“NECESIDAD DE PRODUCIR BUENAS OBRAS, PARA SUBIR AL MONTE DEL SEÑOR”

“(Dios) dará a cada cual según sus obras” (Romanos 2,6)

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


 

De Dios es la tierra y cuanto hay en ella,

el orbe y los que en él habitan;

Que él lo fundó sobre los mares,

él lo asentó sobre los ríos.

¿Quién subirá al monte del Señor? ,

¿Quién podrá estar en su recinto santo?

El de manos limpias y puro corazón,

el que a la vanidad no lleva su alma,

ni con engaño jura.

El logrará la bendición del Señor,

la justicia del Dios de su salvación.  (Salmos  23, 1-5)

 

Fragmento del Salmo 23, Laúdes, martes, 1ª semana.

 

TENEMOS LA NECESIDAD DE PRODUCIR BUENAS OBRAS

“Quien subirá al monte del Señor, El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura.” Esto es entrará todo persona que ha hecho su vida orientada a Dios, que no ha mentido, que no ha hecho mal a nadie, que ha hecho mucho por sus hermanos, un hombre que ha rendido frutos, que hecho obras de bien en su vida.

Dios exige que los seres humanos rindan, religiosamente, los valores que les confió, (Parábola de los Talentos,  Mt 25, 14-30), preparándose así al glorioso regreso del Señor. En efecto, lo que debemos aprender de esta parábola, es que todos tenemos la necesidad de hacer fructificar los dones recibidos, de una manera esforzada, exigente y constante durante toda nuestra vida. Tenemos la necesidad de producir buenas obras, y estas buenas obras deben ser realizadas proporcionalmente a los dones recibidos, ya que los talentos de la parábola designan la capacidad que recibimos para hacer buenas obras.

NO SE PUEDE SEPARAR LA FE DE LA CARIDAD 

Dios creó el mundo y es su Señor. En su día, estaremos sometidos a juicio, tendremos que comparecer ante su presencia, en esa hora, seremos interrogados sobre nuestras obras. "A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición". San Juan de la Cruz. La caridad debe ser el signo distintivo de los discípulos de Cristo, (JP II).

No vale la fe sin amor (cf. Gal. 5,14). San Pablo pone la caridad por encima de la fe. "Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. 3 (1 Cor 13,2); "Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad. (1 Cor  13,13).

DIOS QUIERE TAMBIÉN QUE AMEMOS A LOS DEMÁS.

Ámense como yo los he amado, dice el Señor: Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. (Jn 15, 10-12), También nos dice el Señor por puro amor: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. (Jn 15, 16)

Aquí está el sentido de nuestra vida, en amar a Dios y a los demás, en amar a nuestros padres, hermanos y hermanas, a nuestros parientes y amigos, a todos los seres humanos, incluso a los que quizá nos hayan herido u ofendido. Amar al prójimo significa vivir para los otros, echándoles una mano, haciendo siempre algo por el prójimo, prestando servicio cuando se necesite, siendo justos, honrados y puros, amables, auténticos y bondadosos. Amar al prójimo quiere decir ayudar a construir un mundo mejor, en otras palabras, con obras de caridad. Confiar en Dios y en nosotros mismos es confiar en los talentos que Dios nos ha dado para ponerlos al servicio de los demás.

SALVACION POR LA FE O POR NUESTRA OBRAS

Como nos ganamos la salvación?, por la Fe, o por nuestras obras?, son ambas necesarias?, es una constante pregunta entre nosotros los cristianos. Ciertamente para algunos la respuesta es sencilla, para otros según sea su conveniencia, para mí, la respuesta es de una profunda reflexión sobre los que nos pide el Señor. Esta respuesta se obtiene, además de las enseñanzas de nuestra Iglesia, de la teología y del estudio de la Palabra junto a un íntimo diálogo con El. No se puede apartar la oración de la Palabra.

Sin embargo, para comprender la Palabra, no podemos solo limitarnos a algunos versículos, como tampoco sacarlos fuera del contexto, no obstante podemos utilizar la belleza de estos para poder hacernos entender. Lo importante es ser fiel a la palabra de Dios y hacer su voluntad: “No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.  (Mt 7, 21).

Así como nos enseña nuestra Iglesia, el trabajo perseverante, para obedecer a Dios como para no perder la Fe. Del mismo modo como lo hace San Pablo: Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación,  (Filip  2, 13)

JUSTIFICADOS SOLO POR LA FE EN JESUCRISTO

Nuestra Iglesia nos ha enseñado que somos Justificados solo por la fe en Jesucristo. El ganó nuestra salvación con los méritos de su pasión. Nuestros esfuerzos nunca serían suficientes para salvarnos. El Concilio de Trento ratificó la doctrina católica de siempre: "no podemos salvarnos nosotros mismos sino solo por la gracia de Dios". Pero ante la controversia, hay que decir que la diferencia entre nosotros y otros cristianos que opinan distinto, está en el significado de la fe y la salvación. Jesús le dice a la mujer que padecía de una larga enfermedad. “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz”, (Mc 5, 21), pero para esto, ella tuvo que acercarse al Señor, pasando angustiada  por en medio de un turba, es decir ella no estaba allí impávida, lucho para alcanzar a tocar el vestido del Señor.

