Santa Teresita del Niño
Jesus, fue proclamada por el Papa Pío XI,
patrona universal de las misiones, pese a que durante su vida
religiosa jamás franqueó los muros de su convento de Lisieux, aunque deseó ardientemente
ser misionera. Ella supo oír lo que pide Jesus y acogió ardientemente el
llamado a orar y a decir: Nuestra
misión….es la de formar trabajadores evangélicos que salven millares de
almas.. (Santa Teresita del Niño Jesus, Carta 135)
Nuestro Señor Jesucristo, les pidió a
sus discípulos y no sigue hoy pidiendo. Jesucristo nos pide, ¿le oímos?,
¿le hacemos caso?, ¿rogamos a Dios por mas vocaciones?, ¿se nos ocurre que
hacer para que lleguen más trabajadores?, ¿qué hacemos para la salvación de
la almas?, ¿conquistamos almas para Cristo?
Santa Teresita del Niño Jesus le
escribe a una de sus hermanas:
“Un
día, mientras pensaba qué podría hacer para salvar almas, unas palabras del
Evangelio me llenaron de luz. Una vez, Jesús decía a sus discípulos..:
"La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues,
al Señor de la mies que mande trabajadores".
¡Qué
gran misterio...! ¿No es Jesús todopoderoso? ¿No son las criaturas de quien
las ha hecho? Entonces, ¿por qué dice Jesús: "Rogad al Señor de la
mies que envíe trabajadores"? ¿Por qué...? ¡Ah!, es que Jesús siente
por nosotras un amor tan incomprensible, que quiere que tengamos parte con él en la salvación de las
almas.. (Santa Teresita del Niño Jesus, Carta 135)
El Evangelio según San Mateo (9, 35-10,
8), nos presenta un relato donde nos ilustra el poder milagroso de Jesús y
luego la vida misional del Señor. En este relato, hay además un pedido
concreto de Nuestro Señor Jesucristo, nos pide orar al Señor de la mies.
Comienza el relato diciendo que: “Jesús
recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas,
proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y
dolencias”. Este es un cuadro resumido en el que se relaciona la enfermedad
del cuerpo y la del alma y se ilustra a Jesús como capaz de hacer grandes
prodigios, se le presenta como el gran Médico y Misionero de las almas.
Después que san Mateo ha descrito la
vida misional de Jesús por toda Galilea, nos relata que, al ver a las
muchedumbres por todas las partes que El recorría, sé enterneció de
compasión. Es ésta una de las bellas estampas de Jesús Misionero. Pues al
ver a la multitud, tuvo compasión. Esto es algo muy natural en Jesús. El
relato dice que las gentes estaban fatigadas y abatidas, como ovejas que no
tienen pastor. No se refiere a que las gentes, por seguirle incluso a
lugares desiertos, se encontraran fatigadas, sin tener en aquellos lugares
descampados medios de proveerse, sino a que las gentes desfallecían sin
saberlo, porque no había quien les diese el pan, la doctrina del reino.
En el relato apreciamos como se
conmueve Jesus, por ver a la gente abatida, maltratada y humillada. Esta
situación a Jesus no lo deja indiferente, al contrario, despierta en El la
compasión, es decir siente tristeza por la situación desdichada de estas
gentes, compartiendo así su pena y procurando su remedio. A nosotros
también debiera apenarnos tanta gente que anda por esta vida “como ovejas
que no tienen pastor".
“Jesus
se compadece de nuestras miserias, conoce a fondo nuestro pobre corazón”
(Santa Teresa de los Andes C143)
Vivimos en una sociedad estresada,
apremiada, desorientada y sin descanso para el alma, mucha gente “sin
Dios”, mucha gente que no ha oído el llamado de Jesus: “Venid a mí todos
los que estáis fatigados y sobrecargados y yo os daré descanso. Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas" (Mt 11,28-29). Y si nosotros
lo hemos oído y experimentado, tenemos que ayudar a conquistar almas para
que conozcan al Señor, pues allí hallaran remedio para sus males, en Cristo
Jesus, encontraran consuelo y alivio.
Las gentes estaban como ovejas sin
pastor y les hacía falta ser conducidas por el Pastor-Mesías a los pastos
de la verdad.
