EL CAMINO A LA SANTIDAD "Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy
santo” (Lev 19,2) Autor. Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
LA SANTIDAD NO ES UN PRIVILEGIO RESERVADO A
UNAS POCAS PERSONAS “¿Quién subirá al
monte del Señor?, ¿Quién podrá estar en su recinto santo?, El de manos
limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño
jura”. (Salmo 24, 3-4) Para llegar a ser
santo, y así de este modo llegar en su momento al Cielo, “al monte del
Señor”, solo se debe tener una determinación muy decidida para lograr serlo.
Con esto, no quiero decir que para llegar a la santidad sea una cosa
imposible, recordemos que todos los que han llegado a tener el honor para ser
llamado santos, todos fueron personas muy normales. Por otra parte, no hay
que realizar grandes cosas, pueden ser a veces pequeñas, lo importante es que
se hagan con amor, como las hizo Teresa de Lisieux, Teresa de los Andes y
Laura Vicuña, Ceferino Namuncurá, los nombro porque me son muy cercanos, pero
sabemos de muchos, que lo más grande que hicieron es dejar que Dios actuara
en ellos. En la amistad con
Dios y unidos a EL, se llega a la santidad, un aforismo de Santa Isabel de la
Trinidad dice: “Vivamos con Dios como con un amigo, tengamos una fe viva para
estar en todo unidos a Dios” (H, 576). Teresa de Jesús, define la oración
como el tratar de amistad con quien sabemos nos ama, es decir, no es otra
cosa que hablar con Dios como un amigo habla con el amigo de corazón a
corazón, eso, ya es una buena forma de santidad. Si tenemos diálogos íntimos
y de amistad en forma permanente, seremos capaces de enfrentar con mucha paz
desconocidos desafíos que se nos presentará en la vida sin temor, ya que en
las manos de Dios, todo lo bueno es posible y siempre el, nos tenderá una
mano para sacarnos de las dificultades. Como les sucedió a Pedro, que viendo
la violencia del viento, mientras navegaban por agua turbulentas, le entró
miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvame! Al punto Jesús,
tendiendo la mano, le agarró y le dice: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
Y ante eso luego se postraron ante Jesús diciendo: “Verdaderamente eres Hijo
de Dios”. (Cfr. Mt 14, 30-31) En las palabras de
San Pablo a los Tesalonicense, encontramos muchas recomendaciones para la
santidad, como por ejemplo: “En cuanto a vosotros, que el Señor os haga
progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con
todos, como es nuestro amor para con vosotros, para que se consoliden
vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la
Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos” (1Tes 3,12-13) Y
más adelante agrega. “Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación”
… “que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor” ….
“pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad” (1Tes 4,4-7) A veces pensamos
que la santidad es un privilegio que solo está reservado a unas pocas
personas, que son muy especiales y elegidos para ser santos, pero lo que
debemos comprender, es que el camino hacia la santidad está abierto para que
transiten todo los que por el quieren caminar, por ende es una elección y una
tarea de cada uno de los que se saben hijos de Dios, de cada uno de los que
se denominan cristianos. Por tanto, todos estamos llamados a la santidad, y
esto no es otra cosa, que vivir en el mundo que nos ha correspondido, como
hijos de Dios. Y como todas las personas somos hijos de Dios, todos tenemos
que llegar a ser santos, a pesar de que los caminos no nos resulten fáciles y
cómodos. 2.
QUE SIGNIFICA SER SANTOS Ser santo es
participar de la santidad de Dios. Nuestro Padre, Él nos creó para ser
santos. “Gracias al Padre que os ha hecho aptos para participar en la
herencia de los santos en la luz”. (Col 1,2). Dios nos ha llamado y nos
capacita a todos a ser santos: "Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro
Dios, soy santo” (Lev 19,2) y dice el Señor: Vosotros, pues, sed perfectos
como es perfecto vuestro Padre celestial. (Mt 4,48). San Pablo a los
Colosenses: “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de
entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia,
soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja
contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por
encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la
perfección.” (Col 3, 13-14) Los santos son
aquellos, como dice Lucas en los Hechos de los apóstoles; “hombres que han
entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo” (Hech 15, 26). En
palabras del Papa Benedicto XVI: "El santo es aquel que está tan
fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán
progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a
renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que
experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del
prójimo". Los santos, al
igual que todos nosotros, no son personas que nacieron santas y nunca
cometieron errores, o nunca fueron pecadores, hay muchos ejemplos de esto,
por tanto los santos son personas que han sabido enmendar el rumbo, y lo más
importante, se han arrepentido de sus faltas y se han reconciliados con Dios.
En Palabra del Papa Benedicto XVI comentando sobre San Pablo y Bernabé.
Añadió: "Por tanto, también entre los santos se dan contrastes,
discordias, controversias...Son hombres como nosotros, con problemas
complicados... La santidad crece con la capacidad de conversión, de
arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con
la capacidad de reconciliación y de perdón". "Y todos podemos
aprender este camino de santidad". -31 enero 2007 Benedicto XVI. 3.
COMO ES POSIBLE LLEGAR A SER SANTOS Es posible llegar a
ser santo, si nos consagramos al servicio de Dios y si somos capaces de
perseverar en la búsqueda de la santidad, lo que significa mantenerse en
comunión con Cristo quien salva y da vida eterna. En efecto, Cristo
vino al mundo para hacer posible nuestra santidad. “Bendito sea el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de
bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido
en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su
presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos
por medio de Jesucristo”, (Efesios 1, 3-5). “A los santificados en Cristo
Jesús, (son) llamados a ser santos”, (1 Cor 1,2). San Pedro expresa: “Más
bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos
en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo
soy yo. (1 Pe 1,15-16) No nos cabe ninguna
duda que Dios quiere que todos se salven (1Tm 2,4), para lo cual, el
sacrificio es abrirse a la gracia que santifica, por tanto, debemos renunciar
a todo lo que nos impide ir a la santidad, y esto no significa hacer una vida
distinta a la que nos hemos resuelto hacer, pero si significa renunciar al
pecado, a una mala vida y por supuesto seguir a Cristo, quién es “el Camino,
la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino es por Cristo” (Cfr. Jn 14,5). Debemos sentirnos
felices de que Dios nos da la oportunidad de ser santos, y la mayor desgracia
que nos puede pasar, es no ser santos por pura irresponsabilidad nuestra. Y
así le pedimos al Señor su ayuda, diciendo como el autor del Libro Crónicas;
“escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y perdona, dando a cada uno
según todos sus caminos, pues tú conoces su corazón - y sólo tú conoces el
corazón de todos los hijos de los hombres -para que teman y sigan tus caminos
(hacia la santidad) todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que
has dado a nuestros padres. (2 Crónicas 30) Y lo importante,
para ser santos en este mundo con tantas dificultades, es no pensar tanto en
las obras extraordinarias que nos gustaría hacer, o en devociones complejas y
poseer carismas extraordinarios, solo hace falta que nos decidamos oír a
Jesús y luego seguirle, con ánimo y decisión, sin desalentarse ante las
dificultades, sin postergar la decisión y sin buscar excusas, en otra
palabras como decía la santa Madre Terea de Jesús a sus hijas las monjas:
““no parar hasta el fin, que es llegar a beber de esta agua de vida”, con,
“una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella,
venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabajase lo que se trabajare,
murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el
camino” (CP 21,2) "La santidad
consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en
los brazos de Dios, y confiados -aun con nuestro cuerpo- en su bondad
paternal" (Santa. Teresita de Lisieux) El
Señor nos bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Publicado en este
enlace de mi WEB: REFLEXIONES
INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS |
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