Ciertamente, algunos hermanos están convencidos de que nos es necesario para salvarse ninguna obra sino solo proclamar que se tiene fe. No obstante dice el Señor: Así que por sus frutos los reconoceréis. (Mt 7,15-20). El sentido histórico de esta frase son los fariseos. Pero también podemos aplicar esta sentencia con un sentido del fenómeno religioso contemporáneo, que busca desconcierto en la Iglesia. El discernimiento del verdadero sentido de las enseñanzas de los Evangelios es de vital importancia.

LA IGLESIA CATÓLICA ENSEÑA LO MISMO QUE PABLO Y SANTIAGO.

Santiago, amigo íntimo del Señor, nos dice: “¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: « Idos en paz, calentaos y hartaos », pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá decir: « ¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe. ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios lo creen y tiemblan. ¿Quieres saber tú, insensato, que la fe sin obras es estéril? Abraham nuestro padre ¿no alcanzó la justificación por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe alcanzó su perfección? Y alcanzó pleno cumplimiento la Escritura que dice: Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia y fue llamado amigo de Dios. » Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente. Del mismo modo Rajab, la prostituta, ¿no quedó justificada por las obras dando hospedaje a los mensajeros y haciéndoles marchar por otro camino? Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Sant  2, 14-26)

San Pablo nos enseña: “Conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado. (Gál2, 16). Porque todos los que viven de las obras de la ley incurren en maldición.  (Gál 3,16)

“Tenga el testimonio de sus buenas obras: (1 Tim 5,10)

Que practiquen el bien, que se enriquezcan de buenas obras, que den con generosidad y con liberalidad;  (1 Tim 6,18)

Pero su fin será conforme a sus obras. (2 Cor 11,15)

El Señor le retribuirá según sus obras.  (2 Tim 4,14)

NO HAY CONTRADICION

San Pablo dice "obras de la ley" y Santiago “por las obras y no por la fe solamente.” (Sant 2, 24). Se entiende que San Pablo enseña que nos salvamos por la fe aparte de las obras y que Santiago enseña que el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente. No hay contradicción. ¿Son dos tipos de obras distintas?, Si, San Pablo habla de "obras de la ley" y se refiere a las "obras de la ley" del Antiguo Testamento, especialmente la circuncisión, que algunos querían hacer un requisito para los cristianos. Ellos pensaban que estas obras satisfacen a Dios por si mismas y por lo tanto quien las hace se "gana" la salvación. Pablo compara este error y enseña que el bautismo, por el que recibimos gratis la fe que salva, remplaza la circuncisión: “en él también fuisteis circuncidados con la circuncisión no quirúrgica, sino mediante el despojo de vuestro cuerpo mortal, por la circuncisión en Cristo. Sepultados con él en el bautismo”  (Col. 2,11–12. Volver a depender en estas obras de la ley sería negar la gratuidad de la salvación ganada Cristo salvador. Pablo enseña que la fe salva aparte de las obras, estas obras de la ley. Pero en otros pasajes Pablo enseña que la justificación no puede lograrse en quienes no aplican su fe a la práctica. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad. (Gál 5,6), que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados.  (Rom  2,13 "Obras" en Santiago se refiere a las que se hacen en obediencia a Dios movidos por la fe en Jesucristo. El hombre nuevo del Espíritu se conoce por sus obras. Estas son necesarias como bien explica Santiago.

PARA SALVARSE HAY QUE OBEDECER Y TRABAJAR SEGÚN DIOS MANDE.

Son muchos los pasajes del Nuevo Testamento, donde se nos enseña que hay que trabajar incansablemente por la salvación, del mismo modo como hay que reforzar y rezar mucho para no perder la fe. La fe es una respuesta libre a la revelación de Dios que requiere el amor puesto en práctica. Es por eso que la Iglesia enseña, con San Pablo, que debemos trabajar en nuestra salvación. Ese trabajo es inseparable de la fe.

San Pablo enseña la primacía de la fe en referencia a las obras, porque las obras deben corresponder a lo que creemos por fe. No se trata de multiplicar obras a nuestro gusto sino de responder en todo a la voluntad de Dios. En efecto, San Pablo nos enseña que: “pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece.” (Filip 2, 13), no obstante, Dios no obra si no le permitimos. Por eso Pablo insiste que para salvarse hay que obedecer y trabajar según Dios mande. De manera que no cualquier obra es obra de fe sino solo aquellas que hacemos en obediencia a Dios movidos por el Espíritu que actúa en nosotros.

 “Y yo os daré a cada uno según vuestras obras”  (Apocalipsis (SBJ) 2,23)

“Fueron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus obras.  (Apocalipsis (SBJ) 20,12)

Oremos para que nuestra fe, ayudada por la gracia Dios, puede crecer y fortalecerse,  y para tengamos fuerzas para trabajar el Reino de Dios.

Oremos para que tengamos las condiciones que debemos para subir al monte del Señor y acércanos con pureza al recinto sagrado.

 

El Señor les Bendiga

Pedro

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