Canta el salmista: "El Señor es mi
pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las
aguas de reposo me conduce, y conforta mi alma... Aunque pase por valle
tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me
sosiegan" (Sal 23,1-4). Y así canta hoy la oveja que tiene pastor,
pero no un pastor cualquiera: ¡su pastor es el Nuestro Señor Jesucristo,
que nos dijo: "Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas... y doy mi
vida por las ovejas... Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas
me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás y nadie las
arrebatará de mi mano" (Jn 10,14.27-28)
Jesús que se dirige, literariamente en
este contexto del evangelio que comento, a los discípulos: “La mies es mucha,
pero los trabajadores pocos”. Las mies son esas muchedumbres que citó
antes. Están como ovejas sin pastor, fatigadas y decaídas porque los
trabajadores — esto es hoy los pastores cristianos — son pocos. Hace falta
multiplicar su número y continuar la obra misional de Jesús. ¿Qué hacer
para ello? Jesús nos da la respuesta. Es una oración misional. Dirigiéndose
a los discípulos, les dice: “Rueguen”… para que envíe trabajadores para la
cosecha”.
Jesús quiere colaboradores para llevar esas
ovejas desfallecidas a su reino, y para que esos pastores los suscite el
Padre, y entren por su puerta (Jn 10:1.2), pone el gran medio de la
oración.
Jesus mismo nos pide que hagamos
oración, ¿Cómo respondemos a este pedido del Señor?
El
no quiere hacer nada sin nosotras. El creador del universo espera la
oración de una pobre alma para salvar a las demás almas, rescatadas como
ella al precio de toda su sangre. (Santa Teresita del Niño Jesus, Carta
135)
No hay tiempo que perder, Jesús esta
muy interesado en que comprendamos esto, y nos advierte como la cosecha es
abundante, algo que nosotros sabemos, son muchos los que necesitan
evangelización, son muchos los que no conocen a Dios, por todas partes hay
hermanos que ignoran el propósito y el plan de Dios, que son planes de
salvación, son muchos los hijos que viven alejados de la casa del Padre.
Hoy tenemos muchas las Iglesias donde
no hay quien celebre la Eucaristía, y en otras tantas, un mismo sacerdote
celebra tres o cuatro en un solo día. En efecto, faltan muchas vocaciones
sacerdotales, pero al mismo tiempo faltan muchas vocaciones de laicos que
se comprometan como discípulos.
Así esta el mundo, y los trabajadores
son pocos, entonces hay que organizar el trabajo apostólico del modo más
eficaz. Y no olvidar lo que nos pide el Señor, rezar para que haya muchos
trabajadores, porque es cierto que la tarea excede a la capacidad de los
que dedican a esto, como así mismo no todos los que se dedican tienen el
mismo talento para el trabajo que se requiere, pero debemos estar dispuesto
a llevarlo a cabo con la fuerza que Dios nos da: con su Gracia. Nuestro
Padre Dios oye a los que oran y da ayuda a sus hijos que, que con sencillez
y confiados, le suplican.
“La cosecha es abundante, pero los
trabajadores son pocos.” No desoigamos estas palabras de Nuestro Señor
Jesucristo, asumiendo el compromiso en la tarea de la evangelización, de la
instauración del reino de Dios en el mundo.
Nuestra tarea debe ser como la hizo
Jesús, con fidelidad, El nos enseño como hacerla, El es nuestro Maestro, a
El debemos imitar. Jesús, no buscaba lucirse a si mismo o buscar especiales
simpatías, lo que el hacia era para dar a conocer al Padre y a su enviado,
Jesucristo. Al imitar a Cristo en su tarea, no busquemos que nos den
alabanzas por lo que nos corresponde hacer, nuestra misión no es para que
donde vayamos nos den reconocimientos.
El mundo de hoy necesita buenos
apóstoles que no motiven desconciertos entre nuestros hermanos, es decir
que no confundan, por eso debemos comprometernos a nuestra tarea con
autentica piedad. Jesus: “al ver a la multitud, tuvo compasión”. Sepamos
reconocer en estas palabras el comportamiento misericordioso, y los
sentimientos de amor al prójimo y de compasión ante las desgracias ajenas.
Rueguen, al dueño, oren a Dios, es El
que debe enviar trabajadores para su cosecha, no pretendamos nosotros
libremente decidir donde debemos ir a cosechar, nuestro Padre Dios no
señalará donde debemos servir, para saber cual será nuestro frente de
trabajo, hagamos un poco de silencio para oír a Dios, hagámoslo con la
oración del corazón y con sometimiento a su voluntad, El nos confiará la
misión, y nosotros le ofreceremos la vocación de apóstol, en cualquier
circunstancia o campo que nos corresponda realizar.
