"Les envió a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo".

(Mt 21, 33-43)

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

 

1.      MI AMADO (DIOS) TENÍA UNA VIÑA

Jesús, nuevamente no habla a través de una parábola, esta es toda una alegoría, con un carácter muy didáctico y moralizante. Parábola común al Antiguo y al Nuevo Testamento, en la cual Isaías y luego Jesús usaron para referirse del amor de Dios a su pueblo (Israel) y de la ingratitud de éste.

Voy a cantar, en nombre de mi amado, una canción a su viña. Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. Removió la tierra, quitó las piedras y plantó en ella vides selectas; edificó en medio una torre y excavó un lagar. (Is 5-1).

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. (Mt 21, 33)

2.      EL ESPERABA QUE SU VIÑA DIERA BUENOS FRUTOS, (BUENAS UVAS)

Como todo dueño de una Viña, supone que tendrá una buena vendimia, con excelentes frutos, así lo relata Isaías: “El esperaba que su viña diera buenas uvas”, sin embargo: “la viña dio uvas agrias”. Y se lamenta el Señor: “¿Por qué cuando yo esperaba que diera uvas buenas, las dio agrias?”, por cuanto Dios reprende a su pueblo: “Ahora voy a darles a conocer lo que haré con mi viña; le quitaré su cerca y será destrozada.” ¿Porque? , Isaías lo relata: “la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación preferida.

El Señor esperaba de ellos, (Israel) que obraran rectamente y ellos, en cambio, cometieron iniquidades; él esperaba justicia y sólo se oyen reclamaciones. Es decir Dios al calificar la viña infructuosa, Israel se está atribuyendo a sí mismo su falta de gratitud y buen provecho, pues recordemos que El los liberó de la esclavitud, los ganó de una tierra improductiva y los trasplantó a una tierra fértil, los protegió de los enemigos, sin embargo ellos no supieron agradecer y responder a quien les regalo siempre amor.

3.      “UN HOMBRE POSEÍA UNA TIERRA Y ALLÍ PLANTÓ UNA VIÑA”

El relato del Evangelio, reanuda la alegoría de Isaías, y también nos enseña los grandes beneficios que el amado hace por su pueblo de Israel.

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchen otra parábola”, luego mas adelante dice el evangelio, “Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos”. “Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña”. La descripción de la viña es costumbrista, era algo común en Galilea, que ciertos dueños arrendasen sus tierras y ellos se marchasen a vivir a tierras lejanas

En esta parábola, el dueño de la viña es Dios, la viña es Israel, así es como una de las expresiones más características para simbolizar a Israel desde Isaías, era la viña. En el templo herodiano de Jerusalén, una gran vid de oro macizo y de proporciones colosales, colocada encima de la entrada del santuario, significaba a Israel. Los elementos descriptivos de la viña no tienen valor independiente: es sólo el cuadro y el esmero con que Dios la puso.

4.      LOS SIERVOS QUE ENVÍAN A SU VIÑA PARA RECOGER LOS FRUTOS DE ESTA VIÑA SON LOS PROFETAS.

Los viñadores a quienes se arrienda es Israel, destacándose a los dirigentes espirituales, que son los principales “cultivadores” espirituales de la misma. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Los siervos que envían a su viña para recoger los frutos de aquella etapa y acelerar la fructificación de esta viña son los profetas. Basta recordar a Elías injuriado por Jezabel; Isaías, según la tradición judía, fue aserrado; Jeremías, lapidado en Egipto; Miqueas, aprisionado por Acab; Zacarías, apedreado por orden del rey Joás; el Bautista, decapitado por orden de Antipas; Jesucristo y los apóstoles, perseguidos y martirizados.

El dueño que, después de arrendar la viña, marchó a otro país por mucho tiempo, como se trata de Dios, es una ficción literaria para dar lugar al desarrollo histórico de la alegoría. Los viñadores maltratadores y homicidas es la conducta de Israel con los profetas y enviados de Dios para ver el estado de Israel en que aparecen y fructificarlo en santidad: que diese fruto.

5.      FINALMENTE, LES ENVIÓ A SU PROPIO HIJO, PENSANDO: "RESPETARÁN A MI HIJO".

El fruto que van a buscar y alentar es el progresivo fructificación religioso y moral de Israel para irse así preparando a recibir al Mesías. La actitud del dueño que envía, sucesivamente, nuevos mensajeros para ver el rendimiento de su viña es la paciencia de Dios, atenta al desenvolvimiento del plan de su providencia. La conducta deliberativa del dueño en enviar a su “hijo” está expresada antropomórficamente, es decir por la tendencia a atribuir rasgos y cualidades humanas a las divinidades. Es una forma de reconocer que es el “heredero” de la viña, es decir, de las promesas mesiánicas. Su hijo se lo envía “por último”. Se indica veladamente, máxime a la hora de la redacción, que, si es Hijo, es de la misma naturaleza divina de su Padre.

Dice el Evangelio: “Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo". Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Éste es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.”

