FELICES LOS QUE
TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE SERÁN SACIADOS. Jesús se refiere al
hambre como el deseo intenso y a la sed como esa necesidad de satisfacer ese
deseo de Justicia. Hablamos de justicia, cuando nos inclinamos a dar y
reconocer a cada uno lo que le corresponde, sin dejarse llevar de
favoritismos, es decir tratar a las personas como les corresponde por sus
propios méritos y condiciones. Su sentido
entonces, es felices los que ansían grandemente la justicia. Nada está más
cerca de esta bienaventuranza que lo que dice Jesucristo en este mismo
sermón: “Buscad el reino y su justicia” (Mt 6:33). Esta justicia yuxtapuesta
al concepto del Reino es todo lo que hace al hombre justo, porque es el cumplimiento
de la voluntad divina. Es aquella de la que dijo Jesús: “Si vuestra justicia
no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los
cielos” (Mt 5:20). Es la justicia que dispone a incorporarse al reino, o,
dentro de él, progresar en el mismo. “El tema evocado por la expresión y el
contexto del sermón no nos orienta hacia la idea de una justicia que Dios
hace, sino más bien hacia aquella justicia que se esfuerza uno en adquirir a
los ojos de Dios, cumpliendo su voluntad.” Por tanto el sentido de la
justicia, es del tipo moral hecha del conjunto de obras cristianas y el
premio no es la de un el cumplimiento material de la Ley. La metáfora del
hambre, no desvirtúa su contenido, en efecto, no es el “hambre” material. La
palabra hambre, hecha metáfora, es espiritualizada, es desear el cumplimiento
de la voluntad, ”justicia” de Dios en nosotros, en la que, como parte, queda
incluida esa primitiva formulación escueta del “hambriento,” que lleva,
religiosamente, su situación. El premio asignado es ser saciados, es decir
completamente satisfechos por el Señor. 5. FELICES LOS
COMPASIVOS, PORQUE OBTENDRÁN MISERICORDIA. El compasivo, es
aquel que se muestra comprensivo ante la miseria y sufrimiento ajeno o de su
prójimo, es aquel que de verdad tiene sentimiento de pena y lástima por la
desgracia o por el sufrimiento de sus hermanos, la misericordia, es el
atributo de Dios por el cual perdona y remedia los pecados y miserias de las
personas. El compasivo es un
hombre sensible, afectivo, comprensivo, así como pide perdón a Dios por
ofender, sabe perdonar las ofensas. Jesús, se nos mostró todo en
misericordia, en el sentido más amplio de la palabra, el hizo la misericordia
en la curación de muchos males. Por misericordia, curo a los ciegos, y a los
que le pidieron curación sus hijos, amigos o servidores. Jesús, le dio a la
misericordia un amplio sentido de hacer el bien a todo el necesitado y, nos
enseña a los hombres que en la medida en que se ha de practicar la
misericordia, se ha de optar al premio a ellos prometido. Ya se leía en el
Antiguo Testamento, “El que tiene compasión, encontrará misericordia”
(Proverbios 17:5). Y en el Talmud: “De quien tiene misericordia de los
hombres, se tiene misericordia en el Cielo.” El pensamiento, pues,
de esta bienaventuranza es sólo afirmar la excelencia y necesidad de la
misericordia en los hombres para que sepan que entonces Dios la tendrá con
ellos. Pero esto, por parte de Dios, siempre será un exceso y un secreto
sobre la que el nombre hace. “La bienaventuranza
de los misericordiosos es una exigencia moral. San Mateo se para
especialmente a considerar el aspecto moral de la enseñanza de Jesús; Las
bienaventuranzas de este evangelio, no se contentan con anunciar la Buena
Nueva de la venida del Reino; presentan el Reino como la recompensa prometida
a aquellos que practicasen en su vida las exigencias de la nueva enseñanza.