Rueguen.
“orando en la montaña, pedidme trabajadores y yo los enviaré, ¡no espero
más que una oración, un suspiro de vuestro corazón...El apostolado de la
oración ¿no es, por así decirlo, más elevado que el de la palabra?.. (Santa
Teresita del Niño Jesus, Carta 135)
La vocación ha de venir desde el Padre.
Es así, como la vocación es un Don de Dios y nosotros debemos estar muy
atentos, para reconocer y aceptar con mucho agradecimiento, pero no para
quedarse en la alegría de haber sido llamado, esto es, además debemos tener
conciencia clara de la exigencia que debe tener nuestra misión.
Nuestra
misión….es la de formar trabajadores evangélicos que salven millares de
almas.. (Santa Teresita del Niño
Jesus, Carta 135)
Y es así, como Jesús convocó a sus doce
discípulos por su nombre, El organizo su apostolado con un grupo de
hombres, su amigos mas cercanos, a ellos los forma y les da una misión,
además le dota de poderes y cualidades para destruir el mal. Todos nosotros
fuimos elegidos también por nuestro nombre desde el Bautismo para seguir a
Jesús, a igual que los Doce amigos seguidores del Maestro y para el mismo
fin, es así, como el nos prepara con sus enseñanzas, para que tengamos
fuerza en nuestra misión en un mundo donde la injusticia, la maldad, la
corrupción esta presente cada día.
Nuestra misión, debe comprender que la
voluntad de Dios, no tiene fronteras para realizar nuestra tarea apostólica
y no esta limitada a un lugar especifico, talvez nuestro campo de acción
esta en nuestro propio hogar, en nuestra parroquia, en el trabajo, la
comunidad donde vivimos o mas allá de la fronteras, basta tener muchas
veces capacidad para conmovernos frente al dolor de la humanidad para
darnos cuenta que la Palabra de Dios es indispensable en todo lugar.
“Por el camino, proclamen que el Reino
de los Cielos está cerca”. No pensemos en dimensionarlo en tiempo, en años,
pensemos que somos nosotros los que debemos hacerlo cercano, con nuestro
estilo de vida, seamos constructores del Reino de los Cielos, lo hacemos
con cada una de nuestras obras, y todas son importantes en esta obra, por
muy sencillas que parecieran
Y el Señor nos dice que: “ustedes han
recibido gratuitamente, den también gratuitamente”.En efecto hemos recibido
gratuitamente, “de gracia”, la salvación del Señor, ¿y que meritos hemos
hecho de nuestra parte?. ¿Qué estamos haciendo o qué nos proponemos hacer
para anunciar a los demás el mensaje de amor que hemos recibido?
Hemos sido elegidos por Cristo, quien
nos llamo a la fe, nos dio su mensaje evangélico, somos depositarios de el,
y somos apóstoles con la misión de transmitirlo al mundo.
Y no lo hemos recibido para guardarlo
para nosotros, es para compartirlo con todos los demás, porque todos
estamos llamados a la salvación. Es así, hemos sido destinados a difundir
el Reino de los Cielos, esa es nuestra misión, somos misioneros porque la
misión es la forma concreta de manifestarle a Dios nuestro reconocimiento
por haber sido llamados a ser en el mundo testigos de su amor.
Pero no basta dar gratuitamente lo que
hemos recibido de igual forma, debemos darlo con cariño, con generosidad,
con entrega total, a manos llenas, sin regateos, con todo el corazón, esta
claro, con las cosas de Dios no podemos ser mezquinos.
Los apóstoles, somos todos los miembros
de la Iglesia, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, aunque lo hagamos
en distintos frentes y de diferentes maneras, todos estamos encargados por
Jesús a proclamar su Reino, apostolado es toda actividad efectuada por los
cristianos que tiende a propagar el Reino de Cristo en el mundo y Jesús es
la fuente y el origen del apostolado de la Iglesia, y la eficacia y la
fecundidad de nuestra tarea depende fundamentalmente de nuestra unión con
Cristo.
“¡Me parece tan hermoso nuestro destino!,
¿qué tenemos que envidiar a los sacerdotes..! (Santa Teresita del Niño
Jesus, Carta 135)
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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