Los viñadores, las autoridades judías y la parte del pueblo seducido acuerdan matarlo. Es el propósito de su muerte. “Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.” Se refiere aquí a Jerusalén. Cristo “padeció” su muerte fuera de la puerta de la ciudad. El Calvario, en los días de Cristo, estaba fuera de los muros de Jerusalén, ya que este muro fue edificado por Agripa I.

6.      “POR ESO LES DIGO QUE EL REINO DE DIOS LES SERÁ QUITADO A USTEDES, PARA SER ENTREGADO A UN PUEBLO QUE LE HARÁ PRODUCIR SUS FRUTOS".

El castigo que se anuncia a los viñadores, al Israel de esta época histórica, es doble: “Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos". Este anuncio profético de Cristo tuvo un cumplimiento histórico trágico: castigo a Palestina por Vespasiano, que culminó con la destrucción de Jerusalén el año 70 por Tito. El Israel étnico terminó como transmisor de la revelación y de las promesas mesiánicas y pasó al “Israel de Dios” (Gal 6:16), la Iglesia.

Dios el propietario, la viña el pueblo elegido de Israel, los siervos los profetas, el hijo el mismo Jesús, muerto fuera de las murallas de Jerusalén, los viñadores los homicidas, los judíos los infieles y a quienes se les confiara la viña, el nuevo pueblo que le hará producir sus frutos. Los frutos que exige el Señor en esta nueva viña, son las buenas obras, la justicia, el amor al prójimo, la caridad y el camino hacia la santidad de la vida.

7.      EL SEÑOR  HOY CUIDA A SU PUEBLO CRISTIANO CON GRAN CARIÑO Y SOLICITUD.

¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho?, dice dolidamente el dueño de la viña. (Is 5-1). Es el grito dolido del corazón de Dios, dueño de la viña, que ha cuidado a su Pueblo Israel, sin embargo como consecuencia de la ingratitud de estos, fuero sustituido por otros pueblos, así como la sinagoga por la Iglesia. Es así, como hoy el Señor  cuida a su pueblo cristiano con gran cariño y solicitud.

Pero tenemos algunas interrogantes, ¿este pueblo cristiano de los nuevos tiempos, guarda mas fidelidad que el antiguo de Israel, al que se refiere el profeta Isaías y el Evangelio de San Mateo? Y por lo que ya conocemos y vemos a diario, son tan vigentes hoy las alegorías de Isaías como la de nuestro señor Jesucristo,  porque el Señor espera que nuestra Iglesia, que el pueblo cristiano no de frutos agrios, sino que buenos frutos, responsabilidad que nos cabe a todos por igual.

8.      “EL QUE PERMANECE EN MÍ, Y YO EN ÉL, DA MUCHO FRUTO” (Jn 15, 1-8

Dice el Señor Jesús: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador (Jn 15, 1) Aquí San Juan presenta a Jesús como la verdadera vid y el tema central es la necesidad de estar unidos a Jesús “Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes” y añade el Señor “Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.

Y también Jesús nos dice: “El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”. Jesús nos da la clave para dar buenos frutos, y es permanecer unidos a El, esta unión es con el recurso de la oración. La formulación que hace es universal: se nos dará cualquier cosa que pidamos, si le pedimos algo conforme a su voluntad, El nos oye. Pues es oración que se hace permaneciendo unidos a Jesús, y, movidos por su savia, nada se pediría que no convenga, “Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré”,  (Jn 14:13). Como dice San Pablo: No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. (Flp 4, 6)

9.      LOS FRUTOS QUE ESPERA DIOS DE NOSOTROS

El fruto que Dios espera de nosotros, es la santidad de una vida fiel a los mandamientos, especialmente en el amor. Nosotros, principalmente por el bautismo, estamos injertados a Jesús, somos sus sarmientos, de El Tomamos la savia, que es la vida divina, la gracia santificante. Pero tal como crece el sarmiento, ese crecimiento lo debemos hacer en Jesús, por medio de la santidad. Crecer en Jesús, es permanecer en El, es tener vida intima con El, cobrando conciencia de que El Vive en nosotros y nosotros en El. Permanecer y estar unidos a Jesús, es pensar y amar como El, hacer una vida agradable a Dios. El discípulo de Jesús, cuando es verdadero, Glorifica al Padre. “La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos”. (Jn 15,8)

“Úneme a ti, Dios mío, Viña santa y sagrada, y mi débil sarmiento dará su fruto bueno, y yo podré ofrecerte un racimo dorado, ¡OH Señor, desde hoy!. Es de amor el racimo, sus granos son las almas, para formarlo un día tengo, que huye veloz. ¡OH, dame, Jesús mío, el fuego de un apóstol  nada más que por hoy! (Mi canto de hoy, Santa Teresita de Lisieux)

Y cantamos con alegría como el Salmista: “Señor, Dios, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder. Restablécenos, Señor, Dios de los ejércitos, míranos con bondad y estaremos a salvo.” (Salmo 79),

El Señor les bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

Domingo XXVII del Tiempo Ordinario Ciclo A

 

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