La gran novedad de estas bienaventuranzas de Jesucristo, está en prometer su
ingreso — en la fase que sea — a los que practiquen la misericordia con todos
los hombres, sin excluir a nadie, ni por su condición social, económica, ni
por raza o pueblo de origen. 6. FELICES LOS DE
CORAZÓN LIMPIO, PORQUE VERÁN A DIOS Los “puros de
corazón” evocan a los que tienen en el culto la “pureza” en el conjunto de
ritos o ceremonias litúrgicas con los que se expresa este homenaje. El
salmista dice que al Templo subirá el “de limpias manos y puro corazón” (Sal
24:2.4). Corazón y espíritu son usados indistintamente como los principios
responsables de la actividad moral. Pero no se quiere indicar con esto, a
solo el que practica este rito, o de que solo basta esta práctica, sino que
se supone y exige la autenticidad moral de esta conducta. Pues “si vuestra
justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino
de los cielos” (Mt 5:20). Limpio es aquel que
no tiene mancha o suciedad moral, no está contaminado de la maldad, ha
cuidado su rectitud, es aquel que no hace daño y no perjudica, honrado y
decente. Libre y exento de imperfecciones morales. Puro es el casto, honesto
y respetuoso con los principios morales que se consideran propios de las
buenas costumbres “Porque verán a
Dios”. Para ser dignos de estar presente donde El mora, como para levantar la
cabeza en nuestras solemnidades litúrgicas y ver con emoción cuando se nos
presenta el cuerpo y la sangre de Jesús, debemos presentarnos puros, para que
Dios nos muestre su rostro, porque los “Los rectos verán su benigna faz (de
Dios)” (Sal 11:7b). Los que sirven a
Dios, con su templo limpio y puro, es decir con el corazón puro, le rendirán
culto y verán su rostro en el templo del cielo. 7. FELICES LOS QUE
TRABAJAN POR LA PAZ, PORQUE SERÁN RECONOCIDOS COMO HIJOS DE DIOS. Los que trabajan
por la paz, no son los de temperamento pacifico pasivos y estáticos, al
contrario son preocupados y dinámicos en esta virtud de ser “hacedores de
paz”. El Señor busca aquí reconocer, a todo el que buscase difundir y
trabajar por la paz. A los cristianos,
nos corresponde trabajar por vivir en la ausencia de guerra, no debemos
escatimar esfuerzos por conseguir hacer efectivo los tratados o convenio por
el que las partes enfrentadas en una guerra ponen fin a la misma, es decir:
firmar la paz. La paz es estado de tranquilidad y de entendimiento entre las
personas: La Paz es sosiego, calma o ausencia de agitaciones. La paz permite
la reconciliación, salda las deudas, da por terminado los conflictos, nos
hace más hermanos y más amistosos. La paz está pedida
en los pasajes bíblicos, en el que este término tiene sentido de
reconciliación con los enemigos. El que busca la paz es misericordioso,
compasivo y ama a su prójimo y es reconocido como hijo de Dios. El premio es
que “serán llamados hijos de Dios.” “Ser llamados,” significa ser reconocido
por tal, ser verdad lo que se dice de uno. Dios es Dios de paz; los
“hacedores de paz” tendrán una relación especial con Dios, por eso serán
reconocidos por el Padre como “hijos de Dios”. Jesús, nos está
enseñando, que el modo de establecer el Reino, no es por el ruido de armas,
sino espiritualmente: “haciendo la paz” del reino entre los seres humanos.
Jesús nos trajo y nos dejó la paz, para que podamos convivir y vivir en
armonía, pero él nos pide que no seamos pasivos ni permisivos con los que
atentan contra ella, es decir debemos trabajar en forma permanente por la
paz, así podremos caminar al encuentro con el Padre, con la confianza de ser
reconocidos como sus hijos. 8. FELICES LOS QUE SON
PERSEGUIDOS POR CAUSA DEL BIEN, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS Jesús no se refiere
a los que huyen porque son seguidos por cualquier causa, es preciso, es por
causa del bien. Perseguido es aquel que es molestado, aquel que se le hace
sufrir, al que se le busca hacerle daño por el solo hecho de ser hombre de
bien. Cuando Jesús dice
por causa, está considerando el origen o el motivo incluso el fundamento por
el cual se es perseguido. Y el fundamento no es otra cosa que hacer el bien,
buscar lo bueno para sí y los demás en el sentido moral y espiritual. El
perseguido por trabajar por la paz, por el amor de los hombres, por los
valores morales enseñados por Jesucristo, por vivir en armonía, por estar al
lado de los que sufren, por hacer que el hombre sea bueno, posee el Reino de
los Cielo. Durante la historia
del hombre, mucho han sido perseguidos por causa del bien, muchos han sido
martirizados, encarcelados, y han entregado la vida por una buena causa. Del
mismo modo otros han sido perseguido por una causa religiosa, por esto, ellos
deben estar felices, porque de ellos es el Reino de los Cielos 9. FELICES USTEDES,
CUANDO POR CAUSA MÍA LOS INSULTEN, LOS PERSIGAN Y LES LEVANTEN TODA CLASE DE
CALUMNIAS Bienaventurados son
los injuriados, ofendidos, insultados, acusados dañados y menoscabados a causa
de promover y motivar las enseñanzas de Jesús y por defender su amor hacia
Él. Jesús nuevamente es preciso, se refiere “a causa de mí”, “por causa mía”,
es decir “por amor del Hijo del hombre”. Esto supone la lealtad absoluta a
Jesucristo, a la fe, porque fe es estar incondicionalmente adherido a Jesús. Jesús nos invita a
estar felices si por él nos acosan, nos persiguen y nos hacen sufrir. Así lo
experimentaron primeramente los apóstoles. Así fue como también fueron leales
servidores de Cristo, con la esperanza cierta de que así recibirían la
recompensa del Cielo. Jesús, nos promete
la felicidad y nos da seguridad de llegar a ella, solo necesitamos, seguir el
camino que a ella conduce, esto es, siendo leales con sus enseñanzas,
viviendo conforme a como nos instruyó, a esto nos está animando, él nos ha
dado una pauta de vida y por si vivir de esta forma, si por cumplir
ineludiblemente el camino trazado por El, tengamos que pasar por grandes
dificultades, nos insulten, nos persigan, nos calumnien, seremos bienaventurados
porque hemos llevado fuertemente en nuestro corazón la proclamación de su
mensaje y que por nada dejaremos de cumplir. Por todas estas
bienaventuranzas, alegremos el corazón, mostremos el espíritu contento,
porque será grande la recompensa, esta es recibir el cielo. El Señor nos
Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Domingo 1 de Noviembre |
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