Presentación-Rupnik

 

Presentación del Señor, sorprendente su sencillez

Lucas 2, 7-40

2 de Febrero

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


Todo el texto del Evangelio de Lucas donde se refiere al nacimiento de Jesús, es sorprendente y casi inexplicable para cualquier cristiano, María da “a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, un corral para animales, porque no tenían sitio en el alojamiento”, un sitio sin ninguna comodidad, sin ningún lujo, en extremo sencillo. (Cfr. Lucas 2, 7), es decir, no le daban posada, no le daban acogida, el Hijo de Dios, no tenía donde nacer.

Y muy cerca de allí unos sencillos pastores, que “dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño, se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y les anuncia una gran alegría, porque ha nacido en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor, y les da como señal que encontraran un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.  (Cfr. Lucas 2, 9-12)

En síntesis, Lucas nos relata que el Hijo de Dios, nace en un pueblo pequeño, y donde ni siquiera hay un sitio digno para acogerlo, razón por la cual se quedan en un establo. Y luego un Angel del Señor, se les presenta a unos sencillos pastores, que dormían a campo abierto, al parecer ni siquiera tenían una tienda para cobijarse. Y estos mismos pastores han tenido que recorrer por todo Belén para encontrar, seguramente en un lugar apartado, recostado en un pesebre, al Hijo de Dios, sin otros testigos que su Madre y su esposo José, humilde esclava del Señor, sencillo y justo varón. “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón”.  (Lucas 2,19)

No obstante, Lucas nos presenta luego un segundo relato, después de  que se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, que es el nombre que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno. (Lucas 2, 21). El niño ya tiene un sencillo nombre y debe ser presentado públicamente al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. (Lucas 2, 23). Es así, como la familia compuesta por María y José, llevan al niño Jesús para presentarlo en el Templo de Jerusalén y para que Jesús sea acogido y atendido solemnemente como el Mesías, “un salvador, que es el Cristo Señor”;  (Lucas 2, 1), que ha sido enviado por Dios, del que los ángeles dijeron que será; “una gran alegría…para todo el pueblo”  (Lucas 2, 10).

Nuevamente el relato de Lucas es sorprendente y casi inexplicable por su sencillez, ya que al Salvador, el Mesías, el Señor, al Bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores” (1 Timoteo 6, 15) ninguna persona le sale al encuentro, ¿no es esto desconcertante que ni los sumos sacerdotes ni los religiosos salgan a su encuentro?. Por otra parte, tampoco vienen a recibirlo los maestros de la Ley, que se encargan de enseñar y predicar en los atrios de aquel Templo. ¿Por qué el niño Jesús, no es recibido o no es acogido por aquellos religiosos, no es acaso algo insólito y casi misterioso?

No obstante este sencillo acercamiento al Templo, sin pomposidad, dos ancianos, sencillos, de gran corazón acogen a Jesús y lo reconocen como Enviado de Dios. Simeón; “este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo”. (Lucas 2, 25) y “Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones”.  (Lucas 2, 36-37). Dos ancianos, personas sencillas, de gran corazón, que han vivido su vida esperando la salvación de Dios. Estos ancianos, representan a gente sencilla, humilde, si pretensiones de ser más que otros, sin arribismo, es decir persona que viven con su confianza siempre puesta en Dios.

En estos tiempos, donde nos encontramos con personas ambiciosas, que viven tras el poder o el lujo, Lucas nos trae personajes que no están preocupados de la riqueza ni en un bienestar, todo lo contrario, ellos solo esperan de Dios, como el caso del sencillo Simeón que expresa; “Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz;  porque han visto mis ojos tu salvación, (Lucas 2, 29-30), felices de saber que ha llegado la “luz para iluminar a los gentiles y gloria de su pueblo Israel”.  (Lucas 2, 32), es así como a partir de ese momento ellos sienten que sus anhelos se hacen realidad en Jesús.

Este relato, de actitudes sencillas, de gente natural y sincera, nos enseña cómo debe ser nuestra forma de llevar nuestra fe, con simplicidad y naturalidad, sin tantas complicaciones y falsas posturas, sin ambiciones y sin pretensiones extraordinarias, tengo la convicción que esa forma de ser, agrada al Señor.

Dice el Señor Jesús: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.  (Lucas 10,21)

El Señor nos bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Domingo 2 de febrero, Presentación del Señor

 Publicado en este enlace de mi WEB: REFLEXIONES INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS

 

 

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